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SENSORIA: NATURALEZAS, FICCIONES Y OTROS SENTIDOS DE REALIDAD

Como parte del programa ARTBO Fin de semana celebrado el pasado mes de agosto de forma virtual, la sección Intervenciones presentó el proyecto Sensoria, que bajo la curaduría de los artistas multimedia Juan Covelli (Bogotá, 1985) y Juan Cortés (Bogotá, 1989) explora las naturalezas, ficciones y otros sentidos de realidad a través del videoarte y obras digitales. En este espacio participan más de 10 artistas de países como México, Finlandia, Reino Unido, Chile y Colombia, quienes a través de sus obras mediáticas hacen una reflexión sobre la coyuntura actual.

Según los curadores, más allá de la noción de estado de crisis nos enfrentamos a una profunda mutación de nuestra relación con el planeta. Una vez más, la inestabilidad de la noción de naturaleza nos obliga a redistribuir los sentidos en búsqueda de nuevas relaciones que nos permitan tender puentes entre los dominios de esta y la cultura.

Al hablar de naturaleza, colisionan nociones científicas, políticas y culturales difícilmente reconciliables. Ordenar el mundo es también dar órdenes sobre las cosas. Por ello, la naturaleza que percibimos no es ajena al derecho, pues en este se establecen límites y acuerdos de convivencia entre los seres que cohabitan en un mismo espacio.

Con todo, hoy habitamos un mundo en el que parece imposible soñar con un futuro distinto al presente: capturado por la explotación económica. Ante este encapsulamiento de lo real, las artes y las ciencias poseen la potencia suficiente para responder con una multiplicidad de ideas capaces de articular ficciones que provoquen la apertura de futuros alternativos y de otros modos de relacionarse con el medio ambiente.

Sensoria es una curaduría que construye un entramado de relaciones entre ficción, ciencia y tecnología que se despliega en tres momentos: Ficciones presentes, Ficciones sobre el futuro y Dispositivos de captura.

Capítulo I: Ficciones presentes

El potencial de la ficción se despliega en su injerencia sobre nuestra visión del presente y las decisiones que proyectamos a futuro. Las ficciones permiten desarticular y darle sentido al mundo, por eso están presentes tanto en la política como en la cultura.

El primer capítulo de Sensoria está compuesto por obras de artistas de México, Colombia e Inglaterra que reflexionan sobre la importancia de lo ficcional para entender y desmantelar las ideas que existen y han existido alrededor de la naturaleza.

La obra con la que abre la curaduría, Feel My Metaverse (2020), del colectivo Keiken + George Jasper Stone (UK), es un film creado en CGI y ambientado en un momento futuro en el que la crisis climática ha hecho que la tierra sea inhabitable y los humanos habitan en «unidades de vida» que les permiten escapar a mundos virtuales. Esta pieza escenifica la idea de un futuro hiper-ficcionalizado, mientras juega con nuestro entendimiento de lo real. La narrativa desarrollada para el largometraje busca criticar la desconexión entre los deseos creados por las corporaciones y visiones futuristas dentro de un contexto amplio de desigualdad y crisis climática.

Esa misma idea de escenificación de un ambiente surreal aparece en una adaptación para web de la obra Piedra Temporal (2016), del colectivo SANGREE (MX), que parte de la historia del monolito de Tláloc (Dios azteca de la lluvia) y la leyenda de su recorrido desde el lugar dónde fue descubierto en Coatlinchán, Texcoco, hacia el museo de Antropología en la Ciudad de México. Este trabajo pone en escena estrategias propias del escenario cinematográfico y del parque de diversiones, con problemas conceptuales que despliegan relaciones entre lo desechable, la réplica y lo real.

La obra escenifica el fenómeno de la traducción del significado del monolito del Dios de la lluvia en tres momentos: el de su pasado cultural Azteca, al que difícilmente podremos acceder en totalidad; el de la relación de los habitantes contemporáneos de Texcoco con la escultura; y el camino hacia el tercer momento, la resignificación que le dio el Museo de Antropología, esta vez como arquetipo de representación museística, es decir, como archivo.

El fenómeno también es abordado por el artista Giovanni Vargas (CO) con su pieza Los Ilusos (2016). La obra está compuesta por una gran cantidad de imágenes recogidas de internet de lugares en dónde se ha logrado ver el rayo verde, un fenómeno óptico que ha cautivado a varios artistas y escritores como Julio Verne, quien lo popularizó en la novela Le Rayon Vert de 1882. A pesar de que el fenómeno es real, las historias, búsquedas y narrativas que se han escrito a través de la historia siempre entretejen lo poético y ficcional, haciendo del fenómeno un suceso poco alejado de lo místico.

La obra de Juan Pablo Pacheco (COL), El Punto Azul (2017), es un video ensayo que usa la captura de pantalla y la apropiación de imágenes online como estrategia para reflexionar sobre los arquetipos de tipo místico que usamos para referimos al internet y sus componentes: alegorías al agua, la fluidez y el cosmos, donde la nube parece la solución a todos nuestros problemas. Pacheco hace énfasis en la realidad material de estos conceptos aparentemente intangibles y reflexiona sobre la infraestructura de cables que existe bajo el mar y hace posible la existencia de nuestro sueño wireless.

Finalmente, A ras de tierra (2011), se presenta una obra mono-canal de la artista María Margarita Jiménez (CO) derivada de una instalación realizada entre el año 2012 y 2013. La obra recorre el camino de seres ficcionales que transitan entre la ruralidad y la industrialización de varios páramos y paisajes a medida que van desapareciendo. El audiovisual mezcla archivos de video capturados por la artista, modelos tridimensionales y algoritmos que crean dibujos e imagen generativa alrededor de las plantas y paisajes municipales. Este trabajo pretende inmortalizar territorios antes de su desaparición, haciendo énfasis en el avance incontrolable del Capitaloceno que en su expansión parece incluso sobreponerse a los intereses de sobrevivencia y convivencia de los seres humanos.

Capítulo II: Ficciones sobre el futuro

La temporalidad está en el corazón de las ficciones. El segundo capítulo de Sensoria está compuesto por obras en las que la narrativa temporal lineal es fragmentada y alterada en búsqueda de nuevas condiciones y posibilidades para entender el presente y sentar las bases de otros futuros posibles. El alcance de lo ficcional nos recuerda la idea de las máquinas del tiempo, de ahí que al escribir o reescribir la historia corramos el riesgo de sobreescribir el pasado.

En este sentido, los procesos artísticos tienen la potencia de una herramienta fantástica para intervenir el tiempo. El dúo finlandés naabteeri con su pieza Thinking of Invertebrates (2016) resignifica eso que conocemos como naturaleza. Mediante el uso de medios digitales de representación nos presentan artrópodos, hongos, plantas, mamíferos, microbios, espacios, micropaisajes y otros organismos (incluso extraterrestres). Las imágenes presentadas son mezcladas con una voz computarizada que dibuja el Antropoceno a través de descripciones de un viaje a Serbia hecho por los artistas. En esta colonización de microorganismos los invertebrados inmortalizan su existencia, y crean un paralelismo con los espacios urbanos y domésticos en los que estos suelen habitar. El Antropoceno se dibuja entonces no como el centro del universo, sino como un eslabón más en el vasto proceso evolutivo del planeta.

La obra del artista danés Jakob Kudsk Steensen, Re-animated (2018-2019), parte de la historia del canto de apareamiento de la última ave Kaua’i ʻōʻō que murió en 1987, dejando extinta a toda la especie. Dicho canto fue grabado originalmente en 1975 y luego digitalizado en Nueva York, para posteriormente ser subido a YouTube en el año 2009. Desde entonces, la viralización del video ha hecho que más 500.000 personas escuchen su último canto solitario. Re-Animated es una respuesta a este canto. En este proyecto, Jakob Kudsk Steensen hace una reconstrucción del hábitat de la época, en un proceso que lo llevó a usar metodologías científicas para encontrar y escanear la fauna y flora contemporánea en búsqueda de una representación fiel del pasado.

Las ficciones sobre el futuro pueden estar fijadas en el pasado. La artista británica Joey Holder usa como punto de partida la película Tiburón (1975) para la realización de su pieza Selachimorpha (2017), la cual se interesa en cómo la cultura del internet se apropia y circula imágenes manipuladas para generar hechos y verdades fabricadas.

La escena, que muestra una estrella fugaz brillando detrás del héroe Roy Schneider, se ha convertido en terreno fértil para teorías de la conspiración. La facilidad de «adaptar» y luego distribuir imágenes en la actualidad ofrece un rico caldo de cultivo para lo ficticio y lo imaginario. Tomando su nombre de una clasificación científica de tiburones, este proyecto muta entre las imágenes, los símbolos y memes, exponiendo cómo los sistemas de creencias están en constante cambio y cómo son usados para definir nuestro universo. Esto resuena con el mundo de la post-verdad en el que vivimos, donde la fabricación de hechos y el desapego general generan una relación ficticia con nuestro entorno natural.

La obra documental La cacería del unicornio, de Sebastián Carrasco (CO), es parte del Proyecto Unicornio, una investigación multimedia que se inspira en una serie de siete tapices medievales llamada The Hunt of The Unicorn. Dicha serie -una de las piezas icónicas de The Met Cloisters, espacio satélite del Metropolitian Museum of Art de Nueva York- cuenta la historia del Unicornio europeo de la cultura sur-holandesa a partir de siete momentos importantes en la concepción del mito del Unicornio. Carrasco hace una actualización de esos momentos mediante una traducción desde la cultura de la ganadería en Colombia, haciendo analogías de eventos y rituales que van desde el encuentro mundial de coleo en Villavicencio hasta las corralizas de San Marcos, Sucre (Colombia).

Por su parte, la obra de Laura Huertas Millán (CO) Journey to a Land Otherwise Known (2011) retoma narraciones de exploradores que llegaron al mal llamado Nuevo Mundo y hace un cruce con grabaciones hechas en un jardín botánico en Francia que se convierte en la ambientación teatral de un bosque de lluvia, junto a grabaciones de personajes con máscaras y vestidos inspirados en el modernismo de Brasil. Haciendo uso de la ficción etnográfica, Huertas Millán logra una narrativa que cuestiona los procesos coloniales de conquista y sus implicaciones aún presentes en las relaciones entre Europa y Latinoamérica.

Este capítulo de la curaduría finaliza con la obra A Step on the sun de la artista Janet Biggs (EEUU) que parte del recorrido de un minero de azufre en el volcán Ijen, en la provincia de Java Oriental de Indonesia. La locación principal del video es un cráter situado a casi 3 kilómetros sobre el nivel del mar que alberga el lago sulfúrico más grande del mundo. A través del video vemos cómo el minero atraviesa densas nubes de gas tóxico mientras recolecta mistrales de azufre endurecidos para luego transportarlo por pendientes quebradas hasta una estación de pesaje distante.

Los paisajes nos recuerdan las fotografías y visualizaciones de atmósferas de planetas distantes a la tierra y, en ese sentido, una posible interpretación actual de la obra estaría relacionada a los futuros fuera de la tierra que nos proponen las grandes empresas contemporáneas bajo los mismos sistemas económicos de explotación humana y pobres condiciones laborales.

Capítulo 3: Dispositivos de captura

Sensoria también se manifiesta en las nuevas y sofisticadas tecnologías diseñadas para sentir y ver el planeta. Alrededor del globo, un entramado de infraestructura encarnada en cables de fibra óptica, cámaras satelitales, aviones no tripulados, teléfonos móviles y, en general, toda tecnología de visión de máquina, se encarga de vigilar y establecer una mono-cultura tecnológica impulsada por Occidente como una suerte de cosmología. Estos son los Dispositivos de captura encargados de producir una nueva gobernabilidad y geopolítica, liderada por el capitalismo tardío y su modelo neoliberal.

Esto se hace evidente en la obra de la artista chilena Patricia Domínguez Madre Drone (2020), producida durante su residencia en la galería Kiosko en Bolivia. Esta pieza audiovisual nos transporta a un lugar onírico, donde se propone una búsqueda para entender las cosmologías latinoamericanas que han sufrido un proceso de transformación desde lo indígena, y nuevas cosmologías que se configuran a través de ideologías neoliberales de extracción.

En esta pieza presenciamos el nacimiento a una nueva era de vigilancia, encarnada en animales de poder (drones) que van en busca de recursos naturales, insertados en estas cosmologías planetarias vistas desde el extractivismo. El video nos propone una nueva mitología en donde una mujer-serpiente nace con punteros láser que dirigen su luz a diferentes conflictos sudamericanos. Asimismo, presenta un tótem compuesto por ojos de tucán ciego, junto a ojos humanos sesgados por las balas de goma en las protestas chilenas del 2019, que juntos lloran por un llanto cósmico.

Por su parte, el artista británico Bob Bicknell Knight aborda el dispositivo del drone desde la perspectiva de control militar y armamentista. Su pieza audiovisual I wish I’d been born a balloon (2020) se centra en la vida de un nano drone, un pequeño vehículo aéreo no tripulado que es usado primordialmente en operaciones militares. El video es una captura de pantalla de un drone volando alrededor del popular juego de video Grand Theft Auto V. En su recorrido, el drone reflexiona sobre su propia existencia y lamenta que su propósito sea el de destruir, y anhela otra existencia en la que fuera usado para el juego y la distracción. Esta pieza narrativa resuena con las cosmologías y las tecnologías usadas para el control, reforzando las nociones de la sociedad de la vigilancia en la que vivimos.

Dentro de los dispositivos de captura encontramos también al internet. La artista francesa Tabita Rezaire nos recuerda con su pieza Deep down tidal que internet no se encuentra en la nube, sino en el fondo del mar en la forma de 880.000 kilómetros de fibra óptica. Esta infraestructura, que está contenida en su mayoría en el océano, es primordial para el desarrollo y la perpetuación de esta cosmología y tecnocultura liderada por Occidente. Sin la presencia de esta infraestructura, sería imposible la existencia de nuestros correos electrónicos, páginas web y fotos.

Esta pieza nos recuerda que el agua y el océano cargan las historias coloniales y que no olvidan; los cables que nos conectan, en esta mono-cultura, siguen las rutas de los antiguos galeones de la colonia, por lo tanto, demuestran cómo estas nuevas tecnologías no son más que una nueva estrategia que perpetúa las relaciones de poder entre el norte y el sur.

El artista griego Theo Triantafyllidis, con su obra Seamless (2017), nos recuerda que la diferencia entre naturaleza y paisaje es la presencia de los humanos. En esta obra, las ideas de la naturaleza y la tecnología se documentan en forma de un diálogo continuo: ¿Qué es la naturaleza y qué es la tecnología en ausencia de la intención e intervención humanas? En este ecosistema artificial, robots biomiméticos y animales salvajes conviven en un paisaje atroz donde los recursos son limitados, entablando una negociación constante sobre el espacio que habitan. ¿Qué pasaría si la humanidad desapareciera de la faz de la Tierra, pero toda su infraestructura tecnológica siguiera su curso sin supervisión? ¿Cómo las reliquias tecnológicas iniciarían una conversación con las redes naturales y qué nuevas economías de supervivencia surgirían?

A través de la conservación de la ruina y el intento de capturar la historia e imagen de una producción y consumo de medios extinto, Periodo de Semi-desintegración (2014), de Juan José López (CO), exhibe un cadáver multimedia en un estado transitorio de descomposición. Este proyecto explora la relación inseparable entre el medio audiovisual y su estructura social, técnica y material a través de la arqueología in situ y la exploración de prácticas de creación y producción cinematográficas.

Por la naturaleza de la ruina, esta tiene que ser un simulacro, un meta-fantasma, dejando de lado una descomposición realista por una escenificada. Esta pieza que cierra la muestra Sensoria es un reflejo de las relaciones ficcionales que los humanos tenemos con la naturaleza que, mediadas por la tecnología, cada vez se asemejan más a un simulacro, a una ficción, y que exacerban la crisis planetaria que vivimos.

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