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BAJO HALOS DE LUZ FÓSIL. SOBRE “DE LA PATRIA Y OTROS HORRORES”, DE VÍCTOR HUGO CODOCEDO

Por Vania Montgomery

Quisiera partir esta presentación del libro ​De la patria y otros horrores. Una mirada a la obra de Víctor Hugo Codocedo ​(Cuarto Propio, 2019), escrito por Aldo Ramella Opazo, con una frase de Eugenio Dittborn a propósito de la muestra Eclipse, realizada en Galería Bucci durante el año 1985: “​Todos estos pequeños documentos fotográficos conforman una diminuta vía láctea fosilizada. Pequeñas luces que viajan habiéndose ya extinguido la fuente que las produjo. Luz fósil, entonces​”. Con esto, Dittborn se refería a las fotografías de obras anteriores de Codocedo, exhibidas como parte de esta primera muestra individual. No obstante, y visto desde la actualidad, la luz fósil del legado de Víctor Hugo Codocedo permanece activo. A ratos inerte, pero durante los últimos dos años reavivado con trabajos como este libro escrito por Ramella, o con los otros dos proyectos de investigación materializados en un ​ensayo y una ​página web​, de los que tuve la dicha de ser parte.

Desde 1988 hasta hace poco tiempo atrás, la luz fósil de Víctor Hugo Codocedo sólo se extendía sobre el recuerdo de quienes rodearon su vida como amigo, pareja, padre y, por sobre todo, artista. Historias sobre sus exposiciones, obras y procesos creativos, además de relatos anecdóticos de fiestas, tertulias, lecturas y andanzas con Codocedo, componían vetas y trazas de una memoria fragmentada en los recuerdos de quienes se cruzaron en la vida y producción artística del autor.

Para los y las investigadoras de una generación más joven, el acceso a este halo de luz fósil ocurría a través de los relatos de coetáneos a Víctor Hugo, además del visionado de algunas imágenes, generalmente de la ​Serie de la bandera. Así, tal como apunta Ramella, entre distintos materiales “en crudo”, como relatos orales, documentos dispersos, archivos de prensa e imágenes presentes en colecciones personales y de instituciones –como las de Jorge Brantmayer, Paula Codocedo, Rosa Lloret, Pedro Montes y el Museo de Arte Contemporáneo– se encontraban los únicos atisbos para rearmar un corpus de obras concreto y visible de este artista joven, rebelde y versátil.

De hecho, resulta paradójico que hoy en día casi no contemos con obras de Codocedo, pero que aún así su legado perdure en el interés de investigadores póstumos. Esto da cuenta de la potencia del trabajo de este artista y también, dicho sea de paso, demuestra la importancia que pueden adquirir los vestigios documentales –desde una aparente levedad– para la reconstrucción de un corpus de obras, en la magnitud de su solidez, o como expresó Dittborn, en su “vía láctea fosilizada”.

Víctor Hugo Codocedo, tira de prueba, registro de exposición Eclipse, Galería Bucci, Santiago de Chile, 1985. Colección Paula Codocedo. Cortesía: http://victorhugocodocedo.cl/
Víctor Hugo Codocedo, tira de prueba, registro de exposición Eclipse, Galería Bucci, Santiago de Chile, 1985. Colección Paula Codocedo. Cortesía: http://victorhugocodocedo.cl/

Bajo esta premisa, el libro escrito por Aldo Ramella constituye un nuevo puerto de entrada hacia el trabajo de Codocedo, adicionando un eje para la lectura de una suerte de laberinto de obras que el autor dejó a sus cortos 34 años de edad. El texto nos permite asistir a un momento en que el trabajo de Víctor Hugo ya no sólo se observa desde una mirada testimonial, ochentera, ​avanzada​, sino que también desde la realidad política, social y artística actual: inmersa en una sociedad que atravesó la anhelada transición democrática y que hoy, en hastío, se levanta con fuerza, rabia y reivindicación de los derechos básicos de sus ciudadanos. Así, luego de un gran intervalo en el que Víctor Hugo Codocedo se mantuvo mayoritariamente activo sólo en la memoria de quienes cruzaron su vida con la del artista, este año 2020 y el anterior han sido claves para su ​retorno. Hoy, entonces, conceptos como lo traumático, la angustia, lo siniestro y el horror, que enmarcan la lectura sobre el corpus de obra que propone este libro, también se suman como vectores para su lectura desde el escenario actual.

La ​contingencia nacional remueve varias de las obras que se analizan en este libro y, en efecto, posee una especial conexión con ese horror y violencia que este investigador destaca en trabajos como los que conforman la ​Serie de la bandera o la obra ​Retorno. A continuación, mencionaré un fragmento apuntado en las páginas del libro: “En suma, entendemos que, en este momento de la Serie de la bandera, Codocedo estaría remitiendo a esa fase culmine de la violencia de Estado impulsada por el gobierno militar, en donde sus ejecutores son capaces de mostrar o exhibir sin pudor algunos de los resultados –aparentemente exitosos– de sus políticas del terror, muy en la lógica ortopédica. Al exponer el símbolo patrio ‘corregido’ –cual cadáver en una pica– el artista busca denunciar esta violencia sufrida por muchos de quienes fueron sometidos a torturas y luego dejados en libertad, para servir así de mensajeros del miedo” (p. 128).

Víctor Hugo Codocedo, Intervención a la bandera o bandera enmarcada, 1979, acción. Foto: Alberto Díaz. Cortesía: http://victorhugocodocedo.cl/
Víctor Hugo Codocedo, Intervención a la bandera o bandera enmarcada, 1979, acción. Foto: Alberto Díaz. Cortesía: http://victorhugocodocedo.cl/

Tal como se menciona y extendiendo ese análisis al contexto histórico y político de hoy, no podemos desconocer los iconos fracturados y resignificados en el marco del estallido social de Chile. La presencia y propagación de la bandera nacional negra, vaciada de luz, o de la bandera invertida, baleada, o de su desaparición y reemplazo por la bandera mapuche, no dejan de remitirnos, en el actual contexto de represión y desconfianza hacia el Estado, a ese momento de conciencia análogo al que Víctor Hugo Codocedo hizo alusión en los ochenta. Allí donde Codocedo (y varios autores y autoras de la época) clavó, trazó y replegó la bandera chilena de manera individual, ante la mirada maquínica del obturador de la cámara, este símbolo patrio ha vuelto a emerger hoy bajo un contexto de crítica y manifestación social, pero esta vez, pública, masiva y, a diferencia del escenario dictatorial que Aldo Ramella nos presenta en este libro, sin miedo.

Sobre lo anterior, también resulta interesante que allí donde Codocedo tensaba, doblegaba y trazaba el símbolo patrio –en la rectitud de los límites de su diseño, materialidad y contexto político– actualmente la bandera se sale de esos perímetros establecidos y modifica su apariencia libremente, reemplazando secciones como la estrella por el ojo herido por la autoridad.

Portada de Las Últimas Noticias de donde Víctor Hugo Codocedo extrajo fotografía de la manifestación relámpago, exposición “Contingencia”, 1983. Colección Paula Codocedo. Cortesía: http://victorhugocodocedo.cl/
Portada de Las Últimas Noticias de donde Víctor Hugo Codocedo extrajo fotografía de la manifestación relámpago, exposición “Contingencia”, 1983. Colección Paula Codocedo. Cortesía: http://victorhugocodocedo.cl/

Otra acción que quisiera destacar es ​Retorno​, cuando el día 23 de mayo de 1983 los artistas se instalaron en las escalinatas de la Biblioteca Nacional para desplegar un lienzo que exigía el regreso a la democracia. La escena capturada en esta fotografía –aparecida en el diario Las Últimas Noticias y luego reproducida e intervenida por Codocedo en su exposición ​Contingencia​, en Galería Sur durante septiembre de ese mismo año– continúa vigente en la actualidad, a medida que el levantamiento popular se desarrolla y toma los rincones y avenidas del espacio público para la protesta. De hecho, estas mismas escalinatas de la Biblioteca continúan hoy sustentando el escenario de nuevas concentraciones ciudadanas contemporáneas.

Hoy la luz fósil de la obra de Codocedo vuelve a arder. Su resistencia al olvido del tiempo y su actual aparición en el contexto del estallido social chileno confirman la vigencia de su trabajo. Si hasta hace no mucho estudiar la obra de Codocedo significaba transitar por los mundos que pobló este autor, con sus compañeros y compañeras artistas de la época, como Hernán Parada, Jorge Brantmayer, Carlos Maturana, Mario Soro, Fabio Salas, Jordi y Rosa Lloret, Patricio Rueda o Eugenio Dittborn, entre otros, sus amigos periodistas, como María Eugenia Meza o su hija Paula, por mencionar algunos, hoy esa mirada ha sido sistematizada y aunada bajo distintos lugares que recomponen su obra. Su legado, entonces, vive seguro en espacios como este libro de Aldo Ramella, y prosigue su rumbo artístico y político en la nueva camada de artistas, investigadores y manifestantes locales que de una u otra manera rozan el quehacer artístico que nos dejó Víctor Hugo Codocedo, como una luz fósil que pervive y evoluciona más allá de su fuente productora.

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