TODO LO QUE ME DAS ES TUYO – PROSAS DE MUJERES EN EL ARTE POPULAR
[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]
Central Galeria presenta una exposición dedicada a artistas brasileñas populares. Bajo el título Todo lo que me das es tuyo – Prosas de mujeres en el arte popular, la muestra se realiza en alianza con el proyecto Novos Para Nós, del investigador Renan Quevedo, y reúne obras de cuatro brasileñas de diferentes orígenes, generaciones y repertorios: Efigênia Rolim, Lira Marques, Nilda Neves y Rosana Pereira.
Por Renan Quevedo
Antes de todo lo que vino después, hubo silencio
Es encomiable señalar que, en los últimos años, las instituciones de arte han revisado su historia y esfuerzos en cuanto a la diversidad de sus colecciones. A fin de reconocer lugares de expresión e incorporar nuevas voces y argumentos a una discusión más democrática y pagar la vergonzosa deuda secular con grupos invisibilizados, proyectan exposiciones en las que el norte es el equilibrio. La exposición Tudo o que você me der é seu – Prosas de mulheres na arte popular [Todo lo que me das es tuyo – Prosas de mujeres en el arte popular] es una de ellas; reúne las obras de cuatro mujeres de diferentes orígenes, generaciones y repertorios.
Hago mías las palabras de Paulo Rezutti: “¡No! Las mujeres no necesitan que un hombre hable por ellas. La mujer brasileña tiene voz propia hace años”¹. Aquí, ofrecemos el espacio para estos artistas cuyas obras hablan por sí solas.
Con el proyecto Novos Para Nós me propongo contar las historias que presencio y escucho sobre la obra y la vida, que nunca se desvinculan, de los artistas populares (usaré este término, aunque con reservas). Si bien el 77% de los artesanos brasileños son mujeres, la agenda artística y cultural permanece distante de esta realidad. ¿Es una supresión? En la exposición buscamos contextualizar las historias vividas, inventadas y testimoniadas por Nilda Neves, Lira Marques, Rosana Pereira y Efigênia Rolim, cuatro artistas con producciones permeadas por símbolos de identidad, consistencia y particularidades.
Haciendo uso del barro, el papel, plástico, tinta, tela y metal, entre muchos otros materiales, los cuatro artistas tejen narrativas. Según Walter Benjamin (1892-1940), la práctica del arte de narrar está ligada a las más antiguas formas de trabajo manual². Mientras los hombres salían a cazar, las mujeres se encargaban de la producción de cestería, bordados, tapices y trenzados, además de legarla a las futuras generaciones, intercambiando experiencias.
Nilda Neves (1961-) nació en Botuporã (BA). Bisnieta de tupis-guaraníes, estudió contabilidad y fue profesora de matemáticas y comerciante, entre otras profesiones. En São Paulo, se convirtió en dueña de un bar. Las deudas la obligaron a ser manicurista, lo que solo hizo que la clientela gritara de dolor. Nilda nos cuenta, riendo, que la pusieron a cortar cabello: – “y yo nunca había cortado ni siquiera el pelo de ratón” ³.
Como pago de una deuda, ganó tres DVD: dos no funcionaron y el tercero mostraba a un religioso leyendo un libro. La situación, que la enfureció, también le trajo ideas: “Voy a escribir mi libro”. Una secuencia de páginas con historias, crónicas y pensamientos sobre la vida tomó forma. Con la falta de dinero, Nilda se vio obligada a realizar el diseño de la portada. A la gente le gustó lo que vieron dentro y fuera del libro y la incentivaron en el nuevo ramo.
Nilda, entonces, comenzó a pintar telas con temáticas relacionadas a la vida en el interior, retratando épocas y costumbres: cangaceiros, retantes, actividades manuales, animales, paisajes, comidas, profesiones, vínculos afectivos, conflictos y folclore. Echó mano de pinceladas arrastradas y secas que llenan la tela y dan lugar a texturas y patrones. El buen humor, uno de los rasgos más llamativos de la obra de Nilda, comparte espacio con lamentos, introspecciones, soledades y vacíos. “Me llamaban artista plástica, pero yo decía que no era porque pensaba que ese término era para gente que hacía arte con plástico”, dice riendo. «Lo que la gente piensa que es feo, yo creo que es bien bonito». ⁴
Lira Marques (1945-), nacida en Araçuaí (Vale do Jequitinhonha, MG), dialoga con la naturaleza en diversas formas. Sabe y entiende que vino de la tierra y que para ella volverá. Su madre confeccionaba muñecas de trapo y pesebres de barro para regalar a sus vecinos, y así fue despertada la curiosidad de Lira: de niña empezó a hacer pequeñas esculturas con cera de abejas, para luego dedicarse a la alfarería. Los dibujos en papel y piedra, que hoy son su buque insignia, solo aparecieron en 1994, después de fuertes dolores en los brazos. Hoy, Lira colecciona diferentes tonalidades de pigmentos minerales que encuentra por toda la región y aplica en su obra, además de investigar y acumular un conocimiento inagotable sobre la cultura popular, el comportamiento, la música, los habitantes y sobre todo la vida de quienes allí persisten.
La serie aquí expuesta fue bautizada por Lira como Meus bichos do sertão. Son representaciones hechas en barro con trazos de la economía y estética rupestres: figuras bípedas y cuadrúpedos que se asemejan a aves, reptiles y anfibios y, frecuentemente, son híbridos entre lo real y lo imaginario. Los animales se definen por sus picos, plumas, cuernos y colas; a veces solos, a veces acompañados de sus huevos, índices de la flora y minerales. En ciertos momentos, Lira agrupa elementos en formas ovaladas que sugieren exposición a piedras y pastos, reclusión en cuevas y hoyos; o si no, los excava como arqueóloga de su propia vida e historia. La aridez estética está marcada por el relieve de la materia prima y reforzada por los ángulos agudos de las extremidades de los bichos. Pueden ser «mansos, pero también ariscos» ⁵ -está lista para soltarlos a cambio de protección y aplazamiento del apocalipsis.
También de Vale do Jequitinhonha, Rosana Pereira (1988-) nació en Caraí (MG) con una pelota de arcilla en las manos. Hija, nieta, bisnieta, y tataranieta de ceramistas -y aquí nos perdemos en la incertidumbre de su árbol genealógico, pero seguros de la actividad casi tricentenaria de la región-, desde pequeña fue iniciada en el modelaje de arcilla. La producción de Rosana está directamente vinculada a la producción de su abuelo, Ulisses Pereira Chaves (1922-2006), celebrado como uno de los más grandes escultores brasileños por Burle Marx⁶ y Lélia Coelho Frota.
Influenciada estéticamente por Ulises, Rosana adquiere una temática propia y flexiona la rigidez de las figuras de su abuelo con movimientos e interacciones entre los cuerpos. De pocas palabras y gran timidez, encontró en la escultura la mejor forma de comunicarse. Sus obras muestran figuras antropozoomorfas, con cuerpos humanos y rostros de animales. La figura femenina, en su gran mayoría, lleva un vestido de novia, y la masculina un terno completo para el casamiento. Subvirtiendo la rígida tradición local, hace una relación inesperada entre los personajes: los femeninos tienen el poder y el control de la escena. Son ellos los que se arrastran, caen, flaquean, obedecen, son cargados y fragilizados. “Hago esto porque las mujeres también son importantes” ⁷, dice Rosana, la artista más joven de la exposición, levantando un estandarte no de superioridad, sino de igualdad entre géneros.
Efigênia Rolim (1931-), natural de Abre Campo (MG), inició su producción artística en Curitiba (PR). Conocida como la «Reina del Papel de Caramelo» durante más de 30 años, un hecho cambió toda su historia: estaba caminando por la calle cuando vio un objeto brillante en el suelo. Sorprendida, se inclinó para recogerlo; era «sólo» un envoltorio de caramelo. Pensó en las relaciones que establecemos con las personas y llegó a la conclusión de que, en cuanto el papel desempeñaba una función en la envoltura de los dulces, despertaría el interés de alguien. Entonces lo llamó “desgraciado caído”. Comenzó a recoger todos los que veía por delante, pensando: «Si consigo uno al día, al final del año tengo 365» -mientras que la gente simplemente la llamaba loca. “Nadie pensó que iba a vengarme”. ⁸
Los papeles invadieron sus vestimentas y, junto con otros materiales considerados “basura”, son materia prima para las esculturas, componiendo también presentaciones y poemas. “La gente está impresionada con el trabajo que tengo para hacer mis piezas, pero no hay nada que me guste más que eso. Se necesita imaginación y ganas de hacerlo”. ⁹
Marcadas por el proceso de acumulación, destrucción, construcción, resignificación y bricolaje, sus obras presentan narrativas omniscientes inspiradas en los cuentos de hadas. Sus personajes e historias se mueven entre lo real y lo extraordinario, frecuentemente manipulados con el recurso pedagógico de la repetición. Presentamos la inédita serie Naturaleza racional, sobre la cual comenta la artista: “Estoy cansada de hablar con los hombres, ahora voy a hablar con los animales” ¹º. Auto-intitulada Guardiana del Mundo, con la voz en el presente y su eco en el futuro, Efigênia nos provoca respeto a la sostenibilidad y las próximas etapas de la humanidad al interferir en el tamaño real de hombres y bichos, proponiendo nuevas dimensiones y relaciones entre ellos.
Nilda y Lira se vuelcan al medio de la creación rural como base para la formación de sus discursos, mientras que Rosana y Efigênia proyectan narrativas con inquietudes al principio urbanas, aunque ciertamente de interés universal. El equilibrio también ocurre por medio de las intersecciones, similitudes y disonancias de sus discursos: femenino, cotidiano, desplazamiento, fuerza, tiempo, igualdad, resiliencia, ancestralidad y conciencia ambiental, entre muchos otros temas. La distancia académica revela una creciente investigación de temas y experimentaciones técnicos en busca de un apuro narrativo y estético.
Las historias contadas a través de los trabajos presentes en la muestra fueron construidas a partir de la observación del cotidiano vivido o percibido, de las costumbres y de la sensibilidad. Son narrativas que moran en las cuatro artistas y las mantienen vivas. Ya los objetos pierden su valor contemplativo y pueden asumir un carácter de devoción, evocando sus creencias, sueños, pensamientos y cuestionamientos. Negándose a ser acalladas, las ideas que propagan se basan en la perpetuación, preservación y liberación de sus raíces, de lo cotidiano y del futuro que agoniza y sofoca.
Si “durante mucho tiempo en la historia, ‘anónimo’ fue una mujer” ¹¹, como dijera Virginia Wolf (1882-1941), queremos que las prosas de las mujeres sean notadas, que sus voces sean escuchadas y que podamos inspirarnos con sus historias. Es necesario visitarlas y revisitarlas para que los grupos periféricos ganen un nuevo y merecido espacio en la noción de arte brasileño, en nuestras agendas y en nuestra sociedad, abandonando los márgenes. Todo lo que me das es tuyo es un intercambio generoso, y somos nosotros los que nos quedamos con el presente.
TUDO O QUE VOCÊ ME DER É SEU – PROSAS DE MULHERES NA ARTE POPULAR
Por Renan Quevedo
Antes de tudo que vem a seguir, houve silêncio.
É louvável notar que, nos últimos anos, as instituições de arte tenham revisto seus históricos e esforços a respeito da diversidade em seus acervos. A fim de reconhecer locais de fala e trazer novas vozes argumentos para uma discussão mais democrática e pagar a vergonhosa dívida secular com grupos invisibilizados, projetam exposições em que o norte é o equilíbrio. A mostra Tudo o que você me der é seu – prosas de mulheres na arte popular é uma delas; traz as obras de quatro mulheres de diferentes origens, gerações e repertórios.
Faço minhas as palavras de Paulo Rezutti: “Não! As mulheres não precisam de mais um homem para falar por elas. A mulher brasileira tem voz própria há anos“¹. Aqui, oferecemos o espaço para essas artistas cujas obras falam por si mesmas. Com o Novos Para Nós, me proponho a contar as histórias que presencio e escuto sobre a obra e a vida, que nunca se desassociam, dos artistas populares (utilizarei este termo, embora com ressalvas). Ainda que 77% dos artesãos brasileiros sejam mulheres, a agenda artística e cultural se mantém distante dessa realidade. É um apagamento? Na exposição, buscamos contextualizar as histórias vividas, inventadas e testemunhadas por Nilda Neves, Lira Marques, Rosana Pereira e Efigênia Rolim, quatro artistas com produções permeadas por símbolos de identidade, consistência e particularidades.
Fazendo uso de barro, papel, plástico, tinta, tecido e metal, entre tantos outros materiais, as quatro artistas tecem narrativas. De acordo com Walter Benjamin (1892-1940), a prática da arte de narrar está ligada às mais antigas formas de trabalho manual². Ao passo que os homens saíam para caçar, as mulheres ficavam responsáveis pela produção de cestaria, bordado, tapeçaria e trançado, além da propagação para as próximas gerações, trocando experiências.
Nilda Neves (1961-) é natural do sertão de Botuporã (BA). Bisneta de tupis-guaranis, estudou contabilidade e foi professora de matemática e comerciante, entre outras profissões. Em São Paulo, virou dona de bar. Os calotes a forçaram a ser manicure, o que só fazia a clientela gritar de dor. Nilda conta, gargalhando, que foi colocada para cortar cabelo – “e eu nunca tinha cortado nem cabelo de rato”³. Como pagamento de uma dívida, ganhou três DVDs: dois não funcionaram e o terceiro mostrava um religioso lendo um livro. A situação, que a deixou revoltada, também trouxe ideias: “Vou escrever o meu livro”. Uma sequência de páginas com histórias, crônicas e pensamentos sobre a vida tomou forma. Com a falta de dinheiro, Nilda se viu forçada a fazer o desenho para a capa. As pessoas gostaram do que viram dentro e fora do livro e a incentivaram no novo ramo.
Nilda, então, começou a pintar telas com temáticas referentes à vida no sertão, retratando tempos e costumes: cangaceiros, retirantes, atividades manuais, animais, paisagens, comidas, profissões, vínculos afetivos, conflitos e folclore. Lançou mão de pinceladas arrastadas e secas, que preenchem a tela e dão origem a texturas e padrões. O bom humor, uma das características mais marcantes no trabalho de Nilda, divide espaço com lamentos, introspecções, solitudes e vazios. “Me chamavam de artista plástica, mas eu dizia que não era porque achava que esse termo era pra quem fazia arte com plástico”, conta rindo. “O que as pessoas acham feio, eu acho bem bonito.”⁴
Lira Marques (1945-), nascida em Araçuaí (Vale do Jequitinhonha, MG), tem um diálogo com a natureza em diversas formas. Sabe e entende que veio da terra e que para ela voltará. Sua mãe fazia bonecas de pano e presépios de barro para presentear os vizinhos, e assim foi despertada a curiosidade de Lira: ainda criança, começou a fazer pequenas esculturas com cera de abelha, posteriormente se dedicando à cerâmica. Os desenhos em papel e pedra – que hoje são seu carro-chefe – só surgiram em 1994, após fortes dores nos braços. Hoje, Lira coleciona diferentes tons de pigmentos minerais que encontra pela região e aplica em seu trabalho, além de investigar e acumular um conhecimento inesgotável sobre a cultura popular, o comportamento, a música, os habitantes e sobretudo a vida dos que lá persistem.
A série aqui exposta foi batizada por Lira de Meus bichos do sertão. São representações feitas em barro com traços da economia e da estética rupestres: figuras bípedes e quadrúpedes que se assemelham a aves, répteis e anfíbios e, frequentemente, são híbridos entre real e imaginário. Os animais são definidos por seus bicos, penas, chifres e rabos; ora sozinhos, ora acompanhados por seus ovos, índices da flora e minerais. Em determinados momentos, Lira agrupa elementos em formas ovaladas que sugerem exposição em pedras e pastos, reclusão em cavernas e buracos; ou, ainda, os escava como uma arqueóloga da própria vida e história. A aridez estética é marcada pelo relevo da matéria-prima e reforçada pelos ângulos agudos das extremidades dos bichos. Podem ser “mansos, mas também ariscos”⁵ – está pronta para soltá-los em troca de proteção e adiamento dos apocalipses.
Também do Vale do Jequitinhonha, Rosana Pereira (1988-) nasceu em Caraí (MG) com uma bolinha de barro nas mãos. Filha, neta, bisneta, tataraneta de ceramistas – e aqui nos perdemos na incerteza de sua árvore genealógica, mas seguros da atividade quase tricentenária na região –, desde pequena foi iniciada na modelagem do barro. A produção de Rosana é diretamente ligada à produção de seu avô, Ulisses Pereira Chaves (1922-2006), celebrado como um dos maiores escultores brasileiros por Burle Marx⁶ e Lélia Coelho Frota.
Influenciada esteticamente por Ulisses, Rosana adquire temática própria e flexiona a rigidez das figuras do avô com movimentos e interações entre os corpos. De poucas palavras e grande timidez, encontrou na escultura a melhor forma para se comunicar. Suas obras mostram figuras antropozoomórficas, com corpos humanos e rostos de animais. A figura feminina, em sua grande maioria, traja um vestido de noiva, e, a masculina, terno completo para o casamento. Subvertendo a rígida tradição local, há uma inesperada relação entre os personagens: os femininos têm o poder e o controle da cena. São eles quem rastejam, caem, fraquejam, obedecem, são carregados e fragilizados. Rosana, a mais jovem presente na exposição, resume a série com: “Faço isso porque a mulher também é importante”⁷, levantando uma bandeira não de superioridade, mas de igualdade entre os gêneros.
Efigênia Rolim (1931-), natural de Abre Campo (MG), iniciou sua produção artística em Curitiba (PR). Conhecida como “Rainha do Papel de Bala” há mais de 30 anos, um fato mudou toda a sua história: andava pela rua quando viu um objeto brilhante no chão. Surpresa, se abaixou para pegá-lo; era “apenas” um papel de bala. Pensou nas relações que estabelecemos com pessoas e concluiu que, enquanto o papel tivesse uma função embrulhando o doce, despertaria interesse por parte de alguém. Chamou-o, então, de “mísero caído”. Começou a recolher todos os que via pela frente, pensando: “Se conseguir um por dia, no final do ano tenho 365” – enquanto as pessoas só a chamavam de louca. “Ninguém achou que eu fosse vingar.”⁸
Os papéis invadiram suas vestimentas e, juntamente com outros materiais considerados “lixo”, são matérias-primas das esculturas, compondo também apresentações e poemas. “As pessoas ficam impressionadas com o trabalho que tenho para fazer minhas peças, mas não há nada que eu goste mais do que isso. É preciso de imaginação e querer fazer.”⁹ Marcados pelo processo de acúmulo, destruição, construção, ressignificação e bricolagem, seus trabalhos apresentam narrativas oniscientes inspiradas em contos de fada. Seus personagens e histórias transitam entre o real e o extraordinário, frequentemente manipulados com o recurso pedagógico da repetição. Apresentamos a inédita série Natureza racional, justificada pela artista com: “Cansei de falar com os homens, agora vou falar com os animais”¹º. Autointitulada Guardiã do Mundo, com a voz no presente e seu eco no futuro, Efigênia nos provoca a respeito da sustentabilidade e das próximas etapas da humanidade ao interferir no tamanho real dos homens e bichos, propondo novas dimensões e relações entre eles.
Nilda e Lira se voltam para o meio de criação rural como base para a formação de seus discursos, enquanto Rosana e Efigênia projetam narrativas com preocupações a princípio urbanas, embora certamente de interesses universais. O equilíbrio também ocorre por meio das intersecções, similaridades e dissonâncias de suas falas: feminino, cotidiano, deslocamento, força, tempo, igualdade, resiliência, ancestralidade e consciência ambiental, entre tantos outros temas. A distância acadêmica revela uma crescente pesquisa de matérias e experimentações técnicas em busca de um apuro narrativo e estético.
As histórias contadas através dos trabalhos presentes na mostra foram construídas com base na observação do cotidiano vivido ou percebido, dos costumes e da sensibilidade. São narrativas que moram nas quatro artistas e as mantêm vivas. Já os objetos perdem o valor contemplativo e podem assumir caráter de devoção, evocando suas crenças, sonhos, pensamentos e questionamentos. Recusando serem caladas, as ideias que propagam se baseiam na perpetuação, preservação e libertação de suas raízes, do cotidiano e do futuro que agoniza e sufoca.
Se “por muito tempo na história, ‘anônimo’ era uma mulher”¹¹, como escancara Virginia Wolf (1882-1941), queremos que as prosas das mulheres sejam notadas, que suas vozes sejam ouvidas e que possamos nos inspirar com suas histórias. É preciso visitá-las e revisitá-las para que grupos periféricos ganhem um novo e merecido espaço na noção de arte brasileira, em nossas agendas e em nossa sociedade, abandonando as margens. Tudo o que você me der é seu é uma generosa troca, e somos nós que ficamos com o presente.
¹ REZZUTTI, Paulo. Mulheres do Brasil: A história não contada. 1. ed. Rio de Janeiro: LeYa, 2018, p. 17.
² BENJAMIN, Walter. O narrador. Considerações sobre a obra de Nikolai Leskov. In: Magia e técnica, arte e política. Tradução de Sérgio Paulo Rouanet. 7. ed. São Paulo: Brasiliense, 1994, v. 1, p. 197-221.
³ Em entrevista para o curador em 3 de outubro de 2019 em visita ao ateliê.
⁴ Idem.
⁵ Em entrevista para o curador em 30 de agosto de 2020 em visita ao ateliê.
⁶ FROTA, Lélia Coelho. Pequeno dicionário da arte do povo brasileiro – Século XX. Rio de Janeiro: Aeroplano, 2005, p. 403.
⁷ Em entrevista para o curador em 31 de agosto de 2020 em visita ao ateliê.
⁸ PINHEIRO, Dinah Ribas. A viagem de Efigênia Rolim nas asas do peixe voador. Curitiba: Edição do autor, 2012, p. 21.
⁹ Em entrevista para o curador em 4 de maio de 2018 em visita ao ateliê.
¹º Idem.
¹¹ WOOLF, Virgínia. Um teto todo seu. Tradução de Vera Ribeiro. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1985, p. 62.
Tudo o que você me der é seu – Prosas de mulheres na arte popular está abierta hasta el 30 de enero en Central Galeria, Bento Freitas, 306, Vila Buarque, São Paulo.
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