Vania Montgomery

Es licenciada en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile y diplomada en Archivística por la misma casa de estudios. Entre el año 2018 y 2019 se desempeñó como investigadora en un proyecto sobre el artista Víctor Hugo Codocedo, junto a Alejandro de la Fuente y Justo Pastor Mellado, así como también en un trabajo de archivo y digitalización de los documentos y obras gráficas de Eugenio Dittborn, junto a Vicente I. Domínguez. Sus textos se han publicado en revistas y libros en Chile y el extranjero, algunos en coautoría con aliwen y Victoria Ramírez. Actualmente forma parte del Departamento de Estudio de los Medios y trabaja como editora del último libro escrito por Guillermo Machuca.

Más publicaciones

PEQUEÑOS INCENDIOS, PROPAGÁNDOSE

En el caso de Milena Moena y Carla Motto, el fuego quema y por unos minutos, emancipa. Desde México a Chile, sahumadoras, mujeres anónimas y transeúntes encienden sus miedos junto a las artistas. Son decenas de relatos y contextos que dan lugar a las quemas. Junto a ello, la presente exhibición en el Corporación Cultural de Recoleta invita a responder la pregunta: “¿Cuáles son esos miedos que quieres quemar?”

DEVOLVER LA HUMEDAD: LEJOS, MUY LEJOS

La curaduría de Ignacio Szmulewicz y las obras de los trece artistas aquí convocados despliegan halos de luz sobre un presente confuso y acelerado. En conjunto, observan la complejidad del pasado sin el candor de dominar ni resumir su relato bajo un único curso, porque ello es imposible.

ANTE CUERPOS LIMÍTROFES, REBOSANTES Y VACIADOS

Editada por el proyecto Kikuyo Editorial – Gráfica de Combate, en la ciudad de Valencia, la publicación da vueltas en torno al concepto de cuerpo, bajo las intervenciones, visuales y escritas, de Olmedo Guerra, Natalia Alarcón Pino, Pachaqueer, Lucrecia Masson Córdoba, Rocío, Victoria Ramírez Mansilla, Paula López Droguett y Daniela Catrileo.

INTERVALOS, MEMBRANAS Y ZAMBULLIDOS AL HORIZONTE

Entre series antiguas, obras seleccionadas y compartimentadas y un nuevo video inédito, Vogel nos entrega un recorrido por su imaginario a lo largo del tiempo que da cuenta del interés sostenido por aquellas fisuras que parten la continuidad aparente a la vista, asentada en forma de rutina y orden, y que se ha abocado a deshilvanar a lo largo de su quehacer artístico.

¿ESTÁ TODO HUYENDO, O ES SOLO LA CIRCULACIÓN –DE MERCANCÍAS, DE IMÁGENES, DE DATOS– QUE TRANSMITE ESTE VERTIGO?

Comparecer ante esta obra es tocar un atisbo de lo que aún no ha sido creado. Entre el temblor de las imágenes que se deslizan por la superficie, el cromatismo rojo, verde y azul que concentra cada pixel, los sonidos que retumban entre los muros y la curvatura por donde orbita este abismo, el cuerpo de cada espectador no aparta la mirada.

CHICOS QUE NO VUELVEN

Las obras de Hernán regresan y con ello despliegan el entramado de una historia con múltiples capas sensibles, que se cohesionan y centellean entre el fulgor de una herida viva y el paso del tiempo y sus enjuagues. La curaduría de Alejandro de la Fuente, en tanto, procura que nuestras miradas continúen ardiendo y que las chispas de Parada y todos nuestros muertos nunca se apaguen, pese a vivir en la incertidumbre de tantos chicos que nunca volvieron.

COYUNTURAS DE METAL

[…] Cada vez que se agarra una moneda, se barre con cientos de manos que alguna vez han estado allí […] Hacia el final, emerge la pregunta por las implicancias del tacto: tocar una moneda es palpar otras caricias. Tocar una moneda es inscribir, cada día, un nuevo estrato de quien la porta y diluir otros cuantos de sus transas anteriores. Asistir a diferentes coyunturas de metal […]

EXISTEN ÁTOMOS QUE SE VUELVEN CÓMPLICES

[…] Recorriendo la exposición de Carla Motto, me pregunto por los flujos compartidos con el repertorio de cuerpos con que nos rozamos y acoplamos día a día; por las plantas que sobreviven a generaciones de familias, que trascienden su propio cuerpo inicial a través de esquejes que se injertan en otros lugares, frente a otras familias; por los traspasos entre un lugar y otro, y por la memoria que se graba en las superficies, los cuerpos, que tocamos día a día […]