ANA ALENSO: LO QUE LA MINA TE DA, LA MINA TE QUITA
“La cultura depredadora de las minas ha tomado el control momentáneamente; los abuelos dirían que ‘oro’epuru’, o la deidad protectora de los minerales, se está ‘comiendo’ a nuestros nietos”
Kukuy[1]
Oro, cobre, diamantes y coltán. Los recursos pueden ser una maldición. La minería es una imagen de la erosión de la humanidad a nivel existencial. La diáspora sudamericana en Berlín está preocupada por la situación en Venezuela. Las minas en América del Sur no son solo un pozo de recursos: están robando permanentemente al medio ambiente circundante y a la población local su sustento. ¿Cómo podemos en Berlín mostrar solidaridad con la diáspora sudamericana y con Venezuela, concretamente con respecto a las consecuencias de la minería? La exposición individual de Ana Alenso (Venezuela, 1982) en Galerie Wedding (Berlín) trata sobre la conexión entre la riqueza de los recursos, en este caso en particular el oro, y la crisis socioeconómica de larga data en Venezuela.
Alenso presenta un paisaje escultórico en el que los mecanismos y consecuencias de la minería se revelan como signos de autodestrucción y como un modus operandi antropocéntrico. La artista se preocupa por “denunciar un ecocidio”. Las contradicciones e incertidumbres provocadas por las turbulencias económicas y la permanente exportación de recursos se trasladan al espacio expositivo estética y hápticamente en una «máquina» escultórica.
Países como Venezuela se ven especialmente afectados por la «maldición de los recursos», término acuñado en 1993 por Richard Auty, profesor de Geografía Económica (Universidad de Lancaster) para describir el fenómeno en el que la abundancia de recursos naturales conduce paradójicamente a la miseria. Esto solo se suma a que, en el contexto latinoamericano, la política de extracción de materias primas está conformada por una red de poderes arraigados en su pasado colonial.
Aquí conviven profundas heridas políticas, sociales e ideológicas. Compartimos la responsabilidad de esta explotación en una gran ciudad como Berlín cuando usamos productos metálicos o hacemos la vista gorda ante las consecuencias tóxicas de la minería. Pero, ¿cómo podemos contribuir hoy, a través de nuestras propias acciones a nivel local en Berlín, con la regeneración de tales crisis?
“Para reflexionar sobre la destrucción ambiental asociada a la minería, es necesario comprenderla no solo a nivel geográfico, sino también a nivel existencial. En la región amazónica, la destrucción significa más que la contaminación de los ríos, el exterminio de plantas endémicas y el asesinato de animales y pueblos indígenas. ¿Puede el arte contrarrestar este proceso de destrucción generando un diálogo fructífero con el futuro? ¿O más bien apunta al diálogo con la muerte?
Ana Alenso
El resurgimiento de la fiebre del oro en la Amazonía venezolana es el punto de partida para el proyecto de Alenso y el trabajo de la organización ambiental SOS Orinoco, que tiene parte de su sede en Berlín y colaboró en la investigación del proyecto. La codicia, nacida de la extracción de minerales como el oro, los diamantes y el coltán, que tienen un alto valor económico y se explotan fácilmente pero no son fáciles de rastrear en el comercio y la conversión, ha fomentado un sistema criminal. Un sistema diseñado y administrado por las autoridades estatales para su propio beneficio personal, y que requiere la desaparición de la institucionalidad.
La realidad es que la minería desata una violencia absoluta. Se basa en la violación de los derechos humanos, la destrucción de pueblos y culturas indígenas y de ecosistemas y áreas protegidas. Ha provocado la desintegración del tejido social y, en última instancia, la pérdida de la soberanía de la República. La soberanía de Venezuela ha sido reemplazada por grupos armados internacionales.
En la exposición Lo que la mina te da, la mina te quita construcciones precarias y residuos industriales se convierten en plataformas de discusión y contemplación para un público local en Berlín. El programa que acompaña a la exposición ofrece la oportunidad de explorar los problemas de la minería desde una perspectiva local y global. En este marco, la artista y el equipo de Galerie Wedding dialogarán con sus diversos colaboradores en la investigación artística y ecológica. Entre ellos se encuentran miembros del colectivo activista SOS Orinoco, la documentalista Alexandra Henao y la politóloga Anna Dobelmann.
Para profundizar en el proyecto, compartimos una conversación entre Ana Alenso y la curadora Solvej Helweg Ovesen.
Solvej Ovesen: Tus instalaciones de circuitos con piezas de máquinas y contenedores, casi poéticos, cuestionan la función futura de las industrias del metal, el automóvil y el petróleo. Mangueras, barriles, radiadores, tubos de escape, sistemas de succión y bombas se encadenan para formar nuevas «frases» o narrativas. Con este proyecto abordas la labor de las industrias mineras de oro. La nueva instalación Tame Study y sus fotografías, ¿cuestionan también la relación entre la tierra y el hombre? ¿Cómo se relaciona el trabajo en la minería, como imagen o directamente como ciclo disfuncional, con el actual estado de crisis en Venezuela?
Ana Alenso: Las máquinas de fabricación propia, las llamadas “Tame”, utilizadas en la minería ilegal en la región amazónica, son un elemento de estudio. En la exposición los Tame se convierten en constructo por la inestabilidad de sus mecanismos, así como por la dimensión ética de su funcionamiento. La naturaleza antropocéntrica y cíclica de sus mecanismos se refiere al hecho de que la extracción de oro está impulsada por un ciclo mortal que siempre impacta a los mineros. El mercurio que se utiliza para disolver el oro no solo daña a los mineros, sino que también envenena el aire y el agua, destruyendo el medio ambiente y el sustento de la población local a largo plazo.
SO: ¿Cómo se crea y se muestra la solidaridad con Venezuela -a través de la escucha, hacer presentaciones, trabajar juntos, ejercitar la empatía, recibir a las personas- especialmente por ti como parte de la diáspora?
AA: Dado que gran parte del problema de la minería es un misterio, utilizo el arte como un impulso para la especulación estética. Las instalaciones abordan procesos de transformación y son a la vez el resultado de ellos: en el transcurso de esta exposición en particular, el proceso de producción se extendió por la crisis del Covid-19. Esto me permitió profundizar mucho más en la idea de hacer una obra sobre una realidad que está muy lejana. Hoy en día, muchas de las noticias que llegan desde Venezuela son difíciles de creer. El nivel de improvisación, corrupción y pobreza está más allá de nuestra imaginación. Por eso en esta exposición utilizo el traslape entre documentación y ficción como herramienta para repensar la realidad venezolana. Una realidad a menudo dolorosa e invisible que ahora es asumida por la pantalla verde y traducida en las obras resultantes.
La instalación Somos polvo de oro y diamantes fue creada a partir de videos e imágenes de satélites y películas documentales sobre las minas al sur del Orinoco en la Amazonía venezolana. En esta videoinstalación de tres canales, dentro de la cabina de una excavadora, intento sumergir al espectador en un centro de control ficticio: un lugar donde se entrelazan el rol del minero y la fantasía de ser un satélite o pertenecer a una diáspora. Ahí estamos, igual que los satélites en la exosfera (la capa más externa de la atmósfera terrestre), como observadores de un territorio lejano. Con una serie de datos, imágenes y elementos podemos crear nuestra propia versión de eventos.
SO: Me gustaría retroceder en el tiempo, cuando se formaron las primeras ONG, cuando comenzaron a emerger formatos internacionales de solidaridad. Entre la Segunda Guerra Mundial y principios de la década de 1970, líderes políticos, activistas, ciudadanos, manifestantes y defensores de la libertad iniciaron una revolución por los derechos humanos en todo el mundo. El movimiento de derechos humanos creció rápidamente, particularmente estimulado por los horrores de los crímenes de lesa humanidad en la década de 1940, reuniendo las demandas de las minorías, las mujeres, los oprimidos políticamente y las comunidades indígenas de todo el mundo. Entre ellos también se encontraban los que habían sido explotados por su riqueza de recursos. El movimiento de derechos humanos comenzó con una idea increíblemente sencilla: todos, independientemente de su nacionalidad, convicciones políticas o herencia étnica y religiosa, tienen el derecho inviolable a ser tratados con dignidad. Desde entonces, se ha hecho generado mucho más a partir de esta afirmación básica, y el efecto de bola de nieve de estas demandas legales originales ha tenido un impacto dramático en la historia mundial hasta el día de hoy. ¿Qué te llevó a la Amazonía venezolana? ¿Cómo fue tu experiencia y qué conversaciones tuviste con los activistas locales? ¿Cómo influyó eso en esta instalación en Galerie Wedding?
AA: En primer lugar, mi colaboración con la organización ambiental SOS Orinoco me permitió acceder a una red de científicos, grupos indígenas, activistas y un archivo de investigación. Esto me permitió escuchar a quienes conocen la realidad de la Amazonía o que la han vivido de primera mano. Es interesante mirar la información, los mitos y las historias, desde la perspectiva de, por ejemplo, un oficial militar, así como desde la perspectiva de una persona indígena. En segundo lugar, cuando comencé este proyecto, tenía una residencia artística en Urbane Künste Ruhr en Dortmund, una región de Alemania con una larga historia de minería del carbón. Esto me hizo pensar en las dos historias diferentes y su relación con el llamado neocolonialismo y neoextractivismo. De hecho, algunos de los objetos de la instalación producidos con Urbane Künste Ruhr para la exposición Ruhr Ding: Klima (2021) proceden de esta zona y el proyecto se exhibirá allí el próximo año.
SO: ¿Cómo podemos mostrar solidaridad con lo que está sucediendo hoy en Venezuela y cómo afectaría eso a Berlín, donde actualmente se dan protestas? ¿Puede hablarnos sobre tu red, tu publicación, tu trabajo creativo y compromiso?
AA: La solidaridad adopta muchas formas. En este caso particular, sentí la necesidad de concebir una publicación que tomara una posición crítica hacia el ecocidio venezolano, desde una perspectiva de las artes visuales en diálogo con otras disciplinas. Me refiero a la publicación Lo que la mina te da, la mina te quita. Mediante imágenes documentales, obras de arte, diagramas, poemas y ensayos, este libro propone una crítica y una especulación sobre la explotación masiva de oro y otros minerales en la Amazonía venezolana. La publicación incluye contribuciones de la cineasta Alexandra Henao, el indígena Pemón Kukuy, el poeta Santiago Acosta, la investigadora Alessandra Caputo Jaffe, el arquitecto urbanista Ricardo Avella y los artistas Lucía Pizzani, Esperanza Mayobre, Luis Arroyo, Marco Montiel Soto, Christian Vink, Teresa Mulet, Sheroanawe Hakihiiwe y yo. El libro está editado por mí, diseñado por Studio Santiago Da Silva y publicado por Bom Dia Books. Es un proyecto en cooperación con la organización ambiental SOS Orinoco. El libro se publicará el próximo año en Berlín.
[1] Tomado de We are gold and diamonds dust, del indígena Pemón Kukuy, en el libro The Mine Gives, The Mine Takes, publicado y editado por Ana Alenso, Bom Dia Books, 2021.
La exposición se puede visitar hasta el 6 de febrero de 2021 siguiendo los protocolos sanitarios, y también puede verse desde la calle, a través del ventanal de Galerie Wedding (Raum für zeitgenössische Kunst, Müllerstraße 146/147, Berlín). La exhibición se enmarca en el programa SoS (Soft Solidarity), concebido por Nataša Ilić y Solvej Helweg Ovesen.
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