BLENDEN: LA PIEL DE LA ARQUITECTURA CAPITAL

La historia de lo ocurrido en octubre de 2019 en Chile ya tiene diversas lecturas y, sobre todo, una gigantesca cantidad de imágenes. Justamente, el análisis y comprensión de los hechos históricos puede ser algo que se produzca desde la observación de las fotografías que los acompañan. Visto así, la interpretación de las imágenes nos abre a la posibilidad de entender la historia como un momento concebido desde la iconografía que la sustenta. El vínculo entre fotografía y documento hace posible gestar un testimonio adelantado de la posteridad, donde aquel instante que acaba atrapado por la cámara pasa a convertirse en el signo para entender una época. Si lo pensamos así, en una fotografía de Robert Capa se nos presenta de golpe la realidad de la Guerra civil española. Es una imagen histórica. ¿Cómo construir una imagen de esa índole? 

Por lo pronto, el estallido de octubre de 2019 fue un hecho fotográfico colosal donde ocurrieron todo tipo de sublevaciones personales con el celular en mano. Entre las imágenes que han servido para destilar el vuelco ocurrido en la historia social de Chile, seguramente, las más elocuentes o socorridas, son las épicas tomas en la actual Plaza Dignidad, ex Plaza Baquedano. Allí aparecen las banderas en el aire, el dramatismo de los brazos alzados, la sublevación popular que se encarama a la estatua de un héroe del pasado más remoto; aquel pasado que ya no tiene sentido.

Y, como comenta Ana María Risco, aparece sobre todo la posibilidad de fotografiarse, de “selfiarse” en plena sublevación como actor principal de la historia. “La revuelta de los signos que trae consigo el estallido social” se expresa bien en la figura del joven mapuche a lomos del caballo de un antiguo héroe militar que, dos siglos antes, había tomado parte en la campaña de “pacificación” de la Araucanía. La historia, más que una revancha, nos propone aquí la posibilidad de poder aparecer en la foto, poder ser parte de la historia. “La imagen”, nos dice Risco, “es entonces también, en algún sentido, el retrato de un espectador que nunca está del todo fuera del orden del espectáculo y las tecnologías que lo organizan” (1).

El punto de visión que nos presentan las imágenes reunidas por la exposición Blenden, del fotógrafo Rodolfo Muñoz (Valparaíso, 1990), apelan a otro modo de inversión para golpear a las puertas de la historia. Totalmente estáticas y bien calibradas, cada una de ellas refleja la estructura material que sustenta las bases del poder económico dominante. Bancos y grandes instituciones relacionadas con la administración de los recursos económicos, aparecen ante la mirada con la solemnidad propia de un retrato decimonónico. Mejor dicho, se muestran con toda seriedad como piezas de la tipología institucional que alberga los organismos de nuestro sistema de poder.

Recordemos el trabajo fotográfico de la Escuela de Düsseldorf que Bernd y Hilda Becher llevaron adelante para recuperar el poder testimonial de la fotografía. Pues bien, buena parte de ese gesto cerebral y agudo está presente en las imágenes que Blenden nos propone. No hay personas, no hay acción, no hay tiempo. Y, sin embargo, al observar las fachadas de estos edificios percibimos de inmediato las bases estructurales del problema que estalló en octubre de 2019. La arquitectura modificada crea un blindaje que termina de convertir en fortines a cada uno de esos edificios que acapara el poder. 

La pesada carga política que cada edificio exhibe en estas fotos se acentúa a través de las planchas que refuerzan y ciegan las ventanas y espacios abiertos al espacio público. Los bancos terminan de completar su cometido como cajas fuertes, lugares inexpugnables donde está encerrado el capital. Solitaria una iglesia, la de Puerto Montt, busca repeler la profanación de los infieles asaltantes que arrojan pintura y rayan sus muros con consignas incendiarias. La observación silenciosa del fotógrafo nos muestra no solo la carcasa de protección ante los asaltos de las hordas movidas por el descontento, sino que también se asoma a la ceguera que provoca el sistema de blindaje.

Como señala Alexis Díaz, curador de la muestra, estas fotografías tomadas en “momentos distópicos de la historia del país, entre una revuelta y una pandemia mundial”, sirven para retratar “un momento que conjuga la arquitectura, el blindaje y el capital”. La transformación de esa arquitectura habla no solo de una forma de protección, sino también de un aislamiento, de una capa impenetrable, de una negación del mundo. El sistema, paradójicamente, aparece aquí como la negación de la realidad. 

No se presagiaba que las cosas fuesen a terminar así en octubre. No se presagiaba que fuesen a terminar siquiera, después de 30 años ininterrumpidos de mandato del mercado neoliberal en Chile. En un país estructurado en la desigualdad, todo funcionaba bajo la aparente calma que mantiene la tensión social mediante una prosperidad hecha de deudas y carencias sostenidas. Y se podía seguir pensando que nada iba a cambiar, que la correlación de inequidades se mantendría… hasta que algo estalló.

Las fotos de Rodolfo Muñoz reflejan, desde la superficie, aquella debilidad sustancial que asoma en las fachadas de los poderes fácticos. Tardaremos en asumir todas las causas de ese momento histórico vivido en Chile, pero estas imágenes ayudan a poner en claro las prioridades del capital y su rígida oposición al curso de los acontecimientos.

(1) Risco, Ana María: “Notas al pie para ‘Una imagen de todos’” en Instantáneas en la marcha: Repertorio cultural de las movilizaciones en Chile. Ediciones UAH, 2021. pp.135-141

Blenden. Blindaje, Arquitectura y Capital, de Rodolfo Muñoz, se presenta hasta el 1° de abril de 2023 en el Parque Cultural de Valparaíso, Calle Cumming 590, C° Cárcel, Valparaíso, Chile.

*Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Línea de Creación Artística, Ámbito Regional, Convocatoria 2022.