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MAI. MUSEO ANTROPOLÓGICO IMAGINARIO

¿Qué significado tiene un museo antropológico para la sociedad contemporánea? ¿Qué significa coleccionar y exhibir artefactos etnográficos hoy? ¿Cómo afrontar los desafíos relacionados con la descolonización, la restitución de objetos a sus legítimos dueños, o la revitalización de una estructura cuya naturaleza estática lucha por seguir el ritmo del dinamismo de la cultura humana?

Los museos, siempre percibidos como instituciones inviolables de la cultura occidental, siguen siendo el lugar que mejor representa una visión hegemónica que muchas veces corresponde a la expresión de un sentido de superioridad sobre otras culturas. A partir de un análisis crítico de estas observaciones, MAI. Museo Antropológico Imaginario pretende activar una estrategia de colaboración intercultural para repensar el concepto de museo antropológico mediante el desarrollo de nuevas metodologías participativas.

Presentado en Villa Romana (Florencia, Italia), bajo la curaduría de Valeria D’Ambrosio, MAI es un espacio multidisciplinar que interactúa con el arte, la arquitectura y la antropología, disciplinas siempre entendidas como intrínsecamente opuestas o esencialmente inextricables, en tanto son formas de representación que toman la experiencia humana como punto de partida.

Inspirándose en el primer viaje a Argentina realizado por Paolo Mantegazza, fundador del Museo de Antropología y Etnología de Florencia en 1869, MAI propone un enfoque en los variados pueblos y culturas de la Patagonia chilena y argentina.

Dentro de ese enfoque, las obras visionarias del arquitecto de Superstudio, Gian Piero Frassinelli, desde sus primeras piezas inéditas de la década de 1960 hasta proyectos más recientes de ciencia ficción, dialogan con el arte multimedia y el performance que apuntan a una reapropiación cultural con un sesgo feminista por parte de la artista argentina Gabriela Acha, y las narrativas audiovisuales que oscilan entre realidad, leyenda y ficción de la artista chilena Marcela Moraga.

En este museo ficticio liberado de los límites institucionales, la creatividad se convierte en un lenguaje diseñado para forzar nociones disciplinarias estáticas a través del diálogo con las culturas representadas por los objetos expuestos, para explorar las historias que contienen, y ver a los pueblos originarios bajo una nueva óptica. Es un intento de ofrecer una interpretación diferente para una comprensión más profunda del mundo, comenzando con nuestra relación con los demás.

Gabriela Acha, Todo Museo es una Trampa, 2020. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana
Gabriela Acha, Espacio Expositivo Móvil, 2020. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana

Gabriela Acha presenta, por un lado, un largo pendón que sale por la puerta de Villa Romana con la elocuente frase “Every Museum is a Trap” (Todo Museo es una Trampa). Su otro proyecto, Espacio Expositivo Móvil, se compone de una serie de artefactos portables –como mochilas- que sirven de vitrinas para objetos de la colección de un museo vivo, comunitario, dialógico, activo, móvil, feminista y decolonial. Según la artista, este trabajo escultural performático critica al museo occidental como una institución colonial blanca y patriarcal.

“En este caso, junto con siete mujeres estudiantes de la maestría de la Universidad de Antropología de Florencia reflexionamos sobre los Museos de Antropología construyendo un espacio-acción de existencia efímera donde las piezas presentadas pertenecen a comunidades vivas. Conectamos las piezas con el contexto actual y la problemática de las etnias de precedencia de los objetos (aymara, guaraní y mapuche, de América del Sur), y la lucha por sus derechos. También reflexionamos sobre cómo las prácticas subalternas resisten la occidentalización. Las piezas expuestas son artesanías adquiridas por Oretta y Gian Piero Frascinelli entre 1969 y 1973 en América del Sur”, explica la artista.

La muestra inauguró el 23 de octubre con un performance de Espacio Expositivo Móvil que contó con la participación de Sara Bensi, Serena Calaresu, Giada Cerbara, Simona Dominici, Rita Duina, Caterina Fioravanti y Simona Sora.

Gian Piero Frassinelli, maqueta para Centro de Estudios en Antropología, 1966-1968. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana
Gian Piero Frassinelli, dibujos para Centro de Estudios en Antropología, 1966-1968. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana
Gian Piero Frassinelli, dibujos para Centro de Estudios en Antropología, 1966-1968. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana
Gian Piero Frassinelli, dibujo para Centro de Estudios en Antropología, 1966-1968. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana

El visionario arquitecto octogenario Gian Piero Frassinelli ha abogado por la relación entre la arquitectura y el hombre desde la propuesta inédita de un Centro de Investigación en Antropología (1968), pasando por los escenarios distópicos y reveladores de Las Doce Ciudades Ideales (1972), hasta los proyectos colaborativos con 2A + P/A para el Museo Etnográfico de Budapest (2014) y el Archivo Central de Culturas Humanas (2015).

Poco antes de unirse a Superstudio -el célebre colectivo de arquitectura radical florentina-, Frassinelli construyó una maqueta de su tesis, titulada Centro studi di antropologia applicata ai problemi dell’acculturazione (1966-8), y con una Super8 entró en las habitaciones de este museo de fantasía realizado en cartón, poliestireno expandido y barniz opaco. A partir del video de su tesis, que se presenta en la exposición, la curadora propone un extracto que explora el pabellón destinado a las colecciones de arqueología centro y sudamericana conservadas en el Museo de Antropología y Etnología de Florencia.

La mirada antropológica de Frassinelli da forma a una arquitectura que es salvaje porque se niega a imponer el poder de la razón sobre la dimensión simbólica, animal, vital y, por lo tanto, política del hombre. Sus proyectos se ofrecen como alternativas a la fe ciega actual en la razón económica y tecnológica, rechazando al hombre doméstico y mirando lo primitivo sin la carga del progreso o desarrollo, sino la libertad de lo bárbaro, la sabiduría de lo ancestral y una profunda conciencia del carácter colectivo del conocimiento arquitectónico.

Similarmente, MAI no es un mero repositorio de conocimientos y objetos mudos, sino un lugar de investigación sobre las relaciones humanas, un espacio de contacto entre personas llamado a descubrir y reimaginar sus colecciones para dotarlas de significados abiertos y prestos a afrontar los retos actuales.

Las prácticas de la arquitectura y el arte, liberadas de la distancia objetivante de la disciplina científica, llegan a entenderse como generadoras de espacio social e interacciones con el Otro, de modo que se puedan desarrollar nuevos cánones de exploración intelectual y crear nuevas comunidades e ideas.

Gabriela Acha, Espacio Expositivo Móvil, 2020 (delante), Marcela Moraga, El hombre de piedra y otros tesoros, 2020 (atrás). Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana

En este contexto, Marcela Moraga presenta la video instalación El hombre de piedra y otros tesoros, resultado de una investigación que empieza en el Museo de Antropología de Florencia y de una serie de encuentros: con un Patagón gigante de madera, con una serie de cráneos de personas Yagan del siglo 19, con un libro, con una foto y una familia. Se trata del genocidio ocurrido en Tierra del Fuego, de los sobrevivientes y de las colecciones de restos humanos que se encuentran en diferentes Museos de Europa, Chile y Argentina.

La video instalación está compuesta por una proyección del libro Estudio de cráneos fueguinos del antropólogo Paolo Mantegazza. En la imagen, la artista hojea el libro, y entre sus páginas encuentra una postal de un “niño Ona”. Durante el transcurso de su investigación, Moraga se encuentra de casualidad con la familia de ese niño, quien se llamaba Carmelo Chogue y fuera un sobreviviente del genocidio Selknam.

Héctor y José Luis Vásquez Chogue, nietos de Carmelo, entregan a la artista una serie de fotos familiares, con las que Moraga construye una caja que despliega las imágenes desde la generación más joven hasta llegar a las antiguas fotografías del “niño Ona”.

Marcela Moraga, El hombre de piedra y otros tesoros, 2020, video instalación. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana

En un monitor se observa una secuencia de fotografías de la escultura “el David” de Miguel Ángel, junto a una escultura de madera de un gigante Patagón perteneciente a la colección del Museo de Antropología de Florencia. El Patagón fue construido bajo los cánones corporales característicos del Renacimiento, por lo cual se asemeja a la escultura de Miguel Ángel. Interesante es que ambas esculturas se encuentran en Florencia y ambas son catalogadas como gigantes.

El sonido de este video es una voz que relata la historia El hombre de piedra, recogida por Martín Gusinde. Gusinde cuenta que se trata de un relato Yagan que expresa el horror vivido por las comunidades de Tierra del Fuego cuando se inicia el genocidio en el lugar. Un hombre de piedra, “un forastero”, aparece en las costas del canal Beagle como un bebé, luego crece y se convierte en un gigante; primero corta los senos de las mujeres, luego las orejas de los hombres, quienes luchan para derrocarlo.

En otro monitor la artista presenta una serie de animaciones. Se trata de dibujos que imaginan la serie de cráneos y restos humanos de los pueblos fueguinos que fueron llevados a los Museos de Europa durante el Siglo 19 e inicios del Siglo 20. Cerca de la animación se escucha una pieza de audio: se trata de voces de hombres señalando los nombres de los Museos, la ciudad y país donde se encuentran dichas colecciones de restos humanos.

El montaje y los variados elementos de la video instalación El hombre de piedra y otros tesoros se inspiran en los antiguos gabinetes de curiosidades, los cuales dan origen al concepto de Museo que se desarrollará en Europa durante el siglo 19. Muchas piezas de la colección del Museo de Antropología de Florencia tienen su origen en los gabinetes de curiosidades pertenecientes a la familia Medici en la misma ciudad, piezas que corresponden a objetos, restos humanos y animales traídos desde los países colonizados. 

Marcela Moraga, detalle fotografías Carmelo Chogue y su familia, parte de la video instalación «El hombre de piedra y otros tesoros», 2020. Foto: Okno Studio y Marcela Moraga. Cortesía: Villa Romana

MAI transforma el concepto de museo como ‘espacio de representación’ a uno de ‘proceso social’ para recordarnos que es, ante todo, un lugar productivo que no solo preserva y describe la realidad existente, sino que también genera nuevos entornos en los que pensar, actuar e interactuar.

Acompañando la exposición, el Archivo del Festival dei Popoli ofrece una serie de proyecciones de documentales relacionados con los temas del MAI. La serie es parte integral del proyecto y propone ideas para reflexiones inspiradas en las obras y objetos expuestos. Seis títulos internacionales exploran la necesidad de repensar el concepto de museo antropológico. La intención es acercar culturas y poblaciones que, cada día, tratan de mantener las tradiciones ancestrales viviendo dentro de las exigencias de la vida contemporánea.

Los filmes son Palimpsest of the Africa Museum, de Matthias De Groof (Bélgica, 2019, 69’); Le terrain du peuple, de Anja Göbel (Alemania, 2015, 34’); Abigail, de Valentina Homen e Isabel Penoni (Brasil, 2016, 17’); Extremos – Viaje a Karukinka, de Federico Molentino y Juan Manuel Ferraro (Argentina, 2015, 26’); El país del diablo, de Andrés Di Tella (Argentina, 2008, 72’); y El etnógrafo, de Ulises Rosell (Argentina, 2012, 85’).


MAI. Museo Antropológico Imaginario se presenta hasta el 18 de diciembre de 2020 en Villa Romana, Via Senese 68, Florencia, Italia

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