
ERWIN OLAF: EL IMPERIO DE LA ILUSIÓN
La exposición Erwin Olaf: El imperio de la ilusión reúne una amplia selección de fotografías y vídeos del polifacético artista neerlandés Erwin Olaf, cuya obra de los años 90 estaba más centrada en aspectos relacionados con el sexo, el género o la sexualidad. Con el devenir del tiempo, la obra de Olaf ha ido madurando, si bien mantiene ese exquisito gusto por una cuidada estética, una detallista escenografía y original perspectiva que la ha caracterizado desde sus comienzos.
Atrás queda una etapa —la de los años 90— caracterizada por un estilo más directo, espectacular y polémico que se materializaba en series como Paradise the Club, Mature, Fashion Victims, Royal Blood, Blacks o Chessmen. Entonces, la obra basculaba entre lo gótico y lo ultra-barroco y analizaba de manera clínica y rompedora aspectos como el exarcebado consumo, la dictadura de la moda, el culto a la juventud, la tiranía de los dictados de la belleza, la reprimida sexualidad, la otredad o el género.

Erwin Olaf, Agujero de cerradura 1, de la serie «Keyhole», 2011, fotografía a color. Cortesía: Erwin Olaf Studio/Espacio Mínimo, Madrid
La obra de Erwin Olaf bien se podría definir mediante la siguiente frase: la soledad del sujeto en la sociedad contemporánea. Y Erwin Olaf: El imperio de la ilusión explora precisamente esa huida del sujeto hacia la ilusión y la fantasía cuando las estructuras políticas, económicas, sociales, religiosas y morales que vehiculan nuestro mundo y nuestras certezas se vienen abajo. Y ante esta situación de incertidumbre, malestar y desasosiego bien podríamos recordar las palabras de Chris Hedges, de cuyo libro tomamos prestado una parte del título para nuestra exposición: “Gustosamente pagamos por la oportunidad de suspender la realidad. Es el anhelo de que la vida se conforme de acuerdo a un patrón reconocible al tiempo que facilita una última realización antes de morir”. [1]

Erwin Olaf, The Class Room, 2005, de la serie “Hope”, fotografía a color, 120 x 170 cm. Cortesía: Erwin Olaf Studio/Espacio Mínimo, Madrid
La veintena de fotografías y la decena de vídeos reunidos en la muestra en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), en Santiago de Chile, recorren la etapa entre 2003 y la más reciente actualidad. Todos ellos muestran una poco convencional y extraordinaria sofisticación a la hora de abordar los sentimientos más íntimos impregnados de una latente tensión dramática.
De los anteriores predominantemente espacios públicos nos trasladamos ahora a espacios privados como el hogar (Separation, Rain, Annoyed, Keyhole, Grief, Dusk & Dawn, Le Dernier Cri), la ducha (Wet), la habitación de hotel (Hotel) o semi-privados como el interior de la clase de un colegio (Hope) o la logia de unos francmasones (Berlin).
Ya los títulos de muchas de sus series fotográficas, que luego en algunos casos hallan una continuación en la obra videográfica, son indicativos de una narrativa social compleja, fragmentada y —apelando a un concepto típicamente baumaniano— líquida. Detengámonos por un momento en algunos de ellos: “separación”, “aburridos”, “esperanza”, “pena”, pero también otros aparentemente más asépticos, como “ojo de la cerradura” y “hotel”, hablan de relaciones, convenciones sociales y tabúes.
Así, en el vídeo Separation (2003) vemos una sorprendente escena familiar: una madre habla con su hijo, ambos vestidos en trajes de cuero. Sin embargo, cualquier referencia al sadomasoquismo está fuera de lugar: los trajes funcionan como artefactos simbólicos que representan el aislamiento y la soledad de cada miembro, en lo que es una obra de fuertes tintes autobiográficos del autor y donde el niño bien podría representar la mirada del artista. En Rain (2004) nos encontramos con la típica escena de una familia reunida en torno a la mesa a la hora de cenar mientras afuera cae la lluvia. Todos los comensales se evitan con la mirada y el idealizado mundo de la familia parece venirse abajo suscitando sentimientos apenas reprimidos de odio, envidia, rabia y malestar. También en Dusk & Dawn (2009), Olaf nos adentra en los mundos de dos familias burguesas cuyas bellas imágenes esconden terribles tragedias enfocadas, una vez más, desde la perspectiva de un niño.
Las series Wet (2005), Hotel (2010) y Keyhole (2012) permiten un acercamiento común dado que todas ellas a su manera convierten al espectador en voyeur, en unos casos de manera literal y en otros de manera metafórica. En Wet asistimos al momento en que una mujer madura está espiando a un joven apuesto y atlético que en esos momentos se está duchando. La mujer se acerca y nosotros con ella; a modo de thriller piscológico, Olaf recrea tensión sexual mientras habla de relaciones humanas que adoptan la forma del dominante y el dominado. Por su parte, en Keyhole asistimos físicamente —el artista nos obliga pues a mirar a través del ojo de la cerradura de la puerta— a unas escenas que nos recuerdan sentimientos de vergüenza y humillación. Finalmente, en Hotel, a través de una brillante puesta en escena, el artista consigue transmitir esos sentimientos de hastío, aburrimiento y anomia tan propios de las habitaciones de hoteles, auténticos no lugares contemporáneos. Y la modelo nos transmite magníficamente esa sensación de alienación que asuela al sujeto contemporáneo en su deambular cosmopolita.

Erwin Olaf, Troy, 2007, de la serie «Grief» (Pena), fotografía a color. Cortesía: Erwin Olaf Studio/Espacio Mínimo, Madrid

Erwin Olaf, Logia Francmasona Dalem, de la serie «Berlin», 2012,fotografía a color, 120 x 181cm. Cortesía: Erwin Olaf Studio/Espacio Mínimo, Madrid
Por su parte, las series Grief (2007) y Berlin (2012) mantienen una cohesión conceptual por el enfoque socio-político que subyace a ambas: si en Grief es la reacción de asombro y dolor del ciudadano medio mientras anuncian en la radio la muerte de John F. Kennedy, en Berlin Olaf nos lleva a la actualidad más reciente a través de una retorno al pasado de la ciudad de Berlín en los años 20, la época interbélica, con su dramatismo y decadencia, a través de unos personajes con tintes arios. Los tiempos actuales bien podrían ser una metáfora de problemáticos tiempos pasados.
Erwin Olaf: El imperio de la ilusión nos permite adentrarnos en un mundo muy personal donde ficción y realidad se dan la mano de manera admirable: mientras que todo es posible, nada parece ser verdad. Sus exquisitamente estéticos y cinematográficos vídeos y fotografías reflejan la desaparición de las grandes narrativas y la consiguiente desorientación del sujeto contemporáneo en la búsqueda de unas micro-narrativas que le permitan tener algo a lo que aferrarse.

Erwin Olaf, Hotel Kyoto, Room 211, 2010, de la serie “Hotel”, fotografía a color, 100 x 172cm. Cortesía: Erwin Olaf Studio/Espacio Mínimo, Madrid
Erwin Olaf: El imperio de la ilusión
Curaduría: Paco Barragán
Del 5 de septiembre al 9 de noviembre de 2014
Museo de Arte Contemporáneo (MAC), sede Quinta Normal, Santiago de Chile
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[1] HEDGES, Chris, Empire of Illusion. The end of Literacy and the Triumph of Spectacle, Nueva York, Nation Books, 2009, p. 6.
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