GABRIEL HOLZAPFEL Y SEBASTIÁN ESPEJO: 500 DÍAS DEL AÑO
Por Paz López
Se suele atribuir al detalle o al vestigio la gracia de ser una vía de acceso a una realidad más profunda. La forma en que estaba por ejemplo pintado el lóbulo de una oreja le habría permitido a Giovanni Morelli detectar obras de arte falsificadas. Las huellas en el barro o la ceniza de un cigarro eran indicios que Holmes consideraba fundamentales a la hora de dar con el culpable de un crimen. Los ejemplos abundan, sobre todo porque tendemos a conocer el mundo como cazadores, dispuestos a seguir las huellas para capturar por fin a la presa, “sabuesos convencidos de que lo decisivo nunca está en su lugar sino en otra parte”.
En 500 días del año, las fotografías de Gabriel Holzapfel y las pinturas de Sebastián Espejo, cada una a su modo, se detienen en los detalles, las huellas y los vestigios, no para descifrar en ellos algún sentido secreto –una historia política, social o cultural a partir de lo nimio y lo desplazado–, sino para observar la fuerza misma que deja allí la presencia de esas vidas y gestos austeros.
Las fotografías de Holzapfel, que tienen la forma de un documento íntimo, una suerte de informe diario apenas modificado, un gesto repetitivo (el de quien cuelga la ropa, el del propio artista que fotografía), hacen que las historias posibles o imaginables importen menos que el modo raído, rutinario, anémico e indiferente de las imágenes que produce.
Por su parte, las pinturas de Sebastián Espejo, hechas de sombras titilantes sobre un muro, ramitas secas o flores silvestres, objetos apenas distinguibles de la superficie que los acoge, parecen hacerle la guerra a cualquier forma de apoteosis. Imágenes raquíticas, mínimas, prácticamente imperceptibles si no fuera por la atención que el pintor pone en eso que Freud llamó los desechos de la observación.
En la obra de Holzapfel la fotografía pierde su ansiedad y en la de Espejo, la pintura rechaza su sobrecarga de sentido. Artistas del anti clímax, sus imágenes nos muestran que de vez en cuando conviene percibir el mundo sin grandes aspavientos y que allí, en la superficie tenue de las cosas, prospera muchas veces la experiencia.
500 días del año, Gabriel Holzapfel y Sebastián Espejo, se podrá visitar hasta el 15 de abril de 2022 en OMA Galería, Ramón Carnicer 65, Santiago de Chile
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