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DISTANCIAS. SOBRE «NO DOMINION» DE FIORELLA ANGELINI

En el mejor de los casos lo que uno ha vivido es comparable a una hermosa estatua que, al ser transportada, ha ido perdiendo uno a uno sus miembros, y que ahora es tan sólo el valioso bloque en el que tienes que esculpir tu futuro como imagen.

Walter Benjamin

El paisaje es un género que precede a la modernidad artística en el énfasis por una disposición contemplativa hacia el mundo. Ahí donde no aparecen personajes realizando actos ominosos, nobles, rutinarios, absurdos, no es mucho lo que podemos aventurar: sin desenlaces, ni lecciones, ni advertencias, parece que estamos solos frente a la inmensidad del tiempo y sus misteriosas certezas, donde las cosas se mueven indiferentes a la velocidad del ojo mecánico y los conflictos propios de las relaciones de poder. Son malos tiempos para el ojo, escribe Carol Illanes acerca del fotolibro Cascada de piedra (2019) de Fiorella Angelini[1].

Son justamente los modos de ver lo que se modifica con el advenimiento de la sociedad industrial. Los románticos, que dan origen a la modernidad, reaccionan desviando la mirada de las nacientes metrópolis buscando en las viejas costumbres rurales, la naturaleza y las ruinas del pasado algo así como una «promesa de felicidad» perdida (Stendhal). Desde entonces los regímenes de la visualidad, en sincronía con la tecnología, no han dejado de reemplazarse unos por otros, de multiplicarse de manera imprevisible.

No dominion es un video realizado por Fiorella Angelini que establece un cruce entre el género del paisaje y los modos de habitar el tiempo y el espacio en un contexto inédito de confinamiento como el que vivimos. El proyecto Pieces of you in me de la artista comienza en diciembre del año 2018 cuando se traslada a estudiar a Londres. Se trata de un método de trabajo continuo que pone en vínculo sus lazos afectivos. «La exploración colaborativa implica la ausencia de identidad», dice el video, que a través de distintas voces instala puntos de vista teóricos y experienciales ligados al trabajo de la artista. Una especie de poética que utiliza como soporte textual el formato del video.

Uno de los elementos centrales de No dominion son los registros y resultados de Pieces of you in me: collages fotográficos de paisajes que se sobreponen unos con otros tomando como coordenada la línea de horizonte. Cada una de las personas que participa de este collage colaborativo agrega un nuevo componente a esta imagen inespecífica de paisaje fraguada al alero de los datos digitales. «Solo estaba jugando con la idea del deseo», dice la artista, que busca tácitamente perpetuar los vínculos de amistad que el mundo contemporáneo tiende a diluir.

No Dominion, de Fiorella Angelini, 2020. Still de video cortesía de la artista
No Dominion, de Fiorella Angelini, 2020. Still de video cortesía de la artista

Ya lo decía John Berger acerca del siglo XX: «Como se ha señalado en infinidad de ocasiones, es el siglo de la emigración, obligada o voluntaria; es decir, un siglo de infinitas separaciones y un siglo obsesionado por los recuerdos de esas separaciones». Es este mismo afán el que lleva a Fiorella Angelini a convertir sus relaciones de amistad en obra y a la obra en un enclave afectivo que la mantiene cerca de los suyos.

En No dominion se tejen experiencias de territorio que nacen apiladas y anónimas, desgarradas y latentes en la performance de un ejercicio en constante reactivación (Fiorella Angelini metaforiza esta fragilidad del territorio y su presente a través de la textura del mármol en las canteras de Mergozzo, Italia, adquirida debido a millones de años de acoplamiento de material). El actual protagonismo de las pantallas ha significado en el orden estético un aplanamiento del mundo y a la vez una multiplicación exponencial de la realidad abarcable (cuantificable, almacenable, interpretable). El tiempo-espacio es uno con la capacidad creciente de abarcar información. Esto en nuestra vida cotidiana se traduce en la simplificación absoluta de necesidades (el remoto sueño de los pioneros en la informática a nivel usuario: abarcar la vida por completo). Parece ser que hoy estamos desperdigados a lo largo y ancho del globo pero más unidos que nunca. Esta infinita capacidad de generar hipervínculos más allá de la imagen como dimensión unitaria es el cuerpo silente de la obra de Fiorella Angelini. Una obra sobre las distancias y los pequeños fragmentos sensibles que nos unen a través del tiempo.

No Dominion, de Fiorella Angelini, 2020. Still de video cortesía de la artista
No Dominion, de Fiorella Angelini, 2020. Still de video cortesía de la artista

La suspensión de los conflictos morales humanos, tal como lo hicieron los románticos, es solo un cambio de enfoque, una inversión del ojo o del lente, que no resta humanidad a las tentativas de los artistas por realizar preguntas y, en el mejor de los casos, transformar el mundo. En relación con las distancias, la pintura de paisaje en los años 90 en Chile tiene un importante momento de lucidez de la mano de Natalia Babarovic. En 1996 la artista realiza Varios lugares. Esta obra se basa en el desplazamiento y fue realizada pocos años antes de la masificación de internet. Se trataba, particularmente, del desplazamiento en tren a través de la zona central de Chile. ¿Qué es lo interesante? Que nace desde un acercamiento técnico desarraigado de la pintura en sus modos de trabajo. No hay pintura en movimiento. Hay pintura de movimiento y sobre movimiento, pintura que sugiere movimiento, pero por una dificultad física, no hay pintura en movimiento. La obra de Babarovic toma como punto de vista la ventanilla de un vagón de tren y recrea el paisaje que no alcanzamos a enfocar (aquel que evidencia el inconsciente óptico humano, sólo posible de aplacar a través de medios técnicos).

Babarovic aborda la idea de paisaje asumiendo como contexto de obra las condiciones del mirar y la experiencia del entorno. En los inicios de la fotografía muchos calotipistas en Gran Bretaña fueron al encuentro de paisajes circundantes, los cuales a veces adquirían cualidades similares a la impronta romántica –muchos calotipistas preferían dejar las fotografías en negativo para conservar cierto efecto irreal en sus capturas–. La sincronicidad de la fotografía con el género del paisaje, por tanto, es connatural al nacimiento de esta técnica de grabado (podríamos decir que la memoria de la fotografía es pictográfica). En el campo local podemos destacar, dentro de este giro fotográfico hacia el paisaje, a artistas contemporáneos como Francisca Montes y Enrique Zamudio.

Finalmente, No dominion ensaya un modo de circulación de obra. Se trata de un modo poético, ya que exhibe sus partes y da cuenta y explica los procesos internos de la obra. Una gramática audiovisual, que combina voces y fragmentos videográficos, posible de ser desplegada dentro del universo extra gramatical de internet, tal como lo concibe Boris Groys. En ella, el trabajo artístico es también declaración, autoafirmación, deriva y flujo. Mientras los museos y galerías de arte ponen en marcha planes de contigencia, a toda prisa, para salir a flote en la tempestad de la situación de pandemia actual, los artistas, por su parte, direccionan su obra al encuentro necesario con el otro, que es lo que da sentido y validez en última instancia al quehacer artístico. Cuando las estructuras de visibilización y circulación del arte contemporáneo se encuentran en suspenso, es una buena oportunidad para preguntarnos por aquello que valida y legitima al arte. ¿Queremos preservar las lógicas de recorrido arquitectónico espacial en una pantalla?


[1] Artista chilena (1990). Estudia un Máster en Artes Visuales (MFA Media) en Slade School of Art (UCL) de Londres.

Diego Maureira

Santiago de Chile, 1989. Licenciado y magíster en Historia del Arte por la Universidad de Chile. Ha publicado ensayos e investigaciones ligadas al arte chileno de las últimas décadas, además de entrevistas y artículos sobre arte contemporáneo. Es curador y parte del equipo del Departamento de Estudio de los Medios (DEM).

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