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CARLOS COSTA Y JAVIER GONZÁLEZ PESCE SOBRE LA ÉTICA ARTÍSTICA (Y CÓMO CREAR UNA MÁQUINA DE HUMO)

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Hace varias semanas, el artista Carlos Costa (Chile, 1979) comenzó a trabajar en una residencia en Local Arte Contemporáneo, en Santiago, gracias al apoyo de Diversity Art Forum (Inglaterra), organización que no solo ha contribuido con recursos económicos, sino que también está haciendo un seguimiento del proceso de trabajo como una contraparte creativamente dialogante.

 

El proyecto que Carlos está desarrollando consiste en convertir a Local en una máquina de señales de humo que serán instaladas en el barrio Italia de Santiago. Tiene nuestro espacio convertido en un laboratorio químico en el que está haciendo una serie de pruebas materiales para la confección de bombas de humo de gran alcance. Sobre este proyecto, Prototipo para señales de humo (Intento fallido N°3) -que inaugura el 4 de septiembre-, su proceso creativo, pero también sobre la gestión de Local y la ética artística, estuvimos hablando extensamente. A continuación, un extracto de nuestro diálogo.

 

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Carlos Costa: Bueno, a mi honestamente, todo eso no me interesa, ni las galerías ni los museos. No creo en eso. Por eso yo estoy feliz de trabajar con Local, siento que es un espacio que da libertad para poder trabajar. Valoro su poca participación del mercado, ese anacronismo romántico pero rebelde. Parece a veces como que fuesen desordenados, pero prefiero creer que lo hacen por no participar de la cultura del mainstream.

Javier González Pesce: No sé muy bien que sea, pero es cierto que para ser un espacio que lleva siete años no tiene el reconocimiento que tienen otros espacios. Algunos chicos jóvenes creen que estamos empezando porque este año muchas de nuestras actividades han tenido algo de repercusión. Hace algún tiempo nos cansamos de trabajar tanto y este cansancio nos pareció una mala señal. Como efecto de este cuestionamiento dejamos de concebir nuestro proyecto como un espacio de exhibiciones y lo empezamos a comprender como un espacio de acontecimientos artísticos. Esto lo verbalizamos al tercer año de Local, pero yo creo que siempre fue así, solo que en un comienzo poníamos mayor énfasis en producir exposiciones. Hay años en que Local fue muy retraído, un espacio con aparentemente poca actividad, pero en la interna estos tiempos de introspección fueron muy intensos y son los que mantienen el espacio vivo. Los primeros tres años hacíamos exposiciones todos los meses, articuladas además por programas anuales. Hoy el programa consiste en generar reflexión artística de las maneras más variadas, no pensando en esta práctica como una que tiene por objeto únicamente la producción de resultados. Empezamos a no sobrevalorar la exposición como instancia sacra (aunque en lo personal me encantan) para concentrarnos en otros estados del proceso artístico y creativo en general. A veces hasta dudo que este espacio sea uno de arte, me parece que es un espacio de intercambios creativos y punto.

Otra cosa que quería aprovechar de comentar, o reconocer más bien, es que no somos nada de buenos con la difusión. Mandamos las invitaciones a último minuto, el instagram no lo usamos con continuidad, qué decir el Facebook. Yo se que es por mi flojera en primera instancia.

CC: Pero la flojera es parte fundamental de la resistencia política (risas).

JGP: Es que para allá voy, porque si para mí estas fuesen cuestiones de una importancia radical, no me daría flojera. Obviamente, es más complejo inventar contenidos editoriales, escribir textos y producir exposiciones y estas cosas las hacemos encantados, pero mantener el Facebook simplemente no puedo. Me parece ridículo gastar mucho tiempo en mantener las redes sociales, pero parece ser una cuestión fundamental para estar vigente en el sistema hoy: por sobre la reflexión, por sobre los contenidos, por sobre el espíritu, por sobre la obra. Ahí yo me revelo.

CC: Pero si yo no lo decía en broma…

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JGP: En mí, la flojera es un proceso de rebeldía interna. No creo que a mí me de flojera ante algo como por magia. Creo que mi cuerpo es el que genera la flojera como respuesta a estímulos que no son dignos. Tener el Facebook al día me da mucha lata, además me produce rechazo porque siento que las redes sociales son aparatos ficticios de validación del trabajo, muy neoliberal. Además, creo que no está bien generar una falsa expectativa mediática. No corresponde anunciar una exposición de pintura como si fuese un recital de Luis Miguel. El arte tiene otro ritmo, otro nivel de impacto, más introspectivo, otra velocidad.

CC: Pero es que las exposiciones se han promovido como instancias de vida social; la obra pasa a segundo plano, lo central es tomar.

JGP: Las inauguraciones lo son, y no lo veo como algo malo. Lo que me parece malo es que hoy a las exposiciones se les da tratamiento de evento y yo creo que eso no está del todo bien. Las exposiciones no deberían ser ni promocionadas, ni concebidas, ni socializadas como eventos. Esto es muy neoliberal. Las exposiciones son instancias reflexivas de expectación y esto no tiene nada que ver con un evento. Me parece que la feria de arte hizo escuela conductual en el sistema de arte chileno (lo que en otras palabras quiere decir que el evento espectacular es el que hizo escuela). A veces creo que mi flojera ha hecho que el espacio no tenga toda la visibilidad que debiese tener. Pero, por otro lado, yo creo que mi flojera es una resistencia a este sistema del arte híper productivo, híper feliz, híper cool, tan de moda, y esoo me pone muy contento. Local (a través mío como agente) no quiere sobre-promocionarse, no quiere convertirse en un producto.

CC: Pero esto es también una fantasía. Esta es una resistencia de mentira. De verdad no estamos haciendo resistencia a nada. No me malentiendas, porque creo en lo que me dices, pero ni tú ni yo resistimos. Nuestros actos no pueden ser revolucionarios porque creo que invertir el sistema es imposible. Honestamente, creo que lo que estamos haciendo es ser consecuentes con nosotros mismos y de paso justificar nuestra flojera (risas). Pero hacerle mella al sistema o revertir algo, imposible.

JGP: No Carlos, yo creo que se puede. Yo pensaba igual que tú, pero hay un punto en el que entendí una cuestión. Creo que el mundo hoy día, el mundo neoliberal, es un mundo donde lo fundamental es la rentabilidad y el sentido productivo. Todo tiene que tener una razón de ser, todo tiene que servir para algo. La plata se invierte, esto quiere decir que el sentido de la inversión es generar más capital. En la inversión neoliberal no solo se compromete plata, sino energía vital, creatividad, tiempo, el planeta como recurso, y todo para multiplicar la rentabilidad económica. Todo esfuerzo está enfocado a generar alguna rentabilidad. El fracaso deliberado y el sin sentido o superávit de éste, hacen de la ecuación artística (si la restamos de operaciones de mercado) una que funciona de manera completamente opuesta a la lógica neoliberal de mercado. Muchas veces el aparato artístico desarrolla procesos largos y complejos con la finalidad central de reflexionar o de producir experiencias sensibles, esto es un absurdo total en la lógica neoliberal. Te propongo pensarlo de la siguiente manera, que es una analogía con el calentamiento global: si la energía de mercado productivo genera una fricción que “calienta”, ir en el sentido contrario “enfría”. Pensar, reflexionar, no trabajar en función del mercado, no querer engrupirse a nadie, son movimientos que avanzan en contra de la “calentura” que genera el sistema de mercado.

CC: Estoy de acuerdo contigo, pero esto yo lo abordo de una manera muy personal; no quiero convencer a nadie de que trabaje por enfriar o lo que sea. Yo tengo mi protocolo de consecuencia ante el sistema del arte y, creo, está en esa dirección, pero no quiero que el mundo comparta esta ética. Yo no creo que los artistas seamos héroes que pueden salvar al mundo del capitalismo o el neocapitalismo o lo que sea. Yo vivo íntimamente en consecuencia, pero con poca esperanza. Además, el arte está muy instrumentalizado; ahí se me cae la lógica rebelde de lo que tu me explicas, a pesar de que me hace sentido lo que dices. Me parece que este sistema ha perdido su capacidad revolucionaria, aunque sea de baja intensidad. Piensa que incluso saber de arte constituye un tipo de capital. Al final esto es solo un producto más que está rotulado como arte, rótulo que incluso incrementa su valor.

JGP: Pero ese valor es simbólico, y me parece que el valor simbólico en esencia no es una cuestión neoliberal, es más bien una cuestión poética. Ahora, estoy consciente de que lo neoliberal trabaja infiltrando sus criterios éticos y de valor conquistando esferas que nunca le pertenecieron. Esto es lo que hace posible que en Falabella se pudiesen vender poleras estampadas con la cara del Che Guevara. Creo que es cierto que hay un sistema de valoración neoliberal que puede reclamar ciertos aspectos del valor simbólico que genera el arte, pero otros simplemente le son tan opuestos que le son inaprensibles. Por eso me interesa mantener el carácter anacrónico de Local. En Local a veces tengo la sensación que las reuniones con los artistas se parecen más a las que tendrían un grupo de ladrones que planean robar un banco que a un think tank o un brainstorming. Creo que esto se da porque, si bien hay espacio para la superficialidad, todo proviene de ideas a las que les tenemos profundo afecto. Además, nunca hemos vendido; yo creo que acá tú estás pensando en el arte con valor económico, y lo que nosotros hacemos con suerte está inscrito en una micro historia local y no por esto hemos dejado de hacerlo.

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CC: Por ejemplo, yo he decidido nunca hacer el registro oficial de mi obra con imágenes digitales, porque no quiero que mi trabajo circule mucho. En el contexto digital de hoy esta postura pareciera ser egoísta y poco democrática, pero prefiero cuidar el sentido de lo que hago. Creo que mientras más proteja la circulación de la obra, más protejo su ética. Tampoco me interesa mostrar los procesos. El otro día vi una muestra de pintura en donde el artista además exhibía un video de él pintando las obras. Entonces vamos rentabilizando la intimidad de un proceso de creación como un elemento de mercado que no complejiza la obra, todo lo contrario, la complementa de elementos de mercado, marketing de la sensibilidad.

Por eso yo no quiero hacer ni siquiera una inauguración de este proceso de residencia, porque no creo que lo que resulte de ella sea algo que yo quiera pensar como un “resultado”. Pero, además, este trabajo que estoy realizando tiene un carácter público que me interesa conservar como un fenómeno espontáneo, no necesariamente un fenómeno artístico. No me interesa tanto rentabilizar este gesto de hacer una columna de humo en Barrio Italia como un trabajo de arte mío, porque creo más en el poder que tiene como una aparición espontánea. Y eso sería todo; nosotros nos comemos un asado para celebrar el cierre de la residencia y a la nube la dejamos tranquila. Si alguien lo leyó en Artishock, todo bien, pero no quiero hacer un evento. Y que su efecto sea una especie de mitología de barrio, un rumor, más que una exposición.

Yo lo paso mejor si me junto con mis amigos. No tengo además ninguna conclusión que comunicar y yo no hago mi trabajo para animar eventos sociales. Es que es cierto que somos una comunidad. Incluso pienso en cómo me contactó Diversity Art Forum, yo no lo tengo tan claro, pero me parece que es porque Local articula una comunidad.

JGP: Pero ahí hubo todo un proceso largo en el que estuvieron muchos agentes involucrados. Beatriz Salinas, cuando estaba en Londres, estuvo colaborando con Diversity Art Forum para iniciar esta residencia de artistas. Ella recomendó a varios artistas chilenos para una residencia que en principio debía acontecer en Londres, pero que finalmente termina sucediendo en Chile, generando otro modelo en el que se escoge un artista, becarlo para que trabajara un proyecto en colaboración con un espacio acá en Chile; así también buscan potenciar espacios locales.

Beatriz sugirió varios espacios y artistas, y finalmente tu fuiste seleccionado junto a nosotros para acoger tu proyecto. Para nosotros esto fue muy lindo, porque la alianza nos permite generar un proceso de trabajo muy libre contigo, cosa que hace mucho queríamos hacer. ¿Cómo ha sido este proceso para ti?

CC: Me ha gustado mucho, pero también me pone nervioso. Para mi es delicado socializar mis ideas. Me refiero a sacarlas de mi cabeza para darles una forma pública. Me parece curioso que mis ideas puedan ser de interés de otros. De todas formas, estoy contento con el proyecto y la modalidad de trabajo. El formato residencia tiene mucho que ver con mi manera de operar.

JGP: Pero en el fondo lo que estás haciendo es usar la casa desde la que opera Local como un dispositivo para generar señales de humo.

CC: Si, una máquina de humo de gran formato. Desde la ubicación de Local quiero instalar una columna de humo en el barrio. O tal vez no. La idea del fracaso es muy importante en mi manera de trabajar y quiero que esté integrada en este proyecto también. A propósito de lo que hablábamos antes, a veces me ha empezado a parecer más interesante no alterar la condición natural de las ideas y dejarlas como tal. Usarlas, eso sí, para la realización de procesos de trabajo cuyo destino sea el fracaso deliberado. De esta manera, la idea permanece como idea, pero desencadena un sistema de operaciones artísticas en el que el resultado es siempre fallido.

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JGP: Me parece a mi que el arte es un proceso de pensamiento que se desarrolla por medio de ideas, objetos, situaciones y quién sabe que más. Pero te quiero preguntar una cosa: siempre que hemos hablado de este proyecto tu dices que vas a hacer señales de humo, pero eso implicaría que el humo que sale desde Local es un código, que significa algo, que contiene un mensaje, lo que hace que la nube específica que generas tú es más sofisticada en términos de leguaje que otras nubes.

CC: Eso me interesaba, como si el arte tuviera algo que ver con la comunicación o con el lenguaje. Yo no estoy seguro. Me interesaba en este sentido la confusión. Digamos, decodificar un lenguaje e instalarlo en la ciudad a gran escala, pero para que nadie pueda acceder a su contenido. Creo que hay un significado en esto, pero no hay un sistema de comprensión de él.

JGP: Creo que piensas más lejos que un potencial espectador.

CC: Pero todos la van a leer de alguna manera.

JGP: Como un accidente, un incendio. Lo que se da a entender es que Local se está quemando. Bueno, esto para los que conozcan el espacio; para una audiencia general, lo que se va a leer es que una casa en barrio Italia se está quemando.

CC: Pero me gusta esto… yo no sé que sentido tiene lo que estoy haciendo. En el arte uno pretende que la gente entienda lo que uno hace, pero muchas veces uno mismo no entiende lo que hace. Finalmente, la gente interpreta como quiera.

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JGP: Pero es que eso no es cierto, la gente no interpreta como quiera, se interpreta como se puede, en la medida de un posible. Por eso te digo que lo más probable es que la gente crea que es un incendio porque eso es lo que van a poder pensar. Porque además tú estás haciendo una especie de representación muy fiel de un incendio, por tanto, eso es lo que va a comunicar. Estás obligando a la gente a ver un incendio en su barrio, les dejas pocas alternativas. Finalmente, otra cosa que me interesa mucho de este proyecto es que es para espectadores ocasionales, mucho más que para el mundo del arte. De hecho, es la primera vez que un artista trabaja desde dentro de la casa para que toda su obra acontezca fuera de esta, en el barrio.

CC: Pero eso es lo que me pasó con lo que hice para la exposición Economía Pirata en Local. Yo le robé una piedra a mi vecino desde su patio delantero en el barrio Matta y la exhibí fuera de Local atada a un árbol con una cadena y un candado. Yo pensé que la obra pasaba en Local, pero lo más interesante comenzó a pasar cuando la devolví a su lugar de origen (también encadenada). Los vecinos comenzaron a inventarse un sin fin de historias, pasaron mil cosas muy lindas articuladas por esa piedra. Ahí yo encontré que pasaba algo fascinante. Puedes dejar un objeto curioso en la calle y la gente le va a inventar historias y las narraciones de otros van a generarle una mitología increíble a ese objeto, más interesante que la cosa (obra) en sí. En el fondo, un objeto extraño y público articula situaciones muy interesantes. En este caso el objeto extraño es la columna de humo.

JGP: Las cosas no saben pensar, o tal vez sí, pero las personas juzgan. Es lindo que algo tan ingenuo articule tanto relato, tanta sospecha.

CC: Pero la articulación de relatos tiene que ver con cómo administras la información en el contexto en que instalas la obra. Si yo le cuento a mis vecinos que la piedra la perforé yo y le puse la cadena para hacer una obra de arte, luego cancelo la posibilidad de cualquier relato posible. No me interesa tampoco jugar con el vecindario como que si esto fuese una cámara indiscreta, creo que estas operaciones contienen un grado de indefinición que las reviste de un misterio poético. Pero creo que el arte es más misterioso sin el Arte. Me explico, el museo neutraliza demasiado la sorpresa, porque el museo mismo contiene un relato que nos dice que todo es posible y que lo raro es esperable. Por eso me interesa el espacio público que no es didáctico ni reduccionista, no está normado, no direcciona la mirada.

JGP: Yo he estado pensando que en el espacio público de manera inesperada he tenido experiencias artísticas tanto o más ricas que las que he tenido en museos, digo, con objetos y situaciones que no fueron producidas como elementos de arte. El espacio público es más vinculante, y creo que el arte tiene ese rol, ese deseo de comunicar, de activar las relaciones entre personas a través de cosas. Los objetos de arte serían un punto de encuentro para las reflexiones de personas, personas que no necesariamente se conocen, pero que tuvieron ideas y sensaciones en torno a algo común.

CC: Siempre que me invitan a exhibir intento de ingeniármelas para salir del espacio de exhibición. No me gusta encapsular mi trabajo en espacios, me resisto. Como esa exposición de la que participamos en Matucana 100 (Colosos, 2014); yo reabrí una de las ventanas del lugar y puse una escalera para mirar para afuera.

JGP: ¿Pero esta resistencia es consiente?

CC: Se ha vuelto consiente. Es parte de mi protocolo, mi manera de proceder con las instituciones, que es una cosa que los artistas tenemos que tener muy clara. Fue natural en un momento, pero ahora es parte de mi ética. Como ese proyecto anterior que te había presentado para Local, ¿te acuerdas? Cuando quería hacer un túnel desde el interior de la casa para salir en la calle. Siempre quiero salir. Oye, parece que me está gustando más este otro proyecto, ¿y si lo cambiamos? (risas).

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Javier González Pesce

Artista visual. Es licenciado por la Universidad ARCIS (Chile, 2008) y Máster en Arte en la Esfera Pública por ECAV (Suiza, 2017). Ha participado en exposiciones colectivas en Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Estados Unidos, Canadá, España, Suiza, Grecia y China. Entre sus exposiciones individuales destacan "Esta Tierra es tal, que para vivir en ella y perpetuarse no hay mejor", en la Galería Gabriela Mistral (Chile, 2017), "Ciels", en el Musée de Art de Sion (Suiza, 2017), y "El ser tan bella no te da derecho a destruir", en el Museo de Artes Visuales (Chile, 2014). Ha ganado el premio de arte joven del MAVI (Chile, 2012), el premio para curadores del Consejo de la Cultura (Chile, 2013), y la Residencia de las Américas del Consejo de las Artes de Montreal (Canadá, 2014).
Desde 2011 co-dirige el espacio de arte Local Arte Contemporáneo (Santiago, Chile), en el que han exhibido artistas como Gonzalo Díaz o Tris Vonna-Michell, y ha generado proyectos curatoriales, organizado exposiciones y escrito numerosos textos. Local ha participado de ferias de arte internacional en Chile, Estados Unidos y España.

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