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SOL HENARO Y LUIS MATUS SOBRE “EXPEDIENTE SEROPOSITIVO. DERIVAS VISUALES DEL VIH EN MÉXICO”

El siguiente texto es el registro de las conversaciones que pude tener con los curadores Sol Henaro y Luis Matus a propósito la muestra Expediente Seropositivo. Derivas visuales del VIH en México, realizada por el Centro de Documentación Arkheia en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Hubo dos partes: un intercambio de mails y una video-llamada. En la última parte -considerando las respuestas a mis inquietudes-, comentamos lo necesario de observar cómo opera históricamente el VIH/sida para entender qué nos ha dejado en este lugar. Un espacio que resulta incómodo pues, aun cuando las personas seropositivas hemos conseguido ciertos estándares para mantener “una calidad de vida”, nuestras existencias tiemblan por las decisiones azarosas y negligentes de los gobiernos neoliberales anti derechos humanos.

También comentamos la brecha generacional, la cual ha sido un obstáculo para la articulación entre activismos históricos y más recientes debido a la pugna de perspectivas y configuraciones emocionales. Por último, algo que comparto y deseo profundamente es la forma en que a Sol y Luis les asalta la fantasía de poder trabajar internacionalmente y poder generar conexiones entre quienes nos hemos dedicado a estos temas. De manera que podríamos conectar los gestos de la resistencia seropositiva, transformar los datos estadísticos en nombres y experiencias, resonar y reverberar nuestra imaginación que se escapa de la persecución policial del cuerpo, el placer y “la salud”.

Richard Moszka (Canadá, 1968), Kiss (Beso), 1999, video a color, 8’0”. Fondo Richard Moszka, Centro de Documentación Arkheia, MUAC, UNAM / En proceso de integración a Colección MUAC, UNAM

Todo partió con el siguiente mail:

Una vez que terminé de leer y ver el registro fotográfico de su publicación digital, me percaté de que no podría abordar su propuesta de otra forma que no fuese en clave emocional (esto no niega la posibilidad de que existan otras posibilidades de lectura). Cuestión que responde no tan solo a mi serología positiva y al compromiso que siento con una determinada genealogía vírica, sino también a la necesidad de preguntarnos cómo podemos ser afectadxs de otra forma cuando hablamos de VIH/sida.

Hay dos factores importes a considerar —para ello utilizaré los postulados de Sara Ahmed—: por un lado, las emociones adquieren forma mediante el contacto con objetos y sujetxs; no son causadas por ellos ni están en ellos, sino que producen las superficies que permiten que los cuerpos individuales y colectivos sean insinuados. Por otro lado, si el objeto o lxs sujetxs de emoción moldean y son moldeados a la vez por las emociones, entonces los objetos y lxs sujetxs nunca estarán simplemente ante nosotrxs. En ese sentido, esta exposición invita a pensar en los circuitos afectivos que surgen al revisar y presentar estos archivos, documentos y obras, porque ahora —y siempre— será importante notar los efectos de aquellas posiciones y decisiones políticas que ocurren por causas emocionales.

Subyace entonces a este pensamiento una oportunidad: la atribución de emoción a un objeto (yo tengo miedo porque tú, virus, eres temible, por ejemplo) es un efecto del encuentro que aleja a lxs sujetxs del objeto. No hay posibilidades de que las personas que vivimos con VIH nos podamos separar del virus, pero sí reorientar las formas afectivas mediante las cuales nos podemos relacionar con este. Lo mismo ocurre con las personas que no viven con VIH, aun sin pasar por la experiencia fisiológica que se imbrica con nuestros afectos.

Rolando De La Rosa (México, 1952), Icnocuicatl Sidaids (Cantos de Angustia al Sida), 1996, dibujo, plumilla y sangre humana sobre pergamino, 70 × 50 cm. Cortesía Yamina del Real y Rolando De La Rosa / Archivo SidArte

Lucas Núñez: En su texto proponen que todxs somos seropositivxs y desdibujar los límites artificiales en torno a quienes “corresponde” o “tienen derecho” a hablar sobre esto. Además de los aumentos en las tasas de diagnósticos, ¿por qué creen que en los últimos años ha sido necesario recuperar, estudiar y narrar la producción artística sobre VIH/sida por medio de perspectivas integrales en México?

Sol Henaro | Luis Matus: Consideramos que es una responsabilidad ética—política el repensar el pasado reciente para volver a trazar puentes de conexión con el presente. En el caso de la crisis del VIH/sida, nos resultaba urgente revisitar el VIH en términos de investigación, no necesariamente desde un horizonte médico o biológico, sino como una conjunción de factores sociales, políticos, mediáticos y económicos, pues es precisamente la afectación de todos estos factores lo que hace que una pandemia impacte en términos históricos (y humanos). Sumado a esto, la actualidad del VIH como condición de vida de una amplia generación que nació después de la aparición mediática del sida en 1981 y que ha convivido con el virus de una forma prácticamente cotidiana, nos interpelaba para volverla a convocar en la esfera pública.  

Sobre el impulso de recuperar relatos sobre el VIH en México, consideramos que son muchas las micronarrativas pendientes y a las cuales es necesario abonar desde perspectivas diversas. Resulta inquietante que después de casi 40 años arrastremos la deuda de dar lugar de manera amplia a una pandemia que provocó un cambio de paradigma. Es probable que en los últimos años el giro de la curaduría hacia los cruces críticos en relación a los relatos historiográficos haya logrado perforar lo que solía entenderse como “exposición de arte contemporáneo”, para dar lugar al emplazamiento de investigaciones de cultura visual y estudios culturales como es el caso de Expediente seropositivo. Derivas visuales del VIH en México.

Roberto De La Torre (México, 1967, Cinética Moderna, 1996, video de registro de instalación, 04’ 28”. Cortesía Roberto De La Torre

LN: Pienso en una paradoja. El miedo como afecto político propende a construir la imagen del cuerpo social como paranoico, siendo el VIH/sida uno de los tantos gatillantes a lo largo de la historia. Pero, a su vez, en la compilación de textos agregan un texto de Oliver Debroise, quien comenta que el sida se ha banalizado, se ha convertido en estadística. En función de las obras que son parte de la muestra, ¿cómo perciben la reconfiguración del miedo al VIH/sida en la actualidad?

SH | LM: Convocamos a Sayak Valencia y su planteamiento de que la normalización y espectacularización de la violencia han orillado a la aparición de un “Capitalismo Gore”. El miedo delinea lógicas de hiperconsumo de cuerpos y de afectos contextualizados en una época de movilidad e interconexión excesiva, lo cual puede debilitar las relaciones interpersonales ante la sentencia de que “no existe un futuro”. También  traemos a colación la idea del cuerpo “enfermo” como arma política (recordemos, por ejemplo, los funerales políticos de ACT UP!) y no como un cuerpo martirizado o debilitado por la acción de la infección. Éstas son ideas que han abonado a deconstruir la idea de miedo respecto al VIH/sida y han empoderado a los sujetos antes considerados como “abyectos”.

En relación a las ideas que señala Debroise en su texto de 1999, éste criticaba la repetición de cierta información “aceptada” sobre el VIH que insistía en señalar a determinadas comunidades, tales o cuales estadísticas de personas viviendo con dicha condición o fallecidas a causa de la misma, pero que no necesariamente se estaba elaborando pensamiento crítico al respecto… Coincidimos en que no basta subrayar aquello que haya tenido lugar (dato, iniciativa, gesto o lo que sea) si no es desde un posicionamiento desde el presente, donde aquello que se señala vuelva a cobrar una dimensión en términos de pregunta o interpelación.

Por otro lado, a pesar de que el miedo a la transmisión del VIH, el desconocimiento médico de la infección y la ausencia de tratamientos efectivos haya determinado muchas de las percepciones negativas hacia la condición, con la eficacia de los tratamientos ARV y su gratuidad y la disminución de campañas de prevención, el virus se ha normalizado, en cierto modo, dentro de los vocabularios cotidianos y, aunque suene un poco extraño, podríamos decir que el VIH “pasó de moda” como contenido vivo en los medios de comunicación. Incluso ahora, de cara a la pandemia provocada por el COVID-19, se recupera información sobre la gripe española y no tanto sobre el VIH, posiblemente por la diferencia en su transmisión. Sin embargo, hay mucho que aprender de lo que ha sucedido con el VIH para esclarecer lo que estamos viviendo.

En cuanto a la producción cultural actual en México que aborda el VIH, si bien hay excepciones, prevalece una ausencia del tema entre artistas jóvenes, quizá porque se da por sentada su existencia, porque ya no es sinónimo de muerte como lo fue hasta antes de los ARV, porque se cuenta con los avances que lograron las movilizaciones civiles durante los años 80 y 90, o porque el activismo versa hoy sus esfuerzos y luchas a defender la diversidad sexual en sentido amplio, más que la especificidad del VIH. Aunque hay iniciativas que continúan la lucha por la amenaza de desabasto de ARV en México y los derechos de las personas seropositivas, algunas personas desconocen u olvidan los avances históricos que grupos como el FRENPAVIH (Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH) han impulsado, y no son conscientes de que parte de esas ganancias políticas puede ser arrebatada desde lógicas conservadoras o desde los nuevos giros de la derecha.

GRUPO D3 CHOK3 (Activo desde 2012), Nuestrx Cuerpx No Es Criminal, 2017, video a color, 5’ 02”. Cortesía GRUPO D3 CHOK3

LN: En estos momentos nos encontramos en una colisión de pandemias. ¿Qué asuntos se desprenden de la exposición y pueden ser aplicados en el contexto actual?

SH | LM: Tanto el VIH/sida como el COVID-19 han sido pandemias acompañadas por una sobre mediatización global en la que se multiplican reacciones paranoicas, teorías de conspiración y de guerras biológicas, persecución de “los culpables”, distanciamiento social, cierre de fronteras, la búsqueda obsesiva de la genealogía del mal, los brotes de xenofobia, la moral clínica y el establecimiento de parámetros de valor higiénicos… Son muchos los ecos de las reacciones que acompañaron la crisis del VIH y que hoy vuelven en una suerte de bucle no deseado. Incluso se repite la formulación de iniciativas legales que buscan penalizar la transmisión dolosa del virus, entre otros. Para la exposición Expediente seropositivo. Derivas visuales del VIH en México, concentramos mucho de nuestro interés en recoger algunas de las iniciativas civiles que resistieron y provocaron cambios a través de iniciativas culturales solidarias, comprometidas. Hoy toca reformularnos al respecto: ¿cómo emprenderemos acciones solidarias y de acompañamiento en el marco de la crisis del COVID-19? Una vez más, como con el VIH/sida, también quedan al descubierto las deficiencias de los sistemas sanitarios, la inexistencia de seguridad social de grandes grupos de personas, la precarización para enfrentar una crisis y la necesidad de potenciar voluntades para continuar.

Uno de los artistas convocados en la exposición y cuya obra forma parte del Centro de Documentación Arkheia, Óscar Sánchez Gómez, nos comentó durante una entrevista que el VIH le enseñó que «para ir más allá de la crisis, no hay más que la resiliencia y el amor». Nosotros, en el contexto de esta nueva pandemia que recorre el mundo, si bien apostamos por lo que la ciencia pueda ir avanzando, también creemos que la resiliencia y la solidaridad nos serán vitales para reimaginar nuevos horizontes relacionales para continuar.

Hugo Corripio (México, 1954), El Sida se Contagia por Miedo, 1994 (Reimpresión 2019), xerografía, 43 x 28 cm. Colección Visualidades y VIH en México, Centro de Documentación Arkheia, MUAC, UNAM

LN: Tengo la impresión de que algunas de las principales tareas hoy son: torcer la mecánica fisiológica del virus (donde se suele pensar que las enfermedades y las infecciones son simplemente el resultado de una causa fisiológica aislada cuando, en realidad, provienen de múltiples fuentes, eventos y estructuras); y, con ello, tensionar el efecto internacional que han producido las políticas del miedo y el desamparo en el discurso público. ¿Qué temas quedan pendientes o qué preguntas surgieron para el futuro después de Expediente Seropositivo?

SH | LM: Nos percibimos como parte de las iniciativas colectivas y descentradas que están releyendo el VIH/sida; algunas de las que nos resultan cercanas son El Chivo Expiatorio (Museo de la Ciudad de México, 2017), Anarchivo Sida (Tabakalera, San Sebastián, 2016) o Art Aids America (Tacoma Art Museum, 2016) y aunque creemos que éstas y otras que no citamos son esfuerzos muy importantes, aún hay mucho por hilvanar y, sobre todo, mucho que explorar desde el ámbito del arte y el museo como plataforma de reflexión para re-convocar críticamente temas de interés general. Estratégicamente, habrá que hacer uso de la visibilidad del arte contemporáneo para volver a poner al VIH en la esfera pública.

Debemos continuar atentos, por ejemplo, a los tratamientos para “curar” el VIH (y aquí pensamos en los casos del paciente de Londres y el paciente de Berlín), lo que nos hace preguntarnos, ¿qué pasará con el advenimiento de un tratamiento definitivo? Seguramente no será el fin de la crisis sino que abrirá nuevas diatribas en cuanto a distribución y acceso de tratamientos médicos, costeables para ciertos grupos sociales o ciertas economías nacionales… Biopolítica en pocas palabras.

Por otro lado, una de las líneas de investigación con mayor posibilidad de expansión y que en la exposición quedó acotada es aquella que aborda las relaciones sexo-afectivas determinadas por la erotización de la transmisión y la serodiscordancia (hablamos del bareback, el bugchasing y el cruising, que podemos observar en la serie fotográfica The Dark Book de Omar Gámez), lo que nos habla de un cambio de convivencia con la enfermedad, es decir, existe una percepción diferente de la seropositividad entre las generaciones que vivieron la aparición del VIH como pandemia y las generaciones actuales.

Intereses como el tuyo nos confirman la pertinencia de volver a pensar junxts sobre el VIH; la exposición se vio suspendida al mes de haber sido inaugurada precisamente por el confinamiento provocado por el COVID-19 y parte del programa público que habíamos preparado tuvo que ser cancelado. Ese programa no lo entendíamos como componente intercambiable o prescindible sino como un eslabón fundamental de todo el proyecto.  Dentro de lo que cancelamos estaba la jornada de discusión con agentes de diversos ámbitos para reflexionar desde el presente sobre el VIH: el ámbito legal, los activismos de ayer y hoy, la reflexión crítica en torno a la medicalización, la práctica artística y cultural… Hoy siendo afectados indiscriminadamente de una u otra forma por un nuevo virus claro que resulta apremiante el detenernos, reunirnos (así sea virtualmente) y escudriñar juntxs sobre la vulnerabilidad de los cuerpos, las economías y nuestras existencias.

Hilda Campillo (México, 1934-2019), Del Buró de Blanca Nieves, 1995, réplica bajo la supervisión de la artista (2019), cajón de madera, guantes de látex, sobres de celofán, pañuelo de tela y muñecos de trapo, 21.0 × 21.0 × 9.0 cm. Cortesía Hilda Campillo

LN: Considerando el marco teórico al que han acudido, centrándonos específicamente en Lina Meruane al referirse al VIH/sida como una “epidemia de significación”, noto que utilizan la palabra “condición”. Pienso que el término “condición” limita la experiencia y evoca indeseados imaginarios médicos, lo que nos ha instado a pensar en otras palabras y abandonar esa idea para imaginarnos por sobre cómo nos imaginan. ¿Cuál es su postura al respecto?

SH | LM: Coincidimos en que debemos interrogar constantemente los modos de nombrar y significar pues la utilización acrítica de conceptos perpetra en muchos casos violencias. Hoy ya no nos referimos a “enfermos de VIH” y hacemos alusión a infección y no a contagio, por ejemplo… Quizás es cierto que deberíamos repensar el uso del concepto “condición” pero resulta útil en tanto que significa que se reúnen características que afectan a un sujeto.  Si bien hemos tratado de alejarnos de la visión exclusivamente médica para hablar del VIH, también resulta innegable en la construcción de la seropositividad. En tanto cuerpos, convivimos con bacterias, virus e infecciones y, tal como planteas al inicio, aún cuando haya un posicionamiento de no darle demasiado lugar al virus en el cuerpo, el virus está ahí.  Entendemos la condición no únicamente como una limitante que constriñe o norma las formas de vida de los cuerpos (por ejemplo, el apego a un medicamento específico, la vigilancia constante por parte de los servicios asistenciales, la incapacidad económica de solventar los costos de las medicinas e incluso las limitaciones en cuanto a movilidad entre otros hábitos domésticos/alimentarios que deben atenderse), sino como una oportunidad para cuestionar y torcer dichos significados, es decir, las limitaciones son una provocación para cuestionarlas y repensarlas; también son una potencial salida para encontrar nuevos territorios desde los cuales accionar o responder simbólica y afectivamente a las normativas impuestas por la moral clínica y la medicalización de la vida. En suma, las condiciones, más que una traba, las leemos como detonadoras o como líneas de fuga hacia otros territorios de acción.

Lucas Núñez Saavedra

Artista e investigadore de la dimensión afectiva en la vida pública, centrándose en los procesos de duelo, la sociabilización del dolor, y la incidencia del discurso público sobre el VIH/sida en la emocionalidad seropositiva. Forma parte del Círculo de Estudiantes que Vive con VIH (CEVVIH) en Chile, como encargade de gráficas, comunicaciones y secretaría. Su misión es conformar una comunidad seropositiva informada, capacitada para promover la educación sexual y afectiva, y exigir derechos básicos y diferenciados. Esto se logra promoviendo el autocuidado por medio de talleres y campañas, acompañamiento presencial y por redes sociales

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