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ENTREVISTA A MAYLIN PÉREZ, CURADORA, ASESORA DE COLECCIONES Y DIRECTORA DE LA FOTOTECA DE PANAMÁ

Maylin Pérez es curadora, asesora e historiadora de arte independiente con más de una década de experiencia en el ecosistema económico-cultural de América y Europa, especializada en gestión de proyectos, exposiciones y colecciones a través de redes globales. Con conocimientos en arte contemporáneo y museografía, ha trabajado con artistas establecidos y emergentes, y ha asistido a coleccionistas a construir, organizar y expandir sus colecciones.

Maylin ha colaborado con el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, la Fundación Toledo en México, Fundación Japón, Accor y Paris Photo. Fue curadora de la Fototeca de Cuba y de la Fábrica de Arte Cubano y actualmente es directora y curadora de la Fototeca de Panamá. Además de la fotografía, otro de tus intereses es la tecnología del Blockchain y los NFT como herramienta para establecer y demostrar los derechos de propiedad de un activo en el entorno digital.

Conversé con ella sobre sus proyectos, que como cubana de nacimiento, ciudadana holandesa y panameña de corazón, juegan un papel importante en la conexión del arte de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Europa.

Alejandra Villasmil: Eres curadora, gestora y asesora de artistas y coleccionistas. ¿Nos puedes contar cómo te iniciaste en el campo del arte y cómo se integran y complementan estos intereses dentro de tu práctica?

Maylin Pérez: Mis primeras exploraciones en el arte estuvieron vinculadas a la literatura. Durante la adolescencia escribí y publiqué poesía, impulsada por el Primer Grupo de Mujeres Decimistas en Cuba, Décima al Filo. Siguiendo el camino de las humanidades realicé una licenciatura en Historia del Arte por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, y posteriormente trabajé en el departamento de curaduría y promoción de la Fototeca de Cuba (FC).

Recuerdo que luego de haber estado un año en esta maravillosa institución, se me acercó Nelson Ramírez de Arellano, entonces director de la Fototeca y actual director de la Bienal de La Habana, y me ofreció ser la curadora y encargada de ventas de la nueva galería FotoFac que se iba a inaugurar en la Fábrica de Arte Cubano (FAC) en el 2013. Acepté inmediatamente y desde ese momento comencé a investigar y a desenvolverme más en el mercado de arte, principalmente en la escena cubana, pero con enfoque internacional, pues el coleccionismo dentro de la isla es escaso debido a las circunstancias económicas.

A partir del 2014 comencé a viajar al extranjero y expandí mi networking. Con los años adquirí residencia permanente en Panamá y ciudadanía holandesa, países donde vivo felizmente, sin olvidar a Cuba, por supuesto. Luego abrí mi compañía Art & Travel en los Países Bajos, y llevo más de una década desarrollando mi carrera como curadora y asesora de arte independiente.

Aunque ambos campos se complementan, también tienen sus diferencias. Mientras que la curaduría me permite conceptualizar, diseñar y desarrollar múltiples y transdisciplinarios proyectos de arte en colaboración con instituciones, galerías o corporaciones, en la asesoría asisto a coleccionistas, públicos y privados, a construir, organizar y expandir sus colecciones. En las dos áreas tienen un rol importante la investigación y la educación desde una perspectiva multifuncional e inclusiva.

AV: Veo que desde tus inicios tus intereses tienen que ver con la fotografía. ¿Qué te acercó a este medio? Me da la impresión, revisando las exposiciones que has curado, que es la fotografía en su carácter documental lo que más te ha cautivado. De algún modo, esto lo relaciono con tu paso por la Fototeca de Cuba…

MP: Mi interés por la fotografía comenzó con la curiosidad hacia la cámara fotográfica, entender su funcionamiento desde una perspectiva técnica y no conceptual solamente. El padre de un gran amigo en Cuba era fotógrafo analógico comercial y tenía su cuarto oscuro. Durante varios años, antes de entrar a la universidad, observé el proceso de revelado y me fascinaba el tránsito de una imagen de negativo a positivo. Creo que desde esos tiempos la fotografía atrapó mi atención para quedarse. Definitivamente me acercó mucho a este medio el haber trabajado en la Fototeca de Cuba. Desde allí extendí mi conocimiento de la mano de expertos curadores y fotógrafos que con los años se convirtieron en grandes mentores y amigos.

Tuve mi primer «gran encuentro» con la fotografía mientras asistía al equipo curatorial de la Fototeca en el montaje de la exhibición 50 Miradas de la National Geographic, en el 2012. En la muestra participaron fotógrafos como Steve McCurry con su famosa foto de la niña afgana, Joanna B. Pinneo o Emory Kristof, quien participó en la expedición del descubrimiento del Titanic, entre otros. Mi intervención en la exhibición fue muy puntual, pero recuerdo que a partir de ese momento sentí una conexión especial que me llevó a investigar sobre otros géneros, como es el caso de la fotografía documental y de calle.

Creo que ambos tipos son los más comunes en Cuba, por lo que visité fotógrafos y conocí curadores extraordinarios con una carrera establecida dentro de la fotografía cubana contemporánea, como es el caso de Lissette Solórzano, René Peña, Raúl Cañibano y Grethel Morell. Aunque estoy abierta a colaborar con proyectos de diversos géneros fotográficos, estoy de acuerdo en que la fotografía documental me ha cautivado. Aparte de la influencia latente de la Fototeca, creo que gran parte de ese interés se transforma en el deseo de narrar historias visuales que identifican o, como diría Susan Sontag, coleccionan el mundo.

Negativo original de Carlos Endara, Col. Ricardo López Arias, Fototeca de Panamá

AV: Muchos de tus trabajos los has desarrollado en Panamá, pero sobre eso me gustaría que vayamos conversando más adelante. De momento, me da curiosidad saber si hubo un salto directo desde tu trabajo en la Fototeca de Cuba a la fundación, en 2018, de la Fototeca de Panamá, junto con el fotógrafo Ricardo López Arias y el arquitecto Erik Wolfschoon…

MP: Un salto directo como tal no lo hubo, pero sí tuvo una gran influencia para mí el haber trabajado en la Fototeca de Cuba. Cuando visité Panamá en el 2014 me percaté que la escena cultural era diversa pero aislada, y uno de los sectores que más necesitaba apoyo era la fotografía. Investigué con conocidos y profesionales del medio y no existía una institución dedicada a investigar y promocionar la fotografía en el país. Dos años más tarde conocí al fotógrafo Ricardo López Arias, con quien reiteradamente conversé sobre mi experiencia en la FC y mi interés en crear una institución similar en el istmo.

En el 2018, luego de mi regreso de una exhibición en La Habana, López Arias, quien se encontraba en Barcelona, me llamó y tomó la iniciativa de fundar la primera Fototeca de Panamá. En la reunión participaron el arquitecto Erik Wolfschon, los fotógrafos Pedro Vargas y Alfredo Martiz, quienes abrazaron la idea con entusiasmo y accedieron en aquel entonces a ser miembros de la Junta Directiva, incluyendo a la Doctora Ana Sánchez (Q.E.P.D), esposa de Ricardo.

Procedimos con los pasos para legalizar, inscribir y oficializar la fundación, incluyendo el diseño del branding y las redes sociales. Fue un trabajo en equipo autofinanciado. Hasta la fecha los proyectos que hemos realizado no han recibido fondos del gobierno. En el 2019 realizamos la primera exposición titulada Carlos Endara Andrade. Cien años de fotografías de la ciudad, en colaboración con el Centro Cultural de España en Panamá, Casa del Soldado. Fue la primera gran muestra local gratuita abierta al público.

En el 2020 pensábamos levantar una campaña para recaudar fondos y tener una nueva sede, pero nos fue imposible debido al coronavirus. Me quedé con los deseos de realizar un proyecto internacional y en el 2021 fuimos partners de Paris Photo, colocando la fundación en altos estándares internacionales y compartiendo escena con JP Morgan, Louis Vuitton, Chloé, entre otros. Sentí un orgullo inmenso, pues fuimos, además, los únicos latinoamericanos.

Carlos Endara, Reina del Carnaval de Taboga (“Isla de las Flores”) y espectadores, en 1920, Panamá. Copyright: Fototeca de Panamá. Colección ASU y RLA.

AV: ¿Nos cuentas sobre lo que persigue la Fototeca de Panamá? ¿Qué podemos encontrar allí, y cómo se trabaja y difunde la colección?

MP: La Fototeca de Panamá tiene como objetivo investigar, desarrollar y promover la fotografía en Panamá. También estamos interesados en el establecimiento de vínculos y alianzas profesionales con diversos espacios e instituciones culturales dentro de la comunidad artística nacional e internacional. Actualmente contamos con nuevos miembros dentro de la junta directiva y me desempeño como directora y curadora de la fundación. La sede funciona principalmente como espacio operativo y «casa» permanente de la colección Carlos Endara. Planeamos adquirir un nuevo sitio de exhibición, pero por ahora, el programa se basa en colaboraciones.

La institución posee dentro de su colección, en calidad de préstamos, 5.519 placas originales de vidrio del fotógrafo, pintor y cineasta Carlos Endara (Ecuador, 1865 – Panamá, 1954), que pertenecen a López Arias y, en previo acuerdo, están a disponibilidad de la Fototeca para proyectos puntuales.

Otra parte importante de la colección consiste en aproximadamente 3.000 impresiones fotográficas, que cubren el periodo de 1940 a 1970, ensamblada por el difunto historiador Jorge Conte Porras, y comprada a su hija. A lo anterior agregamos 1.300 negativos digitalizados de las colecciones fotográficas originales de los Archivos Nacionales de los Estados Unidos, en relación con los hechos de enero de 1964, donde se muestran los disturbios en la zona del Canal, controlado por Estados Unidos en su rol de administrador del Canal de Panamá.

También custodiamos 5.000 negativos copiados de las colecciones fotográficas originales del Museo Nacional Archivos de los Estados Unidos, todos relacionados con la invasión del Ejército de los Estados Unidos a Panamá en diciembre de 1989 que derrocó al dictador Antonio Noriega. Aspiramos a seguir ampliando la colección en los próximos años a través de donaciones y compras, incluyendo, además, la fotografía contemporánea. Por el momento ponemos nuestros esfuerzos en realizar un proyecto internacional al año y apoyar la escena local mediante talleres, cursos, conversatorios y exhibiciones.

AV: Para quienes no estamos muy empapados con la fotografía contemporánea panameña, ¿qué artistas están ahora mismo en tu mira y, más ampliamente, qué nos puedes contar sobre la práctica fotográfica de Panamá?

MP: No puedo negar mi pasión por la fotografía documental por lo que te puedo mencionar a fotógrafos como Ricardo López Arias, Sandra Eleta e Iraida Icaza. Por otro lado, en años recientes ha habido un despertar de la comunidad artística en el Panamá, incluyendo la creación de colectivos como Los del Patíbulo o La Junta, así como la extensión de la fotografía hacia otros medios como el video arte y el NFT. Quisiera destacar también la práctica fotográfica de jóvenes como Val Schnack, Enea Lebrun, Tova Katzman y Walter Hurtado, por sólo citar algunos nombres. Por año se realizan algunas exhibiciones, pero todavía hay mucho por hacer para alcanzar mayor visibilidad internacional y mejorar la educación artística, por ejemplo, porque talento hay.

AV: Volviendo a lo que mencionabas, de que la Fototeca de Panamá no ha recibido aún apoyo estatal, pues me parece una pena. ¿Cuáles son tus impresiones sobre esta falta de respaldo a un proyecto tan relevante cultural e históricamente hablando?

MP: Me gusta pensar que la falta de apoyo institucional no es intencional, sino que se relaciona con el funcionamiento general del gobierno, la distribución de fondos a proyectos culturales y las limitaciones cognitivas sobre la importancia que tiene el arte, en especial la fotografía para la sociedad. Cada vez que me he acercado con el objetivo de recibir apoyo o gestionar colaboraciones me han recibido amablemente, pero en la práctica no se ha concretado nada. En sentido general son pocos o casi nulos los proyectos artísticos que reciben fondos del gobierno. Me atrevería a decir que el 90% son autofinanciados, como es el caso de la Casa Museo Endara, que pertenece actualmente a un coleccionista privado y el edificio, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de Panamá, se puede visitar sólo por citas y no siempre está disponible. Es el único espacio físico conservado y autogestionado que perteneció al fotógrafo Carlos Endara Andrade y gran parte del público panameño no lo conoce. Pero volviendo al tema del apoyo estatal, tal vez yo debería insistir más o cambiar mi método.

Proyecto STEAM, Arte y tecnología. Ingenieros de la compañía TECNASA, en Panamá, construyeron una instalación con materiales reciclados y wifi portable. Curadora Maylin Pérez

AV: Me imagino que además debe ser complejo hacer lobby institucional siendo extranjera, mujer… Tu vives en La Haya, eres casada y tienes un hijo de 7 años. ¿Cómo ha sido para ti desenvolverte en el campo del arte en Europa y Estados Unidos, como mujer, madre y extranjera? ¿Sientes que ha sido un impedimento en algunas circunstancias?

MP: Trato de mantener mi vida privada lo más alejada posible de las redes y el trabajo; sin embargo, no creo que se puede separar una cosa de la otra.

El mundo del arte es muy complejo y posee estructuras jerárquicas de poder que todavía no están diseñadas o, mejor dicho, no son lo suficientemente inclusivas para las mujeres, emigrantes o madres. En mi caso, que soy las tres cosas, te diría que siempre me ha caracterizado un espíritu emprendedor (eso me viene de Cuba) y de renovación constante, no importa dónde me encuentre o cuáles sean mis circunstancias.

He tratado siempre de utilizar mi ritmo de vida internacional para agregarle valor a mi trabajo, sea en Europa, Latinoamérica o Estados Unidos; pero cada región tiene sus peculiaridades y todavía me tropiezo con escenas racistas, discriminatorias o xenófobas. En mi caso, me ha sucedido que no «encajo» en el perfil de algunas instituciones, por ejemplo, porque no «aparento» ser ni madre, ni emigrante ni mucho menos caribeña. Me refiero a aquellos organismos que tienen una agenda política que cumplir por la presión mediática actual o que simplemente deben apoyar a otros perfiles por una causa más justa, lo cual entiendo hasta cierto punto. Nada de lo anterior ha impedido que me desenvuelva plenamente en mi trabajo, al contrario, me ha estimulado a buscar otros caminos con una actitud positiva.

AV: Desde ese lugar, ¿cómo has venido empujando tu carrera como asesora de coleccionistas privados y corporativos? ¿Cuáles son las complejidades de la esfera privada del arte?

MP: Ha sido un camino que involucra mucha disciplina, investigación e inversión; a esta última me refiero principalmente a que cuando se es independiente se trabaja arduo también en la autogestión mediante viajes, marketing, promoción y conexiones internacionales. Lo veo como una inversión completa de tiempo y dinero. Considero que lo más importante es disfrutarlo, pero también tener bien claro el objetivo.

Cada sector dentro del sistema del arte tiene sus particularidades, sea institucional o privado. En este último es importante mostrarle al cliente no solamente conocimiento actualizado sino también ser discreto y tener dominio de estrategias de negocios que van más allá de curar o asesorar sobre una obra. Es un sistema circular porque un gran porcentaje de colecciones privadas que se muestran actualmente en museos están en calidad de donación o préstamo. En ocasiones hay coleccionistas que me han pedido insertar una de sus obras dentro de una colección institucional y en otras la institución ha estado interesada en adquirir una obra de un privado para su colección pública. En estos casos los roles pueden variar y he llegado a ser mediadora del proceso de principio a fin.

AV: El año pasado obtuviste un certificado de Christie’s Education (Londres) en mercado del arte. ¿Qué fue lo principal que aprendiste ahí?

MP: El curso abordó temas específicos dentro del mercado y el ecosistema del arte, como las regulaciones legales y financieras y la situación actual de la industria del arte.

AV: ¿Qué puedes contarnos sobre la transparencia en el mercado del arte? ¿Cómo conseguir que en Latinoamérica el mercado esté más regulado y los artistas reciban sus pagos, y a tiempo, entre muchas otras cosas?

MP: Es un tema complejo pues el mercado de arte internacional no está regulado del todo y eso repercute también en la región latinoamericana. La transparencia en el mercado recae principalmente en la reventa de obras, registro de documentos e inflaciones. Eso ocurre mucho en el mercado secundario, específicamente en el caso de la reventa, en el ámbito tradicional. Son muy escasos los artistas que reciben comisión por cada transacción de su obra o algunos desconocen a compradores que han adquirido sus piezas. ¡Hay casos puntuales cuyas obras han incrementado su valor 10 veces en 2 años y los artistas no pueden controlarlo! La procedencia de la obra debe siempre revisarse a detalle para evitar fraudes. Existe mucha falsificación de documentos y diversos museos, actualmente, poseen gran cantidad de obras falsas en sus colecciones.

Las políticas culturales en Latinoamérica deben explorar aún más la regulación del mercado de arte, variando por países, impuestos y modelos estándares de contratos. Se necesitan mejores leyes de apoyo al arte que generen fondos para la creación y divulgación de la obra.

Sugiero a los artistas que investiguen a profundidad las leyes y decretos que aplican a su profesión. También es importante revisar bien cada contrato que firmen con galerías o dealers, conocer sus derechos y hacerlos valer. Algunos temen a quedarse sin clientes, pero creo que el respeto debe primar ante todo para que el resto de las negociaciones/colaboraciones fluyan armónicamente.

Cortesía: Maylin Pérez
Cortesía: Maylin Pérez
Cortesía: Maylin Pérez
Cortesía: Maylin Pérez

AV: Hace poco publicaste en tu LinkedIn una serie de “predicciones” sobre lo que será “tendencia” para este año en el campo del arte global. ¿Nos compartes algunas de esas reflexiones?

MP: Diariamente reflexiono sobre el arte. Es un ejercicio que me obliga a analizar y a compartir ideas. Es por ello por lo que decidí compartir algunas ideas hace unas semanas, donde considero que este año se realizarán más proyectos sobre el medio ambiente, identidad, género e ideología. El activismo radical seguirá ocupando un lugar importante, principalmente para el criterio institucional y admisiones de propuestas, y el mercado de arte latinoamericano va a tener más presencia a nivel internacional. El coleccionismo va a seguir expandiéndose en la adquisición de obras feministas y multiculturales, pero especialmente artistas indígenas y afrodescendientes. Se van a incrementar proyectos interdisciplinarios con Inteligencia Artificial, NFTs, diseño y arte, siendo los museos un cliente potencial. Fueron diez reflexiones en total, pero estas son las cinco primeras de la lista.

AV: Además de la fotografía documental, otro de tus intereses es la tecnología del Blockchain y los NFT como herramienta para establecer y demostrar los derechos de propiedad de un activo en el entorno digital. Actualmente colaboras como mentora de Vertical Crypto Art Residency, como curadora jefe de la plataforma Curo (Chile) y del pabellón de arte latinoamericano alojado en el Metaverso de DSL-Collection, Francia. También publicamos aquí en Artishock un artículo tuyo al respecto, muy favorable, aunque se ha hablado ya del estallido de la burbuja de los NFT, su impacto medioambiental, entre otras opiniones negativas. ¿Qué te lleva a trabajar en este campo y por qué habría que prestársele más atención?

MP: Desde los inicios entendí el NFT como un medio, una tecnología que permite transparentar el lado gris que por muchos años el mercado de arte ha padecido durante el proceso de compra-venta y de archivo de la obra. Creo que el estallido de la burbuja va más relacionado con la inflación mercantil y el uso del medio desde el populismo. Yo me quedo con el uso práctico y el beneficio de poder usarlo tanto en el arte digital como en la obra física. Por eso me enfoco mucho en el puente entre ambas zonas, pues al final se relacionan. Siempre me ha atraído la ciencia y la tecnología, y lo he intentado plasmar en algunos de los proyectos que he curado. Considero que el arte se beneficia directamente de estos procesos híbridos interconectados siempre y cuando se utilice con las mejores intenciones. Hay muchos artistas que utilizan criptomonedas como Tezos, por ejemplo, que no son tan agresivas contra el medio ambiente como lo es Ethereum. Yo estoy deseando el día en que los NFT encuentren una solución tecnológica de ahorro de energía y tengan menos impacto medioambiental.

Por otro lado, hay museos que ya están utilizando el NFT para digitalizar y archivar sus colecciones, como el Museum of Fine Art de Boston. Pienso que es una decisión progresista que va a permitir mayor accesibilidad y transparencia de la colección. Siempre digo que la tecnología debe estar en función del arte y no viceversa. El presente es mixto, múltiple y transdisciplinario. Me gusta ser parte de esa transformación.

Múltiple, exhibición de Curo en el Metaverso

Alejandra Villasmil

Nace en Maracaibo (Venezuela) en 1972. Es directora y fundadora de Artishock, revista online especializada en arte contemporáneo. Licenciada en Comunicación Social, mención audiovisual, por la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), con formación libre en arte contemporáneo (teoría y práctica) en Hunter College, School of Visual Arts y The Art Students League, Nueva York. Es editora y traductora inglés/español de contenidos sobre arte, trabaja en campañas de difusión y escribe regularmente para publicaciones, galerías y artistas de América Latina y El Caribe.

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