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TOMÁS SARACENO. EL ARTE EN UNA ECONOMÍA POST COMBUSTIBLES FÓSILES

Mientras los intentos por colonizar otros planetas se ponen en marcha, esta misma interfaz entre nosotros, el Sol y la atmósfera continúa comprometida: las emisiones de carbono llenan el aire, las ondas de radio invisibles se desarrollan como un algoritmo hegemónico de las finanzas, partículas materiales flotan dentro de nuestros pulmones… ¿Cómo se sentiría la respiración en una economía post combustibles fósiles, y cuál es nuestra capacidad de respuesta?

Tomás Saraceno

Tanya Bonakdar Gallery, en Nueva York, presenta Solar Rhythms, una exposición de nuevas obras del artista argentino Tomás Saraceno (1973) en la que se sugiere un modelo para un medio ambiente que equilibre nuestra relación con el Sol y que aproveche su potencial ilimitado. Comprender esta noción requiere de un «salto termodinámico de la imaginación», como ocurre durante un eclipse, cuando solo ante la ausencia de luz tomamos conciencia de nuestra escala a la sombra del cosmos. Es en ese momento de alineación entre el Sol, la Luna y la Tierra cuando comprendemos que dependemos de una alianza recíproca entre los elementos y sus efectos, los vientos cambiantes, el calor  y el reflejo difuso de la radiación solar hacia la extensión cósmica.

Saraceno materializa esta aproximación post-humanista en una serie de nuevas esculturas e instalaciones que derivan de su proyecto en curso llamado Aerocene, iniciado en 2015 como un esfuerzo artístico interdisciplinario que busca idear nuevos modos de sensibilidad hacia una colaboración ética con el Sol, la atmósfera y nuestro entorno.

Algunas de las esculturas Aerocene desarrolladas por Saraceno y la Fundación Aerocene están inspiradas en experimentos científicos que el Centre National d’Études Spatiales (Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia) realizó a fines de la década de 1970, particularmente los globos de radiación infrarroja. Durante su residencia allí, en 2012, Saraceno llevó a cabo esta investigación, olvidada durante décadas, y en esta muestra presenta versiones modeladas de las más grandes de aquellas estructuras. Infladas solo con el Aire, levantadas solo por el Sol e impulsadas solo por el Viento, estas esculturas inflables desafían las atmósferas socio-políticas al traspasar y entretejer aerografías nuevas y necesarias. Capaces de viajar sin parar durante más de tres años por todo el mundo, las esculturas Aerocene trasladan nuestra imaginación hacia una era posterior al uso de combustibles fósiles.

Tal proyecto podría desafiar los límites de la Tierra y, sugiere Saraceno, abriría una nueva ecología de práctica interplanetaria. Podríamos volver a conectarnos con las fuentes elementales de energía y crear un nuevo conjunto de valores que superaría las economías extractivas del régimen de combustibles fósiles: una nueva estratigrafía del futuro. Estos conceptos se manifiestan en la forma de un díptico de esferas inflables a gran escala, Aerocene Constellation 3/2, que funciona como pieza central de la exposición.

Vista de la exposición "Solar Rhythms", de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Vista de la exposición «Solar Rhythms», de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Rodeando el par de orbes flotantes Aerocene se encuentra una serie de esculturas colgantes. Uno de estos trabajos, compuesto por esferas de vidrio sopladas a mano, se titula Calder Upside Down 35/20/18/12/8/6 (los números se refieren tautológicamente al diámetro de cada esfera, en centímetros). Las formas están influenciadas por el legado de Alexander Calder, una figura importante e inspiradora para Saraceno, al tiempo que cuestionan la tradición del Modernismo y su papel en la crisis ecológica en la que nos encontramos: la era del Antropoceno.

Las esferas se mantienen en una órbita suave que incorpora ligereza pero restringida por la gravedad. Esto se refleja en las hermosas sombras que las obras proyectan en las paredes circundantes. Las notables refracciones de luz traducen y sugieren el paso del tiempo, resonando en los delicados filamentos reflejados por Aerocene Constellation 3/2, evocando los meridianos del planeta a medida que gira sobre su eje, así como posibles viajes que podemos realizar cuando somos aerotransportados por el océano del aire. A medida que los espectadores caminan por la galería, proyectando sus propias sombras, se convierten en parte del paisaje flotante.

En el espacio de abajo, el visitante encuentra la instalación Sounding the Air. Compuesto por hilos entrelazados de seda de araña, el trabajo se refiere al fenómeno de distensión (ballooning) que permite a las arañas liberar hilos en el aire, su seda convirtiéndose en un medio para viajar a lo largo de miles de kilómetros. Flotando en la nada, las arañas ya han aprendido a leer el aire, encontrando su camino entre las corrientes térmicas para revelar no solo el tejido de la atmósfera, sino también la red cósmica de conectividad infinita en la que nuestro planeta se encuentra incrustado.

Una cámara de video documenta los movimientos ondulantes de las finas líneas de seda, iluminadas por haces de luz provistos por tres focos. Los datos visuales se transmiten a una interfaz de audio que traduce los movimientos de los hilos de seda en sonidos que llenan el espacio –melodías caóticas, crepitantes y estruendosas-, hipnotizando al espectador que mira bailar las líneas, mientras que partículas de polvo cósmico circulan por la sala.

Vista de la exposición "Solar Rhythms", de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Vista de la exposición «Solar Rhythms», de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

En la pequeña galería de arriba se proyectan dos videos, uno tras otro. El primero, Aerocene, launches at White Sands, NM, United States, detalla el lanzamiento de la escultura D-O AEC Aerocene, filmada en White Sands, Nuevo México, el mismo lugar donde se probó la primera bomba nuclear, un evento que marcó el comienzo de la era del Antropoceno.

La fecha del lanzamiento de la escultura de Saraceno, el 8 de noviembre de 2015, marca el comienzo de la nueva época Aerocene, rompiendo dos récords mundiales con el primer y más largo vuelo totalmente solar certificado por un vehículo más ligero que el aire. Durante aproximadamente 2 horas y 15 minutos, siete personas fueron levantadas en el aire sin necesidad de helio, propano, propulsión de cohetes o explosiones radioactivas. Saraceno recuerda que la gravedad pareció volverse hacia arriba, moviéndose con el viento en completa quietud en movimiento. “En ese preciso momento, ya no hay ni arriba ni abajo: en la medida que el viento y el aire se combinan, comienzas a caer hacia arriba en movimiento elemental”.

El otro video, Diving into the Ocean of Air, registra a un equipo de sociólogos, artistas, radioaficionados y miembros de la comunidad local que vuelan ocho Aerocene Explorers sobre el lago salado Salinas Grandes en Jujuy, Argentina. El lago se ha convertido en el epicentro de una extensiva industria de extracción de litio, siendo el litio un recurso importante para el futuro de la industria energética, amenazando a las comunidades indígenas circundantes y al delicado equilibrio que mantiene a este ecosistema. Aerocene lleva un mensaje de simplicidad que busca superar la gobernancia que domina el terreno y que se ha extendido al aire, sin considerar las posibilidades de liberación de la atmósfera.

Vista de la exposición "Solar Rhythms", de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Vista de la exposición «Solar Rhythms», de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Saraceno también presenta experimentos con vidrio soplado a mano que comunican su visión de las Ciudades Nube a través de la lógica tangible de Aerocene. Burbujas de jabón hechas de vidrio forman constelaciones, sopladas a través de estructuras geométricas inspiradas en el modelo Weaire-Phelan. Estas membranas contienen el Pneuma, un término que denota el aliento, cuyo espíritu, como el viento, es invisible, inmaterial y poderoso. Inspirado y expirado, el aire se convierte en el medio vinculante a través del cual todo se transmite y se comparte, conectando a los visitantes con la cacofonía resultante de reflejos delicadamente cambiantes.

En octubre de este año, Saraceno presentará su mayor exposición individual hasta la fecha como parte de la serie Carte Blanche en el Palais de Tokyo, en París, ocupando la totalidad del museo. Durante la última década, el artista ha iniciado colaboraciones con instituciones científicas de renombre, como el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), el Instituto Max Planck, la Universidad Tecnológica de Nanyang de Singapur y el Museo de Historia Natural de Londres. Saraceno fue la primera persona en escanear, reconstruir y re-imaginar los hábitats espaciales tejidos por las arañas, y posee la única colección tridimensional de tela de araña en existencia. Saraceno vive y trabaja en y más allá del planeta Tierra.

Vista de la exposición "Solar Rhythms", de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Vista de la exposición «Solar Rhythms», de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery

Vista de la exposición «Solar Rhythms», de Tomás Saraceno, en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 2018. Cortesía del artista y Tanya Bonakdar Gallery


TOMÁS SARACENO: SOLAR RHYTHMS

Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York

Hasta el 9 de junio de 2018

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