Skip to content

FINA MIRALLES: SOY TODAS LAS QUE HE SIDO

«Ser artista no es una vocación, una devoción ni una profesión; no lo sabes, pero todo te empuja a ello y te lleva a ser quién eres»
Fina Miralles

El trabajo de Fina Miralles (Sabadell, 1950) rompe con las propuestas academicistas que se enseñaban en las escuelas de arte de la época y con las formas de comportamiento establecidas. Su práctica reconfigura el concepto de lo artístico, dentro de esa multiplicidad de actitudes que desdibujan lo que la historiografía tradicional había englobado bajo el epígrafe de arte conceptual.

La historia del arte ha adscrito la producción de Miralles a esta corriente, así como al land art o incluso al feminismo, sin atender a la amplitud y complejidad de sus propuestas, que desbordan los límites de esas etiquetas.

Su actual exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), titulada Soy todas las que he sido, busca romper con esas delimitaciones a través de un recorrido amplio por una trayectoria de enorme trascendencia. Como señala la comisaria de la muestra, Teresa Grandas, se ha procurado “evitar los espacios de confort, los sesgos epistemológicos, e incluso las aproximaciones que legitimen un discurso basado en una inocuidad que creemos ajena a su obra. La idea es entender los mecanismos de interpelación de su trabajo y analizar qué propone en la actualidad. Se trata, pues, de abrir nuevos espacios interpretativos”.

Fina Miralles, Imágenes del zoo, 1974/2020. Impresión sobre vinil. Museu d’Art de Sabadell. Ajuntament de Sabadell

En el año 1974, Fina Miralles presentó la exposición Imágenes del zoo en la Sala Vinçon de Barcelona, un espacio expositivo dentro de una tienda de objetos de diseño. El gesto de presentar una exposición de arte a modo de visita a un zoo dislocaba no solo el contexto, ya de por sí inusual (aunque cabe recordar que la ausencia de espacios institucionales culturales en ese momento promovió la aparición de exposiciones en espacios alternativos o en contextos fuera del ámbito del arte). La exposición se convertía en una visita a un zoo, no al zoo de la ciudad, sino a un zoo creado por la artista en una sala cultural. 

Lo que se exponía era una serie de animales enjaulados, entre los que estaba la propia artista. La dislocación, la crítica a la autoridad, el cuestionamiento de lo que es natural o artificial, son recursos que Miralles utiliza para enfrentarnos a nosotros, espectadores del arte, a una exhibición del artista, de la mujer, del individuo, como objeto que se expone y se contempla, como obra de arte. Esta aproximación constituye solo un pequeño ejemplo de la riqueza de lecturas que suscita la extraordinaria obra de esta artista.

La exposición en el MACBA no sigue un orden cronológico, sino que propone una aproximación a una serie de trabajos que constituyen el eje vertebrador y estructural de la práctica de Fina Miralles: la relación transversal en su trabajo con la naturaleza; el lenguaje con el que nos expresamos y nos comunicamos; los lenguajes artísticos y su imbricación al servicio de la idea, ya sea a través de acciones, performances, fotografías, pinturas o vídeos; las relaciones de poder y la fuerza omnipresente que representa el poder en nuestras vidas (especialmente bajo una dictadura), pese a que cuanto más férreamente se ejerce, más llama a la subversión; el trasfondo histórico, político y social que determina y condiciona nuestra vida y obra; la condición de las mujeres, en una situación de inferioridad social en ese momento, sujetas a la autoridad masculina y a una legislación restrictiva específica que determinaba principalmente códigos morales de comportamiento y las encaminaba a la formación y cuidado de la familia como destino único; o la dualidad constante en su trabajo entre naturaleza y artificio, entre realidad y apariencia, por poner algunos ejemplos.

Su reflexión sobre la naturaleza y el artificio no solo subvierte las convenciones de nuestra relación con el entorno donde vivimos y nos desarrollamos como individuos; también nos lleva a replantear la noción de lo artístico, cuáles son los valores que sustentan el arte y qué es lo que le confiere sentido.

Fina Miralles, Naturalezas naturales, naturalezas artificiales, 1973/2020. Vista de la instalación en el MACBA. Foto: Miquel Coll

El conjunto de obras que se presentan rompe los límites de las convenciones artísticas: el paisaje monocromo, la pintura como gesto, la artista como objeto artístico, en un trabajo en el que el proceso es más significativo que el resultado formal, en el que el proceso es lo que otorga valor a la obra y donde se cuestiona la propia noción de «valor», sea cual sea el modo en que se materialice. Miralles desmitifica la obra de arte, su consideración de objeto unívoco contemplable e intocable. Y nos enfrenta a nuestra propia condición de individuos en la naturaleza.

En Natura morta (1972) nos hallamos ante un bodegón en el que se muestran los elementos que constituyen un paisaje, pero presentados como un repertorio o catálogo de los ingredientes que componen el espacio de lo natural: agua, algas, piedras, arena, hojas…, identificados por su nombre, firmados. La artista «dibuja» un bodegón en un gesto que lleva implícita la negación del acto de pintar, del movimiento de la mano con el pincel. Siguiendo esta línea, Naturaleses naturals, naturaleses artificials (1973), presentada en la Sala Vinçon, consistió en una intervención que mostraba un repertorio descontextualizado de elementos naturales y de esos mismos elementos en su condición artificial. A partir de un origen común se establecía una relación dialéctica entre ambas condiciones de existencia, en dos categorías que nuestra sociedad, cada vez más industrializada, tiende a hibridar.

Fina Miralles, Translaciones. Mujer-árbol, 1973/1992 y 2020, fotografía. Colección MACBA. Donación de la artista

Dona-arbre (1973) documenta una acción que se llevó a cabo en Sant Llorenç del Munt. En ella la artista se «planta», suplanta al árbol y se arraiga en la tierra. Forma parte de un proyecto más amplio desarrollado ese mismo año, Translacions, en el que aparecen elementos naturales sin ser transformados, fuera de su contexto habitual. No solo se desplaza ella –mujer, ser humano y artista– en medio de un campo; también desplaza arena sobre la tierra arada, o césped en el mar. Profundizando en esta idea, Miralles desplazará también tierra, paja, césped, piedras o incluso un árbol a un entorno doméstico. Así plantea cuál es el orden de las cosas, cuál es el límite de lo que está establecido, tanto en el entorno natural y social como en el entorno artístico.

Relació del cos amb elements naturals en accions quotidianes (1975) comprende un recorrido fotográfico a través de varias acciones de nuestra vida cotidiana, convirtiéndose en un repertorio de actos diarios seleccionados por la artista; mientras que en Relació del cos amb elements naturals,(1975) ofrece su cuerpo a la arena, a la paja, a la hierba o al agua, cubriéndose hasta fundirse o desaparecer por completo, hasta confundirse con un elemento distinto. En este sentido puede leerse El retorn (2012), pieza en la que el cuerpo desnudo de la artista se sumerge en el agua y reanuda así las relaciones con la naturaleza que siempre han estado presentes en su trabajo.

Fina Miralles, Translaciones. Hierba flotando en el mar. Premià de Mar, 1973/2020, fotografía. Colección MACBA. Donación de la artista

La película Petjades (1976) documenta el recorrido que realiza Fina Miralles por su ciudad, caminando con unos zapatos cuya suela está transformada: una espuma recortada e impregnada de tinta forma el nombre de pila de la artista en un zapato y el apellido en el otro, de modo que a cada paso deja la impronta de su nombre en el asfalto, en un gesto de apropiación del espacio público al que transfiere su marca de autoría -filma su andadura, pero firma su obra. Este trabajo denuncia el sentido de propiedad que rige la sociedad capitalista, desde lo público hasta lo más íntimo, así como las relaciones de poder que derivan de ello y que condicionan nuestras vidas.

En este sentido, Standard (1976) analiza la forma en que, a través de la educación, la cultura, la religión y el poder, se nos connota como individuos. Una proyección muestra imágenes de una madre vistiendo a su hija, intercaladas con fotografías familiares o extraídas de los medios de comunicación que revelan lo que socialmente se espera de esa niña: que haga la comunión, que se case y sea madre, que forme una familia. Pero también que sea atractiva, deseable. Fina Miralles presentó esta obra sentada y atada a una silla de ruedas, con una mantilla en la boca, inmovilizada y amordazada mientras presencia la construcción social y artificial de su personaje.

Vista de la exposición «Soy todas las que he sido», de Fina Miralles, en el MACBA, 2020. Foto: Miquel Coll
Vista de la exposición «Soy todas las que he sido», de Fina Miralles, en el MACBA, 2020. Foto: Miquel Coll
Vista de la exposición «Soy todas las que he sido», de Fina Miralles, en el MACBA, 2020. Foto: Miquel Coll

Matances (1976-1977) está integrada por varios elementos, entre los que destacan las fotocomposiciones. Es una reflexión sobre el ejercicio del poder sobre el ser humano y los animales; sobre el contexto sociopolítico, educativo y religioso, y sobre cómo nos influye y nos determina, cómo nos manipula. También explora el límite entre el juego y lo trágico, la diversión y la violencia; el límite entre la pornografía del dolor y lo lúdico.

La idea de «cosificación» de la persona está muy presente en Standard, pero también en Matances y en otros trabajos como Emmascarats (1976), en el que el rostro se cubre y oculta, se desdibuja y se diluye, en un ejercicio crítico respecto a la construcción de la subjetividad social, cultural o políticamente impuesta; a veces, incluso autoimpuesta.

Las fotografías de Emmascarats disuelven la identidad, dibujan el no ser, borran la imagen y diluyen las convenciones artísticas del retrato. Si en Natura morta Fina Miralles había esquivado el bodegón y la noción misma de pintura, más adelante disolverá las anilinas en agua para pintar sin la mano. En Fragments (1980), el dibujo surge de los pigmentos que, por capilaridad, impregnan el papel secante y crean la pintura, negando el gesto de la mano.

A partir de 1979, la pintura aparece en la obra de Fina Miralles a través de los proyectos Paisatge y Doble horitzó (1979-1981). En el primer caso, «pinta» el paisaje superponiendo a la tela una piedra, un puñado de tierra o una rama de tomillo. En el caso de Doble horitzó, la tela y el bastidor se presentan como medios de expresión y de construcción; se establece una relación entre ambos elementos creando pliegues, doblando la tela, abriéndola o dejando un hueco sobre el bastidor. Son ejercicios constructivos de pinturas en las que el trazo no proviene del pincel sino del gesto político, real o mental, que configura una poética de gran poder evocativo.

Fina Miralles, Matanzas. La justicia, 1977, técnica mixta, 51,5 x 66,5 cm. Colección Museu d’Art de Sabadell, ©Fina Miralles

A mediados de los años ochenta, Miralles comienza a «dibujar con la mano lo que veían mis ojos», un giro que es fruto de un nuevo proyecto vital muy determinado por la búsqueda interior, la introspección y el autoconocimiento. Los cuadernos de viajes recuperan el trazo, la pincelada y el dibujo manual, que más adelante transformará en escala en pinturas a menudo de gran formato.

En la exposición se presentan algunos dibujos y cuadernos de trabajo en los que la artista recopila proyectos, procesos y reflexiones sobre las piezas en las que está trabajando, así como sobre futuras propuestas. La selección de obras incluidas en la muestra evidencia un trabajo muy comprometido y de gran trascendencia política, que subvierte las convenciones artísticas y que replantea críticamente las convenciones sociales que nos conforman como personas. Convenciones que dejan huella en la construcción de la subjetividad y en la articulación de lo artístico, en cómo lo concebimos y qué esperamos de él. Una huella o rastro que, como en El rastre de la sirena (2014), nos abre otro ángulo de visión y de comprensión de las cosas.

Más allá de dar a conocer la obra de esta artista excepcional, esta exposición se propone también repensar su lugar en la historiografía del arte. El proyecto va acompañado de una publicación con textos críticos sobre su trabajo de Tamara Díaz Bringas, Maite Garbayo-Maeztu, Teresa Grandas y Valentín Roma, y una amplia selección de su obra.


FINA MIRALLES. SOY TODAS LAS QUE HE SIDO
MACBA Museu d’Art Contemporani de Barcelona
Del 5 de noviembre de 2020 al 5 de abril de 2021
Colaboran: Museu d’Art de Sabadell y Ajuntament de Sabadell
Comisariado: Teresa Grandas, conservadora de exposiciones

También te puede interesar

Gina Pane:intersecciones

El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) presenta Gina Pane: Intersecciones, la primera exposición dedicada a la artista franco-italiana (Biarritz, 1939 – París, 1990) organizada por una institución española desde 1990. El título de…

Sheila Hicks, Museo de Arte Precolombino, Santiago de Chile, 2019-2020. Foto: Julián Ortiz.

Destejiendo a Sheila Hicks

Pasadas por alto por el mundo del arte, las artes textiles andinas expresan elocuentemente la transmutación de una cultura, la preocupación de la mujer por las tradiciones indígenas, así como también el intercambio cultural....

Costanza De Rogatis, Dentro (Las Cumaraguas - After Yeni y Nan) Serie Aquí, 2019. Cortesía: Fundación Sala Mendoza, Caracas

FEMALE VOICES OF LATIN AMERICA

El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se lanzó en la plataforma Vortic el proyecto online "Female Voices of Latin America" para celebrar el trabajo de más de 150 mujeres artistas...