UNA CRÓNICA DE “RÉUNION”, EL II FESTIVAL DE PERFORMANCE DE HONDURAS
Por Karon Corrales y Adán Vallecillo | Curadores
“Amapala es hermosa… Playa Negra también…”
Así comienza una canción popular interpretada por el músico local Manuel Flores, oriundo de Amapala. Fácil para nosotros sentir nostalgia al recordarla, sobre todo en estos tiempos inciertos de aislamiento obligatorio. Y es que, justo tarareábamos esa pegajosa canción, unas semanas antes de declararse la emergencia global producto de la pandemia COVID-19.
Artistas de Centroamérica y Suiza nos encontramos para celebrar el segundo Festival de Performance Réunion, en febrero del 2020. En esta ocasión el pueblo de Amapala fue el lugar de convergencia, ubicado en la imponente Isla del Tigre, en Golfo de Fonseca, hacia la costa sur de Honduras, y sede del principal puerto del país en el océano Pacífico hasta finales de la década de 1970, cuando el auge económico que mantenía comercio directo con Bremen, Liverpool, Marsella, Génova, Nueva York y Valparaíso, comenzara su decadencia.
Imposible no darse cuenta a primera vista que la isla guarda los vestigios de su pasado esplendor. Más allá de los abundantes mitos, no son pocas las referencias de visitas y estancias de famosos y prominentes huéspedes, como la correspondencia firmada por Albert Einstein y su esposa Elsa, fechada de puño y letra el 29 de diciembre de 1931:
«Amapala, ¡en Honduras! Por eso es que no habían recibido mensajes nuestros», se lee al reverso de la postal y más adelante:
«Impresionante bahía de aguas azules en medio de muchas islas volcánicas, verdes sobre marrón», es su primera opinión del golfo de Fonseca.
El Festival
Probablemente, al indagar sobre arte contemporáneo de Honduras y la producción de festivales de performance, no pensemos en estos escenarios remotos, ya que la mayor parte de las actividades de arte ocurren en la capital, Tegucigalpa. No obstante, uno de los principales objetivos de Reunión ha sido generar el intercambio entre artistas y comunidades alejadas de los circuitos urbanos, receptoras de trasfondos históricos y naturales que puedan estimular la creatividad y solidaridad. Artistas nacionales e internacionales hacen uso mínimo de recursos ecológicos, materiales o intangibles que se encuentran en sus alrededores, siempre procurando el respeto de dichas comunidades y entornos naturales. Una iniciativa que se sostiene desde sus orígenes gracias a los aportes de amigos y proyectos autogestionados en distintos países, como Random Institute y Wagner Friends de Suiza, Réunion (Costa Rica) o LL Proyectos en Honduras.
En su edición anterior, el festival se realizó en la aldea Loma Alta, cerca de un bosque nublado llamado La Tigra. Durante una semana de trabajo, reflexión y convivencia, el equipo de curadores, artistas y colaboradores desarrollaron visitas de campo, identificando materiales y posibles escenarios para hacer sus intervenciones.
Esta segunda edición no fue la excepción; el viaje dio inicio por tierra desde Tegucigalpa hasta el puerto de Coyolito, en el departamento de Valle. Una carretera bastante peculiar por su paisaje árido y encantador. A lo largo del trayecto se pueden observar ventas de melones y sandías. Son frutas que provienen de la producción agro-industrial de la zona, sin embargo, no reúnen los estándares de calidad para la exportación, por lo que se quedan para el consumo local.
Esta región tan fértil, paradójicamente, tiene una de las tasas de pobreza más elevadas del país, así como una población numerosa y desempleada. Por estas razones, el gobierno mantiene el interés en impulsar proyectos de desarrollo de gran magnitud.
Poco a poco nos vamos acercando a las islas que se mencionan para ese supuesto desarrollo que apunta a la construcción de las denominadas Ciudades Modelo. Una estrategia impulsada por las autoridades hondureñas para atraer la inversión extranjera en los sitios olvidados de la península de Zacate Grande y las islas de Amapala y Exposición. Esta amenaza latente para los pobladores de esas comunidades empobrecidas se ofrece como entrega abierta de la soberanía y se vislumbra como un proyecto político de graves consecuencias ecológicas y sociales, ya que no prevee su impacto ambiental y se plantea bajo la forma de ZEDE (Zona de Empleo y Desarrollo Económico) o puertos francos, es decir, que, bajo sus reglas de operaciones, el país no recibirá ingresos por impuestos o aranceles de las mercancías que circulen, mucho menos como concesión de las instalaciones portuarias y sus actividades comerciales.
Por ahora esas amenazas no se concretan, y nuestro trayecto va dejando un escenario de árboles de jícaros, mangos y plantaciones cañeras. Al llegar al desvío para tomar la carretera rumbo al puerto de Coyolito vemos los manglares característicos de la zona y, muy cerca de estos, las granjas salineras y camaroneras, así como varias ventas y restaurantes de los típicos curiles, que son pequeños moluscos típicos de la zona y que se pueden degustar en forma de ceviche.
Al llegar al puerto de Coyolito nos reciben los lancheros de un muelle deteriorado que contrasta con las mansiones de playa de algunas de las familias más ricas de Tegucigalpa. Desde allí da inicio el recorrido por agua de aproximadamente 15 minutos en lancha, hasta la playa El Burro, uno de los puntos de llegada a la isla de Amapala.
Por la tarde el grupo se desplaza en uno de los escasos vehículos pick-up tipo paila, para familiarizarse con la comunidad y los diferentes puntos de la isla. Durante el recorrido, se observan viviendas con particulares características arquitectónicas, coloridas y enormes edificaciones que dan cuenta de su esplendor de antaño, muchas en abandono. Sobre sus tejados, se observan tomando el sol los típicos garrobos, que son reptiles endémicos de la zona sur del país. Sobre sus calles caminamos por aceras decoradas con conchas conocidas como casco de burro. Dado que hay pocos vehículos en la isla, uno de los principales medios de transporte es el particular moto-taxi, el cual facilita los movimientos de los artistas dentro de la isla.
El segundo día, los participantes –otra vez apretujados en el carro paila– se trasladan hasta la playa El Zapote, única en la zona por su arena blanca compuesta por pequeños fragmentos de caracoles. Posteriormente, hacemos una caminata por la zona hasta la aldea/playa El Burro, otro de los escenarios del festival y, por la tarde, se realiza una visita a Playa Grande, así como una caminata por algunas de los 13 pueblos y diversos caseríos que conforman la isla. Durante esa camita se tuvo la oportunidad de conversar con pobladores, niños y jóvenes que intercambiaron experiencias, risas y sabores de la zona.
Al siguiente día, a muy tempranas horas, parte del grupo se traslada hasta la isla Exposición para explorar y tener una idea más clara de sus intervenciones. El resto, que permanece en Amapala, se traslada hacia el centro del pueblo, donde visitan el parque central, ferreterías, almacenes, pulperías y mercaditos para conseguir los diferentes materiales necesarios para los performances.
Dia 0
El día jueves, un tanto adormecidos, a eso de las 4:30 de la madrugada tomamos la lancha hacia la isla Exposición. Luego de un viaje de aproximadamente 30 minutos nos recibe un impresionante amanecer y ya cargados de energías nos preparamos para las primeras presentaciones del festival. La jornada dio inicio con la pieza de Sarina Scheidegger (Suiza). Esta artista envió desde Suiza una serie de indicaciones, con movimientos sutiles, casi imperceptibles, las cuales debían ser interpretadas preferiblemente por un músico de la localidad. Así, comienza a tocar la guitarra don Manuel Flores y escuchamos por primera vez la pegajosa canción:
“Yo nací en esta isla
soy sencillo de verdad
le canto a mi tierra bella que está rodeada de mar.
Amapala es hermosa,
Playa Negra también
Playa Grande es encanto
como linda como mujer…»
Pavel Aguilar (Honduras) llevó a cabo el performance Partida, apropiándose de elementos como conchas de caracol que utiliza cual instrumento musical. Anclado a medio cuerpo en la arena, la fuerte entonación hace una trayectoria sonora interrumpida únicamente con algunas pausas para llenar los pulmones de aire.
Abigail Reyes, de El Salvador, en una de las conversaciones que sostuvo con pobladores locales, tomó literalmente las palabras de un migrante deportado de Estados Unidos y, haciendo uso de elementos naturales, talla previamente en un tronco de madera la frase “Es difícil regresar”. Posteriormente, vemos alejarse el tronco hasta finalmente perderse en el horizonte del mar.
Seguidamente, Libertad Rojo (Panamá) con su declaración El poder de lo pequeño, nos invita a formar parte de una nueva comunidad. La firmeza de su discurso utópico hace referencia a la necesidad de asumir nuevas formas políticas de convivencia humana, juntando las fronteras y los extremos desiguales con la naturaleza.
Vanessa Hernández-Gracia (Puerto Rico) elige dos espacios para sus performances Trayectos Imaginarios (Islas) I y II. Primero, el descampado escenario de la isla Exposición, donde la artista decide, como un acto simbólico, hacer un camino con prendas de ropa que traía consigo durante el viaje, para posteriormente quemarlas. Luego, estas cenizas fueron trasladas hasta el segundo espacio en la playa El Burro, en Amapala, para luego concluir el ritual haciendo otro camino sobre la arena con las cenizas colectadas en Exposición.
Kunsthalle Tropical (Suiza) es dirigida por el suizo Marcel Meury, quien meses atrás lanzó una convocatoria internacional para Reunión. Las condiciones de participación eran que las obras pudiesen ser transportadas desde Suiza en una maleta de 72 x 55 x 18 cm, y que no presentaran inconvenientes para el cruce de las aduanas. No existía cuota de participación, premio ni jurado, y fue publicada en las redes sociales y en la página del proyecto.
Las obras enviadas fueron ubicadas en varios puntos de la isla Exposición. Entre ellas, una caja con cigarrillos de tabaco con indicaciones para disfrutar y compartir, una serie de dibujos, fotografías e instalaciones que fueron ubicadas sobre la playa. Asimismo, instrucciones que incluían la realización de una performance que invitaba a colocarse un poncho de plástico alterado para que dos personas pudiesen compartirlo, y luego tragar chocolate suizo, con 70% de cacao hondureño, el cual había estado sobre la playa, expuesto al sol, hasta derretirse.
En la isla Exposición también se instalaron una serie de banderines con las frases “Te adorno”, “What the Foucault”, “Mon die Bourdieu”, “Scho so Rousseau” y “Gib mir die Kant”, las cuales fueron entregadas y colocadas en diferentes puntos de las islas, como parte de la acción de la artista Seline Fuelscher (Suiza),quien a manera de homenaje a la tradición filosófica occidental reinventa frases que saludan a los autores emblemáticos desde el paisaje tropical. También el curador Andreas Wagner nos convidó a lanzar botellas al mar, en las cuales había en su interior mensajes secretos enviados por una selección de artistas suizos.
Posteriormente, el grupo se trasladó nuevamente al pueblo de Amapala, donde en la tarde tuvo lugar el performance El Jardinero, del artista hondureño César Manzanares, quien hizo un recorrido desde el cementerio, luego se desplazó por las calles del centro de Amapala, con las manos pintada de azul, repartiendo a la gente frutos nativos. Finalmente, culmina su recorrido devolviendo algunos de esos frutos al mar; el resto los dejó como ofrenda en la plaza central.
Por la noche, otra de las colaboraciones del festival incluyó una proyección de videos cerca del malecón. La selección fue realizada por las curadoras Helena Rosauro y Adriana Domínguez del espacio independiente con sede en Zurich La Cápsula. Al inicio de la noche, y con la concurrencia de pobladores locales, se realizaron proyecciones de videos de las artistas María Ordoñez (Algunas observaciones sobre el paisaje, 2019-2020), Daniela Ortiz (The Empire of Law, 2019), Alexander Ríos (Madrid colonial mente, 2019) y Paloma Ayala (Karaoke Readings, 2019).
Viernes 14
La primera actividad con la que arrancamos fue el taller con los jóvenes del centro educativo Istamania, el cual fue coordinado por Ana Urbina (España) y Seline Fuelscher (Suiza).
Durante la jornada, Ana y Seline tuvieron la oportunidad de trabajar con un grupo de aproximadamente 30 jóvenes entre las edades de 13 y 15 años, a quienes enseñaron técnicas de frotado con lápiz grafito, usando hojas y frutas de la zona, materiales reciclables y otros recursos que ellos consideraran propicios para trasladar sobre papel. Parte del taller incluyó también la realización de sellos con materiales reciclables con el objetivo de hacer una postal gigante, del tamaño del pizarrón. Finalmente, hablaron de sus obras y, al salir del colegio, nos acompañaron en algunas de las acciones que posteriormente tuvieron lugar en el centro del pueblo.
El escenario de playa El Burro es el espacio que Marilyn Boror Bor (Guatemala) eligió para su performance Enrollarse en el paisaje. Usando una lona plástica bicolor, se traslada muy cerca del rompeolas y, poco a poco, con mucha dificultad, va envolviendo y desenvolviendo su cuerpo desnudo sobre el fango arenoso.
La jornada del viernes por la tarde dio inicio con la acción de la artista Pía Chavarría (Costa Rica) en el patio de doña Doris, vecina de Amapala, quien además se encargó de darnos alimentación durante nuestra estadía en la isla.
Todo ocurre en el jardín. Comienza leyendo unas instrucciones, donde les indica a los voluntarios que deben pintar sus rostros con un pigmento, hecho de cenizas del fogón de la casa, agua de mar y arena. Luego, este pigmento es colocado en un jícaro y después aplicado sobre los rostros usando un larguísimo pincel fabricado con una vieja brocha y ramas que la artista colectó.
La acción Primera Exhibición de la Casa de la Cultura, Amapala: Ritual de Reivindicación de Sobrevivientes Olvidados, de la artista costarricense Verónica Alfaro, tuvo lugar dentro de las ruinas de lo que fue concebido para ser epicentro del arte y la cultura en la ciudad de Amapala: el fracasado proyecto del Centro Cultural de la isla.
Verónica empieza leyendo su texto de introducción, donde nos invita a participar en la inauguración de la primera exposición del Centro Cultural de Amapala. La artista convida a los presentes a recolectar objetos y materiales del lugar abandonado y, en un acto simbólico, nos invita a lavarlos para despojarlos de su olvido. De esta forma, parecen recuperan cierto valor perdido y forman parte de la primera colección del espacio inaugurado. La reacción que observamos por parte de los jóvenes y niños participantes es conmovedora. Recolectan estos objetos y se afanan en limpiarlos meticulosamente.
Son muchos los espacios y edificios que evocan una grandeza olvidada en Amapala. Para su performance, Leonardo González (Honduras) utiliza lo que una vez fue conocido como El Casino, en el parque Morazán, un laberinto de memorias, arena y mar. Su acción se apropia de elementos pre-existentes en el universo de las apuestas, como naipes, un barajador manual, y fichas que lanza al viento como símbolos azarosos de la existencia. En su caso, tal vez se trate menos de interrogar el pasado, pero más de vivir el juego que nos depara el presente, devolviendo al mismo océano que se ha ido tragando la estructura de este gran edificio toda aquella decadente grandeza.
El material que Carlos Fernández (Costa Rica) utiliza para sus obras proviene de sábanas reutilizadas sobre las que pinta varias cabezas de venados. Carlos se basa en una anécdota que encontró sobre la isla Exposición un día que los venados bajaron de las montañas después de muchos años, cuando ya los consideraban extintos.
Durante su intervención temporal, cuelga de los árboles dichos dibujos, y después, al segundo día del festival, el artista decide donarlos al bingo de mujeres que se lleva a cabo en la céntrica calle 8 de Amapala, donde todas las tardes, de 3 a 6 pm, las mujeres de la localidad se reúnen a jugar. Con un simple cartón elaborado por ellas mismas y con los tradicionales granos de maíz, las mujeres se afanan a ganar las piezas que el artista ha donado como premios sólo por ese día.
La jornada finalizó con una acción colectiva. Ana Urbina (España) solicitó previamente la colaboración de algunas de las señoras del centro de Amapala. Para realizar su acción, les pidió prestadas sus sillas mecedoras, las que fueron trasladadas desde las residencias hasta la Plaza Central, ayudada por niños y adultos dispuestos a participar del juego y lograr el difícil objetivo de mecerse al unísono.
La Despedida
Ya por la noche vino la fiesta, con anécdotas frescas y alegría desbordada. Al día siguiente, un tanto soñolientos –y quizá asaltados por sensaciones de resaca y extrañamiento–, íbamos dejando atrás ese paisaje marino de pueblos pesqueros y manglares, donde experimentamos comunión, solidaridad, empatía, felicidad. Recordando que para llegar hasta allá recorrimos caminos pedregosos, llenos de tropiezos y puertas que se cerraban ante nuestras solicitudes de apoyo.
No obstante, como ocurrió en la edición anterior, todo fluyó gracias a la generosa voluntad y gestión de los mismos artistas y colaboradores, quienes a pesar de las condiciones modestas que pudimos ofrecerles, no vacilaron en hacer su trabajo con muchas ganas, involucrando a los pobladores de Amapala y compartiendo sus conocimientos y habilidades con respeto. Sin duda alguna, esas experiencias vividas siguen siendo los mejores estímulos que nos dejan las redes de apoyo entre pares, dentro y fuera de la región. Por tal razón, desde los orígenes del festival nos venimos preguntando sobre la autogestión, practicándola y reafirmándola desde la misma producción artística y sus conexiones, lo que también implica estar abiertos a alianzas institucionales (que hasta ahora no tenemos), pero que sabemos que necesitamos para mantener vivo este festival.
Reunión, II Festival de Performance, Isla del Tigre / Isla Exposición, Honduras, Febrero 10 – 15, 2020.
Curadores:
Adan Vallecillo (Honduras) y Andreas Wagner (Suiza)
Asistente Curatorial: Karon Corrales (Honduras)
Coordinación and Logística:
Mirjam Geiser (Honduras/Suiza), Gloria Cobos (Honduras)
Colaboradores:
Wagner & Friends (Suiza), Random Institute (Suiza), la_cápsula (Suiza), Réunion (Suiza/Honduras/Costa Rica), CCE Casa del Soldado (Panamá).
También te puede interesar
Sumergir las Banderas para Interrogar al Desierto
Braceli pretende interrogar al desierto para dictaminar un espacio reflexivo que mezcle tanto a los hitos geográficos como a esos cuerpos que se enfrascan en el acontecer político y simbólico de nuestras naciones. Una...
Daniel Lind Ramos: De Loíza a la Loíza
"De Loíza a la Loíza", del artista puertorriqueño Daniel Lind Ramos (1953), conforma una comunidad de conocimiento que, a través de varios eventos, vinculó al barrio de San Mateo de Cangrejos en San Juan...
POÉTICA Y POLÍTICA DE «SON EN SEÑAS», LA OBRA DE FRANCISCA BENÍTEZ PARA LA BIENAL DE LA HABANA
En las últimas dos semanas, La Habana se ha transformado en un territorio abierto, uno donde se han multiplicado acciones de arte, performances, instalaciones y esculturas en el espacio público que, ocupando edificios, bibliotecas,…