EN MEMORIA DE NÉSTOR OLHAGARAY
Por Matías Verdugo
Néstor Olhagaray se podría identificar como uno de los principales exponentes e impulsores del videoarte en Chile. Como artista, investigador y académico, contribuyó en la formación y visibilización de creadores chilenos abocados a expandir el lenguaje audiovisual. En 1993 fundó la Bienal de Video de Santiago (hoy Bienal de Artes Mediales de Santiago) y la Corporación Chilena de Video y Artes Electrónicas, iniciativas de indudable impacto internacional que dirigió hasta el año 2012, y que tomaron como modelo el Festival Franco-Chileno de Videoarte (1981-1992), un espacio pionero en el país y único en Latinoamérica que llevó a conformar un incipiente pero sostenido circuito de creación y reflexión en torno al video y la experimentación de imágenes electrónicas en movimiento.
Al crear esta institucionalidad cultural, Olhagaray fue un visionario: gestó un potente espacio de resistencia político-cultural en plena dictadura, que no escatimó en aglutinar al más amplio espectro de realizadores, hayan sido estos artistas, periodistas, publicistas, cineastas o, incluso, ONGs. De esta forma, hizo evidente su interés y compromiso con la horizontalidad y transversalidad en la conceptualización y producción de diversas manifestaciones de la creatividad artística.
En el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Parque Forestal fue inaugurada el 12 de marzo Néstor Olhagaray: Historias Comunes, exposición que aglutina, a modo de homenaje, algunos de sus archivos y emblemáticos trabajos audiovisuales, como Adiós Jaqueline (1984), Interview Story (1988), F16 (2003), Espacios Disciplinados Vigilados (2005), y Todo Torturador es un Mediocre (2016).
“Fue una iniciativa de Alessandra Burotto, coordinadora de Anilla Cultural MAC, y Francisco Brugnoli, director del MAC, quienes rastrearon en la colección del Museo las obras de Néstor, componiendo un cuerpo de trabajos audiovisuales que reflejan diversos periodos en su producción, y agrupándolos en un diagrama poderosamente relatado en su narrativa curatorial”, dice Enrique Rivera, director de la Bienal de Artes Mediales de Santiago.
Aquel 12 de marzo, Olhagaray estuvo presente en la que sería su última inauguración. Días más tarde, el 18 de marzo, fallece a consecuencia de un cáncer. Hoy, algunos de sus amigos y colaboradores más cercanos, quienes le acompañaron en momentos claves de su trayectoria, le recuerdan en esta nota dejando sus memorias e historias.
También, para cerrar este homenaje, incluimos algunas reflexiones sobre el videoarte en la voz del propio Néstor, vertida en su libro Sobre Video y Artes Mediales (Ediciones Metales Pesados, Chile, 2014), así como su Decálogo de las Artes Mediales, palabras que se inscriben en la atemporalidad propia de la imagen en movimiento.
SIMÓN PÉREZ WILSON | Coordinador de Área de Nuevos Medios del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile
Néstor fue un activo artista y gestor. Se involucró de manera muy fuerte en toda la organización de las distintas versiones del Festival Franco-Chileno de Video Arte que, en tiempos de la dictadura, fue uno de los espacios de experimentalidad más importantes de la escena nacional, donde la exploración de nuevos lenguajes audiovisuales fue una verdadera ventana y oxigenación para el arte contemporáneo chileno. Luego, en los años de transición, levantó la Corporación Chilena de Video y la Bienal de Video, proyectos de docencia relacionada al video arte y también a la actividad gremial y del sector.
Estos ámbitos son muy trascendentes, porque abrieron oportunidades a muchos artistas contemporáneos, y esa posibilidad es uno de los mayores legados de Néstor, junto con ser una persona intelectualmente muy aguda y crítica, que siempre estaba avivando la discusión teórica y presentando nuevas perspectivas, lecturas, autores que era desconocidos en Chile, en los campos de la semiótica, el audiovisual experimental y la estética de los medios. El espacio de la Bienal de Artes Mediales es único, ya que el año 93 hablar de estos nuevos lenguajes era ser realmente un precursor, y Néstor siempre lo fue.
Lo que siempre me va a quedar marcado de las muchas conversaciones que tuve con Néstor era su implacable mezcla de agudeza intelectual e ironía. Sus textos tienen siempre un dejo pop y crítico que los hacen especialmente interesantes. Es cosa de ver los títulos de algunos de ellos, por ejemplo, Desafíos. Interfacéame baby, Deux ex Media, o El Video, un Arte Trans. Sus textos siempre eran inaugurales, abrían discusiones, gatillaban polémicas y provocaban un ambiente intelectual en un Chile que despreció al video arte y las artes mediales por mucho tiempo. Esa perseverancia intelectual es otro legado de Néstor.
CLAUDIA ARAVENA | Artista visual, curadora y catedrática chilena
Néstor fue un artista inquieto, que indagó profundamente en la relación entre el arte y los medios en Chile. En ese sentido, trabajó de manera relevante en todos los frentes: la práctica artística, la docencia, la gestión y la escritura. Como artista, llevó su práctica fuera de los límites del lenguaje, y se situó definitivamente en el espacio poco definido, pero crítico, de lo experimental. A pesar de que su obra tiene un carácter indudablemente político, nunca se dejó llevar por la mera contingencia política, sino que entendió que lo político era una síntesis que se expresaba en el terreno de la forma, y de ahí su potencia.
Formó a varias generaciones de artistas, dentro de los que me encuentro, en diversas escuelas chilenas (comunicación, diseño y arte), y por eso es tan vital y transversal su aporte. Pero también fue fundamental su trabajo curatorial y escritural, que hizo que la producción de video arte principalmente saliera de los márgenes locales y se posicionara en un escenario internacional. Néstor llevó el video chileno a Francia, Alemania, España, Estados Unidos, pero también lo posicionó en América Latina. En colaboración constante con figuras como Arlindo Machado y Jorge La Ferla, se encargó de posicionar lo que para él era una cultura específica, con una historia de relaciones particulares. Su trabajo fue permanente para llevar un medio que el proyecto académico de entonces no había considerado: la imagen en movimiento experimental y sus expansiones.
En lo generacional y personal, y es algo que he pensado muchas veces, me parece que Néstor nos dio un nombre, un nombre a lo que hacíamos, por lo tanto, un lugar. Eso es muy escaso hoy en día, cuando un profesor logra que sus estudiantes se entreguen con entusiasmo a algo, un proyecto. Cuando uno cree que lo que tiene por delante es algo fundamental, por lo tanto, indispensable e irreemplazable, se acerca a la plenitud de las cosas, algo así como nuestro segundo paraíso perdido. Es en ese lugar donde Néstor actuó con convicción y eso es una marca, una particularidad. Como escribe Herzog en su libro Caminando sobre hielo, Néstor fue como nuestra Lotte Eisner: Néstor nos inventó.
ENRIQUE RIVERA | Director de la Bienal de Artes Mediales de Santiago
Sobre el mensaje a Néstor en la exposición Historias Comunes
Para nosotros fue muy complejo participar en el proceso de producción de esta exposición-homenaje. Teníamos la presencia de nuestro fundador y amigo en el último estado de su transición, y la exposición nos dio la fuerza para conectarnos con algo que hemos puesto en práctica gracias a su impulso: montar, componer, realizar un trabajo editorial que trasciende de la bidimensionalidad del texto a la tridimensionalidad escultórica de una producción museográfica. Entonces, montar fue como una especie de meditación, donde Néstor estuvo presente desde su guía siempre austera y precisa, evitando la espectacularidad y el asombro fácil, situándonos en la sencillez y distribución limpia de contenidos. Nuestro mensaje a Néstor, quien asistió a la inauguración, fue establecer un compromiso para profundizar su obra, contextualizarla y ponerla a disposición de quienes quieran apreciarla, mediante la confección de un catálogo razonado que incluya tantos videos, textos, obra plástica y escultórica, que en su conjunto conforman un campo de producción interdisciplinario que da cuenta del carácter híbrido en su obra.
La bienal y la trascendencia de Néstor
Sobre la bienal es importante situar su origen como una mutación de un encuentro en otro. Se funda desde los escombros del Festival Franco-Chileno de Videoarte, y toma desde ese encuentro su orientación política, donde se establece no solo una postura crítica sobre el uso de medios tecnológicos en la producción de arte, si no que en su incidencia en la sociedad. Desde este espacio, se establecen diversas capas, o campos de trabajo: el político, que se basa en la confección de políticas culturales en torno a la investigación y producción de artes audiovisuales, y de la relación arte y ciencia; el curatorial, donde la bienal se configura como dispositivo para ejercitar esta práctica; el formativo, donde se despliegan estrategias para la educación no formal; el de conservación, mediante la preservación de obras que presentan el desafío de la intangibilidad y la distribución ubicua; y el de la investigación y producción, donde mediante diversas estrategias se promueve el desarrollo de nuevas obras mediante residencias y comisiones. Esta es la estrategia que configuramos con Néstor para ser aplicada desde la bienal, potenciando el carácter divulgativo del encuentro, a uno que se infiltró tácticamente en los diversos campos culturales en los que se desenvuelve.
Néstor como artista, persona y su aporte al arte medial
De Néstor estoy seguro seguiremos aprendiendo, ya que su humildad y mirada precisa no se agotan en el tiempo de estancia terrestre. Fue alguien de gran gusto musical, cocinaba combinando los ingredientes precisos, y fue un gran cultor de la hospitalidad. Son estas características las que considero fundamentales para luego comprender su labor como académico, curador y artista. Esto fue traspasado a quienes trabajan en este campo desde una advertencia fundamental: alejarse de la pirotécnica, y residir en una poética contemplativa.
GRACIELA TAQUINI | Artista y curadora argentina
Je sui desole
Conocí a Néstor a fines de los 90, en su paso por Buenos Aires con motivo de los Festival Franco-Chilenos de Videoarte. En 2001, compartimos la experiencia del Festival Interferences, en Montbéliard, Belfort (Francia), cuando llevé ahí el envío argentino. Nuestro compinchismo y amistad culminó al final con un paseo en auto por Francia con el artista Edgard Endress.
En mis viajes a Santiago, incluso llegué a hospedarme en su casa. Fue siempre una alegría recibirlo en Buenos Aires. Mi última experiencia fue cuando en 2018 mostré mi largo de ficción La Obra Secreta en el Arquitectura Film Festival de Santiago de Chile. El me acompañó y apoyó constantemente.
Néstor fue un gran intelectual muy formado estéticamente, a la vez muy comprometido políticamente. Un refinado artista, gran experimentador de la imagen, cuestionador de herramientas, lenguajes, formas y formatos. Supo encontrar nuevas maneras de concebir lo audiovisual y las formas expandidas. Lo admiraba como docente, un extraordinario maestro de maestros. De mucho carácter, profundamente tierno y de pocas pulgas. Me entristece su pérdida, su mirada sobre el arte. Cada vez que nos veíamos era como si hubiéramos visto el día anterior. ¡Qué pena no verlo más!
NÉSTOR OLHAGARAY. SOBRE VIDEO Y ARTES MEDIALES (EDICIONES METALES PESADOS, CHILE, 2014) [EXTRACTOS]
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La tecnología aplicada forma parte de la expresión de la obra, pero hay que advertir que también abundan concepciones que operan a la inversa, produciendo una confusión y flaco favor al arte, al concebir la obra como un espacio de simple ilustración operatoria de ciertos paradigmas tecnocientíficos, como inteligencia artificial, biocibernética o modelajes de simulación.
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El arte es político. No solo estamos destinados a abrir el camino a trabajar con nuevos soportes tecnológicos, sino a velar que esta apertura no desperfile el rol político del arte.
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La verdad siempre es revolucionaria […], hasta que aprendimos que tanto la revolución como la verdad son míticas. El artista, como el revolucionario, tiene que ser un mitólogo doble, para poder enfrentar la mitomanía dominante y su propio mito.
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En el campo del arte, una imagen visual o sonora no tiene sentido sin un proceso de lectura creativo por parte del lector. Y esa lectura es una construcción en base a un transitar por desplazamientos hacia otros campos simbólicos, hacia la actualización de un mundo pleno de sentidos. La capacidad y calidad de proyección de ese embrión virtual constituye la posibilidad de crear un mundo personal, que nos dé sentido y placer; es decir, la capacidad de desarrollar a su vez otros textos potenciales. Esta proyección no es lineal, ni unívoca, es hipertextual.
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Para muchos, esta experimentación, esta exploración del modelo en la plataforma digital, es necesaria para hacer la obra completamente inteligible. También creo que esta doble lectura es propia del arte medial, pero tampoco se puede convertir la modelización operacional en el objeto y fin de la obra; quedaría simplemente en poder de doctos.
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Como medio, el video, históricamente, se instala, con relación a los otros medios de reproducción mecánica, la fotografía y el cine, «al final de la cola», lo que autorizaría aparentemente ver en él no más que la prolongación de esfuerzos ya consumados, pero resulta que el video se desarrolla en una época de eclosión cultural y artística horizontal: en el momento que le toca vivir, es el de las caídas de muros y fronteras, de espacios de contaminación, que tienden a la poliexpresividad, la transdisciplinaridad y los aires transmediales. En este sentido, toda capacidad subversiva y transgresora de su aptitud a la manipulación expresiva lo transforma en un híbrido. Un híbrido muy interesante, que se ha transformado en el gran corredor donde se dan cita y transitan obligadamente las prácticas visuales y audiovisuales contemporáneas.
DECÁLOGO DE LAS ARTES MEDIALES
Por Néstor Olhagaray
1. Por la transmedialidad –y no solo la simple y mecánica multimedialidad en boga– que anula fronteras entre soportes, formatos y medios. Garante de la poliexpresividad bajo una concepción de transdiciplinaridad.
2. Concebir el hipertexto del ciberespacio como las autopistas de las prácticas transtextuales.
3. Por un arte de diálogo y comunión. Esto implica estrechar la distancia entre producción y lectura, a través de la interactividad, de modo que el lector participe a modo de coautor de la obra, lo que conlleva revisar completamente la triangularidad artista-obra-lector.
4. Por un arte procesual, La obra abierta, no encerrada en el fetichismo decorativo de la obra-objeto. Concebir los soportes digitales como un campo de operaciones y no como un museo.
5. Toda obra se debe a su contexto de producción y en este reside su inscripción sociocultural.
6. La condición de la obra de integrar los significantes de la matriz-tecnológica-expresiva y de los modus operandi de las interfaces, como garantía para impedir el uso puramente instrumental de estos medios.
7. Explotar la versatilidad plástica de los procesadores de la expresión sonora y visual, para transformarlos en lenguajes autorales y convertirlos en ideolectos particulares que hablen de imaginarios sensibles.
8. Por un arte experimental e indagativo como garantía para no sucumbir a ningún tipo de verosímil estético.
9. Resistir y subvertir al marco tecnócrata, ingenieril, comercial y de divertimento que prediseñan la concepción de las herramientas digitales, para no sucumbir a la cultura del consumo, el espectáculo y la decoración.
10. Reforzar el carácter no comercial ni de objeto transable en el mercado de las obras digitales.
Fuente: Catálogo de la V Bienal de Video y Artes Mediales, Chile, 2002
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