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PONER EL CUERPO. SOBRE “TALA», DE MELIZA LUNA VENEGAS

Por Paulina E. Varas

Tala. Serie de obras sobre el bosque, de la artista, cineasta y educadora Meliza Luna Venegas (Talca, Chile, 1991), puede ser un desafío a sentir la fuerza que aún tenemos para resistir el presente y soñar con mundos por venir. Nos invita a prestar atención, a defender los territorios, los cuerpos, nuestros modos sociales que aún quedan como un recuerdo. La serie está compuesta de diversos materiales sensibles que nos susurran con insistencia la posibilidad que aún tenemos de realizar acciones y gestos cotidianos de insurgencia que puedan ayudarnos, como un llamamiento, a seguir con vida en momentos de catástrofe. Vemos un mapa con incendios forestales, el cuerpo afectado, un cuerpo que siente. El fuego transmutador acá funciona como un incendio intencional devastador de formas de vida. El fuego, nos advierte la artista, es en realidad utilizado como una forma de talar los bosques para el extractivismo maderero.

¿Hasta cuándo?, podemos preguntarnos al ver la serie de obras. ¿Hay límite para la devastación de nuestros territorios ambientales, sociales y subjetivos? Devastación que se lleva vidas, como nos muestra Una astilla en el corazón, un performance que pone el cuerpo de la artista como receptor de esas violencias que soportamos como memorias punzantes en nuestras existencias sociales. Solastalgia es un neologismo que se ha utilizado para describir la angustia y el estrés que genera en las personas la devastación medioambiental. Las personas que han padecido crisis de pánico o angustia en ocasiones señalan como un síntoma que su corazón se acelera o funciona mal. Ahora pienso que Una astilla en el corazón puede ser una buena manera de representar esa angustia que genera en nuestros cuerpos sensibles la devastación de nuestros entornos naturales.

Fotograma del video «Una astilla en el corazón», 2021, de Meliza Luna Venegas. Fotografía por Cristina Daza e Ignacio Martínez
Meliza Luna Venegas, Fotograma del video Lagar, 2015-2021). Fotografía: Meliza Luna y Andrés Martinoli

El video de Meliza muestra ese impacto en nuestros cuerpos de la producción desmedida de las madereras. En el video solo hay sonidos de las máquinas; el cuerpo de la artista, que está en el cerro de astillas y que caen sobre ella, no emite ruido audible por las máquinas. Ya no hay siquiera la posibilidad de escuchar un grito. Las afecciones en nuestra subjetividad, en lo más íntimo de nuestros cuerpos sensibles y nuestras emociones producto de la política extractiva neoliberal, han sido anticipadas por algunas comunidades y personas desde tiempos remotos. Es un proceso que comenzó hace años y que ha estado en crisis desde hace mucho. Se ha dicho que nuestros cuerpos ya no toleran más. Suely Rolnik escribe: “el planeta se encuentra hoy bajo el impacto de fuerzas vorazmente destructivas –y nosotrxs con él-. Un malestar se propaga por todas partes: son varias las sensaciones que nos arrojan a ese estado1.

Meliza pone su propio cuerpo para recordar esas fuerzas destructivas, no solo del territorio, sino que de otros cuerpos. Los nombres de las personas que faltan, defensores medioambientales, luchadorxs mapuche que han sido asesinadxs y que en muchos casos aún se busca justicia. La lista de nombres al final del video insiste en que las personas desaparecidas o asesinadas bajo estas formas de violencia contemporánea relacionadas con la producción del modelo extractivo son parte de un gran sistema de crueldad con las formas de vida, un sinfín que pone al capitalismo financiero en el centro y no la vida. Pero esos cuerpos que luchan nos recuerdan, incluso con su desaparición o muerte, que la resistencia viene en la medida que podamos poner el cuerpo por aquellos que ya no están.

Meliza Luna Venegas, Cartas a Chile, 2021, en la 15ª Bienal de Artes Mediales, MAC, Santiago. Fotografías de performances por Cristina Daza (35mm). Registro de la exposición: Benjamín Matte
Meliza Luna Venegas, Fotograma del video Cartas a Chile, 2021. Fotografía: Valeria Fuentes
Meliza Luna Venegas, Fotograma del video Cartas a Chile, 2021. Fotografía: Ignacio Martínez

La tierra que queda estéril, los bosques nativos incendiados, los cuerpos de activistas de los territorios asesinados nos recuerdan también que la política extractiva de muerte viene de lejos. La artista vincula su obra Cartas a Chile con una acción de arte del período antidictatorial del artista chileno Elías Adasme titulada A Chile (1982), que nos presenta una relación con los cuerpos de personas desaparecidas por el terrorismo de Estado. El cuerpo del artista cuelga en distintos escenarios dentro de una habitación o en la calle, en la señalética del metro de Santiago. El vínculo de su propio cuerpo con la violencia sobre otros cuerpos nos recuerda cómo estas formas de represión y desaparición no se han ido del todo. Y atender a esa permanencia de las formas de muerte capitalista también potencia otras formas de resistencia de la vida en el presente.

En el video de Meliza, el cuerpo femenino aparece con el torso desnudo exhibiendo sus pechos, colgando de sus pies amarrados de una cuerda en un árbol que la sostiene, junto al mapa de Chile marcado por los incendios intencionales. En otra imagen, la proyección de ese mapa en el cuerpo femenino desnudo. Un Chile quemado, un cuerpo que se exhibe como territorio afectado. El cuerpo femenino en un territorio violentado también se vincula a las formas de representar las violencias que los cuerpos de las mujeres viven en un sistema patriarcal heredado desde tiempos antiguos. La vida se resiste igualmente, a pesar de la complejidad que afecta nuestras existencias.

El pensador y activista Félix Guattari reflexionó en su visita a Chile en 1991 sobre la situación política ecológica y esas complejidades que estamos viviendo hasta el día de hoy. El decía que la lucha medioambiental o social no bastaba, debíamos también volvernos activistas de una nueva subjetividad, y para ello acuñó el término Ecosofía. Escribió un libro en 1989 que también titulaba su conferencia en Chile como Las tres ecologías, o la interrelación entre la dimensión social, la dimensión medioambiental y la dimensión subjetiva. Las tres instancias determinan una lucha macro y micropolítica indivisible. Una pulsión vital acompañada de una ética de vida que defiende lo que queda de la devastación.

Podemos ver en el video el cuerpo femenino que esta vez vuelve al territorio destruido, infértil, y planta un árbol. Y este gesto de una fuerza poética y política tan inmensa implica a la vez correr el cerco que delimita las convenciones sociales de lo que aceptamos o no, y es en sí mismo un grito de vida. La reactivación de los cuerpos, de una sensibilidad que creemos perdida, y que en sencillos momentos de respiración profunda nos emociona en ese espacio de reactivación de la vida, de la mano con la pala que la artista utiliza con determinación. Hacer un espacio para la vida, hacer un hoyo, plantar algo, esperar a que se regenere el suelo, y que se regenere nuestro porvenir.

Meliza Luna Venegas, Cartas a Chile en la 15° Bienal de Artes Mediales de Santiago, MAC, Santiago. Foto: Ignacio Martínez

Además de este video, se realizaron intervenciones gráficas con afiches fotográficos en algunos muros de empresas que están relacionadas con la cadena extractiva de la madera en tres regiones del sur de Chile, en una plaza y un puerto. Las intervenciones fueron realizadas en octubre de 2021 en CMPC Pulp Planta Pacifico, en Collipulli, Región de la Araucanía; en las afueras de la planta de Celulosa Arauco y Constitución, en San Pedro de la Paz, Concepción, Región del Biobío; en la Plaza de Armas de Temuco, en la Región de la Araucanía; en las afueras de Forestal Arauco, Chillán, Región de Ñuble; en la Planta de Celulosa Arauco y Constitución en la Región del Maule; en la Planta Licancel, celulosa Arauco y Constitución, Licantén, Región del Maule; y en el Puerto de Lirquén en Penco, Región del Biobío. En el registro fotográfico se puede ver cómo la artista, junto con otras personas, crean una especie de brigada de señalización de estos lugares, como una especie de “sitios del suceso”. Lugares que son urgentes de marcar y visibilizar porque esas marcas dan cuenta de lo que está sucediendo y que muchas veces queda en el olvido si no es visibilizado. Se trata de “sitios del horror”, en todo caso, sitios que sólo algunas tienen el coraje de marcar.

Sobre esto, recuerdo dos experiencias que trenzo acá con las intervenciones de Meliza. Por un lado, el mapa Aquí viven genocidas del colectivo GAC – Grupo de Arte Callejero, que desde el año 2001 marcaban en el mapa de la ciudad de Buenos Aires las direcciones exactas de quienes habían realizado acciones genocidas en la última dictadura argentina, y que por diversos factores aún estaban en libertad. Y, por otro lado, también recuerdo los Calados para marcar fechas y lugares determinados de la ciudad, de la artista chilena Luz Donoso, quien a fines de los años setenta realizaba stencils, que ella llamaba “calados”, para marcar lugares en la ciudad de Santiago donde se habían realizado detenciones ilegales, centros de detención y tortura, entre otros. Por eso pienso en el coraje de marcar aquello que no siempre puede ser tolerado de ver. Señalizar ha sido una manera de resistir al olvido, de insistir en la vigencia de la marca como un grito. En el caso de las intervenciones que hace Meliza, su propio cuerpo es puesto en las imágenes para reflejar las formas de opresión de la gran cuerpa, del territorio devastado por las prácticas extractivas neoliberales. Su cuerpo se expone como marca del hartazgo, de un murmullo insistente sobre cada uno de los lugares elegidos, multiplicado como una brigada molecular que traspasa fronteras e insiste: “no es incendio, es tala”.

No todo es sobre devastación y muerte en esta serie de obras. Hay en aquella “ternura de los pueblos” que señala el discurso de la primera presidenta de la convención constitucional, Elisa Loncón, un conjuro para nuestro presente, una magia que evoca nuevas formas de resistir y de prestar atención. La ternura como una herramienta política, que también resiste en nuestros cuerpos, en la manera en que cuidamos nuestro entorno, nuestras memorias, nuestrxs hijxs. Se trata de potenciar una ternura radical de cuidados, porque el primer paso para ello es prestar atención y poner el cuerpo, evocando ese ritual sensible con la defensa de la vida que nos propone esta serie Tala.

Cartas a Chile, 2021, de Meliza Luna Venegas. Fragmento de video (Canto I y II). Cortesía de la artista

  1. Suely Rolnik Esferas de insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente, Buenos Aires: Tinta Limón, 2019

Tala. Serie de obras sobre el bosque, de Meliza Luna Venegas, se presenta desde el 25 de agosto hasta el 20 de septiembre de 2022, en la Galería de Universidad Católica de Temuco, Avenida Alemania 0422, Temuco, Chile.

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