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JOAQUÍN ORELLANA: LA VÉRTEBRA DE LA MÚSICA

“No era un propósito componer, sino una obsesión, a tal punto que no me dejaba dormir. La única posibilidad de liberarme un poco era expulsarla. En mí, la música fue una necesidad de expulsar”, dijo una vez Joaquín Orellana, una de las figuras artísticas más renombradas de Guatemala, músico, compositor y escultor de instrumentos, quien a sus 90 años recibe un reconocimiento más a sus décadas de carrera, como también a su influencia en el arte contemporáneo.

Hasta el pasado 24 de abril se presentó en la galería de Americas Society, en Nueva York, la exposición Joaquín Orellana: The Spine of Music (La vértebra de la música), en la que por primera vez en Estados Unidos se pudieron apreciar sus “útiles sonoros”, artefactos enigmáticos y de abrumadora presencia visual y sonora que funcionan simultáneamente como instrumentos y como objetos escultóricos.

“Los útiles de Orellana son interdisciplinarios por naturaleza; existen como objetos visuales a la espera de ser activados como instrumentos por intérpretes”, explica Diana Flatto, co-curadora de la exhibición junto a Sebastián Zubieta, director del área de música en la Americas Society.

Junto a la presentación de los útiles de Orellana, la exhibición conectó la sensibilidad vanguardista del músico con la de otros artistas, tales como Carlos Amorales, María Adela Díaz, Akira Ikezoe y Alberto Rodríguez Collía, quienes han tenido oportunidad de compartir con el maestro y han creado obras relacionadas a su práctica.

Rompiendo las convenciones musicales

Nacido en Ciudad de Guatemala en 1930, Orellana estudió violín y composición en el Conservatorio Nacional de Música de Guatemala y fue becado por el preeminente Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM), en el Instituto Torcuato Di Tella, en Buenos Aires. Fue ahí donde se interesó particularmente por la música electrónica.

En 1968, luego de volver a Guatemala, decidió inventar alternativas para recrear el mundo de sonidos que imaginó después de sus experiencias en Argentina.

En la actualidad, Orellana continúa trabajando desde su estudio en la Ciudad de Guatemala, ubicado en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, edificio que en sí mismo es una obra escultural, con forma de jaguar, diseñado por el arquitecto Efraín Recinos.

A lo largo de una carrera que abarca más de 50 años, Orellana ha roto con las convenciones musicales, y ha encontrado en los sonidos un medio para la experimentación técnica, así como la exploración sociopolítica de la experiencia guatemalteca. En una entrevista, explica muy bien este sentido “ideológico-político” de su obra:

“Creo que lo que se puede decir más apropiadamente de mi labor creativa en música es que he tenido una preocupación muy grande siempre –se podría decir medular- por expresar las acciones y las pasiones de mi país y su circunstancia social, todas esas expresiones de una sociedad golpeada por la brutal represión contrainsurgente y, en general, los sufrimientos de nuestras etnias desde tiempos inmemoriales y, para colmo, los etnocidios cometidos recientemente. Estas han sido las fuentes profundas de donde ha surgido mi quehacer compositivo. Creo que esa es la forma más adecuada de perfilar el contenido de mi obra”.

Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society
Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society
Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society
Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society
Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society

Los útiles sonoros

En los útiles sonoros, Orellana fusiona innovación musical, conciencia social y técnicas ancestrales con una sensibilidad de vanguardia. En varias entrevistas, señala que buena parte de los diseños de estos artefactos se basa en la marimba, el instrumento nacional de Guatemala. De este modo, Joaquín Orellana amplia la identidad cultural de su país.

“Estos instrumentos artesanales de baja tecnología enfrentan el pasado y el futuro simultáneamente pero, por sobre todo, son comunitarios y profundamente ‘humanofónicos’”, explica Sebastián Zubieta.

Las composiciones de Orellana para los útiles, en indisolublemente conectadas con la compleja historia de Guatemala, proporcionan un paisaje sonoro en sintonía con la opresión de los pueblos indígenas y el dolor de una guerra civil que duró décadas. Dentro de este oscuro entorno social y político guatemalteco, la producción cultural de Orellana se convirtió en un principio rector para el surgimiento del género «sonido social», que inspiró a una generación más joven de compositores latinoamericanos, así como a artistas visuales internacionales.

Para esta muestra en Nueva York, Americas Society encargó a Orellana una nueva obra, Efluvios y puntos (2019)*, uno de los únicos tres trabajos compuestos exclusivamente para los útiles sonoros, y cuyas partituras son obras de arte en sí mismas.

Joaquín Orellana, segmento de la partitura Efluvios y puntos (Outpours and dots), 2019. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society

El manuscrito, dibujado a mano, es testimonio de la estrecha relación que se da entre las artes visuales, la música y el movimiento en el trabajo de Orellana. Combina la notación musical tradicional con minuciosos bocetos de los propios instrumentos, así como dibujos que indican cómo deben tocarse los útiles, esto es, prescribiendo los movimientos de los intérpretes en el escenario.

Esta partitura incluye partes para cuatro intérpretes utilizando 34 útiles realizados con materiales como madera de hormigo, bambú, aluminio y plástico, junto a las voces de los mismos intérpretes y la participación del público.

Compartimos algunos extractos del catálogo de la muestra, cortesía de Americas Society.

Obra de Carlos Amorales. Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society y kurimanzutto, Ciudad de México.

THE MALLET AS A BRUSH

Por Diana Flatto

Los útiles sonoros ondulan con gracia a través del espacio y se balancean de forma lúdica sobre soportes, o bien cuelgan de armaduras, invitando a la interacción. Otros funcionan como accesorios portátiles y herramientas de mano; sus cualidades formales atraen tanto a la vista como al oído. Desde sus diseños iniciales, que a menudo se ven como dibujos modestos, hasta su presencia solemne en el escenario de una sala de conciertos o instalados en un museo, estos instrumentos existen como objetos visuales que esperan ser activados por intérpretes. Joaquín Orellana concibe la estructura de cada instrumento a partir del gesto asociado a su ejecución.

Cuando los útiles de Orellana se han expuesto en contextos institucionales, estos han sido discutidos solo en términos convencionales como esculturas, a pesar de que estén más allá de esta clasificación.

Con ingeniosos juegos de palabras que combinan sus formas, orígenes y funciones, Orellana presta una voz poética a los nombres líricos que hacen eco de la forma de los mismos instrumentos. Por ejemplo, Sonarimba combina partes de la palabra “sonaja” con “marimba”; Imbaluna incluye partes de “medialuna” con “marimba”; Circumar fusiona las palabras “círculo” y “marimba”; Onda-im combina “onda” con la sílaba del medio de “marimba”; Herroím viene de “hierro”; y Sinusoido proviene de la función seno en matemáticas, u onda sinusoidal, una curva trigonómica que es una oscilación suave y repetitiva.

A pesar de la similitud en los gestos de los intérpretes, estos útiles se diferencian por sus materiales. Las barras del Cirlum son campanas redondas de metal, mientras que el Circumar está hecho con barras de las tradicionales marimbas de madera y las barras del Ululante son tallos de bambú. Tanto el Cirlum como el Ululante están hechos en tamaños pequeños y grandes, el grande para sonidos más profundos y el pequeño para los más agudos. Estas diferencias en el material, color y tamaño no solo dan distintas voces a los paisajes sonoros de Orellana –los sonidos metálicos de las campanas, el ligero repique del bambú y el familiar tañido de las teclas de la marimba— sino que las definen visualmente como obras de arte.

La obra de los otros artistas que forman parte de The Spine of Music amplía y complica la idea de los útiles sonoros de Orellana como objetos de arte visual. Todos los artistas en la exhibición trabajan de forma similar, en la intersección de las artes visuales y otras disciplinas. María Adela Díaz incluye las composiciones de Orellana en sus videos; el Sinusoido serpenteante y la curva de la Imbaluna dialogan con objetos encontrados e inventados en las pinturas de Akira Ikezoe; las partituras caligráficas se magnifican en los grabados de Alberto Rodríguez Collía; y el artista también es venerado como compositor en la película y obras relacionadas de Carlos Amorales.  Presentar los útiles sonoros de Orellana junto a estas otras obras y activarlos en el espacio de la galería los afirma como objetos de arte sin apartarlos de su función principal: hacer música.

Obra de Akira Ikezoe. Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society y Proyectos Ultravioleta, Guatemala
Obra de Akira Ikezoe. Vista de la exposición «Joaquín Orellana: The Spine of Music», en Americas Society, Nueva York, 2021. Foto: Alexander Perrelli. Cortesía: Americas Society y Proyectos Ultravioleta, Guatemala

HUMANOPHONY: ORELLANA’S ÚTILES SONOROS

Por Sebastián Zubieta

Los útiles sonoros, inventados por Orellana en la década de 1970 y basados en los sonidos de Guatemala, son una respuesta lógica del siglo XXI a años de opresión y, sin embargo, al mismo tiempo, están libres de las antiguas restricciones musicales europeas.

Orellana menciona que su música es política, que él es incapaz de componer música no política y que la marimba en sí es un réquiem, un instrumento de exorcismo chamánico que el guerrero realiza para mantener a raya al chacal genocida.

Efluvios y puntos, comisionada por Americas Society y compuesta por Orellana en el 2019, es su tercera pieza que cuenta con útiles sonoros de manera exclusiva. Está escrita para cuatro intérpretes que tocan 34 instrumentos y cantan. También contiene una parte activa para la audiencia, que recibe instrucciones de gritar, aullar y llorar en un lenguaje inventado en puntos indicados de manera precisa. Como es el caso de muchas otras piezas de Orellana, Efluvios tiene un fuerte carácter colectivo en el que los movimientos de los intérpretes en la sala de conciertos y la participación de la audiencia crean la sensación de un ritual complejo e indefinido.

La interacción de los materiales de los cuales los útiles están hechos (madera, metal, bambú, plástico) y el modo particular en la que son tocados (arrastrando un mazo sobre una multitud de segmentos de madera o bambú, usando un arco sobre tubos o láminas de metal para crear tonos sostenidos, entre otros) definen la forma general de la pieza.


Efluvios y puntos (Outpours and Dots) es interpretado por Sebastián Zubieta y dirigido por Adele Fournet. Sonido: Bill Siegmund.

–Traducción por Catalina Moreno, pasante de Traducción de la Universidad Católica de Valparaíso, Chile

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