DE REVOLUCIONES, OCUPACIONES Y SILOS
El momento ha llegado
De hacernos a un lado
Jugando juegos de otros nunca vamos a campeonar
Tú y yo tenemos buen gusto
Nada nos puede dar susto
Lo de afuera, afuera, ocupemos nuestro país
Extracto de la canción Independencia Cultural
Los Prisioneros, autoría de Jorge González (1986)
Escuchar All Inclusive nos transporta a muchos dominicanos a momentos específicos en mediados de los años noventa, cuando las promesas de progreso del Partido de la Liberación Dominicana crearon expectativas de desarrollo socioeconómico enfocado en la industria turística y de entretenimiento. Estas promesas amalgamadas por lentejuelas, canutillos, boas y merengue de exportación volcaron, a través de tecnologías políticas, una economía cuasi-total agraria en una mutación hotelera de costa a costa.
Estos cambios sociales no solo sacudieron a gran parte de la población enraizada en el trabajo de la tierra, sino que impactaron por igual al gremio artístico. Una parte de este sector respondía a las necesidades de paladares extranjeros en busca de recuerdos comodificados de su experiencia en la isla, mientras la otra insertaba dentro del panorama nacional discursos decoloniales y nuevos espacios de discusión comunitaria acerca del rol político de las artes.
Que la entrada de Vigil Gonzáles Galería a un nuevo mercado sea con una exposición cuyo título, All Inclusive, conecta con el imaginario colectivo de una población, nos da una idea del desafío que decide enfrentar. La galería establece una tercera sede dentro del espectro del comercio artístico caribeño (tradicionalmente insular) como un eje disruptivo a la normativa de atesorar mementos. Luego de que Santo Domingo viviera un principio de 2023 cargado de diseño y arte, All inclusive llega a la ciudad para presentar una cartografía de lenguajes distintos: investigaciones matéricas, traducciones de saberes decoloniales, creaciones de imaginarios de ficción cultural y acercamientos comunitarios para archivar memorias de recursos extintos.
Un cuerpo de obra como Calicanto, del artista emergente dominicano Charlie Quezada, no solo provoca un acercamiento a la construcción de una memoria táctil, sino que al mismo tiempo cuestiona las sutiles fronteras demarcadas por nuestra cercanía con el territorio, como locales o como turistas. El construir desde la escasez ha sido el vehículo creativo para nuestras poblaciones en regiones desconectadas de las urbes, al tiempo que su dislocación de circuitos artísticos oscurece la procedencia de estos saberes.
La acción de reconocer, estudiar e investigar a los actores y medios que encapsulan “la escasez” forma parte de esta mirada fresca que nos trae Quezada, acompañado de un portafolio de preguntas amalgamadas en una semi espesa dupla de pintura acrílica y perlas de vidrio reflectivo pulverizado sobre algodón.
La construcción de una memoria táctil, y la inclusión de archivos independientes, nos remontan a piezas como Remanentes, del artista puertorriqueño Karlo Andrei Ibarra. Pieza performática que nos presenta un símbolo de agroexportación intervenido por memorias tatuadas en la piel de racimos de guineo (banana), las cuales expuestas a la temporalidad y al clima de la urbe resignifican las corporalidades del producto y las memorias poscoloniales tatuadas en nuestras poblaciones racializadas, algunas ya en transición o en otros umbrales del cosmos.
All Inclusive se presenta en un momento crucial en nuestro gremio, donde la espacialidad entre territorios del Caribe insular y continental se estrechan en solidaridad en una galería en el medio del trópico, para confrontar el constante discurso nacionalista de ocupación que nubla las problemáticas reales de desarraigo (ecológico y de autonomía corporal) y desdibujan el poder comunal.
La acción de desdibujar queda plasmada de manera intencional en la muestra a través de las obras de Gonzalo Hernández, que nos conectan con una tradición textil sudamericana de pulso, con la cual deconstruye ocupaciones institucionales en el tejido urbano a través de tejido Jacquard. Y juega, además, con la multiterritorialidad de la memoria fotográfica. Este deseo de ocupar viene en respuesta a la apatía de una sociedad que prefiere no invertir en lo propio, pero si buscar validación de su poder adquisitivo a través de memorias de viajes al primer mundo.
Recordemos la fábula de la producción de Los Silos de los Molinos del artista venezolano Carlos Cruz Diez en las edificaciones de la empresa Molinos Dominicanos en julio de 1994, destino de peregrinación artística que luego de un cambio de gerencia en diciembre del 2003 queda desdibujado del paisaje de los altos del Ozama, y de nuestra esperanza de heredar como nación una de las obras cumbres de sitio específico en el Caribe. La antesala al turismo de contenido, y lo que pudo ser una conexión directa al mercado artístico del Caribe continental, quedó borrada.
All Inclusive, en este caso, es una muestra que funge como Los Silos, como eje de reconexión. Reuniendo el trabajo de Adrián Balseca, Amy Hussein, Karlo Andrei Ibarra, Charlie Quezada, José Luis Martinat, Gonzalo Hernández, Javier Barilaro y Karina Skvirsky, vela por establecer una conversación extendida con una América fracturada por el territorio, pero unida por la necesidad de superar sus fantasmas coloniales y problemáticas socioeconómicas actuales.
VIGIL GONZÁLES SANTO DOMINGO
Arzobispo Nouel 209 (esq. Sánchez), Ciudad Colonial, Santo Domingo, RRDD
El título de la exposición hace referencia a los resorts todo incluido, que ocupan cada vez el espacio caribeño y zonas turísticas alrededor de América Latina, muchas veces generando procesos de flujos de desplazamiento.
All inclusive se podrá visitar del 16 de junio al 15 de agosto de 2023.
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