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CLAUDIA BITRÁN: TITANIC, A DEEP EMOTION

Por Catalina Córdova Cobos

Al final de la película, después de una larga vida, Rose muere. Entonces, se reencuentra con los pasajeros del Titanic en la pista central del club Ámbar, con un elenco bailando la coreografía de «Oops!… I Did It Again» de Britney Spears al son de «Colgando en tus manos» de Carlos Baute con Marta Sánchez. Este universo bizarro fue el que Claudia Bitrán imaginó al concebir su proyecto multimedia de largo aliento, Titanic: a Deep Emotion.

Esta parodia completa de Titanic de James Cameron se expone en tres pantallas en la Sala Project del Centro Cultural Matucana 100. Rodada con animaciones, botes inflables, maquetas, telones pintados, equipos de nado sincronizado y un sinfín de medios, incluido el streaming de la plataforma Zoom, es el resultado de una década de trabajo de la artista chilena asentada hace varios años en Nueva York.

Junto a las pantallas, se exhiben los storyboards, escaletas, bocetos de vestuarios, pequeños bastidores pintados para diferentes secuencias, cajas de tintura para el cabello de Rose, fotografías y más artículos que dan cuenta de las etapas de producción y realización, el tras bambalinas de esta hilarante película-performance.

Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion». Vista del montaje en Matucana 100, Santiago, 2024. Foto cortesía de la artista
Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion". Vista del montaje en Matucana 100, Santiago, 2024. Foto cortesía de la artista
Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion». Vista del montaje en Matucana 100, Santiago, 2024. Foto cortesía de la artista

El proyecto comenzó en 2014 en Nueva York. “Yo quería crear una obra que abordara la cultura popular; no solo un simple comentario, sino vivir la experiencia de ser Rose y vestirme como ella. Tenía el deseo de dar vida a algo que fuera como un monstruo vívido de la cultura popular”, recuerda Bitrán (Chile, 1986).

A los 11 años vio la película por primera vez en el cine Olimpo de Viña del Mar, donde volvió varias veces a verla nuevamente. Poco a poco se fue interiorizando más con el filme, memorizando los diálogos, aprendiendo cómo hicieron los efectos especiales, investigando datos freak sobre la película y el accidente en sí. Todo esto, sin aun sospechar que estaba en la antesala de lo que sería Titanic: a Deep Emotion.

“Al principio no tenía ni un peso. Durante los primeros dos años del proyecto, mis amigos y gente del mundo del arte me decían: ¿qué estai’ haciendo?”, recuerda Claudia, quien estudió arte en la Universidad Católica y posteriormente un Máster en Pintura en la Rhode Island School of Design.

A pesar de los cuestionamientos, la artista estaba determinada a seguir. Siempre como Rose y directora, sin repetir los medios ni la forma de trabajo, esta gran performance fue avanzando hasta completar el montaje de la película poco antes de abrir la muestra el pasado 20 de diciembre.

Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion. Registro de producción por Sebastián Utreras. Cortesía de la artista
Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion». Registro de producción por Sebastián Utreras. Cortesía de la artista

La parodia de Titanic viene del interés de Bitrán por el mundo de la cultura pop, especialmente aquella que la rodeó en su adolescencia. “Yo quería hacer un trabajo sincero que reflejara mi fascinación por estos espectáculos. Al mismo tiempo, buscaba un tipo de humor cándido, como mostrar los aspectos ridículos de estas narrativas tan heteronormativas y predecibles”, comenta.

De la parodia, le atrajo la libertad y la flexibilidad que ofrece, además de la posibilidad de utilizarla como canal expresivo para abordar otros temas, como el rol de la mujer en el cine.

La primera persona que realizó una película sobre el Titanic fue una actriz que viajaba en primera clase y sobrevivió al hundimiento. Dorothy Gibson escribió un guion de 10 minutos para una película silente titulada Saved from the Titanic (1912), la cual fue objeto de grandes críticas a pesar de su éxito con la audiencia. El filme, actualmente, se encuentra perdido.

“Nadie la conoce ¿cachai? Y yo estoy -ojalá- tratando de ser ella. No sé si suena coherente, pero cuando leí sobre Dorothy Gibson todo me hizo sentido. La criticaron un montón, y a mí, durante los dos primeros años de trabajar en el proyecto, también me criticaban mucho en el círculo artístico”, recuerda Claudia.

Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion». Registro de producción por Sebastián Utreras. Cortesía de la artista

Frente a los prejuicios, la artista defiende la necesidad de considerar estos temas dentro del discurso artístico debido a la influencia que ejercen en las sociedades. A lo largo de esta década de trabajo, ha observado cómo la cultura popular está ingresando lentamente a los espacios de arte. “Estas cosas nos fundan y nos educan de malas maneras o de buenas maneras, nos dan esperanza, nos dan entretención, nos transmiten unas nociones de identidad de género muy raras”.

Titanic: a Deep Emotion destaca cómo una mujer, Claudia Bitrán, se embarca sola en la misión de rodar una película que, para su estreno, fue la más costosa de Hollywood. Bitrán asume los roles de directora y montajista, personifica a Rose y experimenta con su cuerpo para adaptarse a los diferentes intérpretes de Jack.

La icónica escena del beso en la proa del barco se recrea con 40 Jacks distintos, lo que, junto al hecho de asumir diversos roles clave en el proyecto, pone de manifiesto cómo Bitrán desafía los estereotipos de género que históricamente han limitado la participación de las mujeres en roles de liderazgo y creatividad en la industria cinematográfica.

Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion". Registro de producción por Sebastián Utreras. Cortesía de la artista
Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion». Registro de producción por Sebastián Utreras. Cortesía de la artista

Del proceso, la artista destaca especialmente el trabajo con niños y adultos mayores, actores no profesionales. Llama la atención el incidente del Titanic inflable, que comenzó a desinflarse mientras Claudia grababa a un grupo de niños jugando en él; las imágenes de los menores siendo evacuados fueron conservadas e incluidas en el montaje. También resaltan las escenas de Rose mayor, interpretada por varias mujeres que continuamente se equivocan en los diálogos o los inventan

Toda la parodia fue rodada cuadro a cuadro, excepto por la última escena, donde el sueño de Rose se convierte en el de Claudia. Con el respaldo de un Fondart y de la mano de Lucas Engel (Los Huesos, 2021; Golpe a Golpe, 2022) en la producción, el momento en que originalmente Rose vuelve a encontrarse con Jack en el Titanic fue reinterpretado como un videoclip.

Francisco Visceral pintó los telones según las indicaciones de la artista a través de Zoom. Además, se convocaron varios actores de la escena teatral nacional: Carlos Donoso interpreta a Mr. Andrews, Gabriel Urzua a Jack, y Gabriel Cañas a Fabrizzio.

Claudia Bitrán, “Titanic, a Deep Emotion. Registro de producción por Sebastián Utreras. Cortesía de la artista

Por supuesto, Claudia Bitrán no contaba ni remotamente con un presupuesto similar al de James Cameron para su obra. “Al principio no tenía ni uno; esos dos primeros años, nadie me prestó atención”, cuenta.

Después, ganó una beca para cine experimental de la fundación Jerome en Estados Unidos, seguida de otro fondo que le permitió traer la muestra al MAVI UC en 2016. Luego siguió un periodo de residencias, incluida una en Nuevo México, donde conoció a Paul-Henry Nargeolet, un explorador del Titanic que había trabajado junto a Cameron y que falleció recientemente en la implosión del submarino Titán. Durante la pandemia, continuó el proyecto sin financiamiento, y tras comenzar a trabajar con Lucas Engel logró adjudicarse los fondos a través del Ministerio de las Culturas.

Titanic, a Deep Emotion estará en Matucana 100 hasta el 28 de enero. Luego, Bitrán espera que la muestra pueda circular tanto en Chile como en Estados Unidos, donde fue rodada principalmente, a la par que trabaja junto a Engel en un documental experimental sobre el mismo proyecto.

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