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Movimientos de Tierra.el Territorio Como Monumento

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“Creemos ser país y la verdad es que somos apenas paisaje”

Nicanor Parra

 

 

La exposición Movimientos de Tierra, que presenta en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago bajo la curaduría de Pedro Donoso, es una mirada casi genealógica sobre la necesidad en Chile de relacionarse al territorio como único referente válido de producción artística. Una exigencia que ha modulado gran parte de las escenas artísticas locales, invirtiendo la dinámica sujeto-mundo en una acción de plasmación territorial específica.

Si en la mirada romántica europea era el ser humano el que se encontraba a sí mismo en un paisaje, pero sin hacerse determinar por ello (postura que se puede asociar a las caminatas del artista británico Hamish Fulton, en las que intenta conocer y re-conocer-se), en Chile es el entorno natural el que predomina hasta forjar caracteres y comunidades.

Esta visceralidad interrumpida por la dictadura militar, que significativamente impedía el estar fuera o el encuentro en un espacio abierto, se vuelve una metodología de trabajo sistemática en los años de la transición, una forma de volver a reapropiarse de algo temporalmente suspendido, una acción política que recompone una fractura todavía abierta.

Hay dos instancias que se reflejan en esta condición peculiar chilena: por un lado, el poder transformador del entorno natural sobre el sujeto, evidenciado en el trabajo de Cecilia Vicuña, que asume este vínculo visceral como única posibilidad vital y creativa, identificándose hasta casi desaparecer en la sacralidad de los elementos; y, por otra parte, la asunción de la naturaleza y del paisaje como monumento propio o patrimonio.

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El arco de triunfo de paja del artista José Délano refleja esta postura y apela a otra obra constituyente de este paradigma, si bien no presente en la exposición: el monumento a Pedro Aguirre Cerda, de Lorenzo Berg (1967).

Según el crítico Ronald Kay, el escultor chileno adelantó el movimiento del Land Art activo en Estados Unidos desde los años setenta, a través de una forma de trabajo, estrechamente relacionada al entorno natural y a su posibilidad resolutivas, muy propia de las condiciones económica y sociales del país. Lorenzo Berg ganó un concurso internacional para erigir un monumento al Presidente Pedro Aguirre Cerda y la obra de su gobierno. Convencido de que las estatuas públicas no representaban la identidad chilena, acudió a tres materiales como metáfora poética del país: agua, piedra y metal. El agua, simbolizada en un gran espejo de cemento a un metro del nivel del suelo. La piedra, en siete rocas gigantescas, todas traídas desde el roquedal de Montenegro. Y el metal, en una llama de cobre puesta al centro del espejo de agua. Este monumento, que quedó incompleto por razones política e ideológicas, ya que no se basaba en una representación convencional, representa la primera asunción del paisaje como monumento propio en contra de una monumentalidad todavía ligada a cánones occidentales, que se rigen sobre el culto a la personalidad y en la idea de las arquitecturas como edificación de la superioridad del idear humano en el mundo.

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Según el poeta y artista Raúl Zurita, que también opera desde y a través del paisaje, definiendo la peculiaridad geográfica de Chile como el principio primo para los chilenos de saberse en una precariedad luchada entre mar y montañas, “el monumento a don Pedro Aguirre Cerda de Lorenzo Berg es el único monumento de Chile que está a la altura de sus paisajes […] Estas piedras nos reprochan, nos advierten, nos corrigen, nos condenan, nos absuelven, nos llaman, nos premian, nos expulsan, nos castigan, nos recogen. Estas piedras son nuestra pietá”.

El trabajo curatorial de Donoso apela constantemente al concepto de Land Art, como una forma específica de trabajo artístico relacionada con la naturaleza, pero donde el paisaje se asume como una herramienta de producción propia y una escenografía. Sin embargo, en el caso de los artistas chilenos presentes en la muestra, el paisaje no es algo que se pueda retener o transformar, o algo donde los artistas se re-conocen: es un material constituyente, que se mueve en una doble dirección constante, como monumento propio, lugar de la memoria y de las comunidades y agente transformador de la experiencia humana y artística, determinando en cada región de Chile una micro-narrativa propia, asumiendo la identificación que Nicanor Parra individua entre país y paisaje.

 


Imagen destacada: «El triunfo del arco», de José Délano, en la muestra «Movimientos de Tierra», en el Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile, 2017. Foto: José Délano

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Mariagrazia Muscatello

Crítica de arte, Licenciada en Filosofía por la Universidad de Parma (Italia), Magister en Comunicación y Crítica de Arte (Gerona-España). Ha sido responsable de prensa para la firma de diseño industrial Kartell en Milán, y asistente editorial para Gustavo Gili, en Barcelona. Ha publicado para diversos catálogos y revistas nacionales e internacionales, como “Flash Art”, “Artribune” y “Etapes”, entre otras.

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