HILMA AF KLINT: PIONERA DE LA ABSTRACCIÓN
La exposición Hilma af Klint: Pionera de la abstracción, con cerca de 250 obras, es la primera retrospectiva de la artista sueca en Dinamarca, un redescubrimiento para muchos y una revelación para otros, entre otras razones, porque Hilma af Klint (1862-1944) dejó claro en su última voluntad que sus revolucionarias pinturas debían permanecer ocultas del público durante al menos veinte años después de su muerte.
Instalada en el Louisiana Museum of Modern Art, en Humlebæk, Dinamarca, la muestra ha estado haciendo un recorrido por Europa durante el último año, organizado por el Moderna Museet de Estocolmo. Las obras de la artista han despertado gran atención y sorpresa en el mundo del arte internacional, debido a su universo visual abstracto, su ocultismo y belleza.
Hilma af Klint es una artista única en el sentido más verdadero de la palabra, y su secreta producción artística de toda una vida destaca por desafiar las suposiciones convencionales en cuanto a lo que define el arte abstracto y sus orígenes. Sus trabajos pioneros dirigen el foco hacia el papel del artista, hacia el trasfondo espiritual de la modernidad y, quizás, también, hacia las posiciones retrógradas de la historia del arte.
Su obra es el fruto de su sólida formación artística, de su fuerte personalidad creativa y de su incansable inquietud espiritual. También es reflejo de una época, de un contexto social muy concreto que coincide con el cambio de siglo XIX al XX, momento en el que Occidente se asombra ante avances científicos que evidencian que hay algo más allá de lo tangible, como el descubrimiento de los rayos X y las ondas electromagnéticas.
Se trata, asimismo, de un momento en el que se hacen accesibles al gran público las traducciones de textos sagrados de otras creencias, lo que da lugar a corrientes de historicismo, relativismo y, en ocasiones, de agnosticismo. Se cuestiona si la religión es un producto de la sociedad en la que surge, y por ello hay quien quiere buscar una verdad por encima de estos condicionantes culturales.
Un universo único
La historia de Hilma af Klint es la historia distintiva de una artista muy consciente de sí misma y en constante búsqueda espiritual, que trabajó en el aislamiento para visualizar sus percepciones sobre lo universal.
Es la historia de una artista mujer al margen del mundo del arte establecido. Independientemente de las influencias de los artistas hombres de la época y de la Academia Sueca de Arte, donde se formó, siguió su propio camino, registrando los mensajes espirituales que recibió como médium de la conciencia superior. La artista expresó las ideas y experiencias que se fueron manifestando en su mundo interior en un universo innovador de símbolos y colores inédito para su época.
También es la historia de una artista a la que nunca se le ha dado un lugar en la historia del arte, a pesar de que puede ser clasificada como una de las pioneras del arte abstracto. Su amplia obra fue creada en un espacio espiritual inspirado por, entre otras cosas, ideas teosóficas -en un primer momento-, y luego por las ideas antroposóficas de Rudolf Steiner, ideas que también preocuparon a otros pioneros abstractos más conocidos de la época, como Kandinsky, Malevich y Mondrian.
El universo artístico de Hilma af Klint es visualmente intenso: experimenta con el color y es rico en simbolismo. La artista relaciona la experiencia interior y un lenguaje simbólico en obras abstractas que nunca mostró en público cuando estaba viva, optando, más bien, por exponer de forma exclusiva sus primeras obras figurativas.
Su obra atrapa por su vivo cromatismo, por el equilibrio en sus composiciones, a menudo geométricas, y por el formato monumental de una parte de sus pinturas. Con una abstracción prácticamente inexplorada a comienzos del siglo XX, su trabajo se compromete con representar la conexión entre lo espiritual y lo material, el micro y el macrocosmos, la luz y la oscuridad, lo femenino y lo masculino. Su fin es plasmar la dualidad como motor del mundo y producir, en palabras de la artista, una “imagen primigenia”, conciliadora de opuestos y reflejo de la unidad de la que, a su juicio, todo procede.
Para ello, Hilma af Klint utiliza un delicado simbolismo pleno de referencias y significados, que buscan guiar al espectador hacia una suerte de revelación, hacia la compresión de unos conceptos que, más allá de su complejidad, no hacen sino representar de un modo pionero el natural anhelo humano de trascendencia.
La pintora abstracta secreta
Hilma af Klint pertenece a la primera generación de artistas mujeres en Europa formadas académicamente. En Estocolmo, entre los años 1882 y 1887, estudió retrato naturalista y pintura de paisaje. En aquellos años fue parte de un círculo de mujeres que se llamaban a sí mismas Las Cinco, y con el que participó en sesiones de espiritismo que le hicieron entrar en contacto con una serie de guías espirituales.
El grupo registró cuidadosamente los mensajes recibidos y practicó la escritura y el dibujo automáticos. En 1906, Hilma af Klint se embarcó en Las Pinturas para el Templo, trabajo encargado por uno de sus guías, Amaliel. Las pinturas manejaban un idioma visual abstracto experimental y único, y fueron las que más tarde decidió no mostrar sino hasta veinte años después de su muerte, pues estaba convencida de que no serían comprendidas hasta entonces. Tuvieron que pasar más de cuarenta años para que una selección de estas obras se exhibiera por primera vez: en 1986, en la exposición The Spiritual in Art: Abstract Painting 1890-1985, en Los Angeles County Museum of Art.
La exposición en Louisiana
La exposición en Louisiana está organizada cronológicamente y presenta 250 pinturas y obras sobre papel. El recorrido comienza con sus primeros dibujos y estudios de la naturaleza de su época como estudiante de la Academia, obras que ilustran cómo la artista, desde sus comienzos, era una aguda observadora de la naturaleza y la botánica. Aquí también hay ejemplos de los dibujos automáticos de las sesiones de Las Cinco y una selección de cuadernos de notas y bocetos meticulosamente archivados por la artista.
La exposición se inicia con la serie Caos Primordial, de 1906, de la gran suite Las Pinturas para el Templo, ejecutada entre 1906 y 1915, y que consta de varias series. Estos son las primeras pinturas abstractas de la artista, donde utiliza muchos de los símbolos -por ejemplo, la espiral- que le fueron conferidos durante las sesiones de espiritismo con Las Cinco, y que se convertirían en elementos recurrentes de su obra.
Después, Hilma af Klint se le dio la tarea de pintar la serie Los Diez Mayores (1907). Estas diez obras, radicales en cuanto a tamaño (aproximadamente de 3,20 x 2,40 metros cada una), son composiciones abstractas inmensamente sensuales y densamente simbólicas que representan las cuatro fases de la vida, desde la infancia hasta la vejez. En una esquina de esta sala también se pueden ver las series La estrella de siete puntas (1908) y El Árbol del Conocimiento (1913).
La sala de al lado muestra la serie Evolución de 1908, que consiste en una serie de pinturas que se toman su punto de partida en la dualidad del mundo, incluyendo los principios masculino y femenino, el origen del mundo y de la materia.
La serie posterior, realizada a partir de 1915 con los títulos de El Cisne y La Paloma, utiliza símbolos tanto reconocibles como ocultos, así como símbolos Cristianos y abstractos para representar la interpretación del artista del anhelo de la humanidad por la unidad. A partir de aquí, el visitante es guiado hacia Los tres retablos (1915), pintados por la artista a la edad de 53 años, y que simbólicamente representan el viaje del alma y la búsqueda espiritual del hombre por la unidad cósmica.
En esta última sala también podemos ver ejemplos de series posteriores de Hilma af Klint, que consisten en trabajos en formatos más pequeños. Aquí, por ejemplo, vemos pequeñas pinturas al óleo de las religiones del mundo, así como acuarelas que tiene como punto de partida la naturaleza, fuertemente inspiradas en la filosofía de Rudolf Steiner.
Hilma af Klint: Pionera de la abstracción es el resultado de una intensa investigación del conjunto de su trabajo, que supera las mil obras, de abrir cajas que llevaban décadas cerradas y de repasar sus 125 cuadernos de notas. La exposición ha sido organizada por el Moderna Museet de Estocolmo en colaboración con el Hamburger Bahnhof – Museum für Gegenwart de Berlín, el Museo Picasso Málaga y el Louisiana Museum of Modern Art, Humlebaek. La comisaria es Iris Müller-Westermann, con la asistencia de Jo Widoff.
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