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Yisa

Yisa es un artista, más que un graffitero. Para él, un artista no se define por el soporte o el medio sino por la práctica, y aunque sigue pintando en la calle, su obra circula cada vez más por galerías y publicaciones. Ahora Yisa pasa por la institución. En una de las salas del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) estará exponiendo hasta el 3 de julio junto a José Benmayor (Grio) y Matías Solar (Mato), artistas que también trabajan tanto en la calle como en el estudio. Estuvimos con Yisa en su taller -ubicado entre Patronato y Bellavista- cuando estaba por terminar parte de la instalación que mostrará en paraquenuncamas (pqn+), su primera exhibición en un museo.

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¿Cómo surge tu participación en la muestra paraquenuncamas?

La muestra fue organizada por Mario Z y Angie Saiz. Ellos se consiguieron el museo. Luego le pidieron a Andrés Grillo que hiciera una curatoría, pero más que una curatoría, creó un texto. A Z le interesaba hacer una muestra de arte urbano en el museo y yo le dije que eso era un poco raro, porque ya no es la urbe. Entonces me propuso hacer una selección de artistas. Inicialmente eran siete y quedamos un grupo de tres: yo, Grio y el Mato. Esto se empieza a planear en junio de 2009, pero con los daños estructurales que sufrió el museo después del terremoto, se corrrió hasta este año. En nuestra sala se muestra arte urbano, o graffiti, palabras con las que yo no me relaciono para nada. Yo soy pintor.

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Pero todos ustedes han trabajado en la calle…

 

Si, pero son formatos. Son soportes públicos que te permiten una visibilidad, que son de mayor tamaño, más allá de la cuestión de dominio de un espacio o de marcar territorio. No es que desmerezca el graffiti, porque yo por muchos años me dediqué a eso.

¿Ya no estás pintando más en la calle?

Si, pero hace varios años que lo hago de otro modo: registro lo que pinto, y no lo hago en cualquier lugar, sino que busco la particularidad de un lugar.

¿Entonces vas y pides permiso?

No, eso no. Nunca me ha gustado.

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Volvamos a la exposición. Me entusiasma que el MAC se haya interesado en una muestra de este tipo. ¿Cómo pasó?

A ver, aquí hay tres puntos: uno, los artistas necesitan mantenerse. Eso es una realidad. Todos preferimos mantenernos pintando que estar sirviendo mesas. Segundo, no es que se trate de un revival después de Beautiful Losers, esto está en discusión desde los años 70, que si rayar un muro dentro de una galería tiene validez o no… pero lo cierto es que sí surgieron coleccionistas de street art, como Jeffrey Deitch.

Claro, lo irónico es que Jeffrey Deitch, que fue uno de los pioneros en meter arte de la calle a una galería cuando era director de Deitch Projects en Nueva York, acaba de censurar un mural del artista Blu en la fachada del Moca Los Angeles, que se suponía iba a estar en la actual muestra sobre street art. Ahora Deitch está en los zapatos de director de una institución…

Blu nunca trabaja dentro de un espacio. Siempre lo hace en la calle, en proyectos con murales. Tengo este libro de Blu que me lo compré en Boloña, en Italia, de dónde es él. Estuve un par de horas con él en Barcelona. Es un obsesivo que no toma, no se droga, no carretea, solo pinta. Pinta hasta con lluvia. Es un freak del graffiti. Ahora, Deitch fue un visionario.

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¿Cuál era el tercer elemento que hizo que el MAC se animara a hacer una muestra de arte urbano?

El tercer elemento es que uno cuando entra a una galería uno está siendo simplemente un artista. En el espacio expositivo uno tiene relación directa con la calle y con lo que es el museo. Es un tema moralista. Cuando entramos a un espacio, simplemente no somos graffiteros, somos artistas.

Son dos contextos muy distintos: la calle y el museo. La forma de aproximarte cuando trabajas en el lugar o para el lugar es muy diferente

Exacto. Nosotros somos pintores los tres, estudiamos en la universidad y manejamos los conceptos de la calle: el anonimato, hacer una obra en muy corto tiempo y las grandes escalas. Entonces para la muestra nos planteamos un tema, que tiene que ver con la economía de medios. Por lo mismo de trabajar en calle, con pocos recursos y como generación que subsiste del arte, hay una forma de entender el trabajar desde la economía de medios. Sabemos triplicar el material. Ese es nuestro tema. En un primer momento quería hacer unos papeles con grafito, pero derivé en otra cosa. Empecé a ver formas de meter mi trabajo de la calle a este lugar que es el museo, a ver los colores de las paredes de este barrio donde trabajo, en Patronato, un barrio histórico. Así llegué a un trabajo de instalación, utilizando este rojo colonial. Mi tela mide 6,50 por 3,30 metros. El piso va cubierto de piedras de rio, hay unas figuras y unos puntales.

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¿Es como recrear un espacio exterior o algo así?

Eso lo conversé con el José (Guerrero, con quien comparto el taller). Me dijo: “Tú de lo que estás hablando es de la fatiga del material”. Y pensé en la fatiga de la calle, de que ya he expuesto en galerías, y que ahora entro al museo. Me pregunté cómo enfrentar la academia. Yo estoy claro de que mi trabajo va a tener más visualidad en la calle. Aunque lo haga en un peladero abandonado, lo van a ver más personas que en un museo. Yo soy un nerd del museo, pero no todo el mundo es así.

Claro, en la calle tu obra la ve desde el transeunte anónimo hasta los mismos nerds de museo

Si, se puede pensar que el público del museo es más instruido, pero a veces me impresionan las lecturas que tiene la gente sin prejuicios, gente que no ha visto arte. Entonces, como te decía, hablo sobre la fatiga del material, en el sentido de que es como poner a prueba hasta qué punto puedo aguantar eso de entrar y salir del museo.

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En la medida en que han ido planificando la muestra, ¿qué relaciones de trabajo se han ido dando entre ustedes tres?

Yo estuve en el taller de Grio y vi una parte de su serie, que son un conjunto de pinturas de pequeño y mediano formato. Vi algo de Mato también. Es una tela de diez metros de ancho. Pero realmente vamos a enfrentarnos los tres cuando lleguemos y expongamos en el museo. La idea es apropiarnos de la sala, tomarnos el espacio. La propuesta es sólida.

Alejandra Villasmil

Nace en Maracaibo (Venezuela) en 1972. Es directora y fundadora de Artishock, revista online especializada en arte contemporáneo. Licenciada en Comunicación Social, mención audiovisual, por la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), con formación libre en arte contemporáneo (teoría y práctica) en Hunter College, School of Visual Arts y The Art Students League, Nueva York. Es editora y traductora inglés/español de contenidos sobre arte, trabaja en campañas de difusión y escribe regularmente para publicaciones, galerías y artistas de América Latina y El Caribe.

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