Skip to content

CENTRO LEÓN PRESENTA PANORAMA DE ARTE DOMINICANO CONTEMPORÁNEO

Desde 1964, el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes ha sido un catalizador para el desarrollo y visibilización internacional del arte contemporáneo creado en República Dominicana. Por él han pasado artistas como Laura Castro, Madeline Jiménez, Quisqueya Henríquez, Raquel Paiewonsky, Hulda Guzmán, Carlos De León, David Pérez (Karmadavis) o Maurice Sánchez.

Considerado la iniciativa privada bianual de apoyo a las artes de mayor permanencia en Latinoamérica, a partir del 2002 es organizado y presentado por el Centro León, espacio cultural y museo ubicado en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyos programas expositivos, educativos e investigativos giran en torno a la dominicanidad dentro del contexto caribeño.

Los 20 artistas y colectivos seleccionados para la presente 28° edición del concurso son Andrea Ottenwalder, Awelmy Sosa, Charlie Quezada, El Editor Cuir y Johan Mijail, Ernesto Rivera, Franz Caba, Guadalupe Casasnovas, Johanna Castillo, Joiri Minaya, José Morbán, Juana y si no su hermana, Julianny Ariza Vólquez, Lizania Cruz, Mc.kornin Salcedo, Melissa Llamo, Milena de Milena, Raúl Morilla, Suspicious Package, Tomás Pichardo Espaillat y Yoel Bordas.

Sus obras ofrecen una perspectiva del arte contemporáneo dominicano a través de asuntos como los vínculos del cuerpo con el espacio psicosocial y las formas en que éste ocupa el paisaje, así como la configuración y maleabilidad de la memoria y las ataduras de lo nemónico a los sitios que se habitan y transitan.

En algunas propuestas prima la idea de la construcción o reinterpretación de historias colectivas o íntimas mediante la recopilación de fragmentos de relatos individuales y efímeros, con la intención de dar nuevas lecturas y estructurar una memoria alterna. En este sentido, ciertas obras indagan en los puntos ciegos de la historia dominicana.

Algunos participantes se ocupan de la problemática de la representación en la cultura visual a partir de estereotipos raciales y patrones de poder, dominación y jerarquías que se reproducen en distintos ámbitos de la sociedad. Otros, visibilizan los modos en que las creencias y regulaciones sociales normalizan los roles de género, la apariencia y función de los cuerpos, como el de la mujer y su lugar en las ficciones sobre el Caribe.

La muestra también presenta trabajos que proponen volver a escenificar patrones estéticos para establecer conexiones entre el consumo, lo formal e informal y sus contextos. Otros, plantean evaluar el sistema institucional del arte desde el terreno de la educación, la interacción de sus comunidades y la generación de archivos.

El jurado que seleccionó las obras participantes y tendrá la responsabilidad de elegir a los ganadores está compuesto por Gabriela Rangel, Gerardo Mosquera, Raquel Paiewonsky y Sara Hermann, historiadores de arte, curadores e investigadores para quienes el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes fomenta la reflexión sobre los temas arriba identificados y activa el pensamiento crítico en torno a éstos.

La exposición, abierta en el Centro León hasta el 6 de junio de 2021, cuenta con un recorrido virtual 360°, visitas comentadas presenciales y el programa Diálogos horizontales, una serie de conversaciones sobre las obras presentadas y sus procesos creativos, en la que han participado hasta ahora las curadoras Marina Reyes Franco y Guadalupe Álvarez.

Andrea Ottenwalder, Yo sé que lo que quieres es ser como tú eres, 2020, impresión sobre tela, toallas y accesorios bordados, medidas variables. Cortesía del artista y Centro León, RRDD
Andrea Ottenwalder, Yo sé que lo que quieres es ser como tú eres, 2020, impresión sobre tela, toallas y accesorios bordados, medidas variables. Cortesía del artista y Centro León, RRDD
Juana y si no su hermana, Letanías 2, 2020, fotografía digital a color sobre acrílico, tríptico (102 x 152.5 cm c/u). Cortesía de las artistas y Centro León, RRDD

CUERPO, MUJER Y MEMORIA

En su obra, Andrea Ottenwalder explora temas como la memoria y la condición de mujer, partiendo de lo autobiográfico y utilizando la ficción como herramienta para aproximarse al espacio que la rodea y, a su vez, distanciarse de éste críticamente.

Su instalación Yo sé que lo que quieres es ser como tú eres (2020) está conformada por siete toallas que sirven de soporte para un collage tejido con imágenes de archivos personales. Éstas narran la vida de una mujer ficticia desde su nacimiento hasta su muerte. Cada toalla representa una etapa en particular, desde la número 1, La niña, hasta la 6, La anciana. Un paño con el título 0/7 La mujer, es tanto la última como la primera.

La toalla es un enser de uso diario y doméstico que cubre y protege nuestra intimidad. La adhesión sobre su superficie textil -y táctil- de imágenes autobiográficas recolectadas por la artista de archivos personales, encontradas en internet, libros y revistas, le permite comentar sobre la vulnerabilidad del cuerpo femenino y lo cotidiano.

“Es una exploración tanto interna como externa de emociones, sentimientos y experiencias que he vivido como mujer. Pienso en cómo esto va marcando todas las etapas de la vida de una, desde antes de nacer hasta después de la muerte. Me interesa apropiarme de estas imágenes vinculadas a la mujer que el patriarcado me ha lanzado, recogerlas y ponerlas en mis propias palabras y con mis propias manos”, explica.

Las artistas de la colectiva femenina Juana y si no su hermana (Lorena Espinoza, Isis Martínez, Mariajosé García y Vilma Cabrera) son protagonistas de una serie fotográfica sobre el significado y el papel crucial que juega la fe en la vida de muchos, especialmente en la cultura latinoamericana. “Es común dejar en manos de la divinidad, a veces sincrética, las cosas personales, como hacer un viaje, conseguir una vivienda o ropa nueva”, explican respecto a su propuesta.

La serie, Letanías 2 (2020), aborda el sincretismo religioso y lo mágico-religioso -muy presentes en los barrios y comunidades de la República Dominicana-, con otras capas de lectura: la conexión de los dominicanos con el mar; cómo ciertos cultos están conectados con la naturaleza; y los modos en que la religiosidad normaliza la apariencia y función de los cuerpos, reforzando estereotipos patriarcales.

La reubicación de estas vírgenes en contextos cotidianos, extraños a los lugares de culto religioso, se opone a la idealización del rol de la mujer como madre y figura pasiva dentro del espectro de los dogmas de la fe.

“Nos hacemos llamar colectiva, no colectivo. Mucha gente dice: ‘esa palabra no existe, ustedes están inventando’. Pero quisimos ponerlo en femenino porque reivindicamos que el lenguaje también es importante para visibilizar a las mujeres […] Somos mujeres mayores, cerca de los 60 años (salvo una que es más joven). Todas hacemos de todo: vestirnos, tomar las fotos… Decidimos no contar con modelos, sino ser nosotras mismas y empoderar así a la mujer, no importa quién sea”.

Johanna Castillo integra prácticas colaborativas a su obra a través de instalaciones y esculturas, preguntas virtuales, nudos afectivos, fotografía, textiles y discursos alternativos sobre la cultura de los materiales, lo local, su condición de ser humano y la definición de espacios seguros. En particular, su obra está atravesada por cuestiones como las conexiones humanas, las construcciones sociales, el patriarcado, el racismo, la globalización, el colonialismo, el consumo excesivo y la falta de agencia de nuevas realidades.

Y que el amorsh nos guíe. Amén (2020), su propuesta para el concurso, es un ejercicio de revisión autobiográfica e introspección, una mirada crítica a elementos claves de la historia dominicana y de su vida, como son los cuerpos racializados. La pieza se compone de seis estructuras cubiertas, en parte, por tejidos, accesorios y otros materiales vinculados a la expresión femenina de las mujeres dominicanas, con énfasis en la mujer negra.

“Utilizo el textil como medio para viajar en el tiempo; textiles con flores, hojas, frutas, encontrados en diferentes espacios de mi hogar, de mi pasado: las cortinas de la casa de mi abuela, mis fotografías de los 90”, explica Castillo, quien además recopiló el proceso de investigación y realización de este trabajo en un archivo digital “vivo, cuestionable, editable e intervenible”.

Joiri Minaya es una artista multidisciplinaria dominico-estadounidense cuya obra analiza el cuerpo, la raza, el género y el paisaje para desestabilizar representaciones históricas y contemporáneas de una identidad tropical imaginada.

Continuando su serie de monumentos encubiertos, en esta oportunidad interviene la estatua de Cristóbal Colón en el Parque Colón de Santo Domingo. El estampado colorido y de apariencia “tropical” que cubre la figura petrificada del descubridor de América ha sido diseñado con ilustraciones de plantas, escenas y textos histórico-contemporáneos. La artista parte de una postura decolonial tomando como punto de referencia una investigación sobre cuáles plantas locales o nativas tienen “historias de resistencia”.

“Parte de mi crítica en otros trabajos tiene que ver con cómo estos estampados se popularizan y son aplicados a cualquier lugar de los trópicos, casi de manera intercambiable; no hay diversidad, siempre se repiten las mismas plantas. Quería cuestionar esa selección; pensé en qué plantas pudieron haber sido usadas por las personas nativas o africanas traídas al continente como forma de resistencia. Ponce de León murió del veneno de una planta -manzanilla de la muerte- puesto en la punta de una flecha. Las crónicas hablan de cómo los taínos quemaban ají seco para hacer un tipo de gas lacrimógeno, un arma contra los colonos. La bija se usa para darle color al arroz y a la carne, pero los taínos la usaban para decorar su cuerpo, concretamente para ir a la guerra. También usaban el tinte negro de la jagua para camuflarse”, explica la artista.

En esta obra, Minaya plantea diversas interrogantes: ¿Quién se ha encargado de construir la ‘versión oficial’? ¿Quién elige el monumento que se erige? ¿Qué monumentos merecerían estar ahí, en lugar de un símbolo de colonización, dominación, machismo, subyugación, explotación racial y aniquilación sistémica, histórica y continua? ¿Cuáles son, además, los monumentos que debemos derrocar, no de una plaza, sino de nuestras mentes?

Charlie Quezada, All inclusive, 2020, instalación (toldo de tela, metal, óleo sobre tela y plástico), medidas variables. Cortesía del artista y Centro León, RRDD
Julianny Ariza Vólquez, Atesoro, 2020, instalación (pinturas al óleo sobre tela, esculturas de barro y cerámica), medidas variables. Cortesía de la artista y Centro León
Lizania Cruz, ¡Se buscan testigos!, 2020, documentación de procesos realizados para obra. Cortesía de la artista y Centro León
Lizania Cruz, ¡Se buscan testigos!, 2020, carteles en las calles de Santiago de los Caballeros (RRDD). Cortesía de la artista y Centro León
Lizania Cruz, ¡Se buscan testigos!, 2020, carteles en las calles de Santiago de los Caballeros (RRDD). Cortesía de la artista y Centro León

IDENTIDAD, PATRIMONIO Y UTOPÍAS

En constante construcción, nuestra memoria y recuerdos se atan a lugares comunes. En el caso de la arquitecta y artista Guadalupe Casasnovas, es la casa donde vivió con su familia durante más de 45 años, un refugio que ya no existe y que para ella entra a la categoría de leyenda. A través de un conjunto de obras que reconstruyen sus vivencias en aquella casa, busca que el público se identifique con los relatos sobre las transformaciones arquitectónicas y urbanas y su relación con la memoria.

Mediante su instalación All Inclusive (2020), Charlie Quezada esencializa (en el mejor sentido de la palabra) la lógica del confinamiento implícita en la modalidad ‘todo incluido’. El proyecto, que se materializa en una serie de objetos que formalmente sintetizan mobiliario, dependencias y otros dispositivos asociados a la hotelería y el turismo, surge del interés del artista por las narrativas de la arquitectura moderna, los proyectos utópicos fallidos en los paraísos caribeños y, más relevante aún, la problemática de la representación de la cultura en los escenarios turísticos, los estereotipos étnicos construidos y manipulados para el turismo, los patrones de poder, dominación y jerarquías desde la óptica foránea.

“Todo se construye para satisfacer al extranjero”, explica Quezada. “Esta obra busca cuestionar el aspecto económico de estos complejos, la ciudad como un lugar dual que ejemplifica contradicciones sociales sostenidas entre la realidad y la fantasía. Aquellas que refieren a una promesa de desarrollo durante la primera parte del siglo 20, y que ahora muestra un lugar distópico, entre el imaginario tropical y la inevitabilidad de nuestro frágil futuro”.

Raúl Morilla, en tanto, se detiene en la importancia de la memoria histórica y social y la necesidad de preservar el legado patrimonial dominicano. Su trabajo Agonía de la memoria (2020) se centra en el Hotel Mercedes, edificación clave de la ciudad de Santiago de los Caballeros que, al igual que otras, ha quedado en el olvido. La obra provee un enlace emocional cargado de añoranzas; apunta a la necesidad de prestar especial atención al patrimonio arquitectónico de nuestros centros históricos y, por consiguiente, mantener vivos ciertos elementos que dan sentido a la colectividad por medio de la reactivación de los recuerdos.

El sitio web del proyecto contiene el mapa para llegar al Hotel Mercedes, así como conversaciones con personas que trabajaron allí, que fueron huéspedes, e incluso una persona que habitó el hotel durante cinco años.

En una serie de grabados, José Morbán indaga en las repercusiones en la prensa local del levantamiento de Monte Grande, sobre la abolición de la esclavitud y el impacto que tuvo en el movimiento independentista de 1844. Una forma de repensar los patrones estéticos, dejando al descubierto a la prensa e historiadores asociados a sectores de poder que han tergiversado u ocultado historias a su medida. Una intención de búsqueda en los lugares silentes de la historia dominicana.

En palabras de Morbán, “quienes escriben la historia responden a intereses políticos del momento, definiendo las identidades nacionales y marcando a generaciones venideras. Por esta forma de construirse nuestra memoria común, es fácil omitir a los que pierden, a las minorías y a los que no escriben”.

Las cerámicas y pinturas de Julianny Ariza Vólquez se centran en repensar los patrones sociales e ideologías de domesticidad en su dimensión material. Valiéndose de una investigación etnográfica y arqueológica que se materializa en su proyecto Atesoro (2020), invita a cuestionar, ver de manera crítica lo que consumimos, lo que nos rodea y lo que generacionalmente se ha dado por único y válido.

El proyecto considera el entorno insular y colonizado de la República Dominicana, donde las imposiciones sociales han marcado tendencias estéticas que van desde la arquitectura hasta los objetos y mobiliarios, cargados de ideologías políticas, raciales y religiosas.

“Crecemos sin relacionarnos con la memoria material de nuestra cultura. Sin embargo, le otorgamos protección y rendimos culto a objetos cuya estética y escenas recreadas provienen de culturas hegemónicas, por lo que nuestro imaginario se construye con la ausencia de nuestra herencia taína y africana”, señala la artista.

Las pinturas de Atesoro se basan en piezas de la estética precolombina e indohispana de la Colección Arqueológica del Centro León y del Museo de la Porcelana en Santo Domingo. La artista interpreta jerarquías y narrativas que invisibilizan y subordinan raza y género, las que coinciden con los patrones sociales que ejercemos a diario.

Valiéndose de la investigación, la historia oral y la participación de la audiencia, Lizania Cruz crea proyectos que destacan por una narrativa pluralista sobre la migración. Para el concurso creó la campaña ¡Se buscan testigos! (2020), una obra participativa que convoca al público de la ciudad de Santiago de los Caballeros a responder las preguntas que ella ha ido formulando en su Investigación del imaginario racial dominicano. En las respuestas de los participantes, que pueden tomar la forma de fotografías o testimonios, se busca evidenciar cómo se ha intentado borrar la huella afrodescendiente del imaginario cultural e identidad racial de los domunicanos.

La campaña se ha dado a conocer públicamente a través de las redes sociales, guaguas (buses) anunciadoras, carteles en la vía pública y la sección clasificados de la prensa local.

En concreto, las preguntas aluden a temas de raza, colonización, gastronomía, refranes populares o el proceso de blanqueamiento durante la dictadura de Trujillo: ¿Volvería usted a vivir en una isla sin fronteras? ¿por qué?; ¿Por qué cree usted que la virgen de Las Mercedes protegió a los españoles y no a los indígenas en la batalla del Santo Cerro en 1495?

“Aquí o uno es blanco, o negro o indio, y el sincretismo como tal se reprime en el imaginario dominicano. Términos como eurocéntrico o cimarronaje forman parte de la academia, pero no realmente del lenguaje popular. ¿Cómo podemos utilizar un lenguaje que no ponga distancia entre la gente y la obra, que las personas se sientan que pueden participar sin sentirse que están siendo juzgadas? Yo, como artista en este proyecto, trato de salvar esta distancia mediante el uso de preguntas abiertas”, explica Cruz.

Las preguntas están basadas originalmente en su investigación del Fondo Fradique Lizardo de Folklore Dominicano del Centro León, que posee más de 40 años de grabaciones y documentos. “Llevo casi dos años trabajando con estos documentos y en este proceso descubrí que había historiadores que denunciaban a Fradique por ver lo africano en todo. Entonces él, como yo, también estaba interesado en ver la cultura del sincretismo”.

Los participantes de ¡Se buscan testigos! han podido agregar sus respuestas en un sitio web, al igual que llamando a un número de teléfono, ambos canales creados especialmente para el proyecto. En sala se exponen objetos, fotografías y un video como registro.

Milena de Milena estudió Imagen y Sonido, además de Cine, para luego retomar la práctica del tejido de su infancia. Militante feminista y ambiental, actualmente trabaja con distintos medios, combinando lo análogo y lo digital. A través de su arte y sus distintos intereses intenta mostrar la importancia de sanar heridas y traumas, de reconciliarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, viendo el arte como terapia.

En la exposición presenta Plexo timbí (2020), una exploración sobre los colores y pigmentos naturales de la isla, en un intento por establecer conexiones, revalorizar la flora dominicana y crear una cartografía crítica de República Dominicana.

Franz Caba, Campo de terror absoluto, 2020, instalación (metal y tela), 200 x 716 cm. Cortesía del artista y Centro León, RRDD
Awelmy Sosa, La puerta, 2020, escultura y performance. Cortesía de la artista y Centro León, RRDD

INTROSPECCIONES, ANGUSTIAS Y COTIDIANIDADES

Mirar adentro (2020), de Mc.kornin Salcedo, es un estudio de las múltiples afecciones psicológicas del ser humano que, apoyado en un análisis sensorial de las reacciones de las personas ante ciertas imágenes y sonidos, logra generar paisajes audiovisuales abstractos para calmar los síntomas de estos padecimientos. Muy a tono con el estado actual del mundo, el artista plantea el mirar hacia dentro, mediante una especie de trampa perceptiva, conduciendo al espectador a reconocerse y a abstraerse en sí mismo. Mirar adentro es un ejercicio, pero también una actitud.

En una línea similar, la instalación Campo de terror absoluto (2020), del arquitecto, artista autodidacta y tatuador Franz Caba, invita al público a un recorrido performático en espiral por la espacialidad virtual de la psique. El laberinto traslúcido intervenido con dibujos a tinta incita tanto negociaciones internas como encuentros sociales de las miradas. Lo vivencial y la poética corpo-visual de esta instalación evocan las políticas socioemocionales del ser, la disidencia psicológica y la pérdida de integridad mental.

Awelmy Sosa sondea las nociones de encerramiento y libertad en La puerta (2020), un performance que se va desarrollando desde la artista intenta abrir una puerta provista de varios cerrojos y un inmenso manojo de llaves, hasta que da con la llave indicada y la puerta cae al suelo. Con esta acción, Sosa alude a “la sensación de sentirse encerrado en un espacio completamente abierto, a los encierros no solo físicos sino, sobre todo, a los encierros mentales”.

En la instalación multimedia Hoy mi cuerpo desapareció (2020), Melissa Llamo representa las actitudes y nexos de las personas y los espacios, la relación con su propio cuerpo y las formas en que éste ocupa el paisaje, así como el tránsito de las personas de un lado a otro en el transporte público y el impacto mental y el trauma corporal que acarrea el confinamiento en estos medios de movilización colectiva.

Asterisco (2020), de Tomás Pichardo Espaillat, es una obra autobiográfica, audiovisual, donde a modo de collage convergen sus distintas etapas y momentos claves personales. Recurriendo a un conjunto de técnicas que van desde el stop motion y la animación digital hasta sonidos ambientales y film en 16 mm, el artista busca acercar al espectador a las historias de su vida.

Mc.kornin Salcedo, Mirar adentro, 2020, instalación (metal, tela y videos digitales), medidas variables. Cortesía del artista y Centro León, RRDD
Ernesto Rivera, Ensayo, 2020, documentación de procesos realizados en la obra. Cortesía del artista y Centro León, RRDD

REPENSAR EL SISTEMA-ARTE

Suspicious Package es un colectivo anónimo integrado por cuatro diseñadores y artistas que, desde su creación en 2019, ha desarrollado propuestas de gestión cultural, imágenes corporativas, ilustración editorial y contenido audiovisual. Para el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes presentan Central Marginal (2020), un podcast sobre el rol educativo-institucional del sistema del arte dominicano, conducido por Silvana Luna.

“El proyecto es una iniciativa contra-cultural, una provocación imaginativa al estado actual de las escuelas de arte en República Dominicana y la región del Caribe, que surge a partir del descubrimiento del archivo del Colectivo Sincrético, quienes a principios de los 90 buscaban crear en la isla una escuela de arte basada en principios emancipadores y decoloniales”, señala el colectivo.

Planteando una utopía pedagógica, el colectivo revela la condición distópica de las escuelas de arte en República Dominicana y la atomización de las distintas comunidades artísticas del Caribe, francamente desconectadas en las últimas dos décadas. La intención de los primeros cuatro capítulos de Central Marginal es imaginar futuros posibles para la educación artística en República Dominicana y El Caribe. El proyecto también cuenta con un sitio web que reúne fotografías, apuntes y grabaciones sonoras del archivo.

Con la participación activa de nueve artistas, Ensayo (2020), de Ernesto Rivera, es un laboratorio de pensamiento que se nutre de registros y experiencias de proyectos artísticos con la intención de cuestionar las ideas de obra y concurso de arte, así como desmantelar categorías, definiciones y prácticas artísticas en el contexto local.

El proyecto, de naturaleza efímero-itinerante y de enfoque pedagógico, está concebido para irse transformando y revelando durante su periodo de exhibición. La instalación que se presenta en el Centro León contiene los archivos y las huellas de los encuentros realizados con los artistas, en los que Rivera participó como mediador cultural, editor y comisario.

Para el artista, se trata de una casi-escultura, casi-instalación, casi-performance, casi archivo, y, por lo tanto, un intento de obra. “La mesa con los documentos y la pared con 140 perforaciones conforman un lugar de trabajo y una invitación a explorar significados. El proyecto habla de una doble temporalidad, porque es el registro en el presente de 27 encuentros que ocurrieron en el pasado. Ensayo busca recuperar nuestra agencia en la construcción colectiva de conocimientos de una forma emocional, corporal y subjetiva”.

El Editor Cuir y Johan Mijail, Puentes, 2020, instalación (tela, espejos y video digital), medidas variables. Cortesía de les artistas y Centro León, RRDD
Yoel Bordas, Tela de juicio, 2020, tríptico (óleo sobre tela), 370 x 137 cm c/u. Cortesía del artista y Centro León, RRDD

MICROPOLÍTICAS CUIR, ESTEREOTIPOS Y GÉNEROS FLUIDOS

En el tríptico textil elocuentemente titulado Tela de juicio (2020), Yoel Bordas explora el cuerpo masculino en el espacio íntimo para cuestiona los roles de masculinidad en la cultura hegemónica. Las figuras representadas en estas telas toman como referencia las pinturas del artista francés Jacques-Louis David, buscando la resignificacion de la masculinidad desde el poder el hombre a través de sus poses o la realización de tareas domésticas.

“La masculinidad es como una camisa de fuerza en la sociedad. Busco momentos no valorados, o que no cumplen con el rol estereotipado de lo que el hombre debería ser y hacer. Por eso el soporte es una tela de lino para hacer sacos, trajes y pantalones para hombres, pero yo reivindico estar en pantaloncitos y camisitas haciendo cosas de la casa –trapeando, fregando-, labores domésticas tradicionalmente feminizadas, con una cierta ironía”, explica el artista.

Para el concurso, El Editor Cuir y Johan Mijail realizan por primera vez una colaboración multimedia en la que visibilizan y construyen la memoria histórica de comunidades marginadas y formas no binarias de ser -entre ellas la cuir-, para cuestionar cómo el poder opera sobre corporalidades racializadas y de la diversidad/disidencia sexual.

Mediante imágenes y breves acciones performáticas relacionadas con sus cuerpos y contextos, les artistas extrapolan sus experiencias personales a la desigualdad generalizada que el régimen heteronormativo y cisgénero produce en el imaginario colectivo de la sociedad dominicana.

En su instalación inmersiva y sensorial, Puentes (2020), convergen sus primeras relaciones con lo femenino a través de la figura materna, lxs cuerpos y sus prótesis, la fiesta y el reggaetón, además de espacios cotidianos que han definido hasta ahora su identidad.

“Este trabajo se ofrece como un gesto micro-político de producción de sentido y memoria que sirva para la construcción del archivo marica, trans y travesti que urge inventar en el contexto dominicano. Necesitamos colectivizarnos para socializar (y quizás sanar) eso que nos duele, lo que nos implica como minorías raciales, sexuales y de género”, señalan.

Editado por Alejandra Villasmil a partir del material expositivo

Alejandra Villasmil

Nace en Maracaibo (Venezuela) en 1972. Es directora y fundadora de Artishock, revista online especializada en arte contemporáneo. Licenciada en Comunicación Social, mención audiovisual, por la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), con formación libre en arte contemporáneo (teoría y práctica) en Hunter College, School of Visual Arts y The Art Students League, Nueva York. Es editora y traductora inglés/español de contenidos sobre arte, trabaja en campañas de difusión y escribe regularmente para publicaciones, galerías y artistas de América Latina y El Caribe.

Más publicaciones

También te puede interesar