
LIBRO PRIMERO, DE BENJAMÍN OSSA
La minuciosa documentación del proceso creativo de Benjamín Ossa (Chile, 1984) lo ha llevado a explorar los libros como parte de su producción. “Me interesan como órganos que funcionan independientemente del trabajo artístico que hago. Son una respuesta a un proceso de obra, a una rutina de trabajo y a la colaboración con otras personas. Pero también tienen que ver con la necesidad de ordenar y clasificar”, explica desde su taller, donde se encuentra la mayor parte de su archivo. Ossa explora las relaciones entre el tiempo, la materia y el espacio. Estudia lo fenomenológico, la percepción y el azar. Y, como parte de su producción, ha incorporado una conciencia editorial al registro de su trabajo.
Un libro suyo no depende de una exposición, de un año o de un ciclo porque está constantemente haciéndose. Es que, más que ideas cerradas o concluyentes, las de Ossa son elípticas que se abren, conectan y expanden. Su obra, como su investigación, parece viva.
“Al salir de la universidad me pareció traumático tener que hacer un portafolio porque es como la foto icónica de una obra. Y cuando trabajas con obras que son volúmenes o apelan a la experiencia, no necesariamente la foto de la obra es la que da mejor cuenta de la investigación”, dice. Para él la narración que permiten las publicaciones apareció como una solución. Desde esa perspectiva se gestó Libro Temprano (Ediciones Daga, 2013), que recogió los 10 primeros años de su investigación y contó con un texto de Maya Errázuriz y anexos de Javier González Pesce, Constanza Güell y Javier Toro Blum.
“Al principio tenía sólo aprensiones con ese libro. Pudor, de partida, por estar publicando a los 28 años un libro ‘temprano’ porque el título delataba cierta conciencia de lo que estaba haciendo. Pudo haber sido súper especulativo, pero me di cuenta que podía producir libros como producía obra. Ambos son lenguajes y vías de comunicación”. Asegura que tuvo conciencia de que ese sería el primero de una serie mientras lo estaba haciendo. Con un organigrama editorial en mente, todos los proyectos artísticos que realizó desde el 2013 en adelante tuvieron su registro, su mano y su sesgo sabiendo que irían en un nuevo libro.

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía
EL SUSPENSO EN LIBRO PRIMERO
Su última publicación, Libro Primero, fue editada por Jorge Losse, de Ediciones Daga, y repasa las obras y proyectos de Benjamín Ossa desde el 2013 hasta la fecha. Al hojearlo, lo primero que genera es extrañeza porque parece abrir una dimensión nueva de su trabajo. Las imágenes no están agrupadas por orden cronológico o por proyecto, sino que entre el editor y el autor decidieron hacer un “ánimo” de libro que fluyera en cuatro capítulos. Este flujo propone relaciones visuales que resuenan con los textos y que hace sentido con la propia estructura del volumen.
Desde el comienzo la publicación se plantea como una investigación en curso y ostenta su condición híbrida. No es un libro de mesa, no tiene las tapas duras. Fue pensado para que pudiera estar en un estante, pero también para que soportara un tránsito del día a día. No es una monografía, tampoco un catálogo. “Me da susto que las cosas se aten a una coyuntura. Me interesan más las cosas que sortean esa superficie y son capaces de circular por más abajo”, explica Ossa.
Esta publicación confirma que sus libros funcionan como puentes, una forma de relación y de circulación constructiva de sus ideas hacia otras audiencias. ¿Cuáles? Dice que ni él mismo lo tiene claro. Esa incerteza es parte de la intención editorial. Lo que si sabemos como lectores-espectadores es que Libro Temprano y Libro Primero responden –cada uno a su manera– a la pregunta de cómo se traspasa la experiencia de estar frente a una obra a la lectura. “En estas publicaciones, las obras quedan de manifiesto con respecto a mi propia investigación, pero también se abre la posibilidad de vincular a otros en ese proceso”, explica Ossa.

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía
Maya Errázuriz, quien fue la encargada de cerrar el volumen anterior, abre Libro Primero con el capítulo Cada ojo ve algo distinto, donde a través de un consistente texto teórico relaciona, desde la fenomenología, las obras Dual (2013) y Polígono (2014) de Ossa, con obras icónicas de la historia del arte. El ensayo trae a presencia Lluvia, vapor y velocidad. El gran vapor del Oeste (1844), de Turner, y la serie Catedral de Rouen (1892-1894), de Monet, entre otras, para crear una constelación de estudios históricos sobre la luz, el color y el tiempo. Bajo esta bóveda de relaciones, Errázuriz es capaz de asegurar que el trabajo de Ossa “cuestiona la presente estructura de conocimiento perceptual” (p. 19).
En ¿Cómo volver al momento anterior?, Pedro Donoso aborda los cuestionamientos filosóficos que Ossa plantea en su obra. Se aboca a definir y a cuestionar los alcances de Manteniendo luz y forma (2015), instalación que el artista presentó en el Museo de Artes Visuales (MAVI), a través del descarte: “No es exactamente un instrumento diseñado con fines científicos ni funcionales. No es tampoco una máquina armada para probar algún teorema preexistente […] Lo que sí ofrece es la posibilidad de indagar en nuestra percepción de la luz. Es de cierto modo, un ‘aparato que da a ver’. O más simplemente, un dispositivo”. (p. 53). Donoso dibuja un vínculo irrenunciable de la obra de Ossa con el cuerpo: “El dispositivo convierte al observador que lo activa en el centro de la acción” (p.56).
Este vínculo resuena con especial sentido en el tercer capítulo, Un claro bosque, donde Soledad García Saavedra describe en primera persona la relación entre cuerpo y obra a partir del experimento Dualidad/Percepción: Dibujo temporal Laboratorio Eigengrau (2014). “Lo fascinante de este ejercicio y el experimento en general era la apertura del campo de visión en la oscuridad a medida que se asimilaban los ases de luz” (p. 104). El registro visual del experimento, realizado por Jorge Losse, y los bocetos, realizados a mano por el propio Ossa, contribuyen a construir un relato más claro de la experiencia, pero a la vez lo hacen más complejo y profundo. El libro va construyendo, página a página, su propio espesor teórico.

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía
En el cuarto capítulo, Espacio, intervención y luz, el curador Rodolfo Andaur aborda la luz, el paisaje y el Norte de Chile a propósito del paso de Ossa por el Desierto de Atacama. “En esta ocasión su forma de inmiscuirse con la pulsión del espacio lo lleva específicamente a los bordes de un campo de investigación y que de alguna manera ha buscado contemplar lo incompleto del paisaje, asunto que puede ser anexado a ciertas búsquedas incompletas en su propia obra” (p. 142). El texto de Andaur es poético y evocador, pero a la vez tremendamente concreto y capaz de tensar el cuerpo-luz con la estética del abandono.
El libro cierra con la transcripción del encuentro del artista con el curador Rodrigo Alonso, realizado en la galería Artespacio dentro del contexto de la exposición No hay forma de perder el tiempo (2016). El diálogo es interesante e inesperado. Alonso se afirma en referencias contemporáneas de la historia del arte para ahondar en la obra de Ossa, pero también aborda una de las aristas clave de su trabajo: su metodología. En los sistemas, relaciones, preguntas, intenciones, intuiciones, experimentos, descubrimientos que rodean su investigación leemos –y entendemos mejor– la poética de Ossa.
El punto final de ese último capítulo es sólo una formalidad porque el libro no termina. Más pareciera que se abriera a un nuevo suspenso, hilado a distintos niveles con los anteriores. Cerramos la tapa pero ese final no funciona como cierre o conclusión. Quedamos expectantes a lo siguiente. Esta impresión adquiere otra luz cuando se sabe que la publicación se produjo gracias a la colaboración de 48 personas entre galeristas y coleccionistas, pero también a personas que no están relacionadas directamente al arte. A cada uno se le entregaron 10 ejemplares, lo que significa que ya hay 480 libros circulando de manera aleatoria. Y su alcance es todavía desconocido. Azaroso.

Libro Primero, de Benjamín Ossa. Foto: Sebastián Mejía
Libro Primero. Benjamín Ossa
Ediciones Daga, 2016
240 páginas
28 x 20 cm
Papel Hilado de 106 gr y papel Couché Brillante de 130 gr
Encuadernación de lomo cuadrado con costura hilo y holtmet
Edición de Jorge Losse
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