QUISQUEYA HENRÍQUEZ: TIERRA Y SOMBRAS

Por Emiliano Valdés

La exposición Tierra y sombras de la artista dominicana Quisqueya Henríquez* presentada hasta hoy en FORO.SPACE es una especie de itinerancia: es el tercer momento de una muestra que la artista instaló por primera vez en Las Terrenas, provincia de Samaná, en República Dominicana, durante el primer encierro causado por la pandemia del Covid-19.

A principios de 2020, Henríquez mudó su residencia a la Loma en las Terrenas y pasó los siguientes nueve meses observando y pintando el territorio. Allí, en compañía de la naturaleza, se dedicó a estudiar y reproducir cuidadosamente las texturas de los árboles y plantas de la propiedad: yagrumos (yarumo), pandanos, mangos y framboyanes como parte de una residencia virtual con la plataforma Tropical Papers.

Las pequeñas pinturas resultantes describen meticulosamente los pliegues en el tronco del framboyán, la sobreposición de tonos de verdes grisáceos de las hojas del yarumo, la composición fractal de la fruta del pandano**, así como sus caleidoscópicas raíces.

La observación de lo que la artista llama el “diseño evolutivo” de las plantas, su documentación e interpretación, y finalmente su aplicación sobre el lienzo –soporte por excelencia de la pintura y por lo tanto de la representación– implicó también un ejercicio de abstracción: la experimentación con el color, la configuración de la imagen a través del juego de luz y sombra, el acto físico de la aplicación del color y sus consecuencias.

Como es natural, el pintar las texturas de los árboles requirió manchar el pincel, limpiarlo, aplicar el color sobre otras superficies (sobre todo lienzo crudo) para evaluar el tono y el brillo, entre otras actividades. Este ejercicio, inherente a la más pura técnica pictórica, dio pie a una segunda serie de pinturas –abstractas– que recogieron no sólo la luz, las tonalidades y el ambiente de la Loma sino el proceso de las primeras pinturas: las figurativas.

El segundo grupo de pinturas, titulado Blemished (Manchadas), fue posteriormente colgado de un pandano configurando así una segunda exposición. En este montaje, los cuadros fueron ulteriormente intervenidos por la luz y las sombras producidas por las ramas, tronco, frutos y por todo el ecosistema de su soporte. Una intervención temporal que fue plasmada definitivamente por la artista sobre los lienzos en una cuidadosa operación de fijación de las sombras a partir de veladuras de pigmento.

Estas pinturas se muestran sobre una estructura de roble brasileño (producida por Ricardo Brito, arquitecto y artista dominicano) que recuerda su montaje anterior y que descansa en una estaca la cual, a su vez, surge de plantas comunes en Bogotá, generando un diálogo entre las biotas dominicanas y colombianas, y así, entre el lugar de producción y el de exhibición de este proyecto.

La ambigüedad estructural y formal que impide saber a ciencia cierta si la pintura es una extensión de la planta o viceversa, las sitúa en el lugar de experimentación alrededor de la pintura, y de los límites disciplinarios en general, en el que Henríquez se ha desenvuelto en los últimos años.

Es precisamente en esa búsqueda de donde surgen tres obras de mayores dimensiones que podríamos agrupar bajo la idea de “obras que cargan cosas” (otras obras, elementos naturales, fotografías de la génesis del proyecto) y que cierran el proceso de ideación y producción de esta exposición al tiempo que la vinculan con las búsquedas formales y conceptuales de esta artista dominicana que exhibe por primera vez en Bogotá.

En esta pequeña serie, las pinturas son estructuras que permiten la articulación de elementos de otra naturaleza pero que, en conjunto y como ya lo habría hecho con el pandano o las estructuras en madera de la serie Blemished, proponen una colaboración entre elementos naturales y obras de arte que transgreden las categorías de los elementos que las componen: natural/artificial, vivo/muerto, arte/naturaleza.

En Tierra y sombras, Henríquez lleva la investigación sobre los límites de la pintura y sobre las estructuras de exhibición y representación para retomar la biofilia, el amor por lo vivo y, de manera más amplia, por la naturaleza como una postura posible, incluso necesaria, en la producción artística. La exposición es una meditación en torno al trabajo, no sobre, sino en conjunto con el mundo natural.

En las series que conforman la exposición, la naturaleza hace las veces de sujeto, colaboradora, aparato museológico, materia prima, pero, sobre todo, funge como un elemento estructurante del cuerpo de obra de Henríquez que invita a la urgente disolución entre naturaleza y cultura dentro y fuera de la producción artística.

*La Habana, 1966. Vive y trabaja entre Santo Domingo y Las Terrenas, República Dominicana.

**El pandan, pandano o palma de tornillo es un árbol originario del sudeste asiático y presente en todo el cinturón tropical cuyas hojas se usan para techar y en la elaboración de canastos y otras artesanías. El fruto y las semillas se consumen cocidas.

Tierra y sombras, de Quisqueya Henríquez, se presenta del 6 de agosto al 14 de octubre de 2022 en FORO.SPACE, Carrera12 # 90 -19, oficina 501, Bogotá, Colombia.