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RESISTENCIA POLÍTICA Y ANCESTRALIDAD TZ’UTUJIL EN LA OBRA DE MANUEL CHAVAJAY

Por Cristian Toj

En la recién inaugurada 35ª Bienal de São Paulo, que reúne a artistas de comunidades indígenas, negras, no blancas y sus diásporas, el comité curatorial resalta el carácter crítico que atraviesa las propuestas artísticas de los participantes. Esta edición de la bienal, titualda Coreografías de lo imposible, indaga en “las realidades políticas, jurídicas, económicas y sociales en las que se insertan estas prácticas artísticas y sociales, pero también en la forma en que dichas prácticas encuentran alternativas para sortear los efectos de estos mismos contextos” (Fundação Bienal de São Paulo, 2023).

Partiendo de esta premisa curatorial, desarrollaré algunas reflexiones sobre las prácticas de resistencia política de las comunidades indígenas en Guatemala, a través de un análisis de la obra de uno de los artistas invitados a esta bienal: el artista maya tz’utujil Manuel Chavajay.

Manuel Chavajay y Cheen Cortez, Kawoq, 2023. Videoperformance en el que Cheen le cuenta sus sueños al lago, haciendo uso de una vasija de barro. Cortesía del artista.

Reducciones modernas y extractivismo cultural

En 1991, Carlos Guzmán Böcker realiza un enunciado trágicamente atemporal al señalar que “donde hay población indígena, los grados de control y represión varían no sólo en función de las oportunidades económicas que se les bloquean, sino en atención a las posibilidades de desplazamiento que se les niegan” (Guzmán Böcker, 1991). En estos contextos, Böcker señala que “la discriminación opera a partir de la constitución de barreras, muy difíciles de franquear, que sofrenan las capacidades potenciales de las poblaciones indígenas” (Ídem).

Si bien Böcker centra su análisis en las estrategias económicas empleadas sobre reservas, reducciones y poblaciones marginadas en áreas urbanas, no se puede negar que los efectos de estas barreras se han extendido a los ámbitos sociales y culturales de las comunidades indígenas actuales, manteniendo sus características de control, represión y despojo.

Un vistazo breve a la historia reciente revela el fracaso de las políticas públicas y sociales en Guatemala, las cuales, al tiempo que ignoran las necesidades de las poblaciones indígenas, reprimen y minimizan todo intento de autogestión y autocuidado.

Uno de los efectos de esta red de represiones que la obra de Chavajay confronta son los efectos de la gentrificación y la industrialización en San Pedro la Laguna, enfocándose especialmente en el desplazamiento y marginación interna de la población originaria, las nuevas estrategias de invasión y extractivismo cultural. Todo esto provocado por el auge del turismo y el asentamiento de población externa, siendo estos en gran medida factores que limitan o condicionan las estrategias de autogobierno y la relación espiritual que los pobladores tienen con el lago.

Resulta paradójica la llegada de empresas que buscan “crear conciencia” sobre el cuidado del lago, y que al mismo tiempo producen los desechos que lo contaminan; o de personas que buscan un “despertar espiritual” al acercarse a la espiritualidad maya desde una visión utilitaria y fetichista. Ambos acercamientos comparten rasgos exotizadores y extractivistas que anulan la agencialidad política de los pobladores.

A propósito de estas prácticas, Silvia Rivera Cusicanqui señala que en estas relaciones “sigue habiendo este umbral que no se cruza. La palabra legítima le pertenece a los de arriba, los de abajo solo dan insumos. Lo mismo que en todo el sistema de conocimiento, nosotros producimos materia prima y nos devuelven producto elaborado” (Rivera Cusicanqui, 2015).

Partiendo de lo anterior, se pueden identificar dos vertientes dentro de la obra de Chavajay: la primera señala críticamente a los modelos económicos importados, que promueven el consumo desmedido y que ignoran los efectos adversos de la producción de residuos contaminantes vertidos en el lago de Atitlán; la segunda se agrupa en una serie de gestos colectivos que buscan la reapropiación del lago de Atitlán, a través de la acción política y el rescate de prácticas ancestrales.

Estas obras evidencian los esfuerzos del pueblo tz’utujil por construir un horizonte político que deja manifiesta su voluntad de vida.

Manuel Chavajay, serie Kuku, 2018. Cortesía del artista y Galería Extra, Guatemala

La ciudad moderna: Una maquinaria que incuba muerte

San Pedro la Laguna es una comunidad maya tz’utujil con aproximadamente 9 mil habitantes que recibe alrededor de 29.000 turistas al año (Herrera Pacheco, 2003). Esta avalancha turística ha traído consigo un incremento en el uso de plásticos y otros materiales desechables. Gran parte de estos desechos, al no estar sujetos a un plan de tratamiento adecuado, terminan en las aguas del lago.

Esta situación provocó alarma en los pobladores locales, quienes en 2019 decidieron prohibir los plásticos de un solo uso en el municipio. Aunque este paso es significativo, aún no se ha logrado poner fin a la contaminación del lago de Atitlán.

Precisamente de esta producción masiva de desechos y contaminación surge la materia prima que da cuerpo al pensamiento y obra de Manuel Chavajay. Una de las obras que aborda este tema de manera crítica es la serie de vasijas Kuku. Estas piezas toman uno de los elementos domésticos tradicionales, las vasijas de barro, y las utilizan para hacer evidente los procesos de invasión industrial que la comunidad ha experimentado desde la década de 1940 con la llegada del plástico.

Las grietas en la vasija de barro no solo muestran la transformación material del objeto, también evidencian un proceso de ruptura con prácticas tradicionales. Estas obras hablan del abandono de conocimientos ancestrales al mecanizar su elaboración, de la secularización de las conexiones espirituales con el objeto y de la pérdida del idioma local al nombrar estos nuevos objetos con nombres en idiomas ajenos.

Las vasijas de barro han tenido para el pueblo tz’utujil un propósito que trasciende lo utilitario: también son un elemento crucial en los procesos de sanación física y energética. Una de las aplicaciones medicinales consiste en curar el “susto”; durante esta ceremonia, un abuelo o abuela de la comunidad susurra el nombre del enfermo dentro de la vasija, con el propósito de llamar la energía que se ha escapado durante un momento de gran sorpresa o impresión. Las enfermedades y energías negativas son llevadas en estas vasijas al interior del lago como ofrenda, solicitando la salud del enfermo.

Manuel Chavajay, de la serie «K’o q’iij ne t’i’lto’ ja juyu’ t’aq’aaj». Cortesía: Galería Extra, Guatemala
Manuel Chavajay, de la serie «K’o q’iij ne t’i’lto’ ja juyu’ t’aq’aaj». Cortesía: Galería Extra, Guatemala

Otro subproducto industrial que Chavajay resignifica desde una perspectiva crítica proviene de la acción misma de desplazamiento y se recupera en forma de petróleo y aceite quemado. Si bien la topografía de la comunidad se presenta accidentada y sinuosa, los habitantes locales han desarrollado mecanismos de movilización que preservan la geografía y la vida de la zona. Un ejemplo son los cayucos de madera que utilizan para desplazarse a través del lago y que el artista utiliza en varias de sus pinturas y performances.

La conservación de la naturaleza es una práctica que los habitantes del lago han sabido mantener y transmitir por generaciones, derivando en uno de los paisajes más icónicos y sobreexplotados por las instituciones turísticas del país. Con el aumento del turismo, la movilización ha sido gravemente afectada, dando lugar a la llegada de medios de transporte como los tuktuk o las lanchas a motor, cuyos desechos contribuyen a la contaminación del lago y destruyen el paisaje idílico que los visitantes desean experimentar.

Para la serie K’o q’iij ne t’i’lto’ ja juyu’ t’aq’aaj (Hay días que las montañas y los volcanes se acercan), Manuel recolecta los desechos de los motores que inundan San Pedro la Laguna. Para el artista, el petróleo y aceite de motor son la sangre de la madre naturaleza que brota cuando sus entrañas son abiertas de manera violenta por la avaricia y la ambición humana.

Es por ello que, en un gesto poético y renovador, el artista impregna sus lienzos con estos desechos, evocando así los paisajes cotidianos del lago de Atitlán. Estos nuevos territorios funcionan como ofrendas, cuya intención es devolver a la naturaleza la energía vital que le ha sido arrebatada.

Aunque el panorama es adverso debido a la falta de políticas públicas que frenen la devastación de los recursos naturales y el acorralamiento de la población en su propio territorio, y a pesar del uso fetichista de la espiritualidad maya, el pueblo tz’utujil ha sabido mantener espacios de resistencia cultural y política al fusionar la acción política, la práctica de la espiritualidad ancestral y el rescate del idioma materno. Esto establece “una superficie sintagmática del presente donde se pueden ver sintagmas del profundo pasado prehispánico que son los que alimentan la resistencia” (Rivera Cusicanqui, 2015).

Marcha de mujeres tz’utujiles, 2022. Registro cortesía del artista
Marcha de mujeres tz’utujiles, 2022. Registro cortesía del artista
Manuel Chavajay en la marcha de mujeres tz’utujiles, 2022. Registro cortesía del artista
Manuel Chavajay en la marcha de mujeres tz’utujiles, 2022. Registro cortesía del artista
Desechos vertidos en la marcha de mujeres tz’utujiles, 2022. Registro cortesía del artista
Desechos vertidos en la marcha de mujeres tz’utujiles, 2022. Registro cortesía del artista

Lo comunal como resistencia al olvido

Gladys Tzul señala que “para comprender la prolongada, sostenida y agredida lucha de las comunidades indígenas, es preciso leerlas como el resultado de un acumulado histórico de estructuras que gobiernan, defienden y recuperan sus tierras y todo lo que lo contienen” (Tzul, 2019). Y es precisamente en este espacio de resistencia donde las obras de Manuel Chavajay tienen lecturas más amplias.

Escapando del plano discursivo y expositivo, la voz de Chavajay se suma a acciones políticas que operan desde lo comunitario. El 24 de octubre de 2022, en el marco del Día Internacional contra el Cambio Climático, un grupo de 200 personas provenientes de San Pedro la Laguna tomaron una de las principales calles de la Ciudad de Guatemala, llevando consigo toda la basura plástica recolectada del lago de Atitlán (Revista de Negocios Sustentables, 2019).

Estos desechos fueron transportados en canastos y vasijas para ser depositados posteriormente frente a la sede de la Cámara de la Industria y el Congreso de la República. El mensaje era claro: devolver a las industrias y centros de poder toda la contaminación y muerte que exportan. 

La figura de comunidad resulta especialmente importante al estudiar la resistencia tz’utujil. Gladys Tzul dice que “el trabajo comunal es la columna vertebral de la organización de la resistencia, pues es la energía social lo que dinamiza la vida en las comunidades” (Ídem). Es por esto por lo que diluir la figura del artista y la obra de arte es un paso esencial al momento de leer la obra de Chavajay.

Si bien esta resistencia política no puede entenderse dentro de lógicas occidentales de autoría individual, sí permite identificar los aportes que cada miembro realiza a la lucha común. Manuel Chavajay actúa como sujeto mediador que activa códigos visuales que se apoyan en la sabiduría oral del pueblo tz’utujil.

Un ejemplo es la obra comunitaria Remar juntos por el lago que se inauguró en septiembre de 2023. Esta obra consiste en una escultura flotante hacha con remos de madera, cuya elaboración ha contado con la participación de distintos miembros de la comunidad, especialmente de la Asociación de Lancheros del Lago de Atitlán, quienes han donado los remos.

Por último, resulta importante mencionar las ceremonias realizadas por el artista y su familia, quienes cada 20 días, en el día Imox (Día del Agua dentro del calendario maya), se acercan a las orillas del lago para recoger los desechos que inundan sus aguas, ofrendando flores y velas, en un acto purificador en el cual se pide disculpas al lago por el daño que se le ha hecho.

En definitiva, el trabajo de Manuel Chavajay es un festejo a la vida y una denuncia de las consecuencias del confort de la vida moderna. Cada uno de los símbolos que acompañan su trabajo confronta la individualización frenética de la modernidad, invitando a una pausa que permita imaginar horizontes de bienestar colectivo y nos devuelvan a un estado de armonía con la naturaleza.

Ceremonia realizada por el Manuel Chavajay y su familia en el Lago de Atitlán, 2023. Cortesía del artista

Referencias

-Fundação Bienal de São Paulo. (2023). 35ª Bienal de São Paulo – Entre ancestralidades e as diásporas, 35ª Bienal de São Paulo anuncia a primeira lista de artistas das coreografias do impossível. 35ª Bienal de São Paulo. 2023. https://35.bienal.org.br/primeira-lista-de-artistas-coreografias-do-impossivel/

-Guzmán Böcker, C. (1991). Quinientos años de historia, sentido y proyección (L. Zea, Compilador; primera ed.). Instituto Panamericano de Geografía e Historia.

-Herrera Pacheco, M. (2003). Estudios para el desarrollo turístico: San Pedro la Laguna, Sololá. Universidad del Valle de Guatemala.

-Revista de Negocios Sustentables. (2019). San Pedro La Laguna, combate la contaminación por plástico. Revista TQV. Retrieved August 29, 2023. https://www.revistatqv.mx/san-pedro-la-laguna-combate-la-contaminacion-por-plastico/

-Rivera Cusicanqui, S. (2015). Revueltas de indignación y otras conversas (B. d. S. Santos, Compilador; Primera ed.). Proyecto ALICE.

-Tzul, G. (2019). La forma comunal de la resistencia | Gladys Tzul Tzul. Revista de la Universidad de México. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/7a052353-5edf-45fe-a7ab-72c6121665b4/la-forma-comunal-de-la-resistencia

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