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CHARLOTTE JOHANNESSON. ENTRE LA TRAMA TEXTIL Y EL CÓDIGO BINARIO

La obra de Charlotte Johannesson (Malmö, 1943), artista textil y pionera de la gráfica digital, es un exponente temprano de la sincronía conceptual entre los lenguajes y la técnica de la programación informática y del telar. El carácter binario de la imagen resultante de ambas tecnologías —producida tanto por ceros y unos como por la trama y la urdimbre— facilitó la transición de la artista de los tejidos al arte por computadora.


La exposición Llévame a otro mundo, presentada hasta el pasado 16 de agosto en el Museo Reina Sofía, es la primera retrospectiva de la obra de Charlotte Johannesson organizada hasta la fecha. Comisariada por Lars Bang Larssen y Mats Stjernstedt, reúne alrededor de 150 obras entre impresiones y tapices, incluyendo textiles de su primera época tanto originales como reproducciones de obras desaparecidas, cinco de ellos vueltos a realizar expresamente con motivo de esta muestra.

Además, la artista ha creado quince piezas nuevas a partir de diseños digitales de la década de los 80, tejidos en un telar digital. Sus diseños gráficos se muestran en dos soportes: impresos sobre papel o mediante proyecciones digitales, lo que permite ver la evolución de esas imágenes y su investigación con el color y la línea de la producción computarizada.

De formación autodidacta, desde el inicio de su trayectoria Charlotte Johannesson se mantuvo al margen del circuito de galerías y del mercado del arte, mostrando su trabajo en espacios autogestionados y en diálogo con subculturas y contraculturas. Junto con su marido, el artista Sture Johannesson, abrió en 1966 en Malmö la galería y taller psicodélico Cannabis, espacio de encuentro de la escena contracultural sueca de la que formó parte durante esa década y la siguiente.

En la época en la que trabajó con el telar y la computadora, ninguno de estos soportes estaba integrado en los discursos de las bellas artes. Los dos pertenecían a la esfera de las artes aplicadas: el telar como la herramienta de la mujer y la computadora como el instrumento de poder del tecnopatriarcado. Su actitud artística era compleja por entonces, ya que se enfrentaba a lo “natural” en una doble vertiente: plantaba cara a la norma como mujer artista y como mujer artista que trabajaba con máquinas.

Ha habido que esperar a este momento, bien entrado el siglo XXI , para que su obra empiece a tener repercusión, un retraso que refleja asimismo una discriminación de género en la historia del arte.

Vista de «Llévame a otro mundo», primera retrospectiva de Charlotte Johannesson, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2021. Cortesía del museo
Charlotte Johannesson, Autorretrato, 1981-1986, gráfica digital. Cortesía de la artista

Si bien Johannesson es una artista autodidacta, a principios de la década de 1960 estudió en una escuela de artes textiles de Malmö, en el sur de Suecia, donde recibió una formación en artesanía tradicional en la que, según recuerda, “no te permitían tener ideas propias”. Tomando como inspiración a la tejedora sueco-noruega Hannah Ryggen, empezó una producción artística que, con dibujos y motivos no occidentales, abordaba el tejido sirviéndose de una imaginación antropológica, utilizando el telar como herramienta transcultural. Al poco tiempo empezaron a aparecer en sus obras eslóganes y frases basados en la sensibilidad de la poesía concreta hacia la materialidad del lenguaje.

Johannesson se alejó de la concepción convencional de la tejeduría como artesanía decorativa y domesticada y prefirió explotarla como medio de protesta en el que los mensajes propagandísticos se formulaban, paradójicamente, con la delicadeza y la lentitud de la imagen tejida. Así, Chile i eko skallen [Chile eco en el coco] expresa la consternación de la artista ante el golpe de Estado de Chile de 1973, mientras que el consenso estancado de la política parlamentaria se resume enérgicamente en No Choice amongst Stinking Fish [No hayelección entre el pescado maloliente], una obra creada con motivo de las elecciones generales suecas de ese mismo año.

Las imágenes tejidas de Johannesson no son arte político izquierdista ortodoxo, sino más bien deconstrucciones y reinvenciones de símbolos y medios, políticos o no. De ese modo reutilizó las connotaciones mitológicas y folclórico-humanistas del telar, empleándolas como soporte artístico con el que gestionar de forma exhaustiva las crisis de representación de su propia época.

Charlotte Johannesson, Chile eco en el coco, 1973-2016, lana tejida en telar manual, reproducción de Tiyoko Tomikawa de una obra desaparecida, 108 x 59 cm. Cortesía de la artista
Charlotte Johannesson, Terror, 1970-2016, tejido en telar manual, reproducción de Tiyoko Tomikawa de una obra desaparecida, 121 x 60 cm. Cortesía de la artista

En 1978, Johannesson compró un Apple II Plus, el primer “microordenador” fabricado en serie, precursor del ordenador de uso doméstico tal y como lo conocemos hoy. Hasta entonces, los ordenadores habían sido únicamente mainframes voluminosas al servicio del Estado, el ejército o multinacionales. Poco después, la artista y su pareja fundaron en su propia casa el Digitalteatern [Teatro digital], plataforma de experimentación técnica y visual activa entre 1981 y 1985. Mientras Sture se centraba en la parte técnica, Charlotte se encargaba de la formación de imágenes. La falta de un software específico para crear imágenes digitales contribuyó a que Charlotte se formara, nuevamente de manera autodidacta, en la programación informática.

Al intercambiar el telar por una computadora, Johannesson activó conexiones materiales intrínsecas entre ambas tecnologías y conectó una historia moderna compartida, que se concretiza en el telar mecanizado de Jacquard de la era industrial. De ese modo, las dualidades incompatibles representadas por las dos máquinas (analógico y digital, codificar y tejer, material y virtual, femenino y masculino, artesanía e industria, etcétera) se convertían en componentes maleables de una nueva estética, una nueva sensibilidad.

Charlotte Johannesson, Ronald Reagan, 1981-1986, gráfica digital sobre papel, copia única impresa con plotter, 23,5 x 31,5 cm. Cortesía de la artista
Charlotte Johannesson, Nuestro mundo, 1984, gráfica digital sobre papel, copia única impresa con plotter, 23,5 x 31,5 cm. Cortesía de la artista

Johannesson aprendió por sí sola a programar su Apple II Plus para hacer gráficos para la pantalla o dibujos que pudieran trazarse con un plóter (en un tiempo anterior a la impresora). Codificaba imágenes laboriosamente con el mismo número de campos de imagen o píxeles que tenía en el telar (280 x 192) y por lo general abordaba el ordenador con la misma falta de veneración que la había empujado a desmontar su telar, conceptualmente hablando. Con sus gráficos digitales de finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 canalizó los medios de comunicación de masas contemporáneos e imágenes moduladas personalmente, como si la realidad cibernética futura de Internet ya hubiera arraigado en su sistema nervioso y le permitiera forjar un vehículo de escape o una máquina del tiempo que la llevara a otro mundo.

Luego, en 1984, Apple presentó una nueva generación de ordenadores con una interfaz gráfica cerrada con la que la artista se sentía constreñida y con menos creatividad para explorarla. El Digitalteatern fue perdiendo fuerza y acabó cerrando, y Johannesson abandonó en gran medida sus actividades artísticas.

Vista de «Llévame a otro mundo», primera retrospectiva de Charlotte Johannesson, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2021. Cortesía del museo
Vista de «Llévame a otro mundo», primera retrospectiva de Charlotte Johannesson, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2021. Cortesía del museo

Para la exposición en el Reina Sofía, Johannesson creó una serie de obras nuevas denominadas “gráficos digitales tejidos”, en colaboración con la diseñadora gráfica Louise Sidenius. En esos tejidos, que remiten a la transición ejecutada por la artista cuando cambió el telar por el ordenador, ha reciclado imágenes creadas en el Digitalteatern que no se habían visto ni expuesto desde que dejaron de utilizarse los disquetes: mapamundis, heroínas feministas, autorretratos, hojas de cáñamo, dibujos abstractos.

Entre sus gráficas digitales destacan las series Faces of the 1980s [Caras de los ochenta], retratos de personajes populares como Boy George, Bjorn Borg, Ronald Reagan o David Bowie; Me and my computer [Yo y mi ordenador, 1981-1986]; y Human med satellit [Humano con satélite, 1981-1985], en las que combina imágenes del hiperespacio, autorretratos, figuras mitológicas o referencias tecnológicas.

Charlotte Johannesson, Antigüedad, 1981-1986, gráfica digital sobre papel, copia única impresa con plotter, 23,5 x 31,5 cm. Cortesía de la artista

Con su particular mezcla de huida y enfrentamiento, la producción de Johannesson entraba en diálogo con la disidencia social y cultural de su época: la contracultura de la década de 1960, el feminismo, el punk y una afinidad intelectual con la militancia de los setenta. Así, en 1976 los Johannesson fueron los comisarios de una exposición presentada en Estocolmo en recuerdo de la terrorista de Alemania Occidental Ulrike Meinhof. Las autoridades suecas la clausuraron con rapidez e incluso los partidarios de la guerrilla urbana de Meinhof, la Fracción del Ejército Rojo (RAF), quedaron horrorizados por los tejidos creados por Johannesson para la muestra, puesto que en uno de ellos aparecía el personaje de cómic Snoopy luchando por la revolución. No era eso lo que entendían por arte comprometido.

Al abrirse paso entre las condiciones tecnológicas y sociales de la creación artística de finales del siglo XX, la obra de Charlotte Johannesson superó sus límites ideológicos y materiales y adoptó una forma propia. De ese modo, su producción se presenta como precursora del arte posfeminista y digital de la actualidad. Como resume la artista Hito Steyerl, la obra de Johannesson “creó una conexión intemporal entre tecnologías de civilizaciones antiguas como la confección de tejidos y la estética emergente de los gráficos de los primeros ordenadores de Apple. Al concentrarse por completo en su propia época, logró con facilidad abarcar milenios de desarrollo tecnológico con connotaciones femeninas”.

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