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EL CARIBE OCEÁNICO EN ARCOmadrid

Bajo la premisa geopoética de que “el Caribe no es un mar, es oceánico”, las curadoras de la orilla, la marea, la corriente: un Caribe oceánico, una de las secciones destacadas de la recién finalizada edición de ARCOmadrid, invitaron a reflexionar sobre este territorio más allá de su mera representación geográfica, concibiéndolo como un espacio culturalmente fluido, similar a las corrientes de agua que lo envuelven.

 “Abordar el Caribe como un océano implica refutar su condición insular, fragmentada y desconectada para acercarse a su dimensión continental y reticular”, dicen Carla Acevedo-Yates (Puerto Rico) y Sara Hermann (República Dominicana), fundamentado esta perspectiva en la conexión del Caribe con las corrientes marítimas del Atlántico y su enlace con el Pacífico a través del Canal de Panamá.

Para las curadoras, pensar el Caribe como un espacio oceánico supone exponer las lógicas coloniales que han articulado la región, especialmente visibles en sus rupturas lingüísticas y sus múltiples formas de gobierno. Las prácticas artísticas, por otro lado, se enfrentan a desafíos significativos, como la falta de infraestructura y movilidad, así como la dependencia de los mercados continentales y otras corrientes heredadas de los procesos coloniales.

La narrativa curatorial de la orilla, la marea, la corriente contempla un Caribe oceánico desde su historia colonial pero también desde los extractivismos, los cambios geopolíticos y el intercambio cultural del presente, aspectos que resaltan su continentalidad.

Estas temáticas se reflejaron en las obras de 23 artistas de 19 galerías reunidos en esta sección, una de las más comentadas de ARCOmadrid 2024. Las curadoras propusieron un conjunto de obras que ofrecen una lectura de la compleja intersección entre tierra y mar, donde las historias, memorias e identidades fluyen constantemente, lo que supone que la comprensión total de este ‘lugar’ sea elusiva.

De este modo, la noción de lo oceánico también sugiere lo inaprensible, es decir, la dificultad de encasillar esta región ricamente diversa sobre la base de supuestos y estereotipos hegemónicos.

Quisqueya Henríquez, Helado de agua de mar Caribe. De la serie Burlas, 2002-2024. Fotos cortesía de la artista

Quisqueya Henríquez, Isla Basura / Trashisle, 2001-2024. Tejido textil, fotografía digital. Cortesía: David Castillo gallery

¿A qué sabe El Caribe?

Quisqueya Henríquez (1966), artista cubana residente en República Dominicana, desafía las expectativas comunes de lo caribeño con su innovador helado de agua del mar Caribe, que los visitantes podían degustar. Al probarlo, lo primero que percibe el paladar es su salinidad. Este helado no es lo que parece: esperas que sea dulce, pero es salado; está congelado, pero es del mismo color turquesa de las cálidas playas del Caribe. Como dice el proverbio anónimo, ‘las apariencias engañan’. O en palabras de Sara: “El Caribe no es una sola cosa y tampoco se puede hablar en singular de él».

Representada por la galería David Castillo (Miami), Quisqueya Henríquez presentó otra pieza titulada Isla de basura, un tapiz elaborado a partir de imágenes digitales de la orilla de una playa dominicana cubierta de desechos. La artista comenta aquí sobre el consumismo promovido por el neoliberalismo colonizador, así como sobre el daño medioambiental causado por el turismo desmedido en las islas del Caribe.

Otra artista dominicana que cuestiona los estereotipos asignados al Caribe es Joiri Minaya (1990), representada en esta sección por la galería Praise Shadows (Brookline, MA). Lo primero que llama a la vista es un papel mural compuesto por un mosaico de imágenes de atardeceres en el Caribe, que impresiona con la belleza colorida y arquetípica que se espera. Estas imágenes, obtenidas de resultados de búsqueda en Google (una estrategia documental que la artista suele emplear), confirman la percepción generalizada del Caribe como un paraíso tropical.

Sobre el mural se instalaron registros fotográficos del performance Sunset Slit (2015), en el que Minaya sumerge varias veces su cabeza en un balde de agua y la saca con un agitado pero sugerente movimiento hacia atrás, recreando la estela de cabello mojado que dejan las chicas capturadas en las fotos paradisíacas tomadas de internet.

Esta imagen de la cultura pop es portadora de una narrativa agotada que construye fantasías de ocio y placer a partir de la combinación cliché de mujeres y paisajes idílicos. Con este gesto idealizado, además, el agua se va tiñendo de negro y la artista mancha su ropa y la alfombra sobre la que está arrodillada, hecha con 18 toallas blancas cosidas.

Joiri Minaya, Sunset Slit, 2015 – 2024. Toallas, pigmento de carbón, papel mural de vinilo, impresión de pigmento de archivo montada sobre Dibond. Foto: Mikhail Mishin para Praise Shadows Art Gallery.
Karlo Andrei Ibarra. Serie Cuerpo Brújula, 2024. Impresión sobre papel algodón. Cortesía: Vigil Gonzales Galería

¿Quiénes son El Caribe?

El artista puertorriqueño Karlo Andrei Ibarra (1982) también aborda el cuerpo caribeño en su serie fotográfica titulada Cuerpo brújula (2018-2024). En estas imágenes, el cuerpo actúa como un receptáculo oracular que señala una orientación mediante agujas imantadas que, sin embargo, no parecen señalar ninguna dirección concreta. Esta sensación de desorientación psicológica se vincula con el limbo característico del contexto político colonial. El artista plantea así la idea de un «no-lugar», ese lugar sin definición llamado Puerto Rico, donde la alteridad se encarga de dar significado.

La identidad caribeña también es explorada por el artista puertorriqueño Gabriella Torres-Ferrer (1987) en los nuevos trabajos de su serie Be Real… (2024), que consisten en espejos que reflejan en tiempo real el «verdadero yo», desafiando de esta manera la inalterabilidad de la imagen fija (selfies) en las redes sociales.

A través de esta obra, Torres-Ferrer, quien es representado por la galería Embajada, propone una reflexión profunda sobre la autenticidad, la identidad y la liberación personal. En un mundo donde la presión social y la exposición en redes pueden distorsionar nuestra percepción de nosotros mismos, el artista invita a cuestionar la noción convencional de «sé tú mismo», planteando así la posibilidad de un crecimiento y cambio genuinos.

Gabriella Torres-Ferrer, Let it go; Nothing Wrong; You are the meme (entre otras), de la serie Be Real…, 2024. Vidrio espejado grabado con láser, electroluminiscencia, cables. Medidas variables. Cortesía: Embajada

Noé Martínez (1986), artista purépecha que se identifica como indígena de Michoacán, no como mexicano, presentó su video La historia de los caminos (2023), que describe de la siguiente manera:

Soy descendiente de esclavos y supervivientes del genocidio colonial español. Su memoria ancestral se despliega en el archivo vivo más potente que tenemos los seres humanos: nuestro cuerpo. En La historia de los caminos, el cuerpo es capaz de almacenar y recuperar memorias transgeneracionales que nos remiten a la historia de pueblos sin territorio, sin historia. En esta pieza de video, siete artistas de performance evocan la historia de antepasados esclavizados; sus cuerpos habitan la memoria de un genocidio invisible pero no imperceptible. Al encarnar las experiencias vividas por antepasados de hace quinientos años, mis artistas colaboradores y yo traemos al presente la herida ancestral de las culturas supervivientes.

Isaac Julien, Western Union Series, still de video, 2007. Cortesía: Galería Helga de Alvear
Engel Leonardo, Maniel 07 (2024). Hierro, esmalte y agua de manantial. Cortesía del artista y Formatocomodo

El Caribe Antillano

Otro de los artistas dominicanos que participó en la orilla, la marea, la corriente es Engel Leonardo (1977), con una obra de su serie Bahoruco. Esta investigación en curso se centra en tres ejes conceptuales y de estudio: Territorios, Espiritualidades y Ecosistemas del Caribe y las Antillas, considerados como espacios de resistencia al colonialismo, la modernidad y el capitalismo.

El proyecto se desarrolla a través de una serie de viajes de investigación y peregrinación por espacios de resistencia, liberación y espiritualidad afro-indígena en las Antillas. El punto de partida es la Sierra de Bahoruco, donde tuvieron lugar las primeras grandes rebeliones indígenas y africanas contra el poder colonial español en América.

Cuando el artista habla de territorios se refiere a contextos físicos e históricos, a los bosques y los montes que alojaron las primeras rebeliones afro-indígenas de Abya Yala contra el poder colonial, con sus conucos, bateyes y manieles como fuerzas de resistencia y alternativas de vida a lo hegemónico.

Isaac Julien (1960), reconocido artista británico de origen caribeño, fue invitado con su video Western Union: Small Boats (2007), producido en un momento de debate sobre las políticas de inmigración y las relaciones entre lo individual y lo geopolítico. En esta obra, Julien rastrea los efectos del trauma, no sólo en las personas, sino también en los monumentos, la arquitectura y la vida, deslocalizando estos temas de forma poética.

El título original de este proyecto era Better Life, esa vida mejor que los padres de Julien buscaron cuando emigraron del Caribe a Inglaterra. Esta búsqueda fue el foco de su trabajo en los primeros años del Black British Cinema, donde se cuestionaba qué constituía la identidad caribeña y británica en la población negra de Inglaterra.

Emilia Azcárate, Trini to The Bone, 2002-2003. Cortesía: Henrique Faría, NY
Valerie Brathwaite. Cortesía: Henrique Faría, NY

Esvin Alarcón Lam. Serie de banderas MARICAribe. Cortesía: Henrique Faría, NY

La galería Henrique Faria participó con la obra de Emilia Azcárate (Venezuela, 1964), Esvin Alarcón Lam (Guatemala, 1988), y de la entrañable Valerie Brathwaite (Trinidad, 1940), quien a lo largo de más de 50 años de carrera ha destacado por su enfoque en la naturaleza como motivo principal en su obra.

Valerie expuso sencillos volúmenes escultóricos de formas orgánicas que remiten a volcanes/senos/flores/vaginas, y mostró también su faceta de DJ en la fiesta de clausura de ARCO en el Museo Reina Sofía. Junto con DJ Toccororo, española de raíces cubanas, ambientaron la celebración con una fusión sonora que conectaba orillas distantes desde influencias y perspectivas tan diversas como fascinantes.

Entre 2002 y 2003, mientras vivía en Trinidad, Emilia Azcárate realizó la serie Trini to The Bone con los desechos de disfraces que recogió en las calles de Puerto España después del Carnaval. Una de estas piezas, que muestra la esencia de la cultura trinitaria, emergía como un ser fantástico desde el suelo del espacio museográfico, diseñado a tono con el concepto curatorial por los arquitectos Ignacio G. Galán, Álvaro M. Fidalgo y Arantza Ozaeta.

Por último, Esvin Alarcón Lam participó con su serie de banderas MARICAribe, expuestas en Gibara en 2019, precisamente frente al área donde se cree que pudo haber desembarcado Colón en Cuba. Confeccionadas por el artista y su madre, se trata de versiones rosadas de las banderas de los territorios pertenecientes a países del Caribe donde la homosexualidad es ilegal: Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía.

Programa público en ARCOmadrid

En correlato con el componente expositivo de la orilla, la marea, la corriente: un Caribe oceánico se llevó a cabo en la sede de la feria un nutrido programa de actividades coordinado por el curador dominicano Joel Butler.

El panel Corrientes alternas: infraestructura, circulación y movilidad, que contó con la participación de Amanda Coulson, fundadora y directora de la galería Tern (Las Bahamas) e Isabella Hutchinson, directora de la galería Hutchinson Modern & Contemporary (Nueva York), abordó los efectos de la fragmentación histórica y lingüística del archipiélago en la circulación de obras artísticas.

Como galeristas que trabajan con artistas provenientes de contextos al margen del mercado, Coulson y Hutchinson exploraron preguntas cruciales como: ¿qué tipo de obras y prácticas surgen en condiciones de escasez de recursos e infraestructura? y ¿cómo navegan las galerías estos circuitos neocoloniales?

Desde la década de los noventa, se han organizado en España y a nivel mundial una serie de exposiciones sobre «arte caribeño» que intentan encapsular la región geográfica y lingüísticamente, a menudo con gestos exotistas. Ante esto, surge la pregunta sobre cómo puede el mercado integrar el arte y los artistas del Caribe y su diáspora sin encerrar estas prácticas en las mismas lógicas coloniales que las silenciaron.

En otro foro, moderado por Cecilia González Godino y con la participación de Nadia Huggins, danie valencia sepúlveda y Yina Jiménez Suriel, becarios curatoriales de TBA21–Academy The Current IV, se discutió sobre el propósito de esta beca: identificar, estudiar y difundir estrategias y herramientas estéticas generadas a partir de la experiencia cimarrona en el Caribe. Esto busca contribuir a procesos emancipatorios en la región que exploran la relación entre sus habitantes y el océano, y que tienen sus raíces en las montañas que se elevan sobre el nivel del mar.

Obra de Madeline Jiménez Santil (República Dominicana). Cortesía: Arróniz, Ciudad de México

Cecilia González Godino también moderó el panel Monumentos geológicos: Colonización, Paisaje, memoria, en el que Joiri Minaya y el artista español Fernando Sánchez Castillo compartieron sus experiencias artísticas sobre formas alternativas de memoria y conciencia histórica que interrumpen las narrativas coloniales de monumentalización. En este contexto, propusieron lo geológico y lo íntimo como espacios de resistencia, restitución y sanación.

En el conversatorio Un Caribe Oceánico: Pensar el Caribe desde España, moderado por Joel Butler y con la participación de Abdiel Segarra, Gerardo Mosquera y Lizette Nin, profesionales del arte caribeños asentados en España, se abordó la noción medular de “El Caribe no es un mar”. Partiendo de esta premisa, se reflexionó sobre la relación de tensión, pero de interconexión inescapable del Caribe con España, ahondando en los desafíos, las oportunidades y los espacios de diálogo que pueden generarse.

Las curadoras Carla Acevedo-Yates, Tatiana Flores y Suset Sánchez, en el panel Curar y actuar desde la orilla, ahondaron en la práctica curatorial no solo como plataforma cultural de organización y categorización de obras de arte, sino como espacio de generación de conocimiento y de producción de significado.

Los visitantes a la feria también tuvieron acceso a Corrientes, una serie de proyecciones de audiovisuales de tres artistas presentadas en colaboración con el Centro León: toli toli (2018), de Minia Biabiany; Directrices (2002), de Mónica Ferreras De la Maza; y La memoria de las frutas (República Dominicana) [2022], de Claudia Claremi.

Obras de Omar Velázquez (Puerto Rico, 1984), artista representado por Diablo Rosso (Panamá). Foto: @choreo.info
Obras de Fabrizio Arrieta (Costa Rica, 1982), artista representado por Diablo Rosso (Panamá). Foto: @choreo.info

El Caribe en todo Madrid

Fuera del recinto ferial, el Museo Reina Sofía organizó un programa en torno al Caribe como un espacio mental y geográfico atravesado por la poética de la relación, en referencia al concepto del pensador martiniqués Édouard Glissant.

Las actividades, que se extienden hasta el 17 de marzo, contemplan un ciclo de proyecciones que recupera la obra del cineasta puertorriqueño cuir José Rodríguez Soltero (1943-2009), figura esencial de la diáspora caribeña y del underground neoyorquino de las décadas de 1960 y 1970.

Perteneciente a la misma generación y contexto social que Jack Smith y Andy Warhol, con quienes comparte formas de hacer cinematográficas, la relevancia de su trabajo no había sido reconocida hasta la restauración de sus únicas tres películas conservadas: Jeroví (1965), Vida, muerte y asunción de Lupe Vélez (1966) y Diálogo con el Che (1968), que son las que se proyectan en el Reina.

El museo tambiénorganizó un encuentro para compartir, a modo de lectura colectiva y baile, los textos de la investigadora y curadora cubana Tamara Díaz Bringas (1973-2022). Para Díaz Bringas, la escritura es un modo de cuidarnos, un estar en el mundo a través de la escucha y la complicidad.

Los textos de su autoría recopilados en Todas las vidas, publicación editada por consonni (2024), serán el motivo para celebrar en este encuentro los modos de hacer y las redes que la curadora tejió en su vida, instalados a lo largo de casi tres décadas en los contextos y urgencias específicos de Cuba, Centroamérica y España.

Talegas de la memoria, de Daniel Lind Ramos, playa Vacía Talega, Loíza, Puerto Rico, 11 de enero, 2020. Foto: Raquel Pérez Puig

La Casa Encendida, en tanto, presentó entre 7 y 9 de marzo Luz visible: video arte de la colección del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Puerto Rico, un visionado de video arte comentado por Marina Reyes Franco, curadora del MAC. Se exhibieron tres producciones, entre ellas Talegas de la memoria del artista puertorriqueño Daniel Lind Ramos (1953), una alegoría de la historia y colonización de Puerto Rico protagonizada por las expresiones culturales de Loíza.

Por el viento y la corriente, de La Vaughn Belle (Tobago, 1974. Vive en Christiansted, Santa Cruz, Islas Vírgenes) investiga la historia de cimarronaje de personas esclavizadas que huyeron de la isla de Santa Cruz a Puerto Rico en busca de su libertad, mientras que en Celaje, un video magistral iniciado hace más de 12 años y finalizado durante la pandemia, Sofía Gallisá Muriente explora las pérdidas personales recientes que ha experimentado junto con una disección del cadáver del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Por su parte, Casa de América presenta hasta el 23 de marzo Reinvenciones: La ubicuidad de las identidades en lo fotográfico desde el Caribe, una muestra que explora los orígenes de la fotografía contemporánea en República Dominicana, su contribución a la formación de un nuevo imaginario nacional y su repercusión en la contemporaneidad de un Caribe expandido.

Además, el Centro de Arte Complutense acoge Happy: Ensayos sobre la obra de Jorge Pineda, una exposición que revisita la producción del artista recién fallecido, considerándolo como uno de los más importantes de la historia contemporánea dominicana. Con un lenguaje conceptual, la obra de Jorge Pineda se caracteriza por el uso de medios gráficos y la exploración de la espacialidad.

Video de Donna Conlon. Cortesía: @espaciominimo

VIGIL GONZALES
Buenos Aires, Argentina | Cusco, Perú
Artista: Karlo Andrei Ibarra

193 GALLERY
París, Francia
Artista: Adler Guerrier

AIR DE PARIS
Romainville, Francia
Artista: Gaëlle Choisne

ARRÓNIZ CONTEMPORÁNEO
Ciudad de México, México
Artista: Madeline Jimenez Santil

DAVID CASTILLO
Miami, EE. UU
Artista: Quisqueya Henríquez

DIABLOROSSO
Ciudad de Panamá, Panamá
Artista: Fabrizio Arrieta/Omar Velázquez

EMBAJADA
San Juan, Puerto Rico
Artista: Gabriela Torres Ferrer

ESPACIO MÍNIMO
Madrid, España
Artista: Donna Conlon

FORMATOCOMODO
Madrid, España
Artista: Engel Leonardo

HELGA DE ALVEAR
Madrid, España
Artista: Isaac Julien

HENRIQUE FARIA
Nueva York, EE. UU
Artistas: Esvin Alarcón Lam/Emilia Azcárate/Valerie Brathwaite

HUTCHINSON MODERN & CONTEMPORARY
Nueva York, EE. UU
Artista: Juan Sánchez/Freddy Rodríguez

LYLE O. REITZEL ARTE CONTEMPORÁNEO
País: Santo Domingo, R. Dominicana
Artista: José García Cordero

moniquemeloche
Chicago, EE. UU
Artista: David Antonio Cruz

PATRON
Chicago, EE. UU
Artista: Noé Martínez

PETER KILCHMAN
Zúrich, Suiza
Artista: Didier William

PRAISE SHADOWS ART GALLERY
Brookline, EE. UU
Artista: Joiri Minaya

SENDA
Barcelona, España
Artista: Glenda León

TERN
Nassau, Las Bahamas
Artista: Leasho Johnson

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