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MINIA BIABIANY: SOPLO

Minia Biabiany (Guadalupe, 1988) es una artista interesada en cómo la percepción del cuerpo se relaciona con la percepción del espacio, y de qué forma esto se vincula con la apreciación histórica, colonial e identitaria de los territorios del Caribe. Sus proyectos de los últimos años surgen de una poética investigativa en la que, a través de instalaciones y videos, se abren paralelismos entre los espacios psíquicos, físicos o afectivos de sanación.

Su actual exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá toma como punto de partida la exhibición Trueque – Una Puesta en Relación, curada por Gladys Turner Bosso en 2018 para este mismo museo. Con este proyecto de Biabiany, el MAC Panamá inicia una serie de exhibiciones en las que se convoca a artistas a crear nuevas producciones en diálogo con su colección.

Tras revisar el acervo, Minia seleccionó dos delicadas pinturas de Haydée Victoria Suescum con gran resonancia en sus intereses comunes. Tituladas Figuras esenciales y Hojas/Pulmones, estas dos pinturas se adentran en una estética orgánica, natural y casi onírica.

Con unos tonos que oscilan entre el amarillo, el azul, el negro y el gris, conseguidos a través de materiales naturales como piedra pizarra, tiza o barniz de barco, una gruesa pincelada crea formas reconocibles que emergen como una especie de dispensario flotante. Parecieran poner orden en el caos a partir de formas del cuerpo femenino y elementos esenciales de la naturaleza, comprendiendo ésta como un espacio común entre lo humano y lo no humano.

Vista de la exposición “Soplo”, de Minia Biabiany, en el MAC Panamá, 2023. Foto cortesía del museo.

Ahí en la relación entre las comunidades humanas y los territorios que habitan, entre nuestros cuerpos y la tierra que pisamos, entre nuestros pulmones y el oxígeno que respiramos gracias al trabajo de las plantas, es desde donde este proyecto comienza a tomar forma.

La distancia entre cuerpos y territorios se ha ido abriendo y abriendo cada vez más en las últimas décadas, forzada por los procesos coloniales y la hegemonía del conocimiento occidental. La gente está cada vez menos conectada con su entorno. Incluso en territorios como Panamá o Guadalupe, con una biodiversidad inmensa y unos extraordinarios conocimientos ancestrales, gran parte de la población desconoce, por ejemplo, el poder de sanación de su flora y su fauna.

Los elementos que componen la instalación de Minia Biabiany están vinculados a plantas medicinales que comparten los territorios de Guadalupe y Panamá. Una serie de esculturas con dibujos en relieve de las plantas se enredan con telas, conformando una especie de bosque sanador que acompaña las pinturas de Suescum.

De un modo certero, las esculturas-plantas-colgantes de Minia son artefactos que guardan la capacidad sanadora del bosque, el conocimiento ancestral en proceso de extirpación. Junto a las pinturas-dispensarios de Suescum y sus pulmones-semillas, se convierten en una poderosa herramienta para procesar el trauma y despertar la conciencia.

El sauco, la calaguala y el hinojo son algunas de esas plantas de uso común en ambos territorios, que ahora se conjuran en el espacio expositivo. Las tres son plantas que afectan a nuestros pulmones, que se entretejen con nuestra respiración en alguno de sus usos. Y la respiración es precisamente otra de las protagonistas de este proyecto, el vehículo que vincula el cuerpo con el territorio, los pulmones con las plantas, la escultura con la audiencia. La respiración como forma de la exploración del cuerpo y el espacio.

Al entrar en la exposición un mensaje instructivo da la bienvenida, ofreciendo al visitante la posibilidad de enfocarse a través de la respiración en su recorrido por la exposición. Para cada objeto presentado, el ritmo de ésta determina un tiempo propio de atención. La respiración se entiende como un ciclo infinito o como una polaridad que nos guía a través de encuentros con los elementos de la instalación.

En estos tiempos, ser conscientes de la propia presencia es una labor tan importante como compleja. A veces, solamente hace falta unas palabras que nos guíen, que nos recuerden dónde estamos, quiénes somos, y qué estamos haciendo para ser capaces de reconectarnos con nuestro interior y con nuestros territorios.