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SAMARA COLINA. UNA INTERPRETACIÓN PICTÓRICA DE LA ESTÉTICA DE MASAS

El trabajo de Samara Colina Borja (Ciudad de México, 1992 – vive y trabaja en Guanajuato, México) surge desde el interés por las formas políticas, simbólicas e ideológicas producidas por la multiplicidad de realidades que se entrelazan en el espacio público. En sus pinturas «neo-puntillistas», busca exaltar o enmarcar las imágenes producto de la comunión, afección y confluencia de cuerpos que coinciden y habitan un espacio.

En su reciente proyecto Almenara, que se presenta virtualmente en Casa Equis (Ciudad de México), la artista busca analizar y reinterpretar las características morfológicas y semánticas de la multitud en la protesta, enfatizando la potencia visual que posee el carácter coreográfico de la manifestación, la coordinación de los cuerpos que devienen un solo cuerpo político, una interpretación pictórica de la estética de masas.

Samara Colina, Coreografía nº 3, 2018, óleo sobre madera, 60 x 80 cm. Cortesía: Casa Equis, CDMX
Samara Colina, Coreografía nº 3 (detalle), 2018, óleo sobre madera, 60 x 80 cm. Cortesía: Casa Equis, CDMX

Por Daniel Aguilar Ramírez

La distinción entre lo uno y lo múltiple fue uno de los conflictos fundamentales para definir las categorías político-sociales que, en los albores de la modernidad, dieron paso al surgimiento de los primeros estados-naciones, hoy formas de organización social depositarias de una crisis que se intensifica en todos los ámbitos de lo que se ha llamado la vida social.   

Para Thomas Hobbes, la integridad de la esfera pública y la constitución del Estado, radican en la existencia del pueblo, una entidad socio-política que tiene lugar cuando los muchos se afirman a través de la unidad, y manifiestan una voluntad única. Es el pueblo en tanto que uno que puede devenir sujeto político y ejercer el poder soberano; de ahí que, desde esta perspectiva, la presencia del pueblo se corresponda con la presencia del Estado.

Contrario a esta concepción del pueblo, el concepto de multitud se refiere a lo que se mantiene plural, al cúmulo de singularidades que contrastan con la unidad del pueblo, ya que mientras en este los muchos se han unificado en un solo cuerpo político, la pluralidad indefinida de cuerpos es una característica de la multitud, lo que desafía la lógica soberana de la unidad, al manifestar la posibilidad de un actuar compartido que no necesita ni de un cuerpo ni de una voluntad única para afirmarse: no hay jerarquía de partes, extremidades u órganos, cuyo funcionamiento se rija por una cabeza: lo que sí hay en la multitud es la contradicción viva de una unidad plural.

El devenir de la multitud no se resuelve un tercer término, no es una operación sino una estrategia, por lo tanto, su manifestación no radica solo en hacerse presente, sino en las formas particulares en las que puede verse y sentirse. Según diferentes condiciones y momentos, sus señales crean también una gramática propia, en la que la identidad como la categoría previa y posterior a lo colectivo es replanteada.

Samara Colina, Rapsodia en Violeta, 2020, óleo y acrílico sobre tela, 100 x 160 cm. Cortesía: Casa Equis, CDMX
Samara Colina, Rapsodia en Violeta (detalle), 2020, óleo y acrílico sobre tela, 100 x 160 cm. Cortesía: Casa Equis, CDMX

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