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ESPLENDOR Y CAÍDA. ENTREVISTA A JOSÉ LUIS MARTINAT

Toda promesa es una expectativa para quien la espera. Aunque uno se empecine en aferrarse a ideales románticos, el incumplimiento de esta tiende a ser la norma. Un claro ejemplo son los discursos políticos, especialmente en campañas electorales. Sin embargo, lo curioso es que estos discursos no se cierran en sí mismos, sino que muchas veces son reutilizados, modificados e incluso recontextualizados por los mismos políticos. Así, la promesa se renueva, al igual que la expectativa.

Siguiendo con la búsqueda iniciada en El futuro está en marcha (2016) y Vencidos (2019), en las que los discursos políticos y religiosos eran protagónicos, el artista peruano José Luis Martinat (Lima, 1974) presenta su más reciente muestra individual, Esplendor y caída. Se trata de una serie de siete telas bordadas en hilo metálico, con la técnica del sobrerelieve, sobre mallas raschell y tejidos de polipropileno (arpillera), que se exhiben en la galería limeña Ginsberg.

Si bien los discursos políticos son el punto de partida con los que teje su trabajo, Martinat se vale del texto no por el mero afán de apropiárselo, sino con el objetivo de analizarlo, diseccionarlo, manipularlo, vincularlo y representarlo en un soporte creado para la industria, y que ha sido reutilizado infinidad de veces hasta ser rescatado por el artista en mercados mayoristas.

Por un lado, se percibe un juego de opuestos en el soporte residual y la fina técnica con la que se confeccionan las piezas. Por otro lado, este embellecimiento puede leerse también como un modo de ironizar al sistema, en tanto los restos de la industria son rescatados por el artista, quien —a su vez— hace entrega de este material a la familia Grados para que, valiéndose de su técnica artesanal de bordado y sobrerelieve, plasmen los diseños ideados por Martinat.

Finalmente, la forma que le otorga Martinat responde a una serie de decisiones que van desde el homenaje a la poesía concreta, como en el caso de Oro concreto oro y Concreto oro concreto; la referencia simbólica como en Todos los poderes se apoyan en cruces, donde la chakana o cruz andina se construye y deconstruye en las siglas de Poder Judicial (PJ), estableciendo cruces entre los poderes político, económico y religioso; o la apropiación como en Carnaval, en la que el artista emula un mural de una iglesia del Cusco —utilizado para adoctrinar a la comunidad a través del castigo— y superpone las letras de dos canciones populares utilizadas en campañas electorales, dando como resultado una conjunción de celebración y lamento. Así, la repetición invita a cosas nuevas, incluso en la reutilización de discursos y materiales viejos.

Acerca de Esplendor y caída y su proceso artístico nos reunimos a conversar con José Luis Martinat.

Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg
Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg

Luisa Fernanda Lindo: Esplendor y caída (2021) continúa con el trabajo iniciado en El futuro está en marcha (2016) y Vencidos (2019), en los que las promesas incumplidas por parte de los poderes político y religioso hallan puntos de encuentro. ¿Hay una premisa en este conjunto de obras?

José Luis Martinat: El grupo de piezas de estas propuestas artísticasconforman un cuerpo de trabajo; un proceso en el que una pieza me ha conducido a otra, de la misma forma en que una idea o pensamiento conduce a otra. Cada una de estas muestras me ha llevado a considerar otros aspectos, desde lo material hasta el contenido. Por eso mismo no me he propuesto un tema por muestra, sino que ha sido un proceso bastante orgánico que –incluso– me ha hecho reconsiderar y repensar motivos dejados de lado, como lo religioso. Por ejemplo, la relación que existe entre capitalismo y religión; la fe en un sistema de creencias; las promesas de estos sistemas y en qué se sostienen estas. Asimismo, me interesa el acto de creer o la fe en sí misma, que va de la mano con los conceptos de castigo, culpa y deuda, todas presentes en el sistema religioso y económico.

LFL: De cierta manera, el hilo continúa su camino…

JLM: Pues sí, es una bonita forma de condensar todo en un acto: el de tejer. Tengo un archivo de textos, discursos politicos, religiosos, frases dichas por políticos, funcionarios etc., que uso como punto de partida y con los que tejo en mi trabajo. Hay una cita, en una entrevista a César Hildebrandt, que me gustó mucho, en la que describe a la corrupción como un tejido denso, compacto, sinérgico, que se alimenta mutuamente de las diferentes partes que lo componen.

LFL: Esa imagen de tejido que se retroalimenta me remite a la simbiosis. En cuanto a los textos, sin duda son frases que han determinado —en buena parte— al Perú actual.

JLM: Definitivamente, y muchas de estas quedan ya como hitos.

LFL: Tu búsqueda por la palabra ya se perfilaba en tu producción hacia el 2010, presente en dibujos como en instalaciones.

JLM: Sí, siempre he estado interesado en la palabra como un elemento más a usar en mi trabajo; en apropiarla y usarla como material. A veces como si se tratara de una imagen, a veces con sus contenidos. Me interesa cómo se representa gráficamente, desde su tipografía y soportes. En mis primeras piezas investigaba más alrededor de la imagen mediática y cómo a través de esta accedemos a la realidad. La imagen me llevó a otras formas de representación como la palabra, tanto escrita como hablada. De ahí mi fijación con los slogans o los discursos políticos populistas que tratan de engatusar y convencer, de una forma muy parecida a las estrategias usadas en la publicidad. Se te ofrece algo, se te promete algo, se te vende algo a favor de un beneficio ajeno mayor. Por ejemplo, hay un discurso de Alan García en YouTube titulado «El mejor discuros de la historia del Perú». Es un discurso que da en un mitin en el 2001 al regresar a Perú, después de nueve años, para postular nuevamente a la presidencia. Es increíble el manejo de la palabra que tenía. Un discurso lleno de artificios, manejados a la perfección para transmitir un mensaje bastante corto: elíjanme. En un momento del discurso exige: «Déjese convencer peruano». Finaliza el discurso recitando La vida es sueño de Calderón de la Barca. Este tipo de materiales me ha hecho seguir investigando, recolectando más información y trabajando alrededor de la palabra.

Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg
Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg

LFL: Es interesante también el cambio en tu discurso a partir del año 2013; de cierta manera tomas distancia de la muerte y te abocas hacia temas políticos, haciendo especial énfasis en las migraciones. ¿Qué motivó este giro discursivo?

JLM: Coincide con una invitación a ser parte de una muestra [Remesas] curada por Rodrigo Quijano en Fundación Telefónica, en la que participaron artistas peruanos residentes en el extranjero. Presenté la instalación Eterno retorno, en la cual trabajé con comentarios publicados en YouTube relacionados a los videos musicales ‘Cuando pienses en Volver’ de Pedro Suárez Vértiz, ‘Todos Vuelven’ de Los Morochucos y ‘Esta es mi Tierra’ de Augusto Polo Campos, los cuales abordaban la migración. Me sentí muy cómodo trabajando con audio y con poder materializar mi interés en la palabra con una obra sonora. Para esta pieza utilicé voces sintéticas y eso abrió en mí nuevas posibilidades para explorar con mi trabajo, tomar otro giro. Después de esta pieza realicé otras piezas sonoras, discos en vinilo, y esta exploración con la palabra me condujo a trabajar con las telas y el bordado.

LFL: ¿Hay planes de volver a trabajar con sonido?

JLM: El interés sigue ahí, siempre tengo el deseo de querer incorporarlo nuevamente. Me gusta la no materialidad y, a la vez, la materialidad de este. Por ejemplo, cuando el audio se transfiere a un formato que lo contiene, como un disco de vinilo, que es básicamente grabar físicamente surcos sobre una superficie. También he realizado con mi hermano José Carlos proyectos sonoros un poco más complejos técnicamente; tan complejos que tuve que tomar una pausa del audio. Pero mi idea es siempre regresar ahí, es como una ilusión. Tal vez el no poder hacer piezas en audio me lleva a hacer piezas físicas como los bordados.

LFL: Volviendo a Esplendor y caída, noto ciertos homenajes como en Oro, que tiene como referencia la poesía concreta de Goeritz.

JLM: Sí, en mi proceso de investigación recurro a todo un archivo de imágenes, textos, audios, de los cuales parto muchas veces para hacer piezas.  La poesía concreta es algo que descubrí hace unos años, cuando estaba produciendo el disco País con futuro [2016]. El vinilo lo hice con Meier Ramírez, que es una plataforma editorial llevada por Andrés Marroquín. Durante el proceso de producción del vinilo se discutió mucho la parte gráfica para la portada. Para ese tiempo yo ya había empezado a bocetar y jugar gráficamente con slogans políticos. Andrés me mostró un libro de poesía concreta brasilera, algo de lo que tenía prácticamente cero conocimiento. Fue un gran descubrimiento que me abrió a algo a lo que estaba entrando de una forma más tímida o, mejor dicho, tempranamente.  El descubrir la poesía concreta me dio seguridad para continuar y seguir experimentando gráficamente. Oro de Goeritz es una pieza que ¾personalmente¾ me gusta mucho, y por ello me interesó apropiarla y ponerla en contexto con la temática de mi trabajo. Mis primeros bordados coinciden con el escándalo de la constructora brasilera Odebrecht en el Perú. Puede sonar un poco jalado de los pelos, pero en mi proceso no podía dejar de hacer relaciones con ciertas palabras como poesía concreta, Brasil, concreto, materiales de construcción, oro, corrupción. Y todo eso lo termino incorporando en mi trabajo textil. Luego voy a experimentar más con las posibilidades gráficas y visuales de la palabra, como reforzarla, abstraerla, anularla, etc.

LFL: Otro homenaje es Carnaval, una pieza en la que se incluyen canciones populares que se han hecho famosas en las voces de Marc Anthony y Celia Cruz.

JLM: Esa pieza contiene tres textos: dos extractos de las canciones ‘La vida es un carnaval’, de Celia Cruz, ‘Vivir mi vida’ de Marc Anthony, y un texto que me he apropiado de un mural titulado “El infierno”, que se encuentra en el templo de San Juan Bautista de Huaro (Cusco) hecho por el pintor muralista Tadeo Escalante en 1802. El mural pertenece al grupo de arte que se utilizó para adoctrinar a la población local, mostrando el camino hacia la gloria eterna o al infierno plagado de obispos, soldados y ricachones. Las canciones de Celia Cruz y de Marc Anthony han sido utilizadas en numerosas campañas políticas, sobre todo en las múltiples campañas del APRA. Son textos con los que quería trabajar desde hace mucho, pues comencé a ver cierta similitud entre ellos -aparte del hecho de que se han utilizado como un artificio para afectar el comportamiento, preferencia, visión del espectador, estado de ánimo del espectador/oyente. Los tres textos de por sí tienen en común que son un lamento de la vida a pesar de tener un rasgo festivo y también son una invocación a un poder mayor, a un Dios. Junto a lo festivo está presente también un sentimiento de culpa, deuda y sus consecuencias como el infierno.

Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg
Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg

LFL: Por otro lado, a diferencia de las propuestas anteriores, Esplendor y caída presenta capas de tejido, a manera de veladuras en las que, más allá de la manufactura del bordado realizado por la emblemática familia Grados, se percibe la presencia del artista en los nudos, en los acabados, así como en el display expositivo.

JLM: Sí, la pandemia me dio espacio para experimentar más. Había recolectado una gran cantidad de telas plásticas y la muestra se pospuso tanto por la pandemia que tuve un buen tiempo para experimentar con las telas en el taller, jugar con ellas, con veladuras, capas. A la vez, estuve haciendo muchos bocetos con textos en la computadora, y estos también eran capas de texto sobre texto; básicamente, lo que estaba haciendo en el taller, en un comienzo de forma inconsciente, luego se volvió controlada. En Esplendor y caída hay parte de eso, definitivamente. También he experimentado con otra forma de mostrar las piezas: dejo a las telas ser más telas, que tengan su propia ‘caída’; sin mucho artificio alrededor, suficiente con los textos bordados que de por sí son ya bien recargados. Creo que las muestras son siempre una oportunidad para hacer físico algo y probar formas, sobre todo por mi propia forma de trabajar que suele ser mas pausada.

LFL: Las telas que soportan tus textos son tejidos de plástico utilizados para la industria, especialmente agropecuaria, pero entiendo que son todas recicladas. Me interesa saber la procedencia de estas y cómo se da esta búsqueda.

JLM: Al comienzo buscaba telas abandonadas en zonas industriales o zonas de construcción. Antes de la pandemia había recolectado telas en mercados mayoristas que abren a las 3 am y cierran al mediodía. Ahí encontré toda una subcultura que gira alrededor de estas telas plásticas. Hay gente que se encarga de recolectarlas, llevarlas a lugares alrededor del mercado donde las reparan, las juntan con otras telas y crean nuevas telas que regresan nuevamente al mercado. Estas telas tienen incluso un nombre: mantadas. Muchas de estas telas parecen telares precolombinos, restos. Son usadas para transportar mercancía, cubrir sus mercancías, levantar sus puestos, etc. Es un material con un sinnúmero de usos en ese mundo comercial y cada una está llena de marcas, no solo del tiempo, sino que puede —incluso— tener notas escritas, cuentas, sumas, restas. Esas por supuesto no me las querían vender ni intercambiar. Mi plan —al comienzo— era recolectar desechos, pero a veces ya no había. Muchas veces intercambiaba las mantadas de los comerciantes por telas nuevas que yo les proporcionaba. Otras veces los comerciantes se negaban a darme sus telas, creo porque ya tenían un lazo afectivo con ellas. Les ofrecía telas dos veces más grandes y se negaban, me tocaba a veces negociar mucho con ellos. He encontrado en estos espacios mucho potencial para seguir trabajando, cada día me soprendía algo nuevo ahí. No solo por la recoleccion de material sino por la experiencia visual de estar ahí; es muy potente el lenguaje visual que hay alrededor de la economía del mercado informal mayorista de la periferia de la ciudad. Son espacios que me interesan visual y conceptualmente; espero con ansias poder acceder a ellos nuevamente cuando la pandemia termine.

Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg

LFL: Hay un tema con la deuda muy presente en tu obra. Está por un lado la promesa (incumplida) de un país con ¿futuro?, pero también hay un gesto reivindicativo de tu parte en el embellecimiento de estas telas que se convierten en soporte de discursos que han decidido —en muchos casos— el rumbo del Perú. Como menciona el curador Jorge Villacorta, «en lo raído se entrelazan la culpa y la deuda, y ellas mantienen vivas dinámicas interpersonales que son reliquias de otro tiempo y lugar».

JLM: La deuda, al igual que la culpa, son conceptos muy católicos y están incrustados en nuestra sociedad en muchos aspectos. De hecho, me interesa en varias dimensiones, desde lo personal hasta lo económico. Hay un cierto embellecimiento, pero también hay una cierta decadencia en el soporte… algunas de estas hasta tienen olor de mercado, algunas tan sucias que he tenido que lavar y ni siquiera así he logrado borrar la sueciedad. Son telas muchas veces en un estado que apenas pueden soportar al mismo bordado que, de por sí, no es un bordado sino una técnica que se llama sobrerelieve. La durabilidad de estas telas está por verse, o sea, bajo un buen cuidado durarán, pero yo tengo casi la ilusión de que las telas, con los años, se desintegren y los textos/palabras/promesas terminen como otro desecho más.

LFL: Mencionabas que Esplendor y caída ha sido concebida en plena pandemia, de hecho, durante la peor crisis política y económica que haya vivido el Perú. A puertas de las próximas elecciones presidenciales, ¿crees que cobra un nuevo significado?

JLM: No sé si cobre un nuevo siginificado, pero el mismo contexto podría ampliar el mensaje ya existente de las piezas. No me toca a mí decir si se vuelven más relevantes o no. Yo inauguré y me tocó regresar a Suecia casi de imediato, después de haber estado más de un año en Lima. Luego de montar la muestra, la vi apenas dos veces; me hubiese gustado asimilarla más estando presente.

Vista de la exposición «Esplendor y caída», de José Luis Martinat, en Ginsberg Galería, Lima, 2021. Cortesía del artista y Ginsberg

LFL: Imagino que la producción de tus piezas también se vio afectada por la crisis política en la que nos introdujo el Congreso golpista.

JLM: Definitivamente. El taller de la familia Grados, quienes se encargan de bordar mis telas, está a tres cuadras de Palacio de Gobierno y la entrega de las últimas piezas coincidió con las marchas en repudio al gobierno ilegítimo de Merino. Por ejemplo, en noviembre, tuvieron que poner en pausa la confección de mis piezas para poder hacer las bandas presidenciales de Merino y su gabinete. Después, en diciembre, una nueva pausa para confeccionar la banda de Sagasti y su respectivo gabinete. Mis piezas se hicieron al lado de estas, casi en simultáneo. Cuando alguna de las piezas ya estaba lista, me tocaba caminar con los bordados entre manifestantes, con el miedo de que algún policía quisiera quitarme algún bordado.

LFL: No es la primera vez que una de tus muestras coincide con una crisis política. Como comentabas, El futuro está en marcha (2016) coincidió con el escándalo de Odebrecht/Lavajato, el cual, a su vez, coincidió con el cambio de mando presidencial. ¿De alguna manera Esplendor y caída cierra un ciclo?

JLM: No lo veo como un cierre, creo que es como la problemática peruana: un eterno loop. La cuestión es si yo seguiré con la misma energía para continuar con tanto rollo y escándalo. A veces la situación es tan sobredimensionada que uno se queda chico. Por eso creo son buenas las pausas, como se han dado entre mis muestras. No sé cómo será más adelante… Se sigue siempre, muy afuera de la frustración.

Luisa Fernanda Lindo

Lima, 1979. Curadora, escritora y trabajadora del arte. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y Magíster en Estudios Curatoriales por la Universidad de Navarra (España). Ha obtenido diversas becas y residencias, como la Beca de Posgrado de Fundación Carolina 2018–2019; Beca a la Excelencia de Programas Especiales para Artistas de AMEXCID/SRE (México, 2015); Beca de Residencia Artística de SEGIB y Casa de Velásquez (Madrid, 2015); entre otras. Es directora y curadora de SUERO, espacio temporal para la reflexión, creación y exhibición de arte contemporáneo.

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