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PRIMERA RETROSPECTIVA DE MARCIA SCHVARTZ EN EEUU

55 Walker, espacio de proyectos de las galerías neoyorquinas Bortolami, kaufmann repetto y Andrew Kreps, presenta la primera exposición retrospectiva de Marcia Schvartz (Argentina, 1955) en Estados Unidos. La muestra abarca casi cinco décadas de su producción artística, desde los años 70 hasta la actualidad, y coincide con un momento de gran interés comercial e institucional por la pintura figurativa realizada por mujeres, como lo ejemplifican, entre otras, las exposiciones de Alice Neel en el Metropolitan Museum of Art o de Paula Rego en la Tate de Londres.

Marcia Schvartz, Desnuda y con zoquetes, 2012, pastel al óleo sobre lino, 160 x 180 cm. Cortesía: 55 Walker
Marcia Schvartz, El Tomate, 1994, carboncillo sobre arpillera, 100 x 70 cm. Cortesía: 55 Walker

La práctica de Marcia Schvartz se basa en la interpretación expresiva pero rigurosa de la figura humana. Si bien sus medios de trabajo abarcan desde la pintura, la cerámica y el textil hasta la escultura, el ensamblaje y el performance, la artista es mejor conocida por sus pinturas figurativas que representan la complejidad humana y la dinámica social cosmopolita. La obra de Schvartz se centra en figuras femeninas, las cuales representa de una manera antipatriarcal y decolonial radical, a la vez que ilustra la historia política de Argentina en clave personal y populista.

Su historia personal se filtra en sus desenfadados retratos. En 1970 ingresó a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, donde estudió con los renombrados artistas argentinos Luis Falcini, Luis Felipe Noé y Aída Carballo, siendo esta última la que ejercería mayor influencia en su obra. En 1976, durante su desarrollo inicial como artista, vivió el golpe de Estado que derrocó a Isabel Perón como presidenta de Argentina y fue testigo de la subsecuente instalación de una junta militar, que llevó a un período de siete años de dictadura (junto a la campaña más grande de la Operación Cóndor en América del Sur) que resultó en el asesinato de unos 30.000 civiles.

La propia Schvartz era un objetivo, no solo por ser una artista militante e intransigente, sino también porque su familia era la propietaria de Fausto, una prominente librería conocida por difundir ideas y teorías progresistas y publicar literatura radical. Esto llevó a Schvartz a autoexiliarse en España, luego en Brasil, para regresar a Argentina en 1983. La pérdida de tantos amigos desaparecidos y asesinados a manos de la junta, combinada con las muertes por la pandemia del VIH / SIDA en la década de 1980, se convirtieron en realidades funestas que inspiraron muchas de sus obras durante este período e, incluso, hasta el día hoy.

Aunque Schvartz ha realizado representaciones caricaturescas de figuras públicas como los Perón y otros personajes políticos, las obras de esta exposición se centran en los habitantes de San Telmo, el barrio bonaerense donde vive, trabaja y enseña la artista. Esta zona históricamente marginal, ubicada cerca del puerto de la ciudad, fue posteriormente repoblada por artistas e intelectuales que dieron origen a una escena underground post-dictatorial en la década de los 80. En los retratos que se exhiben en 55 Walker vemos a los vecinos de la artista, incluidos propietarios de tiendas, conductores de taxis y autobuses, trabajadoras sexuales, cantineros, músicos, artistas, activistas y fanáticos del fútbol.

Si bien estos miembros de su comunidad se encuentran entre las personas más representadas en su obra, Schvartz también ha trabajado por décadas en el autorretrato. En los años 90, su práctica se expandió para incorporar escenas que representan a nativos de su país (sin herencias coloniales y la subsiguiente subyugación de clase experimentada por sus descendientes), junto con poderosas representaciones animistas de la flora y el paisaje de su país.

Marcia Schvartz, Erinia (el misterio del arte), 2003, técnica mixta sobre tela, 150 x 200 cm. Cortesía: 55 Walker
Marcia Schvartz, Luciérnaga Furiosa, 2000, técnica mixta sobre tela, 140 x 250 cm. Cortesía: 55 Walker
Marcia Schvartz, Mi noche triste, 2004, pastel sobre arpillera, 113 x 93 cm. Cortesía: 55 Walker
Marcia Schvartz, Ensueño, 1992, óleo sobre tela, 150 x 180 cm. Cortesía: 55 Walker

Sobre Marcia Schvartz

Por Eduardo Iglesias Brickles

Marcia Schvartz es una de las grandes artistas surgida en los 80 de la mano de la llamada “nueva imagen”, que floreció después de los años dictatoriales. Los cuadros de sus comienzos están poblados de personajes suburbanos de clase media baja (señoras de barrio, colectiveros, militantes de unidades básicas), para después centrar su atención en toda clase de lúmpenes que pululan en los márgenes de las estaciones, las bailantas y los hoteluchos de mala muerte de Once y Constitución, puntos de encuentro de la mayoría de sus modelos.

Seguramente buscando una raíz americana, y en un brusco cambio de timón, dejó el modelo vivo para empezar la serie Los morochos. Unos oscuros muchachos de bocas violáceas y cabelleras hirsutas poblaron sus telas hacia fines de los ochenta. De allí partió su zaga guaranítica, donde los ríos, las caídas de agua, la floresta y mujeres de marcados rasgos americanos son protagonistas, en cuadros donde se mezclan lo telúrico con un erotismo poético y elemental.

Casi al mismo tiempo que navega por el Paraná, Marcia comienza sus peregrinajes a Salta, Jujuy, Córdoba, traduciendo en pinturas y collages su visión de los áridos paisajes del norte argentino, con relucientes pedregales castigados por soles despiadados, habitados por alucinantes cactus animistas; pinturas que también están atravesadas por imágenes nocturnales, apenumbradas por lunas llenas y anaranjadas.

Comenzado este siglo, Schvartz ha radicalizado su pintura, sin hacer concesiones al ojo, ni al mercado…​

Marcia Schvartz, Fondo L, 2008, técnica mixta, 75 x 144 cm. Cortesía: 55 Walker
Marcia Schvartz, Fondo I, 2007, técnica mixta, 24 x 34 cm. Cortesía: 55 Walker

La exposición Marcia Schvartz: Works, 1976 – 2018 va acompañada de un texto escrito por la historiadora del arte Lucy Hunter que cuenta con el apoyo del Institute for Latin American Studies (ISLAA). Se puede visitar hasta el 7 de septiembre en 55 Walker, Nueva York.

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