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2019: EL PAÍS CONTINÚA (BREVE INFORME DESDE EL ARCHIPIÉLAGO)

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UNO

Enfocar el desarrollo reciente de las artes visuales en Venezuela plantea varias dificultades, especialmente si se pretende ofrecer un panorama articulado de la producción artística, las exposiciones y los debates que en torno a ellas se están produciendo[1].

La primera disyuntiva aparece con la frase «panorama articulado», la cual supone una cierta «sistematicidad», que en realidad es difícil de sostener en un país donde  las cosas ocurren «… como vayan viniendo»[2].

La segunda encrucijada a considerar, radica en que no todo lo que se está haciendo en materia artística puede adscribirse al circuito expositivo o a la generación de objetos sensibles para su apreciación autónoma. Parte del acontecer artístico está manifestando su potencialidad en áreas formativas y espacios cívicos donde el intercambio simbólico se genera a partir de situaciones y no de objetos.

Finalmente, el tercer desafío para aproximarnos a la escena del arte en Venezuela surge cuando constatamos la intensa actividad que vienen desarrollando los artistas locales en el extranjero cuya obra, aún inserta en espacios foráneos, persiste en abordar asuntos propios del país.

En síntesis, el panorama actual de las artes visuales en Venezuela exhibe tres grandes atributos: incertidumbre, descentramiento y heterotopía. En tal sentido, la presente semblanza recogerá hechos y procesos necesariamente fragmentarios, en ocasiones abigarrados, que no obedecen a un programa único y mucho menos a los preceptos de la cultura oficial enfrascada en asuntos doctrinarios. De esta manera, la agenda que siguen los artistas, agrupaciones y espacios independientes en la Venezuela actual está dictada por una ecuación compuesta por dos variables inexactas: voluntad y contingencia.

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¿Por qué en medio de tanta adversidad se persiste en hacer y visitar exposiciones, en abrir nuevos espacios de exhibición, en organizar foros y conferencias sobre arte? ¿Cómo explicar esta contradicción?

Algunos creen que éstas solo son «burbujas de confort», disociadas de la implacable realidad que enfrentan los venezolanos de cualquier condición para conseguir alimentos, medicinas, agua y combustible. Entre tanto, quienes asumen dichos emprendimientos artísticos y quienes los reciben con beneplácito consideran que ésta es una labor necesaria y pertinente. Lo cierto, sin embargo, es hay que deshacerse de la idea según la cual hay indicios de cultura solo donde y cuando la situación es propicia. En realidad, hay creación cultural donde quiera que haya un grupo humano, premisa que contiene parte de la respuesta al dilema artístico en Venezuela.

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DOS

A inicios de 2019, Tráfico Visual publicó los resultados de una encuesta sobre las exposiciones realizadas en Venezuela en 2018[3]. Además de destacar las cinco muestras más votadas por un universo de 58 personas, el reporte arrojó algunas conclusiones acerca de la escena de las artes visuales en el país, siendo notable el vigor sostenido por los espacios independientes en contraste con la mermada actividad de las instituciones oficiales. En tal sentido, la encuesta corroboró la consolidación de las prácticas de autogestión no gubernamental como respuesta al debilitamiento de la oferta institucional.

Si bien es cierto que un importante número de emprendimientos no se han podido mantener en el tiempo, también lo es el hecho que cada vez aparecen nuevos proyectos. Durante el primer semestre de 2019 surgieron tres espacios: El Hatelier en el Hatillo, Estado Miranda, una suerte de estudio abierto para la fotografía, la pintura y la producción audiovisual donde convergen Eric Mejicano, Athenea Cuotto Abad y Anghy Rondón; El Bloque, en Mérida, proyecto que aglutina los esfuerzos de Fabio Rincones, David Molina, María Niño y Javier Vivas, a lo cual se añade otro establecimiento dedicado a la fotografía venezolana y latinoamericana en Las Mercedes, Caracas, creado por la galería Carmen Araujo Arte.

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Entre tanto, en Caracas se mantienen activos los espacios de la Sala Mendoza (1957), D´ Museo (1990), Zero (2002), ONG Nelson Garrido (2002), Sala TAC (2003), Beatriz Gil (2004), El Anexo / Arte Contemporáneo (2007), GBG Arts (2009), Carmen Araujo Arte (2010), La Caja, Centro Cultural Chacao (2011), Cultura Tresy3 (2013), Galería Espacio 5 (2013), Espacio Monitor (2014), La Macolla Creativa (2014), Abra Caracas (2015), CAF y Espacio Mercantil. En Valencia, las galerías Espacio 5 (La Viña, 2013) y Metanoia (El viñedo, 2017).  En Maracaibo, el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia-MACZUL (1995) y el Centro de Bellas Artes Ateneo de Maracaibo (1953).

Varios son los proyectos adscritos a universidades y centros formativos que están funcionando como reductos para la exhibición, divulgación y reflexión artística en diversas localidades del país. Entre ellos se encuentra Espacio Proyecto Libertad (Universidad de Los Andes-ULA, Mérida, 2017), sitio de difusión y encuentro bajo la curaduría de Elizabeth Marín, que obedece al propósito de divulgar el arte venezolano y reflexionar sobre temas de alta significación relativos a la memoria, el lugar y el conocimiento. A la fecha ha presentado las exposiciones colectivas 232: ULA (2017), 233+1: Conciencia de lugar, (2018) y 234+2: Luces (2019).

También la Galería de Arte de la Universidad Bicentenaria de Aragua-UBA (Turmero, Aragua, 2016), dirigida por Ydealiza Rincón, desarrolla un programa orientado a exhibir y dar a conocer a los artistas locales, nacionales e internacionales. Han presentado muestras colectivas como Reencuentro Visual: Generación Artística de los años 80 y 90 en Venezuela (2016) e individuales de Juan Toro (Expedientes, 2016), Carlos Germán Rojas (Mirada Fotográfica 1976-2018, 2018) y Roberto Notarfrancesco (2019), entre otros.

El Centro Cultural de la Universidad Católica Andrés Bello-UCAB (Montalbán, Caracas, 2013), dirigido por Mabel Calderín y con la curaduría de Humberto Valdivieso, dispone de varios espacios de exhibición como la Sala Magis (2015), la Galería Los Cubos (Piso 4), la Sala Experimental Fernando Arellano (Sótano), donde han expuesto individualmente Víctor Hugo Irazábal (Frágil, 2016), Ricardo Arispe (Intervenidos, 2018), Alberto Asprino (Desde la otra orilla, 2018) y Raquel Soffer (Constantes urbanas, 2018), entre otros.

La Sala William Werner del Centro de Artes Integradas-CAI (Caracas, 2004), ha desplegado un itinerario expositivo de enfoque analítico, basado en elementos y conceptos de la cultura visual contemporánea, contando con la curaduría de Susana Benko.

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TRES

Al mismo tiempo que los espacios independientes intentan mantener su programación esquivando toda clase de dificultades materiales y presupuestarias, surgen otras iniciativas que conectan lo artístico, lo pedagógico y lo cívico, las cuales se proyectan desde un ámbito más amplio.

Es decir, el arte se sostiene no solo en galerías y salas de exhibición alternativas, sino también en barrios, urbanizaciones o lugares emblemáticos de la ciudad donde se plantean proyectos de colaboración multidisciplinarios, destinados a la activación del espacio público y el fomento de valores de convivencia.

Hacia allí apuntan los programas urbanos que desarrollan Ciudad Laboratorio[4] (2015) y Enlace Arquitectura[5] (2007) en diversas urbanizaciones de Caracas por medio de recorridos urbanos, celebraciones populares, encuentros de mediación artística y actividades de recuperación de áreas públicas, que permiten enfocar aspectos relacionados con la vialidad, el mobiliario y la seguridad.

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Arquitectos, urbanistas, historiadores, artistas, profesores, fotógrafos, líderes comunitarios, organizaciones civiles están enfrascados en el empeño de restablecer la continuidad del espacio urbano, recuperar los sitios comunes, las celebraciones compartidas y la complicidad de los trayectos para, al mismo tiempo, contrarrestar la segmentación urbana, la inseguridad personal, el déficit de áreas y eventos destinados al esparcimiento.

Elisa Silva, Cheo Carvajal y Gerardo Zavarce se encuentran entre los profesionales dedicados a estructurar y acompañar estas iniciativas de ensamble multidisciplinario, que alcanzan uno de sus momentos culminantes en febrero de 2019 con el lanzamiento del manifiesto “La ciudad completa”, en el marco del ciclo “Arte, Pedagogía y Ciudad”, organizado conjuntamente por Ciudad Laboratorio, Enlace Arquitectura y Fundación Bigott en el barrio La Palomera de Baruta.

Experiencias como ésta se enlazan con el trabajo simultáneo de organizaciones como Laboratorio Ciudadano de la No Violencia[6], surgido en el marco las protestas que se produjeron en Venezuela entre abril y julio de 2017, que al igual que el Movimiento Ciudadano Dale Letra[7] y Las Piloneras[8], ponen en circulación una serie de procedimientos accionales, creativos y discursivos que enriquecen la escena colectiva, utilizando elementos escriturales y coreográficos (cantos, carteles, etc).

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CUATRO

En un momento en que el periodismo cultural en medios impresos, televisivos y radiales ha perdido espacios, las redes sociales son una de las pocas opciones para formarse una idea de la oferta cultural en Venezuela. Los post y streaming sobre exposiciones, foros y conferencias están supliendo esa necesidad. Con un teléfono móvil, sin salarios ni pretensiones y con la simple determinación de documentar y compartir lo que se está haciendo, Ileana Ramírez de Tráfico Visual, Gabriela Benaim de GBG Arte y el fotógrafo Carlos Ancheta son algunos de los que han hecho una valiosa reseña in situ y en tiempo real del acontecer artístico.

Por otro lado, hay que destacar el papel de las ediciones de arte autogestionadas por artistas o apoyadas por galerías, coleccionistas y editoriales emergentes, que con recursos muy limitados han asumido el registro y la documentación de procesos artísticos que están en desarrollo, especialmente en el área de los foto libros[9].  En lo que va de 2019 se han presentado varios trabajos: Fotografía impresa en Venezuela, a cargo de la investigadora Sagrario Berti, con diseño de Ricardo Báez y el auspicio de La Cueva Casa Editorial; Coexistencia: 38 miradas. Barrio José Félix Ribas de Petare, basado en una experiencia fotográfica realizada con niños del Gimnasio de Boxeo Ruza, con dirección gráfica de Carlos Rodríguez e impreso en Editorial ExLibris; Los originarios contemporáneos. Una mirada fotográfica. Venezuela, con texto introductorio de Ariel Jiménez, ensayo de María Teresa Boulton, diseño de Gisela Viloria, impreso en la Editorial Arte con el apoyo de la Colección C&FE Caracas.

Aparte de lo ya comentado, el mapa de la escena de las artes visuales en la Venezuela actual se completa con la actividad de numerosos artistas, curadores e investigadores en localidades foráneas. Las noticias de sus propuestas en exposiciones, ferias, bienales, publicaciones y conferencias llegan al país con cierto diferimiento y con algo de interferencia, pero siempre como una constatación de que el país continúa aunque ahora se haya convertido en un archipiélago disperso en la geografía global. A modo de ejemplos recientes, anoto aquí los casos de la exposición Ecos (2019) de Magdalena Fernández en los Museos Carrillo Gil y Amparo en México; la muestra Novae Andalusiae. Observante inestable (2019) de Iván Candeo en la Galería Alarcón Criado de Sevilla, España; y las acciones Here we are (2019) y Enterrar las banderas en el mar (2019) de Miguel Braceli en Baltimore, EEUU, y Mejillones, Chile, respectivamente.

Acciones urbanas, actividades de formación, plataformas documentales, eventos expositivos, proyectos de divulgación, autoediciones… son formas rizomáticas de encarar una realidad exasperante que se resiste al orden y la normalidad. Quizá por ello sea difícil (aunque no imposible) ofrecer un dictamen sobre lo que acontece en materia artística en Venezuela o explicar el por qué de tanto vigor en medio de la más profunda penumbra que cualquiera pueda imaginar.

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Si, por un lado, los artífices de la cultura oficial pretendieron el desmantelamiento programático de la institucionalidad artística, calificándola de elitesca y contraria a los intereses del «pueblo», por otro lado, las prácticas visuales de los últimos años se han desarrollado sin el sustento de las estructuras gubernamentales, lo cual sugiere que la acción cultural  no es un asunto de decretos sino una necesidad que busca su cauce en la iniciativa de los individuos, generando formas de organización, producción y recepción de acuerdo a las circunstancias, especialmente cuando estas son desfavorables. La experiencia cultural, por tanto, no es lo que el poder dictamina desde «arriba», sino lo que un colectivo humano hace material y simbólicamente para convivir y expresarse.

*

Imagen destacada: Enlace Arquitectura & José Javier Alayón, Las marquesinas de El Calvario. El Calvario, Municipio El Hatillo, Caracas, 2017


[1]Agradezco al investigador Gerardo Zavarce y al fotógrafo Juan Toro sus observaciones y recomendaciones al presente texto.

[2]La frase “como vaya viniendo vamos viendo” refiere en Venezuela al comportamiento improvisado y la falta de planificación. Fue popularizada por el actor Franklin Virgüez en el papel de Eudomar Santos, un personaje de la telenovela venezolana “Por estas calles”, transmitida por la televisora RCTV de 1992 a 1994.

[3] Resultados. Las cinco exposiciones más valoradas en el 2018 por los seguidores de Tráfico Visual. 04-02-2019. http://www.traficovisual.com/2019/02/04/resultados-las-cinco-exposiciones-mas-valoradas-en-el-2018-por-los-seguidres-de-trafico-visual/

[4] Ciudad Laboratorio, conformado en 2015 por un equipo multidisciplinario orientado a la investigación y acción en el espacio urbano, arranca sus actividades con el proyecto El calvario puertas abiertas (2015-2016-2017), experiencia de mediación artística que vincula el barrio y el casco histórico de El Hatillo. Entre sus proyectos recientes se encuentra El observatorio de la noche caraqueña (2018), recorridos y registros nocturnos de 33 espacios de los cinco municipios de Caracas durante cuatro meses en 2018. Cfr. http://efectococuyo.com/principales/mitos-de-la-noche-desmontados-por-investigacion-nocturna-de-ciudad-laboratorio-en-caracas/

[5] Enlace arquitectura, fundado por Eliza Silva en 2007, es una oficina dedicada al
«diseño urbano y la arquitectura del paisaje, para transmitir conocimiento y crear conciencia», propósito que comparte con la Fundación Enlace, destinada a la generación de  «oportunidades para la reflexión sobre el entorno urbano en comunidades de asentamientos informales a través de procesos de diseño participativo». A partir de esta premisa, se han desarrollado parques y plazas en parroquias populares en La Palomera, Chapellin, El Cardón, El Calvario, entre otras. Cfr. http://www.enlacearquitectura.net/oficina/

[6]Los integrantes del Laboratorio Ciudadano de No Violencia Activa se definen como «conectores entre ideas y personas». Participan sociólogos, docentes, ingenieros, líderes comunitarios y distintas organizaciones.

[7] El Movimiento Ciudadano Dale Letra surge con el objetivo de aportar contenidos y valores de no violencia a los reclamos ciudadanos, a partir de un alfabeto móvil compuesto por letras y personas.
Cfr: https://www.amnistia.org/ve/blog/2018/10/8192/dale-letra-acciones-pacificas-inciden-en-la-sociedad)

[8] Ataviadas con delantal, carteles, un cuatro, entonando cantos de pilón a coro con su característico estribillo de “iiiooo iiiooo”, Las piloneras se presentan en marchas y concentraciones cívicas no violentas, así como espacios comunitarios, calles, colas, supermercados, paradas de autobús y actos, llevando un mensaje de denuncia. Cfr: http://www.venezuelaaldia.com/2018/04/25/las-piloneras-mujeres-que-cantan-a-venezuela-con-esperanza-de-futuro/

[9]Cfr. Félix Suazo. La autopublicación. Carencias y urgencias del arte en Venezuela. 11-05-2019. En:  http://www.traficovisual.com/2019/05/11/autopublicacion-carencias-y-urgencias-del-arte-en-venezuela/

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Félix Suazo

Es profesor, investigador y curador de arte. Se graduó en el Instituto Superior de Arte de La Habana en 1990. Entre 2002 y 2003 realizó un Máster de Museología en la Universidad de Valladolid, España. Ha trabajado como investigador en la Galería de Arte Nacional (1997-2003) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (2004-2008). Desde 2007 forma parte del equipo curatorial de El Anexo / Arte Contemporáneo. De 2008 a 2013 fue Coordinador de Exposiciones y Curador de Periférico Caracas / Arte Contemporáneo. Fue gerente de la Sala TAC (2015-2018). En 2018 fue nombrado Curador Pedagógico de la XIV Bienal de Cuenca, Ecuador. Actualmente vive en Miami, Florida, donde trabaja como curador independiente y asesor de proyectos artísticos.

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