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CONSTRUYENDO POLI-IDENTIDADES. CHIACHIO & GIANNONE SOBRE (LO) “CUIR”

En tiempos de cambio, de encierro y readecuación, de cálculos trágicos en donde a nivel planetario el tráfico de público se ha restringido debido a los brotes de Covid-19, todos los espacios públicos han tenido que replantearse. Lo ocurrido a los espacios de exhibición hoy por hoy resulta paradigmático. Todos aquellos principios y formalidades a los que por fuerza de la costumbre pensábamos que nunca se verían alterados se han fusionado con la tecnología digital a fin de sobrevivir. Los resultados han sido variados, pero lo cierto es que internet, así como nos hace interrogarnos en torno al valor de lo real sobre lo virtual, nos ha mantenido en un relativo centro y, a su vez, ha renacido como un territorio para la interacción y la circulación de nuevas ideas.  

En el panorama local, Galería Isabel Croxatto se ha puesto a la vanguardia de estos inexorables cambios. Desde hace unos meses, a través de su plataforma digital ICG+, ha iniciado una serie de muestras virtuales de alto impacto visual. Hasta fines de marzo presenta CUIR, una exhibición curada por el colectivo argentino Chiachio & Giannone que reúne el trabajo de una veintena de artistas provenientes de diferentes latitudes, generaciones y posturas estéticas y políticas.

CUIR es un spanglish para el término Queer, cuyo uso se puede trazar tan lejos como el siglo XVI, cuando todo lo que fuera “extraño” o “peculiar” era designado como “queer”. A fines del siglo XIX, el vocablo se emplea para calificar a aquellos hombres “femeninos” o de quienes se sospechaba vivían en una relación con una persona de su mismo género. Hasta avanzado el siglo XX, y en el marco de una mayor radicalización y visibilización de lo gay, “queer” fue una forma peyorativa para referirse a quienes adoptaban el rol pasivo en una relación sexual o exhibían una notoria disconformidad hacia la idea normada del género. El momento en que queer se instala como un corte radical con las expectativas conductuales del patriarcado se sitúa en los años 90, cuando autores como Michelangelo Signorile (Queer in America), Kate Bornstein (Gender Outlaw: On Men, Women and the Rest of Us) o las acciones de Queer Nation, reclaman y facilitan la recuperación ideológica de la palabra como la expresión afirmativa de la comunidad LGTB. Hoy en día queer es sinónimo de disidencia a la norma patriarcal, es la expresión de la reformulación radical de las nociones de género, sexualidad o raza.


“Ser queer no se trata de un derecho a la privacidad; se trata de la libertad de ser público, de ser quienes somos. Significa luchar todos los días contra la opresión, la homofobia, el racismo, la misoginia, el fanatismo de los hipócritas religiosos y nuestro propio odio a nosotros mismos”

Queer Nation Manifiesto, 1990


La curaduría de Chiachio & Gianonne explora las distintas perspectivas que, desde lo queer, se manifiestan a través de las artes visuales para poner en perspectiva la realidad social, cultural y política de nuestro ahora. Reuniendo bordado, fotografía, dibujo, pintura, video y performance, los ejes de interés del colectivo se podrían trazar en la expresión del amor y la sexualidad, las reflexiones en torno a la identidad, el encuentro intergeneracional y la familia.

En ¿Qué es lo que hace que los homosexuales de hoy sean tan diferentes, tan atractivos?, Joey Terrill hace una interpretación del paradigmático collage realizado en 1956 por el artista inglés Richard Hamilton. La obra de Terrill se apropia del mismo criterio de acumulación de imágenes cotidianas que guio la operación de Hamilton, llevándola a un extremo biográfico y acorde a la realidad contemporánea: la explosión del deseo homosexual se lleva a cabo entre productos de consumo, objetos de deseo, pero también entre medicamentos antirretrovirales y en espacios significados por una conciencia política. Por otro lado, Aaron McIntosh presenta un grupo de acuarelas donde las prendas fetiche sobrepasan al protagonismo del cuerpo. Desde otra perspectiva, la mirada y el deseo desplazan su objeto de placer. Quizás las próximas formas de sexualización y contacto tendrán lugar con objetos de deseo más que con cuerpos posibles.

La identidad como una categoría dinámica y siempre en proceso de redefinición es un tema que recorre mayoría de las obras presentes en CUIR.  Para la realización de la serie Queer Icons (2014), Gabriel García Román utilizó como modelos composicionales y conceptuales retratos renacentistas, flamencos y cristianos. Las figuras retratadas representan la amplia diversidad humana que diariamente y, desde diversos contextos cotidianos, se posicionan frente a un mundo hostil y/o no totalmente preparado para sus corporalidades, rasgos raciales o estilos de vida. Posterior a la realización de esta serie, García Román invitó a sus modelos a escribir sobre sus retratos. “Desde la latina queer que lucha por los derechos de inmigración hasta la trans filipina con discapacidad no binaria, el artista percibió a estas figuras como héroes por derecho propio”, se puede leer en un texto publicado por el autor en la página de la galería.

En una línea de exploración más inquietante, pero no exenta de ironía, el artista Juvenal Barría nos presenta el video Martuca is Alive. Juvenal es Martuca, Martuca es Juvenal, toma sus gotas de bach, se quita su vestido (¿el indicador más agresivo de su condición social?), se pone unos guantes de goma para limpiar y comienza la transformación, con esponjitas de tres por el precio de dos, del volumen de sus senos. El espejo somos nosotros. La música que se escucha a lo lejos ambienta este instante de intimidad. Barría plantea cómo entre el deseo y la curiosidad de una mirada, y entre lo íntimo de la construcción de identidad del otro, tienen lugar las más crudas y sinceras dinámicas al interior no solo de nuestra sociedad, sino al interior de nuestra moral.

Cristina Coll, Napoléon, 2010, foto-performance, 100 x 66 cm. Ed: 5 + 1AP. Cortesía: Isabel Croxatto

Cristina Coll comenzó a desarrollar performance en 1996, pero su trabajo como pintora tiene una larga data. En CUIR presenta dos obras donde adopta y juega con la noción de dominante cultural que se le ha adjudicado históricamente a lo masculino: Cristina viaja a la historia militar universal, transformándose en Napoleón (Napoleón, fotografía, 2009) y a la historia pop oscura de la Argentina (Un muchacho como yo, video, 2015). La artista juega con la paradoja del delirio de ser otro. Se transforma en Napoleón, el hombrecito que rompió el corazón de Josefina y llegó a conquistar Egipto. El hombre célebre que inspira a dictadores y mequetrefes de la política. En la cultura popular ese rol de hombre, de héroe, ha permitido, a quienes poseen un cuerpo de hombre, ser el general de su destino, ejercer la opresión y la violencia y ser aclamado popularmente. Al mismo tiempo, ser Napoleón es un síntoma de pérdida de la razón, de simulacro emocional. En el clip Un muchacho como yo, vestida de blanco y sintonizada con el frenesí del pasado pop, Cristina nos baila una pieza del mismísimo Palito Ortega. Aunque no es aparente, la artista juega con la ambigüedad del secreto y la dinámica de las apariencias. Palito Ortega fue ídolo juvenil en los 60-70, gobernador de Tucumán, conocido por apoyar a los militares durante el Proceso (1976-1983) y padre de una familia numerosa (a los 20, su hijo mayor confesó a sus padres su homosexualidad y este declaraba que “no podía hablar de ello”). En el clip, la ironía entre la ficción de lo ideal y la ansiedad de la realidad es engañosa y va moviéndose (como toda identidad) de un lado a otro, al paso del baile de Cristina, quizás. La ambigüedad del mensaje de la canción y la connotación que el personaje reviste en la cultura popular convierte a la artista en el espejo de un contexto socio-cultural perverso.

Como una suerte de corolario de la exposición, se incluyen dos obras realizadas en el 2021: Cuir I y Cuir II. En cada uno de estos mosaicos textiles sobre tela se puede apreciar dos cabezas emergiendo de las aguas para entrelazarse por sus respectivas barbas: Chiachio & Giannone están presentes en cada una de sus obras como protagonistas de un futuro colectivo. Juntos construyen en comunidad un mundo posible de lazos afectivos y espacios de humanidad que sean habitables para la gran diversidad de personas que confluyen en el universo de lo queer. El interés por lo manual y el artesanado popular los lleva a desarrollar una obra donde el bordado es la base y el puente comunicacional con otras técnicas, tales como la cerámica pintada a mano, el collage o el dibujo. Sus tableaux bordados de gran escala contienen numerosos símbolos y significados estéticos provenientes de varios momentos y culturas, y recrean referentes domésticos, escenas de la historia, la mitología o la fantasía amalgamada que caracteriza a nuestra época.

Con motivo de la muestra CUIR pude conversar con Leo Chiachio (Buenos Aires, 1969) y Daniel Giannone (Córdoba, 1964) sobre su proyecto como curadores y como artistas que existen dentro de una dimensión de hiper-producción.

Chiachio & Giannone, CUIR I, 2021, Mosaico textil sobre tela, 110 x 180 cm. Cortesía: Isabel Croxatto
Chiachio & Giannone, CUIR I, 2021, Mosaico textil sobre tela, 110 x 180 cm. Cortesía: Isabel Croxatto

En CUIR conviven obras de artistas provenientes de distintas décadas y experiencias. Por ejemplo, tenemos la serie Queer Icons de Gabriel García Román, por un lado, y el trabajo Lxs padres y lxs hijxs o los Javieres y quienes ya no están de Federico Casalinuovo, por otro. ¿Qué puntos de tensión a nivel generacional/temático buscaron producir al momento de entrecruzar y articular la selección de obras y el recorrido de la exhibición?

Daniel: Lo que nos interesó en este diálogo, en donde pusimos la obra de distintos artistas y con los que compartimos una poética, fue justamente que hubiese una representación de todas las generaciones. Generaciones que fluyeron de una forma muy diferente en lo que respecta a la comunidad LGTBQ de hoy. Y también entendíamos que la realidad del Hemisferio Norte no es la misma que la del Sur en cuanto a cómo se fueron conquistando los derechos para el colectivo. Este factor dio lugar también a que aparecieran distintas poéticas, nacidas en distintos momentos y en distintas realidades y situaciones, donde los artistas deciden trabajar y poner sus voces.

Leo: Además, buscamos aportar o ayudar a que cada una de las obras se fuera potenciando la una con la otra, en esa coexistencia, que a la vez se encontraran. Por ejemplo, hablás de Gabriel García Román y de Federico Casalinuovo… jamás esas obras se vieron en vivo y tampoco lo habían hecho de una manera virtual, entonces fue interesante ver lo que pasaba en ese diálogo, o con la obra de Cristina Coll con Juvenal… esas lejanías o cercanías que se iban creando y que permiten que cada una de las obras fuera tomando una potencia diferente y nueva.

Daniel: Son interesantes los puentes que se establecen, cómo se va expandiendo la lectura cuando se ponen en diálogo estas obras que pertenecen a artistas de distintas generaciones y que se producen a partir de distintas escenas, porque las escenas locales en un punto también establecen pautas. Las realidades de la sociedad, de la comunidad LGTBQ tanto en el Hemisferio Norte como en el Sur, o por ejemplo en Chile/Buenos Aires, se fueron construyendo de una forma muy diferente y esto tiene un impacto directo con el modo de producción o intereses de estos artistas al momento de decidir poner imagen a sus respectivas voces. Entonces, lo que se va estableciendo es sumamente interesante para nosotros. Además, era la primera vez que podíamos ver a todos estos artistas simultáneamente, en una exposición, acá en la escena local. Cuando hablamos de escena local -la Argentina o lo que podría ser Chile– tenemos claro que no estamos acostumbrados a exposiciones donde se ponen en conversación todas estas voces.

En medio de esta vibra nocturna que recorre la exposición se nos van desplegando obras que elaboran en torno al erotismo masculino de varias formas: el toy-boy (John Thomas Paradiso o Balbuena), el fetiche objetual (McIntoch) o las imágenes de sexo solo, en pareja y/o grupal ¿Qué “rol” le asignan a la expresión de la sexualidad (masculina) al interior del proyecto?

Leo: La sexualidad y el erotismo eran temas a tratar y hablar en esta muestra; lo que vemos es que no solamente es masculina, sino que también hay algo femenino y también hay algo queer. En un punto era como hablar un poco de eso, y también, como sabemos en cualquier curaduría y cualquier recorte, siempre es poco ¿no? O siempre algo falta, pero también vemos, por ejemplo, en la obra de Curtis Putralk, Cristina Coll o Juvenal cierta sexualidad queer o no masculina. También nos interesó explorar en CUIR otra manera de hablar de los cuerpos disidentes, como es el caso de la obra de Rubén Esparza, Jesús, que fotografía de frente el cuerpo de un hombre trans. La idea era, dentro de lo posible, ponerle voces a todas estas disidencias que existen en el mundo contemporáneo.

Sebastián Calfuqueo, Maricón Sushi, 2018, fotografía digital, textos escritos a mano. Cortesía: Isabel Croxatto
Sebastián Calfuqueo, Maricón Sushi, 2018, fotografía digital, textos escritos a mano. Cortesía: Isabel Croxatto

Pensando en el contenido de obras como Maricón Sushi, de Sebastián Calfuqueo, por ejemplo, vemos que aún en el siglo XXI vivimos en una sociedad que descarga su ignorancia a través de actos discriminatorios, fobias (hacia lo trans, lo otro) ¿De qué forma creen ustedes que proyectos como CUIR hacen posible generar una discusión en torno a temas como la relación con el otro y la inclusión?

Leo: Cuando empezamos a pensar en la selección y en el cruce de artistas siempre nos interesó profundizar en el tema de la inclusión y seguir hablando de ciertas problemáticas. Por ejemplo, dentro del colectivo siempre podemos hablar entre nosotros, pero cuando lo ponemos en contexto y lo proyectamos a la sociedad, nace la pregunta acerca de la naturaleza de la fobia, de la discriminación o la agresión.

Daniel: Por ejemplo, situaciones e imposibilidades laborales muy diferentes para la gente que pertenece o no pertenecen al colectivo.

Leo: Nos parece interesante seguir haciendo este tipo de muestras, pensar en estos tipos de discursos, de generar diálogos que colaboren para construir un pensamiento de mayor tolerancia. La muestra CUIR se ve online y tiene mayor difusión: se ha visto en China, en la India, en Francia, en Estados Unidos, en Uruguay, y en gran parte de Latinoamérica. Creemos que eso va significar construir un pensamiento mucho más tolerante. Por otro lado, de la selección de artistas un buen porcentaje son latinoamericanos o latinos, entonces también es como seguir vinculados a esta parte de las disidencias y de las minorías; nosotros también como parte de esas disidencias y minorías encontramos un grupo de pertenencia.

Daniel: También los desafíos y las conquistas del colectivo fueron muy distintas: están como a destiempo de una escena con respecto a la otra, y nos parece que mientras siga habiendo problemas de discriminación, homofobia, o como por ejemplo todos los crímenes ocurridos en Argentina en el último año, donde tuvimos casi un crimen por día del año -casi 365 crímenes- a estas voces se les tiene que seguir dando un lugar para que podamos construir una sociedad más justa, con derechos de oportunidades para todos y todas.

Leo: Aclaramos que los asesinatos, que fueron casi uno cada 30 y pico de horas, fueron feminicidios, lo cual obviamente continúa siendo de una gran gravedad. Creemos que estas muestras como instancias para la educación van con nuestro deseo de construir una sociedad más tolerante y más pacífica…  por lo menos es un deseo.

Gabriel García Román, Serie «Queer Icons», 2017, fotograbado con chine-collé y serigrafía, 38 x 46 cm c/u. Cortesía: Isabel Croxatto

A lo largo de su producción ha tenido lugar una sistemática visibilización de las artes y oficios al interior de un espacio dominado por las aún llamadas “bellas artes” -o tradicionales-, como también el reconocimiento a la labor de artesanas y artesanos, al trabajo de mujeres artistas ignoradas por la historia del arte ¿Qué ha significado para ustedes abrir esta caja de pandora? ¿Sintieron o sienten en algún momento que asumían/asumen una responsabilidad o misión?

Daniel: Es importante contar que nuestros padres tuvieron oficios y nosotros crecimos viendo trabajar a nuestros padres con sus manos. Para nosotros también fue importante que desde muy chicos creciéramos en hogares donde el trabajo manual era un valor y tuvimos la oportunidad de experimentar con distintas técnicas como la pintura, la cerámica, siempre trabajando desde la perspectiva del oficio.  Por otro lado, a medida que fuimos madurando, y haciendo un recorrido de formación diferente uno del otro, ambos coincidimos en que tuvimos mucha fascinación por los oficios por el placer de trabajar con las texturas, con los materiales y esto, al momento que decidimos desarrollar nuestro trabajo de a dos, lo incorporamos a nuestro lenguaje.

Leo: Cuando vos decís de abrir una caja de pandora, lo loco es que nosotros estamos dentro de esa caja de pandora, porque el interés que tenemos acerca de estas producciones, dentro del mundo simbólico, siempre nos interesó en nuestra formación. En la elección de materiales, de referentes de artistas, tanto de Argentina como en otros lugares del mundo, y esta especie de mirada clase B del arte que se estaba produciendo. Siempre tuvimos esa fascinación, lo que termina siendo un poco más de misión que de responsabilidad cuando hablamos de esto, porque también es perpetuar esta familia elegida dentro del mundo del arte y las artesanías; no nos interesa mucho dividir ese límite entre la una y la otra.

Daniel: A lo largo de los años en nuestro proceso creativo de a dos fuimos descubriendo artistas que trabajaban con las mismas poéticas y con la misma forma de tratamiento de los materiales, lo que hizo que prestáramos atención también a todos aquellos artistas que de una forma u otra trabajaron como nosotros en tratar de borrar las barreras o los límites entre género y trabajo. Cuando empezamos a trabajar nos interesó particularmente ver cómo en otras décadas, en el siglo pasado, artistas, y en especial mujeres, que fueron excelentes pintoras, decidieron trasladar su oficio (porque en el momento histórico, en la escena de ese instante, así lo requerían) a otras técnicas, como por ejemplo al tapiz o al textil o a la cerámica. Esto básicamente es lo que sucede en la época, por ejemplo, de la Bauhaus, cuando se crea la escuela de tapicería y cerámica, y donde prácticamente las mujeres artistas eran direccionadas, y es justamente ahí, en el tapiz o la cerámica, el espacio donde ellas logran tener un cierto lugar y ser reconocidas. Esto sucedió tanto de un lado del océano Atlántico como del otro. A nosotros también nos pareció importante rescatar estos trabajos y apoyar la historia y la obra de estas artistas a quienes la historia del arte en su momento o no les dio el reconocimiento que se merecían, o este reconocimiento llegó muy tarde.

Marino Balbuena, Gangbang, 2019 – 2020, lana bordada con máquina de pistola sobre tapiz, 170 x 210 cm. Cortesía: Isabel Croxatto
Rodrigo Mogiz, bordados a mano, 2018-2019. Cortesía: Isabel Croxatto

“El trabajo grupal diluye la noción de individualidad”, se menciona a menudo como un rasgo significativo en vuestro proceso creativo ¿Implica esto vivir en un estado de trabajo y producción permanente?

Leo: Una de las cosas que tenemos como leitmotiv de nuestra producción es que nunca separamos arte y vida, es una sola cosa. Esta manera de producir de a dos siempre es un continuo, de charla, de construcción de ideas, de pensamiento, de cosas que siempre vamos pensando y que quedan por un momento en una especie de freezer y después se sacan para poder trabajar. Por momentos encontrar materiales o ideas o vínculos o parte de la vida, es una parte importante de nuestro trabajo. En estas construcciones, uno de los temas que también trabajamos o que tomamos como parte del concepto de la muestra CUIR es la construcción de identidades, construir una identidad que es una poli-identidad.

Daniel: En nuestro trabajo el diálogo es permanente y siempre hay un proceso de trabajo y de investigación que compartimos y donde buscamos siempre una tercera alternativa, que no es ni la opción de Leo ni la de Daniel, sino la opción de Chiachio & Giannone. Es una sinergia lo que se logra, y en esta sinergia se borran todos los límites de autoría personal, que es uno de los intereses que estuvo presente desde un momento en nuestros proyectos y proceso creativo, y que responde a la idea de cómo queríamos vivir a partir del momento que decidimos trabajar y estar juntos en la vida, en donde el arte atravesara toda nuestra vida y no hubiera individualidades.

A nivel conceptual el cuestionamiento a binarismos tales como arte/artesanía o masculino/femenino se presenta como una opción de lectura posible a vuestro trabajo, pero asimismo el amor y la dedicación a un oficio que es capaz de abrir mundos inimaginados ¿Qué sucede cuando su trabajo se traslada del taller y la galería al espacio público, al trabajo con diferentes comunidades?

Leo: Lo que sucede cuando nuestra producción sale del estudio es que empieza a producirse otro tipo de diálogo, un diálogo con un público real. Nosotros tenemos un público imaginario, pero a la hora de ponerlo en ese diálogo real, siempre crece de diferentes maneras, siempre se va para otros lados; esa es una de las cosas que más nos interesan del compartir con la gente, de las charlas, de los trabajos que hacemos en comunidad, porque nos sucede mucho con el bordado cuando hacemos esas acciones con la comunidad, como cuando en Isabel Croxatto hicimos la bordatón con la gente que nos visitaba. Ya la tarea nos lleva a recuerdos, y hay algo del inconsciente colectivo que te va a llevar a lugares de mucho afecto. Entonces, esa es una de las cosas que queremos rescatar: ese recuerdo del afecto de cada uno al trabajar, que es lo que nos sucede a nosotros en nuestro trabajo. También se construye un espacio de reflexión, como fue con las banderas que hicimos en el Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles, que fue una construcción en comunidad.

Daniel: Otro tema importante es que cuando Chiachio & Giannone deciden trasladar el cubo blanco de exposición o sala al taller, y esto tiene una intención de extender los límites del proceso colaborativo que realizamos para hacer cómplice al espectador. Por otro lado, también lo que nos interesa al visibilizarnos o mostrarnos en acción, realizando un trabajo, es contribuir de una forma más directa a despejar los límites que existen entre trabajo y oficio, entre género y trabajo, y hacerlo más visible aún. Cada momento o interacción que se da en este proceso es súper interesante para nosotros, porque también le permite al otro (al espectador) completar el significado o el aporte que puede dar nuestro trabajo cuando abordamos temas como, por ejemplo, por qué es importante celebrar la diversidad o vivir en diversidad. El concepto o el pensamiento que se construye en forma colectiva viene a dar un aporte mayor.

Rubén Esparza, Transgender Jesus, 2019, Fotografía digital, 40,5 x 51 cm. Cortesía: Isabel Croxatto
Rodri & Lenny, San Roque, 2018, fotografía digital, 110 x 70 cm. Ed: 3 + 1AP. Cortesía: Isabel Croxatto

Investigando en vuestra página web –chiachiogianonne.com– me encontré con una reflexión: “El arte contemporáneo (llega a un punto donde) ha sido silenciado por medio de una serie de protocolos que finalmente dictan sus formas de producción”. En el estado actual de las cosas, donde la amenaza de la pandemia nos lleva a asumir una serie de redefiniciones y transformaciones ¿En qué quedan esos protocolos? ¿Cómo perciben o imaginan el futuro inmediato para la producción y el desarrollo del arte?

Daniel: Esta situación de crisis pandémica vino a ampliar el arte contemporáneo y el mundo de las posibilidades; por supuesto que la imposibilidad de habitar más muestras en los espacios expositivos es irremplazable, porque el vínculo que se establece entre el espectador y la obra es muy diferente al vínculo que se establece cuando se visita una exposición en forma virtual, inclusive el vínculo que se establece entre la obra de un artista y otra en un marco expositivo. Para nosotros es fundamental repensar esta nueva manera de la presencialidad, de cómo habitar las muestras. El distanciamiento físico no fue durante esta pandemia un distanciamiento social, porque quedó comprobado que nos comunicamos: lo que cambió fue la forma en cómo nos comunicamos y estamos presentes unos con otros.

Por otro lado, hubo una manifestación muy interesante que se dio en torno a esto de lo pandémico: lo local, o la posibilidad de la visita o el mundo o la escena local, fue superada por lo global, donde el marco global y virtual ya no tuvo límite y pudimos –que fue lo que justamente sucede con la muestra CUIR– realizarlo en el espacio expositivo virtual de la Galería de Isabel. Los espacios expositivos a nivel mundial fueron cerrados pero no parados, siguieron abiertos de otra forma, y lo que fue un aprendizaje también es esto, el cómo aprendemos a habitar estos espacios virtuales y cómo resignificarlos. Por ejemplo, hubo muestras que se realizaron en espacios públicos, en autocines, en balcones, en los jardines de los museos, y se fueron habitando otros espacios. En toda esta cuarentena o aislamiento una de las cosas que todos los artistas hemos comprobado es que llevamos en el cuerpo la experiencia del encierro. Seguramente con el tiempo vamos a ver cómo impacta o cómo se va a reflejar en el modo de producir en el arte contemporáneo.

Leo: También creemos que la producción va a ser en un punto un poco más escueta, un poco más humilde, más cercana a las posibilidades, sin utilizar demasiados recursos económicos, porque de todos modos tampoco tenemos tantos recursos económicos en el arte contemporáneo desde la latitud donde estamos produciendo. Creemos que lo que viene va a ser de una gran inteligencia sensible, todos los conceptos y lo que se trabaje en las producciones locales. Creemos eso, o por lo menos estamos por ese lado, donde las mega-producciones tampoco sabemos si van a tener tanto espacio en los grandes centros. Creemos que va a ser como una gran potencia cada región o cada producción en cada uno de los lugares donde estemos nosotros.

Daniel: Otro punto importante es que las redes o los espacios virtuales permitieron democratizar contenidos, esto es muy importante porque es algo bastante nuevo, al menos en la escena local aquí en Argentina. Mucha gente estuvo dispuesta a ocupar estos espacios y a disfrutarlos, y también lo que sucedió es que se pudieron escuchar otras voces. Y esta democratización, esto de que mucha gente decidió ocupar estos espacios y a disfrutarlos, también posibilita crear nuevas comunidades a través de las redes, crear una sensación muy diferente a lo que estábamos acostumbrados a vivir hasta el momento.

Leo: Y también lo que trajo la pandemia, este encierro, es entender o saber convivir con la desilusión y el fracaso. Somos una generación que no soportamos mucho eso, y las generaciones más jóvenes tampoco. Es un aprendizaje porque la pandemia y la enfermedad nos pone frente a frente con esa sensación del fracaso. Va a ser interesante convivir con eso y ver cómo salimos de esto.


Aaron McIntosh (Estados Unidos), Catalina Schliebener (Chile/Estados Unidos), Chiachio & Giannone (Argentina), Cristina Coll (Argentina), Curtis Putralk (Chile/Francia), Federico Casalinuovo (Argentina), Franco Mehlhose (Argentina), Gabriel García Román (México/Estados Unidos), Joey Terrill (Estados Unidos), John Thomas Paradiso (Estados Unidos), Juvenal Barría (Chile), Matías de la Guerra (Argentina), Marino Balbuena (Argentina), Max Colby (Estados Unidos), Paloma Castillo (Chile), Rebecca Levi (Estados Unidos), Rodrigo Mogiz (Brasil), Rodri & Lenny (Uruguay), Rubén Esparza (Estados Unidos), Sebastián Calfuqueo (Chile).

Leonardo Casas

Chile, 1974. Es artista visual y profesor del curso "Discursos Artísticos y Formas Políticas en Latinoamérica" en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Chile desde el año 2006. Escribe para la revista Artishock y ha curado muestras colectivas en Santiago de Chile y Nueva York. Editor de los fanzines "Estrellita Mia" y "Tiny Star".

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