Aclarando la Noche.sobre Obertura, de Luis Romero
El nacimiento del día es un preludio; su ocaso, una obertura que se produce al final y no al comienzo como en las viejas óperas
Claude Levi-Strauss
En la exposición Obertura, Luis Romero retoma un tema recurrente en su producción, la noche, el cual ha trabajado desde comienzos de 2000. Obertura es producto de una indagación (consciente e inconsciente) de la recuperación y estudio de símbolos y signos que viene de muy atrás y que probablemente se conserve como una inquietud permanente en su desarrollo artístico.
En general, es el artista quien posee un modo diferente de percibir la realidad, una cualidad ajena al resto de la sociedad que le permite cuestionar la cotidianidad con que solemos aceptar el entorno desde su concepción primordial. El tiempo actual le otorga una veracidad casi automática a esa concepción inicial, aquel tiempo heroico y mítico cuando se establecieron los órdenes y leyes del mundo, como únicos y verdaderos. El mito surge precisamente de la contradicción para asimilar el aspecto enigmático del devenir. Es en esa fisura entre mito y realidad, en la que se inserta Luis Romero para hacer visibles, con sus obras, los contrasentidos de la oscuridad. Una operación de mediador que aspira propiciar la distorsión en el consumo de preceptos universales y culturales.
Obertura podría leerse como una constelación constituida por cuatro series gráficas, una pintura, un objeto, un conjunto escultórico, una escultura poética y una acción. Un hilo visual articula cada una de las partes como unidades autónomas y a la vez, ordena la percepción de la totalidad como una síntesis. Las piezas van definiendo una asimetría de tiempos, relaciones y analogías alusivas al mito de la noche con las que el artista nos plantea nuevos significados. Todas, excepto Lar (1996-2013), mantienen una correspondencia formal, independientemente del formato o técnica empleada en su realización.
“Los juegos de la conciencia pueden leerse en esas constelaciones algodonosas” (1). Atardeceres (2013) está constituida por diez piezas únicas elaboradas en serigrafía que recrean, por su tratamiento cromático, el tiempo crepuscular, la puesta de sol. El conjunto abarca un gran espacio de la sala que envuelve al visitante. Las gamas de rosados que invaden al blanco poroso de las nubes desplazan los fondos azules presentes en diminutas manchas de pigmento. Sobre estos planos graves, telúricos, se leen textos aislados, que no parecen surgir de la voz del artista. Desde su libertad, estos textos animan a una voz ulterior, un hablar fervoroso que se ajusta por entero a la subjetividad del espectador. Esta serie tiene su origen en la pintura Tu nebulosa el lugar más frío del universo, realizada en 2010, que sirve como referencia de su estructura compositiva.
En Obertura I, II, III y IV (2013), de la cual toma el nombre la muestra, advertimos que no obstante su marcado carácter abstracto, los discos blancos o delineados y superpuestos unos sobre otros semejan las representaciones de astros flotando en la noche infinita del cosmos. Como metáforas de las estrellas, las figuras blancas se posan sobre la superficie oscura para iluminar y desplazar a las tinieblas.
La serie Bóvedas (2013) podría leerse como continentes dentro del espacio sideral, espacios de silencio dentro de un silencio mayor. Bóvedas de resguardo para el sueño y la noche. Frente a estas poderosas imágenes de importante fuerza simbólica solo podemos pensar en una semántica de la noche aún por develarse. En esta serie, Romero logra formas más orgánicas a partir de geometrías superpuestas y rebatidas, logrando así la representación de dualidades: día–noche, sol–luna o vida–muerte.
En Fase I, II y III (2013), el artista se vale de técnicas gráficas para producir tres monotipos. Entre Fase I y Fase II, cambian los fondos, uno es claro, el otro oscuro. Los discos blancos o negros, según el caso, se repiten consecutivamente de mayor a menor, estableciendo una tensión que se resuelve en Fase III, donde suponemos ha ocurrido un eclipse. Esta trilogía se diferencia de las series anteriores porque describe una ficción posible dentro de las leyes del devenir universal, nacimiento y muerte; dos imágenes análogas se conjugan en una tercera que las contiene aunque no sean apreciables.
En sus viajes, Luis Romero apela al discurso del recolector que recupera del anonimato materiales, experiencias, pasajes, efigies o formas indefinidas de distintos orígenes. Ese divagar ha configurado un compendio de culturas y símbolos que combina como testimonio de lugares, personas y objetos. Así se desarrolla el conjunto escultórico Spears (2012-2013), de la necesidad de reconocer lo artístico en objetos arcaicos. Son cinco lanzas hechas en hierro que rematan en formas combinadas que tienen su antecedente en la serie de banderas titulada Cielo-céu (2010).
Además de los conjuntos descritos, Obertura incluye la escultura poética Durante el día (2012-2013), constituida por folios de papel con un poema impreso que parece aludir a lo obvio, la noche y las condiciones para la observación celestial desde una estructura paradójica. El volumen de la escultura efímera desaparecerá a medida que los visitantes tomen un ejemplar de la impresión.
Otra escultura, Lar (1996-2013), denominada por el artista “objeto sándwich”, establece un contrapunto entre las series de la noche y la terrenidad. Lar es la idealización del lugar utópico de bienestar; el molde de la escultura realizada en yeso y resina plástica, es una caja de galletas vacía. Una operación dilatada en el tiempo que parte desde el momento en que el artista degustó aquellas galletas hasta la construcción de la obra. La cubierta de la caja es un castillo que simboliza el lugar perfecto de las ensoñaciones y los mitos.
Finalmente, durante el transcurso de la exposición, Romero realizará la acción íntima, Gracias. Con una economía de recursos notable, utilizando técnicas gráficas sencillas, Luis Romero ha creado un lenguaje propio para construir una iconografía de la noche y los astros. La exposición comporta un todo en el que dialogan y se combinan las partes que la integran como en una pieza musical. Como refiere el epígrafe de Levi-Strauss, para Romero el ocaso del día es una obertura, un preámbulo para el arribo de la noche y entrar al mundo de los sueños. Desde el tiempo y espacio nocturno se evocan las paradojas de la noche, esa atmósfera carente de luz que permite percibir a las estrellas que nos iluminan.
Tahía Rivero
1.- Claude Levi-Strauss, Tristes trópicos, Eudeba.
LUIS ROMERO: OBERTURA
Curaduría y texto: Tahía Rivero
Oficina #1, Caracas
Hasta el 24 de noviembre de 2013
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