Visita Guiada:alejandro Leonhardt
“A veces hay muchos objetos, tantos como para no poder centrar la mirada y distinguir. A veces hay pocos, tan pocos como para centrar la mirada y distinguir. Hacemos circular los objetos entre ambos extremos, y somos quienes damos un valor simbólico a lo que acontece entre el lleno y el vacío. En la sala de L21 el suelo es blanco, al igual que las paredes, el techo y las luces. Cercanos a una esquina se sitúan dos objetos: un tubo curvado, metálico, que alguna vez fue el soporte de una antena, y que al no encontrarse atornillado al suelo se mantiene inestablemente en pie. A su vez, sujeta a presión, una lata de cerveza aplastada.
Ambos objetos depositan su peso contra la pared, y de este modo se anclan a la arquitectura de la sala, apoderándose sutilmente del lugar bajo la premisa de vaciarlo de saturación, o en su opuesto, saturarlo de vacío. Estamos en presencia de un objeto que soporta a otro que no necesita ser soportado. Objetos banales, con suerte ensamblados, ficcionan una situación posible de encontrar en cualquier calle con un poco de basura acumulada. Ambos pretenden involucrar al lugar y al espectador desde lo mínimo, centrando la tensión en una escena aparentemente innecesaria, arbitraria y estúpida, pero con un objetivo muy claro: dejar de ser nada. O más bien, impulsar a que esa nada se incorpore en el espectador como una pregunta que conciba tal oposición. Incomodidad etílica es una lucha contradictoria y antiheróica por encontrar sentido en lo que incomoda cuando lo banal se vuelve excepcional.
En la vitrina (escaparate) que da hacia la calle, es posible ver cómo de una varilla metálica se mantiene sujeta una red de basquetbol. Ésta, a su vez, soporta tres fragmentos de plástico erosionado que fueron encontrados en la playa. Tanto la malla como los fragmentos han estado a la intemperie el tiempo suficiente como para exhibir una pátina desgastada que a simple viste los vuelve irreconocibles respecto de lo que cada uno fue anteriormente. Es una escena abstracta realizada con los restos de lo que alguna vez fueron objetos de función específica. Nuevamente, un cuerpo es forzado a soportar a otro cuerpo que no necesita ser soportado. Una vez más, la gravedad y la conjunción de elementos pretende centrar la mirada del espectador en una escena mínima y vulnerable, posible de encontrar a la vuelta de la esquina. Indeterminado estado de indiferencia, al igual que Incomodidad Etílica, es una declaración antiheróica por presentar un momento detenido que reclama sentido desde lo que incomoda».
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