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MANUEL SOLANO: HELIPLAZA

[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]

Entre el 5 de septiembre y el 6 de noviembre de 2021, Pivô, en São Paulo, presentó la primera exposición de Manuel Solano (Ciudad de México, 1987) en Brasil, compuesta por una serie de obras recientes inspiradas en la estética de los centros comerciales y recuerdos de su juventud.

Manuel Solano, quien se identifica como no binario, era un artista emergente de 26 años cuando, en 2013, perdió la vista debido a una infección relacionada con el VIH. Sin desanimarse por su condición y con el apoyo de sus amigos, Solano volvió a trabajar.

Compartimos el texto curatorial de João Mourão y Luís Silva.

Vista de la exposición Heliplaza, de Manuel Solano, en Pivô, São Paulo, 2021. Foto: Everton Ballardin. Cortesía: Peres Projects Berlín

Por João Mourão y Luís Silva | Curadores

¿Recuerdas cuando tus padres te llevaban al centro comercial cuando eras niñe? ¿Cómo todo adentro parecía brillante, colorido y mágico? ¿Recuerdas pasar el día en la piscina comunitaria con tu familia, jugando con tus juguetes en el agua? ¿Recuerdas los colores, los sonidos, los olores? Si recuerdas, si compartes esta experiencia, esta especie de memoria colectiva, probablemente naciste en la década de 1980 en una familia de clase media, para la cual el ocio y el consumo eran actividades sociales y una señal de estatus dentro de la propia comunidad.

Manuel Solano nació en la década de 1980, para ser más exactos en 1987. Su infancia transcurrió en Ciudad Satélite, un barrio suburbano de clase media alta de la Ciudad de México fundado a mediados de la década de 1950: una ciudad fuera de la ciudad. El hito más conocido del barrio es probablemente Torres de Satélite, una monumental escultura pública creada por el renombrado arquitecto mexicano Luis Barragán y el escultor Mathias Goeritz. La colaboración entre arquitecto y artista es ahora icónica, con sus cinco prismas triangulares ocupando una plaza que está delimitada a los lados por la avenida principal de acceso. El lugar es a la vez un hito, un monumento y una arquitectura emocional. Las Torres de Satélite atestiguan el surgimiento de una clase social moderna y cosmopolita, por la cual el afecto está indisolublemente ligado a la forma en que se diseña, vive y recuerda el paisaje urbano circundante.

Si las Torres de Satélite marcan el inicio del desarrollo del vínculo entre arquitectura y decoración, por un lado, y afecto y personalidad, por otro, entonces Heliplaza es su ápice. Como centro comercial construido en Ciudad Satélite en la década de 1980, a cinco kilómetros de las Torres Satélite, el diseño de Heliplaza se apoderó de los tropos de una arquitectura moderna inspiradora, haciendo referencia a la estructura helicoidal del Museo Guggenheim de Nueva York, explorando al mismo tiempo el relativismo cultural y la mentalidad diletante de la estética y el diseño posmodernos. Elegantes ascensores panorámicos desde donde se podía ver y ser visto, un interminable camino en espiral hacia la cima, espejos de agua dramáticos, paredes de bloques de vidrio translúcido, terrazas interiores donde sentarse y disfrutar de un refresco, y mucha luz natural proveniente de la claraboya en forma de cúpula, reunían el consumismo y el ocio de una forma nunca antes vista.

Vista de la exposición Heliplaza, de Manuel Solano, en Pivô, São Paulo, 2021. Foto: Everton Ballardin. Cortesía: Peres Projects Berlín

La circularidad e infinitud del logotipo del centro comercial hipnotizaron a Manuel Solano cuando visitaba el lugar con su familia. Pero la imagen que tiene grabada profundamente en su mente no es el logotipo de Heliplaza, sino el enorme mural de azulejos sobre la entrada de los grandes almacenes Liverpool en el centro comercial Plaza Satélite, que representa una estilizada bandada de pájaros en vuelo. Solano recuerda haber visto los pájaros monumentales volando hacia un destino incierto, con toda su gloria de aves, y comprendió por primera vez cómo opera la perspectiva en una superficie bidimensional. Su mente joven había alcanzado algo extremadamente importante en aquel momento exacto y eso era emocionante.

A pesar de ser importantes, los recuerdos de los centros comerciales no son los únicos que recuerda Solano para esta exposición. El ocio y la decoración, como significantes de una determinada época, la infancia de Solano, y de un paisaje mental, o de una personalidad, también se materializan en los recuerdos de los perezosos días de verano pasados ​​en la piscina comunitaria, relajándose en elegantes tumbonas de fibra de vidrio o jugando en la rasa piscina para niños con un dinosaurio, siempre rodeado por un bosque verde oscuro y saturado comúnmente usado para decorar las paredes de estas instalaciones recreativas comunitarias. El recuerdo es vívido, y lo podemos sentir, en el esplendor de su paleta de colores VHS de los años noventa.

Vista de la exposición Heliplaza, de Manuel Solano, en Pivô, São Paulo, 2021. Foto: Everton Ballardin. Cortesía: Peres Projects Berlín

Hablando de VHS, avancemos rápidamente esa narrativa hasta el 2013. En esa época, Manuel Solano era un artista emergente y tenía 26 años cuando perdió la vista debido a una infección relacionada con el VIH. Sin desanimarse por su condición y con el apoyo de sus amigos, Solano volvió a trabajar. Pero en lugar del arte experimental de sus primeros años, se reinventó a sí mismo con una serie de retratos expresivos. Su memoria se convirtió en la materia prima de un universo repleto de referencias visuales a la cultura pop y experiencias pasadas.

A lo largo de los años, las pinturas de Solano, creadas aplicando pintura a la tela directamente con sus propias manos, se han convertido en un impresionante cuerpo de trabajo que nos habla de estrellas del pop, actrices de Hollywood y formidables figuras femeninas como un panteón autobiográfico de sus influencias formativas. En Heliplaza, y por primera vez, estas imponentes figuras femeninas son reemplazadas por decoración y arquitectura.

Como respuesta y diálogo directos con la arquitectura del espacio expositivo, el icónico edificio Copan, memorias visuales de bloques de vidrio, superficies laminadas o de fórmica, tonos cobre y un ambiente interior con plantas exuberantes, de centros comerciales y patios de comida, de albercas y tumbonas futuristas, constituyen un léxico a partir del cual, personalidad y ser, pueden ser destilados.

Vista de la exposición Heliplaza, de Manuel Solano, en Pivô, São Paulo, 2021. Foto: Everton Ballardin. Cortesía: Peres Projects Berlín

MANUEL SOLANO: HELIPLAZA

Lembra quando seus pais costumavam te levar ao shopping quando criança? Como tudo lá dentro parecia brilhante, colorido e mágico? Lembra de passar o dia na piscina comunitária com sua família, brincando com seus brinquedos na água? Lembra das cores, dos sons, dos cheiros? Se lembrar, se compartilhar dessa experiência, essa espécie de memória coletiva, provavelmente você nasceu nos anos oitenta em uma família de classe média, para a qual lazer e consumo eram atividades sociais e um sinal de status dentro da própria comunidade.

Manuel Solano nasceu nos anos oitenta, para ser mais exato em 1987. Sua infância foi vivida em Ciudad Satélite, um bairro suburbano de classe média alta da Gran-de Cidade do México, fundado em meados dos anos 1950: uma cidade fora da cidade. O marco mais conhecido do bairro é provavelmente Torres de Satélite, uma escultura pública monumental criada pelo renomado arquiteto mexicano Luis Barragán e o escultor Mathias Goeritz. A colaboração entre arquiteto e ar-tista é hoje icônica, com os seus cinco prismas triangulares ocupando uma praça que é limitada nas laterais pela avenida principal de acesso. O local é ao mesmo tempo marco, monumento e arquitetura emocional. As Torres de Satélite ates-tam o surgimento de uma classe social moderna e cosmopolita, para a qual o afe-to está indissociavelmente ligado à forma como a paisagem urbana circundante é desenhada, vivida e lembrada.

Se as Torres de Satélite marcam o início do desenvolvimento do vínculo entre arquitetura e decoração, por um lado, e afeto e personalidade, por outro, então Heliplaza é o seu ápice. Como um shopping center construído em Ciudad Sa-télite na década de 1980, a cinco quilômetros das Torres de Satélite, o design do Heliplaza se apoderou dos tropos de uma arquitetura moderna inspiradora, ao fazer referência à estrutura helicoidal do Museu Guggenheim de Nova York, ao mesmo tempo explorando o relativismo cultural e a mentalidade diletante da estética e design pós-modernos. Elevadores panorâmicos lustrosos de onde se podia ver e ser visto, um caminho espiralado sem fim para cima, espelhos d’água dramáticos, paredes de blocos de vidro translúcido, terraços internos onde se po-dia sentar e desfrutar de um refrigerante e muita luz natural proveniente da clara-boia em forma de cúpula reuniam consumismo e lazer de uma forma nunca vista.

Vista de la exposición Heliplaza, de Manuel Solano, en Pivô, São Paulo, 2021. Foto: Everton Ballardin. Cortesía: Peres Projects Berlín

A circularidade e o infinito do logotipo do shopping hipnotizaram Manuel Solano quando visitava o local com sua família. Mas a imagem que está gravada profundamente em sua mente não é a do logotipo de Heliplaza, mas do enorme mural de azulejos acima da entrada da loja de departamentos Liverpool no sho-pping Plaza Satélite, retratando um bando estilizado de pássaros voando. Solano se lembra de ter olhado para os pássaros monumentais voando em direção a um destino incerto, com toda a sua glória de aves, e de ter compreendido pela pri-meira vez como a perspectiva opera em uma superfície bidimensional. Sua mente jovem havia alcançado algo extremamente importante naquele exato momento e isso era emocionante.

Apesar de importantes, as memórias dos shoppings não são as únicas que Solano lembra para esta exposição. Lazer e decoração, como significantes de um deter-minado período de tempo, a infância de Solano, e de uma paisagem mental, ou uma personalidade, também se materializam nas memórias de dias preguiçosos de verão passados na piscina comunitária, relaxando em elegantes cadeiras de fibra de vidro ou brincando na rasa piscina infantil com um dinossauro, sempre rodeado por um verde escuro e saturado, de floresta, comumente usado para de-corar as paredes dessas instalações recreativas comunitárias. A memória é vívida, e podemos senti-la, no esplendor de sua paleta de cores VHS dos anos noventa.

Falando em VHS, vamos avançar essa narrativa para 2013. Na época, Manuel Solano era artista emergente e tinha 26 anos quando perdeu a visão devido a uma infecção relacionada ao HIV. Não deixando se prejudicar pela condição, e sob o incentivo de seus amigos, Solano voltou a trabalhar. Mas, em vez da arte experimental de seus primeiros anos, reinventou-se com uma série de retratos expressivos. Sua memória se tornou a matéria prima para um universo repleto de referências visuais à cultura pop e a experiências passadas.

Ao longo dos anos, as pinturas de Solano, criadas aplicando tinta na tela diretamente com as próprias mãos, desenvolveram-se em um impressionante corpo de trabalho que nos fala de estrelas pop, atrizes de Hollywood e formidáveis figuras femininas como um panteão autobiográfico de suas influências formativas. Em Heliplaza, e pela pri-meira vez, essas imponentes figuras femininas são substituídas por decoração e arquitetura.

Como uma resposta e um diálogo diretos com a arquitetura do es-paço expositivo, o icônico edifício Copan, memórias visuais de blocos de vidro, superfícies laminadas ou de fórmica, tons de cobre e um ambiente interior com plantas exuberantes, de shoppings e praças de alimentação, de piscinas e espre-guiçadeiras futurísticas, constituem um léxico a partir do qual personalidade, e o ser, podem ser destilados.

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