DONDE CRUZAN LOS HUMOS ESPERO UNA SEMILLA
La exposición Donde cruzan los humos espero una semilla, que se presenta actualmente en La Casa Encendida, Madrid, explora los legados, contradicciones, estéticas y valores de la petrocultura desde un punto de vista crítico.
Curada por Maria Anna Zazzarino (Caracas, 1988), la muestra examina la noción de impasse tanto como un estado de bloqueo como una fuente de potencialidad dentro de una modernidad fósil, que, según el crítico Frederick Buell, se encuentra constantemente entre la exuberancia y la catástrofe.
Basada en los estudios culturales de la energía, la exposición se enfoca especialmente en cómo el impasse representa una suspensión de los imaginarios y experiencias sensoriales predominantes en la petrocultura, al mismo tiempo que ofrece una apertura hacia otras posibles infraestructuras.
En El Museo de los volúmenes perdidos, Nemestudio, un estudio de arquitectura especulativa con sede en Estados Unidos, examina la recurrencia de los procesos extractivos en el contexto de la transición energética. Su obra aborda el impasse de la transición de los combustibles fósiles hacia fuentes de energía alternativas, mostrando una repetición de los patrones de la petrocultura.
En los estudios culturales de la energía, el término «modernidad fósil» o «petrocultura» se usa para describir la influencia de los combustibles fósiles como base material de la cultura moderna. La petrocultura sostiene que elementos como el carbón o el petróleo no son simplemente materia neutra, sino que también conllevan disposiciones afectivas y apegos, como las altas velocidades, las superficies lisas del plástico y las carreteras interminables.
Las obras de los artistas Adrián Balseca, Alba Lorente, Ana Alenso, Christian Lagata, Isabel Carralero, Monique Michelle Verdin y Nemestudio abordan estas contradicciones sin intentar resolverlas, invitándonos a imaginar otras velocidades, ritmos e infraestructuras posibles.
El título de la muestra se inspira en un poema del libro Kerosén, de la poeta venezolana Valenthina Fuentes Meleán, quereflexiona sobre la experiencia de vivir en un entorno hostil, cargado de las consecuencias de la industrialización y el deterioro social, mientras se mantiene una esperanza tenue, una espera por algo que pueda germinar en medio de la adversidad.
Slow Burn, de la artista venezolana Ana Alenso (Venezuela, 1982), consiste en tres figuras móviles equipadas con motores que las giran lentamente. Esta lentitud alude a la violencia ambiental gradual y a velocidades alternativas a la aceleración. Las piezas cuelgan del techo de la sala, volviendo literal la idea de suspensión vinculada al impasse.
Modernidad fósil
“Ser moderno”, dicen los críticos culturales Imre Szeman y Dominic Boyer, “es depender de las capacidades y habilidades generadas por la energía”.
Desde la Revolución Industrial hasta el presente, los imaginarios energólatras han aunado el ideal de progreso con el dominio energético, donde la capacidad de generar y consumir kilovatios ha constituido la unidad de medida del bienestar, desarrollo y progreso humano.
El auge del carbón marcó el inicio de un sistema energético que, gradualmente, dejó atrás la energía generada por el trabajo muscular humano y animal, dando paso a un sistema basado en la energía mineral. Este nuevo sistema permitió la extracción, circulación y venta de energía a una escala global, generando nuevas fantasías sobre una capacidad de trabajo en constante crecimiento, al tiempo que prometía una nueva autonomía.
Este es el inicio de un cambio a escala planetaria que, durante la posguerra mundial, se vería intensificado con la expansión petrolera. Si la proximidad del carbón lo revelaba como sucio, laborioso y ennegrecido, el petróleo prometía limpieza, eficiencia, movilidad y conectividad ilimitadas. Bajo esta promesa, el petróleo se convierte en el sustrato del capitalismo global.
Adrián Balseca (Ecuador, 1989) presenta la obra Medio camino. En esta pieza, Adrián retira el tanque de combustible de una furgoneta y recorre 400 kilómetros sin gasolina, dependiendo de las personas que encuentra en su camino para llegar a su destino. Esta obra explora una infraestructura social post-fosilista.
Así, los ideales modernos de aceleración, progreso, crecimiento ilimitado y velocidad desenfrenada se ensamblan con las posibilidades materiales del petróleo para configurar la petrocultura. La petrocultura es una constelación de valores, creencias, prácticas, disposiciones, afectos, sensorios y orientaciones que tienen como base material la extracción petrolera.
En las zonas privilegiadas del planeta, la petrocultura se encuentra en la rapidez del automóvil, la untabilidad del pintalabios, las fotografías analógicas, la sellabilidad de los tupperware, los colores brillantes de la fórmica, la lubricidad de la vaselina, la superficie del iPhone, la tinta con la que se imprime este texto y el asfalto cada vez más ardiente bajo tus pies.
En definitiva, una red de objetos y experiencias sensoriales que han hecho posibles las transformaciones sociales que han dado forma a los estilos de vida de la clase media.
Sin embargo, para quienes habitan aquellos lugares del planeta perforados por plataformas, atravesados por oleoductos y refinerías, en proximidad a las crecientes subidas del oleaje marítimo o en tránsitos migratorios bajo las temperaturas extremas de los desiertos, la petromodernidad es sinónimo de riesgo, precarización, exposición, toxicidad, desastre, límite y extenuación.
En contraste, Isabel Carralero (España, 1987) se enfoca en escalas más pequeñas a través del grabado, utilizando materiales y procesos de oxidación y reducción que remiten a dimensiones moleculares, mucho más pequeñas que las geológicas.
Alba Lorente (España, 1994) trabaja con una tinta china densa que remite a la materialidad del petróleo. Luego de teñir sus materiales, rasga el papel con diversas herramientas, incluyendo cinta de carrocero. Su obra refleja las grietas a gran escala y geológicas implícitas en la modernidad fósil.
Alba Lorente, Dibujo aéreo, 2024. Tinta china, papel, cinta de carrocero. Medidas variables. Foto: Maru Serrano/La Casa Encendida
Impasse
Los horizontes de la petromodernidad están caracterizados por la interrupción, la recurrencia, la anticipación y el atascamiento; un impasse.
La crítica cultural Heather Davis sugiere que la propia materialidad del petróleo genera una temporalidad de pausa, expectación ansiosa, demora y suspensión. ¿Qué es la extracción petrolera -plantea Davis- sino la liberación de millones de años de luz solar fosilizada bajo tierra? ¿Y qué es el presente sino la conciencia del aplazamiento de unas consecuencias que condicionan la futuridad planetaria?
Entre una transición que no llega y la anticipación de un cataclismo climático, el optimismo cruel de la modernidad fósil contemporánea está marcado por la espera, la parálisis, los puntos muertos y la pausa, por moverse para estar quieto, vararse a medio camino, quedarse a medio gas.
Cancer Alley es una serie de collages de Monique Michelle Verdin (1980), una artista de la nación Houma en Luisiana, Estados Unidos. La obra hace referencia al callejón petroquímico entre Nueva Orleans y Baton Rouge, utilizando mapas creados con sistemas GIS y elementos que cuentan la historia colonial de estas infraestructuras. La pieza examina la violencia lenta asociada a la petrocultura y su reproducción de la lógica plantacionaria de la región.
Pero ¿a dónde nos han conducido realmente los motores en marcha? ¿A llegar siempre a los destinos prefijados, a las carreteras infinitas y los excesos de las combustiones desmedidas?
Las orientaciones del impasse sugieren una apertura hacia otros ritmos, velocidades y sensibilidades. En After Oil, el Petrocultures Research Group invita a pensar el impasse más allá de la limitación de la posibilidad y proponerlo como un momento de incertidumbre que, sin embargo, está cargado de potencialidad.
Lejos de la exuberancia, y situadas en el quiebre, se espera la semilla de una futuridad planetaria que rompa el hechizo y que permita la proliferación de una multiplicidad de sensorios, habitabilidades y florecimientos.
Gran serpiente, pequeña serpiente, una obra escultórica de Christian Lagata (España, 1986), utiliza materiales que evocan tubos de escape y tuberías de calderas para crear estructuras circulares que recuerdan a bucles o formas serpenteantes. Mientras que las infraestructuras petroleras sugieren un flujo ilimitado de mercancías, las obras de Lagata presentan una direccionalidad diferente, enfocándose en el bucle y la circularidad.
Christian Lagata, Gran serpiente, pequeña serpiente, 2023. Acero inoxidable, soldadura y calor. Medidas variables. Foto: Maru Serrano/La Casa Encendida
Donde cruzan los humos espero una semilla, es parte de la programación de Inéditos 2024. Se presenta del 24 de mayo al 15 de septiembre de 2024 en La Casa Encendida, Ronda de Valencia 2, Madrid.
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