
¿CÓMO SE ESCRIBIRÁ MAÑANA?
SOBRE VISUALIDADES POLÍTICAS: FUGAS EN TORNO AL ESTALLIDO
La invención intentaría aquietar el espasmo, el desconcierto entre las cosas, acortar la distancia entre los acontecimientos y la falta de palabras.
Guadalupe Santa Cruz
Al repasar las librerías notamos con espanto cómo los títulos sobre el Covid-19 y la Nueva Constitución han quedado tan fuera de órbita, tan rechazados como obsoletos, apenas sosteniéndose plastificados, con frases que se vuelan como arena, sin ganas de abrirse. Y ahí cerca, quizás en la sección política, o en la de fotografía, en historia, en las crónicas o incluso en la de estética y arte encontramos libros sobre el estallido social. Ahí todavía habla un remezón que no ha podido taparse en la masa informativa de lo que pasó. Habla un enigma.
Como un eco nostálgico, los fragmentos del estallido han calado en las conciencias de modo que aún es un acontecimiento en vías, en proceso de mutación, abierto a lo múltiple. Este libro se ubica en el escenario de una historia de aquellos ecos. Visualidades políticas busca proponer aproximaciones en torno al estallido social, a contramano del olvido o de la queja, como una invitación a mirar después de casi cuatro años.

Como dice el prólogo, Visualidades políticas se origina en una mesa del congreso Latin American Studies Association (LASA) del año 2021, donde Diego Maureira, Lucy Quezada, Vania Montgomery y Alejandro de la Fuente propusieron cuatro lecturas del estallido social desde la teoría del arte, precisamente de los vínculos posibles entre arte y disenso político en los eventos recientes de la historia de Chile. Este campo de acción inevitablemente te empuja a salir del contexto artístico enclaustrado. Salir a preguntar a la creación misma sus límites y sus conexiones.
Es importante notar cómo el comienzo de cada uno de los cuatro textos de Visualidades políticas intenta describir, bajo diversos estilos –como ejercicios de estilo–, una mirada más del fenómeno, sin abarcarlo ni cerrarlo. “El vibrar se hizo más fuerte y más insistente” (p. 27). Inician con un pie que pone en situación, ya sea como documental o crónica, un escenario que aún es chocante, que llega como a retazos.

Diego Maureira escribe en un pie de página que “la escritura sobre el estallido tiende persistentemente a adquirir rasgos propios de la crónica”. Me parece que estas escrituras se deben indudablemente también a sus vivencias. Estamos ante el cruce de análisis y testimonio, formalismo y proximidad. Las preguntas que nacen de este libro son justamente de la relación entre estética y política. Preguntarnos qué significa escribir de un acontecimiento irreductible, cómo escribir sin la ilusión de atraparlo en la síntesis, cómo ser parte o distanciarse, entonces cómo escribir sobre arte, entre la delicadeza y el caos.
¿Cómo escribir? ¿Cómo se escribirá mañana?, me preguntaba en esos días tan álgidos. Este libro te lleva a rememorar. Quizás todo texto que prolonga el estallido lo haga. Una válvula de memoria. La revuelta es el texto imposible porque se teje en los muchos textos. Cada uno es una pieza que propone otra mirada más, cuando había tanto que mirar.
Una clave la da Lucy Quezada en su texto Preámbulos del 18 de octubre: arte en Chile antes de la revuelta. Al repasar producciones artísticas anteriores a la revuelta, se detiene en los bordados de Claudia Gutiérrez, ante todo en su proceso de invención. Destaca cómo estos bordados de paisajes periféricos de la ciudad de Santiago –postulados como “sitios eriazos, viviendas precarias (…) microbasurales”– exigen una técnica particular para la artista, “delicadeza y cálculo” para trazar cada detalle caótico de aquellas escenas cotidianas. El trabajo delicado que exige escribir sobre el estallido social, todavía, con todo su caos expandiéndose en ramas invisibles, fuera de toda figura.

En aquella misma pulsión delicada, la que tantea un fenómeno inabarcable, se teje el arte de este libro. Pulsión que me hace recordar esas lejanas lecturas de Márgenes e instituciones de Nelly Richard. Esa sensación que generaba el tanteo, el ir y venir entre las obras marcadas por el contexto de la dictadura. La insubordinación, el acto de atrevimiento. La invención de un caleidoscopio que permitía mirar las acciones artísticas ochenteras en simultáneo, tan diversas en sus formatos, unidas por un hilo invisible que las relataba mejor que cualquier museo. Aquella era una pulsión de delicadeza ante el caos.
Vania Montgomery nos invita a preguntamos por el escombro. Por todos aquellos rayados que pulularon en el centro de Santiago, así como las prácticas digitales que surgieron para documentar y difundir las graficaciones que fueron borradas por la blanca pintura oficialista. En su título Sublevación líquida sugiere cómo esas prácticas tan efímeras ahora cuentan con una nueva fuerza para pervivir “más allá de los destrozos, barnices y coyunturas”.
Diego Maureira propone un paneo detallado al contexto para situar variados Objetos, cuerpos, vestigios, así como acciones artísticas que se dieron lugar en los meses que siguieron a octubre. Muestra, por ejemplo, el gesto de artistas como Valentina Maldonado o Leonora Pardo, que decidieron a pulso integrar vestigios transitorios de la calle a las obras, con videos que daban cuenta de lo emergente en el mismo campo de batalla, con un talante de fotógrafo de guerra.

Alejandro de la Fuente nos recuerda la fuerza que tuvieron los performances en el estallido: Las Tesis y La Yeguada Latinoamericana. Cómo este Transfeminismo performático ha interpelado las capas dentro y fuera de esos mismos grupos, cómo la coreografía de Las Tesis fue un eco de resonancia que generó una inflexión en la revuelta, cómo la Yeguada con su respuesta performática Estado de Rebeldía ante la represión, exhibiendo colas de yegua, marcó una dislocación a la mirada de los cuerpos policiales en aquellas tardes de lacrimógena. Cómo nos hace pensar en los vínculos estrechos entre creación, acción y protesta.
Este libro no es otro análisis de arte. Tiene ese carácter híbrido: una invitación a visualizar, a rescatar, a volver a lo que vivimos. No podía ser de otra manera. Su valor radica justamente en ser el ensayo de una próxima escritura de arte: proponer la lectura siempre al alero del acontecimiento, sin perder su hilo a la vivencia sensible.

Visualidades políticas. Fugas en torno al estallido
Diego Maureira (ed.)
Enero 2023
Ediciones Metales Pesados
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