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10. ¿ES SALVADOR DALÍ UN ARTISTA POLÍTICO?

Salvador Dalí sigue siendo aún hoy uno de esos artistas icónicos e iconoclastas que no deja a nadie indiferente.

Capaz de generar adhesiones y deserciones a partes iguales, la precocidad, radicalidad, ingeniosidad y esteticismo, aderezados con un punto de deliciosa e (in)calculable locura, convierten a Dalí (1904-1982) en un genio excepcional al tiempo que desaforado e insondable.

Es curioso oír decir a Marina Abramovic que ella inventó el performance cuando Dalí no hizo otra cosa en toda su vida. ¡Recordemos aquella famosa escena de Dalí saliendo de una estación del metro de París en el año 1969 paseando a un oso hormiguero que daría la vuelta al mundo! Por inventar, Dalí hasta se anticipó a Warhol y a Nam Jum Paik en el uso de la videocámara. ¿Y qué decir de la fotografía escenificada que se puso tan de moda en los 80 y principios de los 90 y que no nos ha abandonado desde entonces con el recurso de lo digital? Ya en el año 1948 un Dalí levitando con tres gatos en un espectacular y surrealista Dalí Atomicus se erige en uno de los grandes precursores del género. Y mejor ni hablar de la aún hoy rompedora película El perro andaluz filmada en Cadaqués en 1927 en colaboración con Luis Buñuel. Y por si aún no estás convencido, querido lector, ¿serías capaz de imaginarte (ahora que se nos viene una nueva versión de la película Dune a cargo de Denis Villeneuve)cómo hubiera sido la actuación de Dalí en el papel de Emperador de la Galaxia en la versión de Alejandro Jodorowsky que al final no se llegó a grabar?

También hacemos bien en recordar su gran precocidad artística cuando apenas con 15 años celebra su primera exposición en la prestigiosa Galería Dalmau de Barcelona en el año 1919 con gran éxito de crítica y público.

Ian Gibson en su magnífico y erudito libro La vida desaforada de Salvador Dalínos da todos esos detalles, entre íntimos y públicos, que conforman la vida de este a menudo incomprendido y vilipendiado genio. Afortunadamente, observo que en los últimos decenios ha surgido el interés por analizar con más detenimiento y ecuanimidad la obra y vida de Dalí. Y sin duda la exhaustiva biografía de Gibson ha contribuido a ello.

Pero no nos interesa eso aquí. No aportaríamos nada nuevo. Y el cometido de un escritor, pienso, es aportar un enfoque diferente y, a ser posible, develar aquello que se mantiene oculto, reprimido o difuminado.

Y lo que aún sigue siendo tabú, tanto para la Fundación Gala-Dalí como para la mayoría de los museos que atesoran obras de Dalí o aquellos que cada cierto tiempo se aventuran a producir un blockbuster dalianiano, es su vida política.

Sí, su compleja, controvertida y cambiante vida política.

Cuando pensamos en un artista político jamás se nos ocurre pensar en Dalí, acaso en Picasso. Mas, ¿es Picasso verdaderamente un artista político? Compleja pregunta que supera el cometido de este artículo. Me atrevo a anticipar aquí que Dalí es más político que Picasso. Con todo, Dalí queda marcado por el despectivo acrónimo Ávida Dollars que se inventa André Bretón en 1941 y que él, con su provocación habitual, hace suyo.

Si estudiamos detenidamente las fotografías, artículos, manuscritos, libros, cartas y biografías de Salvador Dalí podemos llegar raudamente a la conclusión de que la vida política de Dalí sigue siendo ignorada por la mayor parte de los expertos del arte. La aplastante mayoría de exposiciones y retrospectivas —pensemos en Dalí at Tate Modern (2007), Dalí: Painting and Film en el MoMA (2008), la gran retrospectiva del Pompidou y el Museo Nacional Reina Sofía (2013), el Pabellón de España en Venecia (2015) donde varios artistas analizan el legado de Salvador Dalí, o una más reciente muestra en el Amoy Art Museum de Xiamen en China, titulada Fantastic Dalí (2020)— evitan esta polémica faceta de uno de los grandes precursores del uso de los medios de masas en el arte.

Mi poco trillada tesis ahora es que sus ideas políticas hallan una firme resonancia en sus respectivos estilos pictóricos y progreso artístico, permitiendo establecer fructíferas conexiones entre ambos. De hecho, ya en el año 2015 realicé una pequeña exposición tipo archivo en Matucana 100 titulada Dalí político: comunismo, falangismo y franquismo en la vida de Salvador Dalí.

“¿Político Dalí? Soy totalmente apolítico”. Es lo que afirma Dalí de manera contundente en su autobiografía, a pesar de que responde al teléfono tan pronto con exclamaciones como “¡Viva Franco!” o “¡Larga vida al Rey de España!”.

Robert Descharnes y Gilles Néret, Dalí: The Paintings (Cologne: Taschen, 2013); Ian Gibson, La vida desaforada de Salvador Dalí (Barcelona: Editorial Anagrama, 1998).

Me imagino que, tradicionalmente, la mayor parte de las instituciones intencionadamente evitan esta faceta más problemática del genio Dalí dado que puede perjudicar su carrera y su credibilidad artísticas. Es entendible esta postura por parte de la Fundación Gala-Dalí, no así por parte de instituciones como la Tate Modern, el MoMA o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS). Sin embargo, en pleno siglo XXI solo podemos concluir que esta actitud es vulgarmente paternalista: impide que el público llegue a acercarse a la persona y a la obra de una manera más profunda, rica y compleja. 

En sus tempranos años entre 1918 y 1931, que podemos denominar bajo el epíteto de ‘Comunismo’, Dalí muestra una ferviente admiración no solo por los soviets, sino también por el anarquismo y la independencia catalana. Todo ello se refleja en una obra pictórica que bascula entre realismo y cubismo, pero que finalmente acaba produciendo las primeras obras surrealistas a finales de los años 20. Es la época del Manifest Groc. Publicado en 1928, el Manifiesto Amarillo es profundamente revolucionario y anti-burgués.

El 1929, coincidiendo con la fase de su consagración artística, la enigmática pintura El gran masturbador y, más aún, la película El perro andaluz dan fe de este espíritu revolucionario de izquierdas. Recordemos el escándalo y reyertas que causan la proyección de El perro andaluz en la sala del Studio des Ursulines parisino, en el número 10 de la calle de las Ursulinas, el 6 de junio de 1929. La policía amenaza incluso con parar la proyección tras haber recibido unas 50 denuncias aproximadamente. Para Dalí supone ascender al Olimpo del surrealismo y sentarse al lado derecho del patriarca Breton.

En su afán por aplicar el surrealismo a la política, Dalí empieza a sentirse atraído por Hitler y el nazismo, Mussolini y, especialmente, por José Antonio Primo de Rivera, el fundador del falangismo, el movimiento fascista español, . En este período concibe pinturas tan irreverentes como Alucinación parcial. Seis apariciones de Lenin sobre un piano (1931), El enigma de Guillermo Tell (1933) y El enigma de Hitler (1939).

Nos hallamos en la época de su exitoso “método paranoico-crítico” y la publicación de A la conquista de lo irracional (1935), que anticipa sus famosas “imágenes dobles” o de doble lectura. En esta segunda fase de madurez pictórica, Dalí manifiesta su interés y coqueteo con todo tipo de totalitarismos de derechas. También asistimos a la confrontación directa con Breton en el año 1934, que desea expulsarle del movimiento surrealista precisamente por estas ideas políticas heréticas contrarias al credo comunista. Dalí firma una declaración admitiendo su irresponsabilidad evitando así momentáneamente el desahucio del movimiento.

Con el advenimiento de la Guerra Civil española en el año 1936, Dalí toma abiertamente partido por Franco y los nacionalistas. En 1938 visita al coleccionista Lord Berners en Roma y asiste como invitado a varios de los discursos de Mussolini. Es la época de Impresiones de África, un cuadro enigmático que de manera metafórica escenifica las relaciones coloniales entre Europa y África. También en el año 1938 Dalí se sumerge de lleno en el mito hitleriano con composiciones como El momento sublime, Violetas imperiales, Playa con teléfono y, al año siguiente, El enigma de Hitler.  

Finalmente, podemos reseñar sin ánimo a equivocarnos una tercera etapa en la fascinante producción artística de Salvador Dalí que va de la mano de su retorno a España, su fervorosa adhesión al franquismo y la doctrina del “nacional-catolicismo” y su directa relación con el dictador Francisco Franco.

En el año 1948, después de una exitosa y fructífera aventura norteamericana, Dalí retorna a España iniciando un realismo ‘catolicista’ de aspecto clasicista e italianizante que coincide más tarde con la publicación de su famoso Manifiesto místico (1951). Además de visitar al Papa Pío XII en el año 1949, Dalí se embarca en pinturas que tienen como tema al Cristo en la cruz y las madonnas y cuyo contenido místico-religioso produce obras maestras como La Madonna de Port Lligat (1949). Un poco más tarde pronuncia la famosa conferencia Por qué fui sacrílego, por qué soy místico (1951). Es también el año de la I Bienal Hispanoamericana donde participa con una conferencia-performance, celebrada el 11 de noviembre de 1951 en el Teatro María Guerrero de Madrid, que lleva el titulado Picasso i yo. Durante este acto, al que acuden unas 5.000 personas, entre ellos la flor y nata de la por lo general aburrida burguesía y aristocracia madrileñas, Dalí acusa a Picasso de “matar la belleza del arte con su materialismo comunista”. Es cuando profiere la famosa frase: “Picasso es un genio. Yo también. Picasso es comunista. Yo tampoco”.

Dalí visita a Francisco Franco en audiencia privada en el Palacio del Pardo el día 6 de junio de 1956, donde consigue convencer al dictador para que aporte fondos para la construcción del futuro Museo Dalí en Cadaqués, que será finalmente inaugurado en el año 1978 (tres años después de la muerte de Franco). Y en el año 1972 regresa al Pardo a entregar personalmente a Franco el retrato que ha pintado de su sobrina, titulado Retrato ecuestre de Carmen Martínez-Bordiú.

Todas estas obras que menciono, que dan fe de estas tres etapas, se pueden consultar en el riguroso y voluminoso libro de Robert Descharnes y Gilles Néret Dalí: The Paintings, publicado por la suntuosa editorial de Benedikt Taschen.

“La única diferencia entre los surrealistas y yo es que yo soy surrealista”.

“Dios es solo otro artista. Como yo”.

Dalí dijo muchas cosas ingeniosas a lo largo de su vida. Ahora bien, sobre si es político o apolítico, la cuestión que aquí nos planteamos, para mí la respuesta es que Dalí es metapolítico: Dalí se sitúa por encima de la política instrumentalizándola de manera ingeniosa en función de su carrera y éxito artísticos.  

Es innegable que sus respectivos estilos artísticos reflejan su pensamiento político a medida que su ideología va cambiando.

Y hasta en eso el Marqués de Dalí de Púbol supo ser un genio.

Me despido deseándote un feliz verano o invierno, según se tercie, querido lector, pues cuelgo la pluma por el momento tras haber compartido contigo las andanzas de los fascinantes Jean-Louis-Ernest Meissonier, Peggy Guggenheim, Charles Saatchi, Marcel Duchamp, Adolf Hitler, Brian O’Doherty, Damien Hirst, Édouard Manet, Jerry Saltz y Salvador Dalí.

Es hora de recargar las pilas.


—Ian Gibson, La vida desaforada de Salvador Dalí (Barcelona: Editorial Anagrama, 1998)
—Robert Descharnes y Gilles Néret, Dalí: The Paintings (Cologne: Taschen, 2013)

Paco Barragán

Tiene un doctorado internacional por la Universidad de Salamanca (USAL) con residencia en la Universidad Alvar Aalto de Helsinki. Ha obtenido el Premio Extraordinario al doctorado en el año 2019-2020 por su tesis "La narratividad como discurso, la credibilidad como condición: arte, política y medios hoy." Es colaborador habitual de la revista norteamericana Artpulse. Entre 2015 y 2017 dirigió la sección de Artes Visuales del Centro Cultural Matucana 100 en Santiago de Chile. Prolífico curador, Barragán ha comisariado 91 exposiciones internacionales entre las que figuran "No lo llames Performance" en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (2003), "¡Patria o Libertad! On Patriotism, Nationalism and Populism" en el Museo COBRA de Ámsterdam (2010), "Erwin Olaf: el imperio de la ilusión" en el MACRO-Castagnino de Rosario (2015) y "Juan Dávila: Pintura y Ambigüedad" en el MUSAC de León (2018). Barragán es autor de "From Roman Feria to Global Art Fair, From Olympia Festival to Neo-Liberal Biennial: On the 'BIennialization' of Art Fairs and the 'Fairization' of Biennials" (ARTPULSE Editions), publicado en noviembre de 2020.

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