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“ANOTHER ENERGY” CELEBRA EL ARTE DE ARTISTAS MUJERES DE 72 A 106 AÑOS DE EDAD

En los últimos años, se han generado muchos movimientos alrededor del mundo en pos de darle mayor valor a la diversidad y corregir las desigualdades en torno a aspectos de la identidad, tales como el género, raza, etnia y creencias. En el arte contemporáneo de la última década, la atención también se ha ido centrando cada vez más en artistas mujeres que iniciaron sus carreras entre los años 1950 y 1970 y que siguen activas en la actualidad.

Dieciséis de ellas se presentan en Another Energy: Power to Continue Challenging [Otra energía: El poder parar seguir desafiando], una exhibición en el Mori Art Museum (Tokio, Japón). Con edades comprendidas entre los 72 y 106 años, y con hasta cinco décadas de carrera, estas artistas mujeres son originarias de 14 países, y una gran mayoría desarrolla su práctica artística en ciudades distintas a las que nacieron:


Etel Adnan (1925, Beirut; vive en París)
Phyllida Barlow (1944, Newcastle upon Tyne, Reino Unido; vive en Londres)
Anna Boghiguian (1946, El Cairo; vive en El Cairo)
Miriam Cahn (1949, Basilea, Suiza; vive en Bregaglia)
Lili Dujourie (1941, Roeselare, Bélgica; vive en Lovendegem)
Anna Bella Geiger (1933, Río de Janeiro; vive en Río de Janeiro)
Beatriz González (1932, Bucaramanga, Colombia; vive en Bogotá)
Carmen Herrera (1915, La Habana; vive en Nueva York)
Kim Soun-Gui (1946 Buyeo, Corea del Sur; vive en París)
Suzanne Lacy (1945, Wasco, CA; vive en Los Ángeles)
Mishima Kimiyo (1932, Osaka; vive en Osaka y Gifu, Japón)
Miyamoto Kazuko (1942, Tokio; vive en Nueva York)
Senga Nengudi (1943, Chicago; vive en Colorado Springs, CO)
Nunung WS (1948, Lawang, Indonesia; vive en Yogyakarta)
Arpita Singh (1937, Baranagar, India; vive en Nueva Delhi)
Robin White (1946, Te Puke, Nueva Zelanda; vive en Masterton)


Robin White en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum

No obstante, lo que estas mujeres comparten, más allá del reconocimiento que han estado recibiendo por parte de museos y el mercado del arte, es la determinación para seguir sus propios caminos creativos en momentos y entornos turbulentos.

El título de la exhibición alude a la naturaleza de una fuerza especial, o lo que podríamos llamar la fuerza motriz (“otra energía”) de estas artistas. Se exhiben unas 130 obras en total, desde pinturas, videos, esculturas, hasta performances e instalaciones a gran escala. Temáticamente, Another Energy plantea varios fenómenos y problemáticas mundiales urgentes, como el feminismo y la migración, y refleja una comprensión lúcida y sensible de la expansión de la globalización y del multiculturalismo. Aunque algunas de las obras expuestas hayan sido creadas en los contextos donde se centraliza la producción y discusión del arte (Europa y Estados Unidos), muchas se centran en la cultura e historia de aquellas regiones no occidentales, permitiendo así una interpretación de la historia del arte más plural, basada en perspectivas de cultura, raza, etnia o género, entre otras.

Another Energy no es lo que conocemos como exposición revisionista, sino más bien un panorama exhaustivo de artistas mujeres con carreras extensas. La estructura de la exposición está hecha para enfatizar la escala espacial y presentar como corresponde a cada artista, su contexto y la presencia de la obra, mientras se presta atención a las tendencias artísticas internacionales. Además, al yuxtaponer obras de artistas con orígenes completamente distintos, se intenta presentar las similitudes visuales que trascienden regiones y esferas culturales, al mismo tiempo que se destaca el contexto individual y singularidad de cada artista.

Etel Adnan en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum
Miriam Cahn en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum

Las pinturas de Etel Adnan volvieron a ser reconsideradas institucionalmente durante la década del 2000; desde entonces, ha sido invitada a participar en importantes exposiciones internacionales, como la Documenta 13 (2012), la Bienal de Whitney (2014) y la Bienal de Sharjah 12 (2015). En los últimos años ha realizado exposiciones individuales en instituciones como el Museo de Arte Moderno de San Francisco (2018) y Zentrum Paul Klee (Berna, 2018).

Además de ser artista, Adnan es poeta, escritora y filósofa. Expuesta al movimiento feminista y las protestas contra la Guerra de Vietnam en los Estados Unidos durante la década de 1960, e influenciada por la Guerra de Argelia (1954-1962), comenzó a escribir poesía en inglés, en lugar de francés -el idioma oficial de los países donde se educó. Sin embargo, las dificultades para escribir en inglés la llevaron a dedicarse a la pintura de forma independiente como una forma de poesía que emplea el lenguaje visual.

Sus pinturas combinan figuras geométricas para crear paisajes. Sin embargo, en vez de representar de manera realista el cielo o las montañas, traduce en formas y colores las sensaciones que estos elementos naturales evocan. Sus pinturas son de formato pequeño, con dimensiones que casi se aproximan a las de una hoja de papel carta. Desde principios de los años sesenta, también ha realizado “leporellos”, cuadros en formato libro con páginas dobladas en forma de concertina. Ambos formatos de obra ilustran la fuerte conexión entre la pintura y la poesía en la práctica de Adnan.

Phyllida Barlow en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum

Phyllida Barlow crió a cinco hijos y se retiró de la docencia en 2009 para centrarse en su obra. El primer hito en su carrera artística se produjo a raíz de su exposición junto a Nairy Baghramian en la Serpentine Gallery de Londres (2010), y desde entonces ha sido aclamada tanto en el Reino Unido como a nivel internacional: expuso en el New Museum de Nueva York en 2012; la Tate Britain (2014) y la Royal Academy of Art (2019), y en 2017 representó a Gran Bretaña en la 57° Bienal de Venecia.

Barlow emplea materiales industriales económicos, como hormigón, madera contrachapada y cartón para crear obras escultóricas que parecen estar siempre a punto de transformarse en otra cosa, estructuras al borde del colapso o formas a punto de levantarse y mantenerse erguidas. Simultáneamente, estudia la relación entre la obra y el espacio en el que se presenta como un aspecto fundamental y explora posibilidades a través del trabajo manual, poniendo más énfasis en los materiales y formas en sí mismos, en la experiencia personal más que en la teoría.

En los últimos años, Miriam Cahn ha participado en importantes exposiciones internacionales, como documenta 14 (2017) y la 21° Bienal de Sydney (2018). En 2019 tuvo una exposición individual a gran escala que itineró por el Kunstmuseum Bern (Suiza), Haus der Kunst (Alemania) y el Museo de Arte Moderno de Varsovia (Polonia).

Los dibujos al carboncillo de Cahn, que se distinguen por sus poderosas líneas, así como sus pinturas al óleo de colores vibrantes, están íntimamente conectados con problemas sociales, como la discriminación y la violencia, la guerra y su propia identidad como mujer judía. Cahn fue una participante activa en los movimientos feministas de Suiza y en campañas contra la construcción de centrales nucleares en los años 70.

Anna Bella Geiger en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum
Beatriz González en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum
Beatriz González en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum

En los últimos años, la presencia y el reconocimiento de la obra de Anna Bella Geiger ha ido en aumento: ha expuesto de forma individual en la Serpentine Gallery (Londres, 2018), Zachęta National Gallery of Art (Varsovia, 2018-2019) y S.M.A.K (Gante, 2021).

La práctica de Geiger se ha ampliado gradualmente a lo largo de su carrera para abarcar medios como la pintura, la impresión, el collage, el video y la instalación. Si bien sus primeros trabajos incluyen pinturas inspiradas en la expresión emocional y abstracta del informalismo, desde 1964 ha representado motivos figurativos centrados en su serie Visceral Phase, que reflejan las formas orgánicas del cuerpo.

A fines de la década de 1960, Geiger comenzó a producir obras que emplean la impresión, el collage y el ensamblaje para explorar la identidad geopolítica de Brasil y las nociones de periferia que guardan similitudes con conceptos como los países en desarrollo y el Sur Global. También ha producido obras que contemplan la historia y la cultura brasileñas, en particular las costumbres y rituales del pueblo indígena Bororo. La cartografía, la topografía y la tipografía se convirtieron en elementos importantes en muchas de sus obras, influenciadas en parte por su esposo, el geógrafo Pedro Geiger (1923), y sus estudios universitarios de idiomas. Además, en la década de 1970 también exploró nuevas formas de expresión centradas en el conceptualismo y el videoarte.

Beatriz González tuvo su primera gran retrospectiva internacional en 2017, en el CAPC musée d’art contemporain de Burdeos, en Francia, bajo la curaduría de María Inés Rodríguez, la cual luego se presentó en el Museo Reina Sofía (2018) y el KW Institute for Contemporary Art en Berlín. Entre 2019 y 2020 recorrió el Pérez Art Museum Miami, el Museum of Fine Arts Houston (Texas) y el Museo de Arte Miguel Urrutia (Bogotá).

A lo largo de su práctica, González ha articulado un sentido de la situación política y social de Colombia al apropiarse de imágenes de periódicos y revistas. Sus pinturas no se limitan al formato de tableau, también ha presentado obras experimentales que despliegan objetos cotidianos como cortinas y cajoneras como soportes. Sus obras reflexionan sobre la identidad y la violencia, así como las voces y el dolor de personas anónimas de su país, que suelen esconderse dentro de la iconografía que satura los medios de comunicación.

Carmen Herrera en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum
Suzanne Lacy en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum

Fue alrededor del año 2005, cuando Carmen Herrera tenía más de noventa años, que su trabajo comenzó a ganar elogios. Desde entonces, ha realizado exposiciones individuales en los principales museos de todo el mundo, mientras que el precio de sus obras en el mercado del arte también ha experimentado un aumento espectacular. Cuando tenía 101 años se llevó a cabo una exposición retrospectiva a gran escala titulada Carmen Herrera: Lines of Sight (2016-2017) en el Whitney Museum of American Art de Nueva York. Incluso hoy, a la edad de 106 años, continúa creando prolíficamente, presentando arte público a gran escala además de sus pinturas.

Desde principios de la década de 1950, Herrera ha creado pinturas abstractas que representan figuras geométricas utilizando una paleta de colores restringida. Además de estas pinturas, a partir de la década de los sesenta ha estado produciendo su serie Estructuras, consistente en “la escultura como arquitectura que vira hacia la abstracción”.

La producción artística de Herrera se inspira en el contexto del arte moderno occidental: establece una especie de correspondencia con la escena artística neoyorquina de la década de 1950, mientras tiene poca conexión con el arte de su tierra natal, Cuba, o con el arte latinoamericano. Por otro lado, su interés por la filosofía zen se puede ver en una de las obras expuestas en Another Energy, titulada Kyoto (Green) (1966/2016). En los últimos años, Herrera ha llegado a ser considerada uno de las pioneras de la pintura minimalista en Estados Unidos, junto a figuras como Ellsworth Kelly (1935-2015) y Frank Stella (1936).

Suzanne Lacy estudió con Judy Chicago (1939), reconocida como una de las pioneras del arte feminista, y Allan Kaprow (1927-2006), fundador de los happenings, pero llegó a establecer una orientación al arte totalmente propia. Comprometida con temas sociales como el feminismo, Lacy es reconocida como una figura pionera en el ámbito del arte socialmente comprometido (o práctica social), que ha atraído la atención en el contexto artístico desde 2000. Ha presentado trabajos en importantes museos, incluida la Tate Modern (Londres), el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, así como el Whitney y el New Museum de Nueva York. En 2019, su retrospectiva a gran escala, We Are Here, se llevó a cabo simultáneamente en el Museo de Arte Moderno de San Francisco y el Yerba Buena Center for the Arts.

A través de su trabajo, Lacy ha abordado varios problemas sociales relacionados con el género, el racismo, el envejecimiento y la violencia. A través de medios como el performance, el video, la fotografía y actividades comunitarias, construye trabajos tanto personales -que tienen a su propio cuerpo como tema- como ambiciosos, en los que involucra a cientos de participantes.

Senga Nengudi en «Another Energy: Power to Continue Challenging», Mori Art Museum, Tokio, 2021. Foto: Furukawa Yuya. Cortesía: Mori Art Museum

A principios de la década de 1970, Senga Nengudi se convirtió en una artista destacada dentro del Black Arts Movement (1965-1975), y desde entonces ha participado en numerosas exposiciones en Estados Unidos. En los últimos años, ha estado recibiendo un reconocimiento internacional cada vez mayor, participando en la 57° Bienal de Venecia en 2017 y mediante una retrospectiva a gran escala entre 2020 y 2021 que inició en la Lenbachhaus, en Munich, para luego recorrer el Museo de Arte de São Paulo, el Museo de Arte de Denver y el Museo de Arte de Filadelfia.

El trabajo de Nengudi, que combina escultura y performance, está influenciado por las artes escénicas, los rituales de África occidental, el jazz y el movimiento de derechos civiles, que alcanzó su punto álgido a mediados de la década de 1960. Sin embargo, Nengudi buscó la improvisación y la teatralidad de una manera conceptual en lugar de expresar directamente en sus obras el contenido cultural y político de la época, estableciendo así su propio modo de expresión abstracta.

A mediados de la década de 1970, Nengudi comenzó la producción de la serie R.S.V.P, por la que es más conocida. Estas obras presentan objetos cotidianos, como pantimedias, y surgieron de su interés en la elasticidad del cuerpo después del embarazo y el nacimiento de su hijo. Las pantimedias se presentan estiradas, retorcidas, anudadas y rellenas de arena, y aunque no representan partes específicas del cuerpo, sus formas orgánicas recuerdan al físico humano.

Respecto a su trabajo, Nengudi ha afirmado que “responde a ser negra, mujer, y tener una cierta edad. Las obras que presento en la exhibición representan a alguien que ha tenido hijos, que ha cuidado también de su madre, que ha experimentado muchas de las cosas que la vida tiene para ofrecer».

Si bien el trabajo de Nengudi a menudo se asocia con el feminismo, el posminimalismo y el Black Arts Movement, estrictamente hablando no encaja en ninguno de estos marcos, ya que está profundamente arraigado en su experiencia personal y siempre abierto a una amplia variedad interpretaciones.

En medio de la actual pandemia, una situación mundial sin precedentes, quizás la visión de estas 16 artistas, quienes han pasado sus vidas recorriendo sus propios caminos con una convicción profunda e inamovible, pueda ofrecernos justo la fuerza necesaria –“otra energía”- para combatir los desafíos del presente y enfrentar el futuro con resiliencia y determinación.


Another Energy: Power to Continue Challenging, se presenta hasta el 26 de septiembre de 2021 en el Mori Art Museum (Tokio, Japón).

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