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SE APAGÓ EL ICONO GAY DE LA VENEZUELA SAUDITA

El mundo del arte venezolano está llorando la muerte de Fran Beaufrand, fotógrafo y faro del glamour en la Caracas Mortal[1]. Falleció el pasado viernes 15 por un paro respiratorio asociado a un cáncer.


Yo no quería mirar la realidad, sino otra realidad que es la realidad personal

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Fran Beaufrand. Contactos de Stayfree para la portada de URBE. Cortesía: Tita Beaufrand
Fran Beaufrand. Contactos de Stayfree para la portada de URBE. Cortesía: Tita Beaufrand

Cuando hablamos de Fran Beaufrand, el gran público relaciona su nombre con lo mejor de la fotografía de moda venezolana, y quizás al arquetipo de sofisticación gay heredada de los 80. Pero ¿cuál fue el aporte de este icónico personaje a la cultura visual de este país y al imaginario gay latinoamericano?

Beaufrand incrustó la mirada gay en la cultura visual venezolana, una mirada gay que nos sumergió en las capas más profundas de la refinación tropical. Su obra se mueve al ritmo de un merengue entre lo más experimental de la fotografía de moda (trabajando para titanes como Halston o Margarita Zingg)y las campañas publicitarias para grandes marcas como Motorola, Ford, Chivas Regal, Pirelli, Movistar o Smirnoff.

No voy a mentir, Fran y yo no fuimos tan íntimos. Casi nunca estuve en sus fiestas legendarias, somos de generaciones distantes y nuestra forma de entender la poética homosexual es casi divergente: él desde la lógica gay, yo desde lo más político del cuerpo queer[2]. Pero siempre lo quise en silencio, lo admiraba y en los últimos años mi curiosidad por entender lo contemporáneo en Venezuela me acercó a él, a su suavidad, su generosidad y sus comentarios atinados. Gracias a él recopilé información fundamental sobre los fotógrafos de su generación muertos por consecuencias del VIH; siempre jugamos diciendo que era “inmortal”. Desde ese lugar nace este relato.

Él forma parte de la primera generación de artistas en sacar del closet a la poética marica, dibujando un “savoir faire” lúgubre y tropical que caracteriza la estética de nuestros artistas queer.

Fran Beaufrand. Criminal Love, Caracas, 2000. Cortesía: Tita Beaufrand
Fran Beaufrand. Serie Retratos (Battoni). Cortesía: Tita Beaufrand

Acto 1: Amar el cuerpo criminal, primer paso para superar el canon de la fotografía documental.

En el caso de la fotografía homoerótica: si bien las primeras imágenes que exploran la sensualidad masculina en Venezuela pueden ser atribuidas a la lente de Alfredo Boulton y José Sigala, ambos están asociados a ciertas intenciones documentales. A finales de los setenta los fotógrafos jóvenes se alejan del sentido documental que había caracterizado el medio, interesado en mostrar paisajes naturales o las radicales desigualdades sociales del país, para adentrarse en una dinámica posmoderna en pro de búsquedas de carácter más simbólico y subjetivo.

Los artistas contemporáneos responden al formalismo estético de la modernidad con una revisión sistemática del yo, al punto de que algunos asumen abiertamente su sexualidad liberando sus intenciones homoeróticas desde la fotografía. En este periodo aflora entre nuestros artistas un estilo fotográfico que asocia al homoerotismo con el misterio y cierta psicología oscura en los personajes. Es el caso de Julio Vengoechea, Elena de la Ville, Luis Álvarez, Luis Salmerón y nuestro querido Fran Beaufrand.

Durante la década tórrida de bonanza petrolera (de los 80), en Venezuela los artistas locales comenzaron a problematizar su cuerpo y su propia existencia con una refinación criolla, la cual nos acercó más al imaginario de Nueva York que al latinoamericano. El discurso moderno marcaba una estética oficial con mirada eurocéntrica. El país funcionaba aparentemente bien, nadie quería problemas, ni siquiera nuestros artistas conceptuales, puesto que casi todos veneraban un valor supremo: la belleza. Esto llevó a nuestros artistas a desarrollar obras sugestivas, donde el deseo homosexual era representado desde metáforas cargadas de símbolos encriptados y alto contenido poético (situación radicalmente distinta al resto de América Latina, donde la imagen del cuerpo homosexual o trans en el arte suele estar marcado por una estética festiva).

En la década de los ochenta surge un empeño por retomar, hacer visible, el cuerpo humano, amando su complejidad psicológica, consecuencia quizás, en este país, de una saturación política del arte moderno y, a la vez, de su neutralización social como elemento ornamental y abstracto en las artes triunfantes de la Venezuela petrolera. Retomar el cuerpo es también tomar conciencia de que éste es una ficción política y asumir su poder de disidencia desde la más estricta intuición, liberándose de dogmas sociales, religiosos o espirituales.

Fran Beaufrand. Serie Blur (Desnudo). Cortesía: Tita Beaufrand
Fran Beaufrand. Serie Blur (Enmascarado). Cortesía: Tita Beaufrand

Para mí era importante mostrar otra manera de hacer y de mostrar imágenes, era necesaria la vuelta al estudio, la construcción del escenario, la mirada íntima, introspectiva[3].

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Se inició en la fotografía a finales de los setenta, en un escenario nacional donde lo que teníamos como referencia era la fotografía documental, y el oficio de fotógrafo era principalmente asociado al de reportero gráfico:

“Aquí todos los fotógrafos tenían que asumirse como machos para hacer fotografía, aquí la mariquita no tenía cabida dentro del mundo fotográfico, no era un espacio para locas, era un espacio dominado por el universo masculino… Quebrar ese muro fue un trabajo que se inició en los 80. Cuando comienzo a hacer imágenes me intereso más por una fotografía intimista, me intereso por crear escenarios, por recrear espacios y no por buscarlos afuera; era ir en contra de la tradición […] Mi mirada iba más allá de eso que tenía frente a mis ojos, quería buscar algo que estuviera más conectado al inconsciente y con mis inquietudes […] Nosotros sabíamos el valor de los fotógrafos que nos precedían, admiramos a Boulton, a Gasparini, a Sigala, pero estábamos interesados en ir hacia nuevas ideas, y así fue como sucedió […] Yo conectaba más con lo que veía afuera, comencé a seguir fotógrafos americanos y algunos europeos que estaban en esa onda de la vuelta al estudio; yo no quería mirar la realidad, sino otra realidad que es la realidad personal”[4].

Así, Beaufrand explora un universo denso, oscuro, donde los cuerpos superan el homoerotismo y el deseo para arrojar la luz sobre personajes que evitan ser deseados y afloran un universo psicológico ambiguo.

En 1982 envió un autorretrato travestido a la primera Bienal de Fotografía de Caracas, pero no era un simple cuerpo de hombre vestido de mujer; era una especie de criatura nocturna, agresiva y enmascarada, que marca la violencia contenida de un cuerpo disidente. Un cuerpo que asesina al cliché de la marica alegre y frágil.

“Cuando pienso en mi trabajo de los inicios, recuerdo que a mí me interesa el tema homoerótico, pero de una manera mucho más amplia, y quizás otros temas ligados al mundo queer: está muy presente la idea de la androginia, criaturas ambiguas… está también presente la idea del travestismo. Hay tanto en mis autorretratos travestidos, como en otros personajes travestidos, donde lo masculino es evidente, donde no se está recreando al drag más bello, sino lo contrario, sale a relucir ese lado masculino que no termina de ocultarse. Yo creo que allí mi exploración se convierte en algo un poco más amplio. Me interesa el tema gay con todas sus variaciones y esa parte oscura que mencionas también. Creo que tiene que ver con la idea del fetiche, el sado maso y ese culto por esa manera de entender el placer, el sexo, las relaciones a través de la sumisión. El dolor, el fetiche eran temas que estaban en el aire y los capto, los traduzco en mis imágenes […] Era una manera de decir que hay que mirar y detenerse sobre esto que nos está hablando de otras formas de vida que también son válidas, que también hay que admirarlas”[5].

Todo eso está planteado en su primera etapa de los años ochenta.

“El tema de lo ambiguo, el tema de la belleza no perfecta, el travestismo está presente a lo largo de mi trabajo, es allí donde podemos hacer las primeras lecturas. En los inicios está la serie titulada In Memoriam, que es una mirada al pasado, a los pioneros de la fotografía, a la fotografía de estudio. Es una revisión frente a los referentes que yo tuve, desde Julia Margaret Cameron hasta Irving Penn. Esa serie de los ochenta recrea también todo un mundo homoerótico”[6].

El tiempo fue depurando estas intenciones en su obra, para adentrarse cada vez más en la sublimación del cuerpo como objeto de deseo para la industria de la moda, al punto que al pasar de los años Fran se convirtió uno de los principales lentes de la fotografía de moda en Venezuela.

Fran Beaufrand. Fotografía editorial de moda. Cortesía: Tita Beaufrand
Fran Beaufrand. Fotografía editorial de moda. Cortesía: Tita Beaufrand
Fran Beaufrand. Fotografía editorial de moda. Cortesía: Tita Beaufrand
Fran Beaufrand. Fotografía editorial de moda. Cortesía: Tita Beaufrand

Acto 2: Del darkroom[7] a la fotografía de moda.

«Mi trabajo en el campo específico de la fotografía de moda es un trabajo autoral. Es allí donde yo he desarrollado parte de mi obra, es allí donde he desarrollado conceptos e ideas que están ligadas a mi reflexión sobre la fotografía”[8].

En los años 80, Fran exploró una sensualidad rara que nace de la oscuridad del imaginario fetichista gay. Luego, cuando se dedicó a la moda esta visión del cuerpo evoluciona. Algunas de sus imágenes icónicas recrean inquietantes mujeres como criaturas de la noche, antidivas de una corporalidad casi masculina que posan descompuestas sobre la Caracas moderna, otorgando nuevas capas al brutalismo del concreto. Estas mismas criaturas, en algunos casos, aparecen frente al lente como espectros en la serie Blur (fuera de foco), donde no buscaba otra cosa que “deconstruir lo predecible” y “sublimar el error.” 

En cada uno de sus proyectos de moda marcó las pautas de un culto al glamour impregnado de modernidad. Algunos dicen que fue él quien nos reconcilió con el glamour petrolero, y fue él quien refundó el imaginario colectivo de la Caracas moderna, al traerla de vuelta con sus editoriales de moda en la Villa Planchard, El Hotel Humboldt o Casa Caoma.[9] También fue él quien refinó la imagen rural, al recrear naturalezas muertas con nuestro paisaje tropical.

Fran Beaufrand. Serie In Memoriam (Flor en corona). Cortesía: Tita Beaufrand

Acto 3. Cierre del telón: Repensar el glamour, continuar el camino iniciado por Fran.

Fran se apagó, y junto a él se disuelven los ecos de una ciudad perdida, esa estética gay que defiende lo sublime, lo sofisticado, la alta cultura y todo eso que sobrepasa la vulgaridad humana.

Es el momento de revisar con admiración y sentido crítico su legado. Es desde sus imágenes que las generaciones más jóvenes debemos construir nuestros métodos de subversión, acordes al presente, para existir llenando las fisuras del mundo del arte con nuestra poética marica. En la Caracas de hoy, estos métodos de subversión heredados de la sofisticación gay se quedaron sin espacio. Ahora la subversión quizás sea queer, híbrida, como un noise que surge desde las ruinas de nuestra Venezuela saudita.     

Gracias Fran, por ser tan divinamente subversivo….

*Recopilar estas imágenes fue posible gracias a la complicidad de Aaron, ángel inseparable de Fran.

Fran Beaufrand. Autorretrato. Salón de Jóvenes Fotógrafos del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Ímber, Caracas. Cortesía: Tita Beaufrand

[1] Término acuñado a finales de los 80s por Edgar Carrasco y Omer Breton. Hacía referencia a unas fiestas claves para el underground caraqueño.

[2] El término queer nace a partir de la apropiación de un insulto como método de empoderamiento. El movimiento queer es post-homosexual y post-gay. Lo queer es una construcción híbrida y no binaria del género que se rebela frente a la naturaleza biológica, se aleja del arquetipo masculino o femenino, hombre máquina, humano criatura y según su presencia en el espacio público adquiere mayor o menor peso político.

[3] Fran Beaufrand. Entrevista telefónica realizada por Rolando Carmona. Enero, 2021

[4] Fran Beaufrand. Entrevista telefónica realizada por Rolando Carmona. Enero, 2021

[5] Fran Beaufrand. Entrevista telefónica realizada por Rolando Carmona. Enero, 2021.

[6] Entrevista de Lorena González a Fran Beaufrand para @culturalestilo

[7] Cuartos oscuros para sexo anónimo, populares en los bares gay.

[8]  Entrevista de Lorena González a Fran Beaufrand para @culturalestilo

[9]  Palabras de la Ana Kahn, ex-editora de la revista de Moda Complot.

Rolando J. Carmona

Venezuela/Francia. Curador independiente. Su trabajo se centra en teorías y prácticas artísticas que cuestionan visiones del mundo antropocéntricas y binarias desde una perspectiva interseccional, con énfasis en el arte basado en medios derivados de la cultura post digital. En esta línea, sus proyectos actuales reflexionan sobre IA, ecosistemas híbridos y arte queer latinoamericano. También está preparando la publicación “CUELPA Rebelde”, una revisión de la contemporaneidad en Venezuela desde la lógica queer.

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