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MÁXIMO CORVALÁN-PINCHEIRA: TEJADO DE VIDRIO

Por Zara Stanhope*

Todo en la tierra se encrespó, la zarza
clavó y el hilo verde
mordía, el pétalo cayó cayendo
hasta que única flor fue la caída.
El agua es diferente,
no tiene dirección sino hermosura,
corre por cada sueño de color,
toma lecciones claras
de la piedra
y en esos menesteres elabora
los deberes intactos de la espuma.

Pablo Neruda, Agua


El artista chileno Máximo Corvalán-Pincheira cuenta que hay un dicho en muchos países, incluido el suyo: “Tienes tejado de vidrio”. Su definición puede expresarse como “hipocresía», «moralista hipócrita», «culpa propia»… Se utiliza para acusar al otro de antecedentes generalmente negativos. «No hables mucho, mira que tienes tejado de vidrio». De alguna forma, quiere decir que las cosas no están o pueden no estar resueltas. El nuevo trabajo de Corvalán-Pincheira en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) Quinta Normal, Tejado de vidrio, representa este sacar a la luz las fallas y esas cosas que no deberían estar sucediendo.

La instalación está situada dentro de un edificio conocido por su historia de aspiración a educar y elevar a la población. Construido a principios del siglo XX para la Sociedad de Ingenieros Agrónomos de Chile, su propósito era ser un instituto enfocado en la educación científica, en el manejo de suelos y producción de cultivos, y era conocido como el Palacio de Versailles.

En 1934 pasó a formar parte de la Universidad de Chile como Facultad de Agronomía, hasta que a mediados de la década de 1970 fue cedido al Hospital San Juan de Dios, ubicado al otro lado de la calle, para su ampliación. Hoy, sus aspiraciones históricas continúan: producir ciudadanos educados y productivos, ser una institución para mejorar la alfabetización cultural, ahora en forma de arte contemporáneo.

Ubicado en el centro de este edificio, Tejado de vidrio comprende una superficie de tierra que se cierne sobre lo que parece ser parte de esta arquitectura. Las plantas devuelven la función colonial de propagar y producir especies botánicas, solo que esta vez están lejos de ser especímenes ideales; más bien, son especies bajas y resistentes que probablemente sobrevivirían sin luz ni muchos cuidados.

¿Por qué la instalación suspende estos elementos fuera de lugar, estas malezas que no deberían sobrevivir al interior y que lucharán por vivir temporalmente en el museo? Al igual que con Neruda, Corvalán-Pincheira ve razones por las que deberíamos estar atentos al significado que esta naturaleza acarrea dentro de este lugar y fuera de su contexto. Esta naturaleza tiene este significado sólo dentro, en este lugar de estado floreciente.

Máximo Corvalán-Pincheira, Tejado de vidrio, 2023. Vista de la instalación en el MAC Quinta Normal, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

GRIETAS EN EL VIDRIO

Corvalán-Pincheira es conocido por realizar arte que ha criticado los actos antidemocráticos infligidos a los ciudadanos de su país, particularmente la historia de Chile durante la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet (1973-1990), pero que también tiene un significado más allá de este lugar e historia específicos. El Estado se ha presentado simbólicamente como una fuerza autoritaria en su trabajo, una autoridad imparable, capaz de dictar el control sobre una nación de personas que permanecen abstractas y sin voz.

Una expectativa fundamental de la responsabilidad jurídica del Estado y sus instituciones es velar por el bienestar de todo su pueblo y permitirles una voz individual y colectiva. Esta perspectiva ha sido parte de la comprensión de la democracia desde su definición durante el establecimiento de la ciudad-estado griega (la palabra democracia es una combinación de las palabras griegas «demos», que significa pueblo, y «kratos», que significa poder).

Los pensadores occidentales modernos, como Hannah Arendt, continúan argumentando un entendimiento similar a lo largo del siglo pasado. La ciudadanía se define como la que brinda protección, y el Estado como el órgano que otorga o niega la protección jurídica. Las obligaciones y prerrogativas de la ciudadanía son las condiciones bajo las cuales el Estado y el pueblo deben vincularse jurídicamente.

La práctica de Corvalán-Pincheira reflexiona sobre el carácter provisional del Estado en Chile, que en los años 70 y 80 fue más allá de la comprensión de la mayoría de las personas sobre las operaciones y los límites del Estado Nación como un órgano para acoger y cuidar a sus ciudadanos. En lugar de ser protectoras de su pueblo, las funciones jurídicas bajo Pinochet se convirtieron en derecho de los militares para mantener la maquinaria del Estado.

El ejercicio militar del poder estatal sin moral ni humanidad incluyó el uso de la violencia para negar el derecho a la vida de miles de “desaparecidos”. Las obras significativas de Corvalán-Pincheira pueden considerarse como aquella memoria que se ha preguntado: ¿qué se puede decir de una nación que ha maltratado a los suyos’.

La reducción y desdén por la fuerza de la vida, así como la eliminación de los derechos, cuando los realiza un poder soberano del que se espera que ofrezca seguridad, es el acto más violento y es difícil incluso de imaginar. Pero para muchos en Chile éste es un hecho escrito en el cuerpo y grabado en la mente. Está asociado a los lugares donde los familiares fueron vistos por última vez o esos lugares donde se asume pudieron haber terminado su existencia. Chile y sus ciudadanos siguen acosados y quebrantados por el filicidio, por esta guerra contra los hijos e hijas del Estado.

En su trabajo, el artista sugiere que esta historia reciente sigue siendo una fractura perceptible que atraviesa el país y su gente; nunca lejos de la superficie. El riesgo de que la máquina estatal falle y se comporte de una manera que reabra estas heridas y disminuya los derechos ciudadanos es palpable. Los acontecimientos en todo el mundo en los últimos años han demostrado cuán rápido la supuesta acción protectora del Estado puede convertirse en desprecio por su gente.

Máximo Corvalán-Pincheira, Tejado de vidrio, 2023. Vista de la instalación en el MAC Quinta Normal, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

TEJADO DE VIDRIO

Me atrevo a decir que esta puede ser la primera obra de Corvalán-Pincheira que simboliza la supervivencia, la voluntad desnuda de la vida. Dentro de un hábitat hecho por el hombre, en el Museo de Arte Contemporáneo de Quinta Normal, el Tejado de vidrio de Corvalán-Pincheira es una rareza; una plataforma suspendida para plantas vivas a las que se les pidió sobrevivir en este ambiente interior extraño, en este lugar previamente utilizado para las aspiraciones del Estado.

El título puede aludir también al conocido dicho «El que tiene tejado de vidrio, no tire piedras al de su vecino», es decir, la idea de no criticar a los demás cuando tú mismo distas de lo intachable. Como sitio, la institución de Quinta Normal pretende ser un lugar de pluralidad, ofreciendo una cultura compartida que contribuye a conectar a las personas como un ‘demos’.

Históricamente, los museos se concibieron como lugares de reunión que generarían un «público» (educado), siendo el Louvre de París el ejemplo por excelencia. Por el contrario, Corvalán-Pincheira sabe cómo las personas dentro de su nación se han enfrentado entre sí, cómo la injusticia y la violencia destruyen el sentido de pertenencia a una nación o comunidad política que no puede proteger a sus ciudadanos. Podríamos pensar que Tejado de vidrio está poniendo en uso esta institución de la ciudad, al hacer preguntas radicales sobre cómo un pueblo se convierte en un «nosotros» inclusivo bajo un mismo techo. Además, parece preguntar: ¿Necesitamos un sentido de pertenencia nacionalista?

Tejado de vidrio complica el ámbito institucional al que se enfrenta en Quinta Normal. En lugar de expresar un deseo por un nuevo y brillante nacionalismo, me lleva a pensar que Corvalán-Pincheira está llamando a la empatía como posible reemplazo al sistema de gobierno existente. Por ejemplo, abogar por una comunidad formada en la acción común, ya sea a través de grupos culturales, sexuales, de interés u otras conexiones, en consonancia con ideas como la “comunidades imaginadas” de Benedict Anderson.

Para Anderson, una nación podría constituirse como una comunidad construida socialmente más que legalmente, imaginada por las personas que se perciben a sí mismas como parte de un grupo. Tejado de Vidrio parece fomentar la idea de que el Museo debe ser un lugar para cuestionar la idea utópica de la participación ciudadana en democracia. Un lugar para considerar la democracia sensata en lugar de la parlamentaria, y una esfera pública donde todos los que están bajo su dominio son tratados con igual cuidado, garantizado por la mera condición de ciudadanía y no sólo por la ley. Un “nosotros” colectivo basado en la tolerancia y una reelaboración imparcial del poder. ¿Podría eso incluso sobrevivir?

Las plantas vivas en Tejado de vidrio extienden la referencia a una comunidad política imaginada que incluye el mundo natural. Se puede establecer una conexión con la «materialidad vibrante» de la escritora Jane Bennett, donde la materia y las cosas tienen la capacidad de actuar como cuasi-agentes o fuerzas con trayectorias, propensiones o tendencias propias. No puede haber separación entre las plantas, el agua, las rocas, la espuma, las ciudades y la carne si todos queremos sobrevivir. La materia es un sujeto político en sí mismo al que los cuerpos están inextricablemente entrelazados. «…En un mundo anudado de materia vibrante, dañar una sección de la red bien puede ser dañarse a uno mismo».

El emplazamiento de Tejado de vidrio en el hall central del MAC es importante por varias razones. Específicamente, refleja el tragaluz de vidrio en el techo. Un tragaluz, como lo indica su nombre, tiene el propósito de dejar pasar la luz. Sin embargo, en el pasado estos paneles se velaron deliberadamente con vidrio opaco que rechaza la transparencia -donde cualquier luz que pasa es atenuada y perdida- para borrar las vistas del mundo exterior.

Hace algún tiempo también se cubrió el tragaluz de forma permanente para protegerlo de la intemperie, dando como resultado un vendaje plástico negro sobre el edificio que sugiere una metáfora de las instituciones culturales de hoy. En palabras de Corvalán-Pincheira, el panel era un ‘tragaluz ciego’. Sólo fue descubierto para la exposición a petición del artista.

El tragaluz se cubrió, porque estaba dañado por las grietas de un impacto de hace mucho tiempo que nadie se ha molestado en reparar. Al igual que los humanos, el vidrio se fractura fácilmente por un golpe. Al igual que con un cuerpo, el vidrio debe tratarse con cuidado y respeto. La retención de las grietas recuerda una de las obras más famosas del arte occidental, The Bride Stripped Bare by her Bachelor’s, Even (1915-23), de Marcel Duchamp.

También conocido como el «gran vidrio», fue creado por Duchamp adhiriendo materiales pobres (alambre de plomo, papel de aluminio, un cañón de juguete, polvo y barniz) a paneles de vidrio. Conceptualmente, también propuso que la energía creada por el deseo entre las formas de la Novia y los Solteros generaba un «gas iluminador» que haría girar una rueda de agua, que a su vez impulsaría el líquido hacia el reino de la Novia.

Esencialmente, The Bride Stripped Bare sugiere una frustración perpetua: los solteros nunca logran la realización erótica con la novia. Duchamp dejó incompleta esta obra, decidiendo que debía quedar definitivamente inacabada y considerándola una máquina alegórica. Aparentemente, estaba encantado en 1927 cuando se agrietó en el camino a la residencia de un coleccionista; las fracturas realzaron deliberadamente su simbolismo.

El tragaluz fracturado en la instalación de Corvalán-Pincheira también puede actuar como metáfora para el sistema estatal, un proyecto incompleto que sigue siendo susceptible al absurdo, la irracionalidad y la amenaza. Además, su vidrio, como el de Duchamp, es una plataforma de base para materiales. En este caso, el material es la vida vegetal despreciada como tosca, las malezas. Esta vida ordinaria y desnuda normalmente crece sin la intervención humana. Persiste en formas desagradables que pueden recordarnos otros sistemas. Las plantas están a la vista y son nombrables, pero también, como sugiere Neruda en el poema anterior, escrito durante la agitación política y la calamidad social del terremoto mortal en Chile, son mucho más que una presencia singular. Corvalán-Pincheira, como Neruda, expresa el peligro que conlleva la pérdida.

Máximo Corvalán-Pincheira, Tejado de vidrio, 2023. Vista de la instalación en el MAC Quinta Normal, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

AGUA

“El agua es diferente, no tiene dirección sino hermosura”, escribe Neruda en el mismo poema. Los críticos han identificado esto como una referencia al interés propio del gobierno chileno al momento de escribir este artículo. Sin embargo, la visión de Neruda es más grande que una interpretación singular, y su poema destaca la lucha por la supervivencia y la belleza caótica en medio del mundo natural de la tierra y el agua. Podríamos entender el poema como sugiriendo que la superficie, el color, el reflejo e incluso la espuma del agua encierran muchas verdades si se aplican el tiempo y la voluntad requeridos para reflexionar sobre ellas y reconocerlas.

Incluso la naturaleza sin cultivar también requiere agua para su supervivencia. Corvalán-Pincheira no es ajeno al poder del agua. El agua es depositaria de la experiencia, de la memoria y de la historia en obras anteriores. El agua ha sido iluminada como un sistema artificial incapaz de sustentar la vida y ha sido un espejo negro de oscuridad.

Las instalaciones con huesos suspendidos y acompañadas por el sonido del agua que gotea han creado espacios espeluznantes de mortalidad, memoria y fugacidad (Proyecto ADN). Evocan la violencia del sistema político chileno bajo Pinochet, en especial, la memoria traumática colectiva de los abusos a los derechos humanos y el número aún desconocido de ‘desaparecidos’ que fueron secuestrados por el régimen en su campaña para destruir a los sospechosos de izquierda o elementos “subversivos”.

Clandestinamente es bien sabido que los cuerpos de los secuestrados y asesinados fueron cruelmente arrojados a ríos, lagos y al Océano Pacífico. El agua en Chile está contaminada con esta historia oscura. Una corriente en el trabajo de Corvalán-Pincheira ha sido una respuesta a la pérdida de su padre en la dictadura de Pinochet, y el papel de este elemento en la violencia masiva y la inhumanidad causada por la impunidad del poder. Sin embargo, en Tejado de vidrio la función es sostener la vida, incluso la vida desnuda de las malezas.

Máximo Corvalán-Pincheira, Tejado de vidrio, 2023. Vista de la instalación en el MAC Quinta Normal, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

LA CIUDAD

Todo en ti está vivo y está muerto: el fulgor del
pasto en la aurora y el hilo de voz creciendo en
el diluvio, el feroz amanecer y la mansedumbre,
el grito y la piedra.
Todo mi sueño se levanta desde las piedras y te
mira.
Toda mi sed te mira, el hambre, el ansia infinita
de mi corazón.
Te miro también en el viento. En las nieves de
la cordillera sudamericana.
Allí está la calle en que esperé que amanecieras,
la noche póstuma, el país muerto en el que no
morimos. Allí están todas las heridas y golpes
cuando emergiendo del destrozado sueño volví
hacia ti los ojos y vi las desmesuradas estrellas
flotando en el cielo.
Tu cara ahora flota en el cielo, detrás corre un
río. Hay un hombre muy viejo.
Hay un hombre muy viejo en el medio del río
y tú lo miras
las ciudades de agua en tus ojos

Raúl Zurita, Las ciudades del Agua

Pinochet nunca fue condenado formalmente (fue acusado de asesinato, tortura y secuestro, pero murió antes de que la ley pudiera condenarlo), pero los artistas no permitirán que se olvide la letalidad del excesivo poder estatal de ese régimen y otros actos de violencia en todo el mundo. Un poema de Raúl Zurita o la obra de Corvalán-Pincheira en el Centro Cultural La Moneda, Hacer Agua (2023), sirven de recordatorios de que el terrorismo está grabado en piedra, tierra y agua y nunca es contenible.

En Hacer Agua, el agua parecía filtrarse cada vez más a través de una puerta que conecta las oficinas gubernamentales en el Palacio de La Moneda y el Centro Cultural La Moneda, con la implicación de que la fuerza gobernante se había materializado en tanta agua que rompió la puerta como muro de represa. A lo largo de su duración, Hacer Agua ha sugerido que el poder es un problema arraigado que finalmente conduce al colapso.

Tejado de vidrio destaca de manera similar las grietas en el sistema, aunque este último trabajo tiene significados más amplios como he sugerido. Por un lado, la presencia de materia viva ofrece esperanza para la renovación colectiva. Sin embargo, esta existencia es precaria; las plantas se han enraizado en el lugar riesgoso de un tragaluz de vidrio suspendido en su caída, y requieren riego artificial para sobrevivir. Corvalán-Pincheira advierte sobre la arrogancia y el sentido de autoridad o derecho que los humanos han infligido a la naturaleza y a ellos mismos.

Es un lugar común que el mundo natural ya está en cuidados intensivos, y las extinciones masivas de especies y el aumento de la temperatura y del nivel del mar se deben a la falta de una buena protección por parte de la humanidad. Tejado de vidrio evoca las consecuencias de olvidar que todos estamos interconectados, ya sea como parte de un Estado o como materia. Como sugiere la idea de materia vibrante de Bennett, las fuerzas vitales humanas y no humanas son porosas y dependen unas de otras, y la supervivencia requerirá tratar todas las partes con respeto para alcanzar un delicado equilibrio.

La instalación de Corvalán-Pincheira afirma que el mundo natural está condenado por los sistemas que hemos creado y que parecemos incapaces de desmantelar. Nos insta a pensar en nuestros propios tejados de vidrio y en cómo cada acción individual debe priorizar la rendición de cuentas ante la comunidad global. Con el equilibrio natural en cuidado intensivo, el planeta de tierra y agua sobrevive en contraste con las estructuras existentes que nos han abandonado.

Este trabajo proviene del temor de estar en un punto de quiebre, incapaces de desarrollar nuevos futuros y solo atender los aspectos del pasado que no se han reconciliado. El arte está aquí para recordarnos la urgencia de las grandes preguntas: formas rotas de gobierno, incluida nuestra complicidad individual en las dudosas democracias por venir y la necesidad de atender a futuros saludables antes de que por la inacción colectiva se pierda hasta la posibilidad misma de la poesía.


*Zara Stanhope es directora de Govett-Brewster Art Gallery/Len Lye Centre, ubicado en Ngāmotu, Aotearoa, Nueva Zelanda. Es doctora por la Universidad Nacional Australiana y profesora adjunta de la Escuela de Arte y Diseño de la Universidad AUT de Auckland.

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