LA EXPOSICIÓN EXCESIVA DE LAS PALOMAS

SOBRE “EL ORIGEN DE LA SUSTANCIA IMPORTARÁ LA IMPORTANCIA DEL ORIGEN”, DE MÓNICA HELLER

La criatura es un prodigio. A diferencia de otras de su estirpe, no está ensamblada por fragmentos animales o vegetales como la Medusa o casi cualquier retrato de Archimboldo, sino que está hecha de su propia confluencia espacio-temporal. Calva, de cejas tupidas, ojos enormes, con una colosal teta que le provee de alimento; hija y madre, bebé y adulta; ella es simultáneamente su propio pasado-presente-futuro. La escena que Mónica Heller construye en Autoabastecimiento y que forma parte de El origen de la sustancia importada importará la importancia del origen es densa, por los ecos que establece con múltiples cosmogonías iniciadas por dioses auto-generados, y también con conceptos como la Palingenesia o el Ouróboros, que sintetizan el ciclo perpetuo de creación y auto-destrucción fijado en la serpiente devorándose a sí misma. Incluso es posible ligar Autoabastecimiento a las hipnóticas La Negra y Antropofagia de Tarsila Do Amaral; ambas, tótems primigenios, atávicos, que portan como blasón una inmensa teta.

La lactancia ̶ explícita o implícita ̶ en las obras de Tarsila y de Heller aparece como imagen en el título de esta 59º Bienal de Venecia: La leche de los sueños, elegido por su curadora, Cecilia Alemani, a partir del libro de la fascinante Leonora Carrington. Alemani habla del surrealismo proteiforme de Carrington: “Es un mundo donde todos pueden cambiar, transformarse, convertirse en algo o en alguien más; un mundo liberado, rebosante de posibilidades. Pero también es la alegoría de un siglo que impuso una presión intolerable sobre la definición misma del yo, obligando a Carrington a una vida de exilio, encerrada en hospitales psiquiátricos. Cuando se le preguntó acerca de su nacimiento, Carrington diría que fue el producto del encuentro de su madre con una máquina, lo que sugiere la misma extraña unión de humano, animal y mecánico que marca gran parte de su trabajo”.

Mónica Heller, El origen de la substancia importará la importancia del origen [Autoabastecimiento], 2022, video instalación multicanal, animación 3D. Cortesía de Mónica Heller y Galería Piedras, Buenos Aires

La fusión antropozoomórfico-industrial compone con recurrencia el universo de Heller y suelen ser fábulas más angustiantes que liberadoras; quizás porque no las sitúa en las locaciones arcádicas de la arquitectura gótica sino en emplazamientos urbanos del siglo XXI. Nada más cercano al infierno que una oficina, aunque las empresas de Silicon Valley hayan tenido el impulso de disfrazarlas de fluidez, sustentabilidady benevolencia a través de espacios laborales abiertos, colores vivos, sillones, mesas de ping-pong y barras con golosinas. Pero las oficinas son lugares tristes y desangelados como lo demuestra Heller en otro episodio de Autoabastecimiento, donde un ser de forma humana encerrado entre vidrios transparentes y paneles de durlock, está solo y toma café. El líquido del insomnio brota de su ombligo, como una fuente.

Desvelo y ansiedad también son el núcleo de La era del bruxismo deja a un cuerpo dormido bien informado, el retrato nocturno de alguien que encaja sus dientes chirriantes frente a una pantalla-caja de Pandora que libera demonios verborrágicos y scroll down, ad infinitum. El sueño, bajo la forma de su inquietante espera, aparece en el trabajo de Heller como un quid atravesado por la lógica antagónica productividad–ocio; una dualidad que se remonta a los orígenes de la Modernidad con su instrumentalización del tiempo, que no ha hecho más que acelerarse.

Mónica Heller, El origen de la substancia importará la importancia del origen [La era del bruxismo], 2022, video instalación multicanal, animación 3D. Cortesía de Mónica Heller y Galería Piedras, Buenos Aires

Mónica Heller, El origen de la substancia importará la importancia del origen, 2022, video instalación multicanal, animación 3D. Cortesía de Mónica Heller y Galería Piedras, Buenos Aires

La eficiencia se presume insomne. Resulta curioso encontrar que en Google la segunda búsqueda que aparece después de escribir el nombre del dueño de Amazon es ¿cuántas horas duerme Jeff Bezos? (parece que duerme ocho). En Late Capitalism and the Ends of Sleep, Jonathan Crary brinda un panorama fiero sobre las ansias de disponibilidad plena para el consumo y el trabajo gracias a las horas expropiadas a Morfeo. Este marco hace propicio otro resurgir del Antagonista, que está en constante estado de latencia y es abordado así por Octavio Paz: “Lo que distingue al romanticismo y al surrealismo del resto de los movimientos literarios modernos es su poder de transformación y su capacidad para atravesar subterráneamente la superficie histórica y reaparecer de nuevo. No se puede enterrar al surrealismo porque no es una idea, sino una dirección del espíritu humano”[1].

El Surrealismo, evocado en la conceptualización de la presente Bienal de Venecia, es un territorio en el que Heller se inscribe a través diversos procedimientos y asociaciones; en este último sentido se encuentra la comunidad creativa de Geometría Pueblo Nuevo que integra junto a sus colegas María Guerrieri, Paula Castro, Cotelito, Clara Esborraz, Constanza Giuliani, Ariel Cusnir, Mariana López, Marcelo Galindo. Pero cuando con sentido del humor absurdo desmonta lenguajes y crea juegos de palabras, el surrealismo de Heller se delinea con claridad.

En otro video que integra El origen de la sustancia importada importará la importancia del origen una paloma planea por el centro de una ciudad y monologa: “Me gusta jugar y escribir obras, me encanta escribir, esperar, decidir, simular, todo se juega con alguna relación, cualquier historia se termina si se consigue la cantidad suficiente de gusanos para el caso por lo que él se convierte en apenas un conocido, aunque gana mucho dinero… Un cachorrito de California que llegó por casualidad al campo para que lo probemos… Está soplando fuerte el viento de mi círculo de gestión”. El soliloquio es largo, a veces gracioso, siempre desconcertante. La paloma inventa su habla a través de traductores online, bots, frases hechas, más de una punzante; entonces el lenguaje se destroza y el alfiler surrealista pincha.