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M ROMÁN: TÚ ME QUEMAS

El ICPNA San Miguel, en Lima, presenta hasta el 11 de septiembre de 2021 la exposición Tú me quemas, de M Román, curada por Gisselle Girón. Tú me quemas es tanto el título de uno de los éxitos musicales del rey de la salsa romántica Eddie Santiago, como el fondo musical de una ciudad que desea, una ciudad deseante como Lima, que canta sus fervores en el microbús, en sus mercados, en sus paraderos y desde sus dormitorios. Compartimos el texto curatorial de Gisselle Girón.

Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA

TÚ ME QUEMAS[1]

Uno de los más tempranos ejercicios de autorrepresentación se da cuando trazamos la silueta de nuestras manos. En este delineado, la contextura y características de los extremos de nuestros antebrazos se hacen visibles en un acto de tecnología rupestre identitaria. Y ver nuestras manos trazadas en papel puede ser una experiencia maravillosamente surreal, pues se genera una suerte de desubicación lógica de lo que ves y lo que está sosteniendo el papel u objeto donde se ve la silueta.

Al ser el principal órgano para la manipulación física del medio, se trata de una extremidad protagónica en el día a día. Y estos deliciosos momentos de reconocimiento identitario muchas veces son cortos porque, entre muchas otras cosas, se ven totalmente susceptibles al arresto de la productividad económica neoliberal, la codificación de lo femenino dentro de la pasividad y la negación del placer por las fuerzas coaliciones de la iglesia-estado encajetada detrás de un disfraz laico.

El potencial del placer masturbatorio y reconocimiento de la complejidad del cuerpo de une misme, muchas veces se ve limitado por las fuerzas de las expectativas de la sociedad sobre nuestra configuración genital[2]. Así, ve la mano únicamente como elemento pasivo dador y receptor de cuidados. 

Y nos quedamos con nuestras poderosas manos, ahora propensas a verlas no solo como órgano productivo, sino como tecnología de placer desprendida de imágenes predominantes sobre la masturbación. En un ejercicio hacia la ampliación de referencias del deseo, más allá de las fuerzas de la reducción moralista, Román teoriza a través del dibujo sobre el poder de diversas tecnologías del deseo como la mano, el ano, las botas, las pantimedias, los dildos y vibradores. Elle crea un universo donde personas, de diversas identidades y expresiones de género[3], se dedican a reinventarlo desde el goce. Son perversas, cariñoses, dominantes, sumises y, sobretodo, dispuestes a expresar el placer con crudeza.

Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA
Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA
Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA
Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA

Román esta interesade en situar este ejercicio en la sublevación del deseo, la seducción y la creación de un universo donde la mano y el ano se codifican como principales órganos de placer. Bajo el dictamen de la heteronorma, la seducción se entiende como un acto unidireccional desde el conquistador hacia el conquistado. En el universo rosa de Román, la seducción es más un entramado complejo de direcciones en el cual somos cómplices y activos agentes de kink, fuerza y debilidad total y, sobretodo, bajo el cual el deseo es visto como un ejercicio de constante exploración.

Los dibujos de gran escala deshacen por completo la imagen de la experiencia pornográfica girl-on-girl y crean un universo donde las diez extremidades de la mano son parte de las tecnologías de placer que nos distinguen y contienen la capacidad de expresar nuestres almas deseantes. Si bien el rosado, al igual que la mano y el ano, han sido arrestados por las fuerzas del binario de género que las codifican como aquello sumiso e inferior, acá se informan del poder que se genera al emplear un color de las paredes dentro de nuestros cuerpos.

El rosa empleado en estos dibujos, producidos durante la primera y segunda cuarentena en Perú, es maldito, bondadoso, generoso y perverso al mismo tiempo. Expuestos por primera vez en la cuenta de Instagram de Román, los dibujos acarrean el poder de comunidades digitales que acogen, promueven y facilitan la exploración del placer.

En este universo una máquina fantástica de deseo señala a las diversas tecnologías de placer a nuestra disposición, un universo donde les diosxs bendicen sus botas por su potencial regenerativo del deseo, y donde la salsa sensual suena de fondo mientras las pieles se queman al estar juntas.

Gisselle Girón

Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA

Esto no te lo enseñaron
en el colegio
Porque no está en ningún libro educativo.
Te preguntas por qué,
No es una casualidad
que todas las personas que miras
se sientan seguras al ser leídas como heterosexuales

Te preguntas por qué en ninguna parte muestran
lo que tú haces
Lo que yo hago

Por qué no muestran
otras formas de penetrar

Mujeres penetrándote

En qué letra musical
Se te va a ocurrir escuchar algo así
No es una casualidad
Busca y no vas a encontrar
Y si lo haces,
lo vas a ocultar,
como si fuera un sueño
que te gustaría borrar

Vista de la exposición «Tú me quemas», de M Román, en el ICPNA San Miguel, Lima, 2021. Cortesía: ICPNA

[1] “Tú me quemas” es tanto el título de uno de los éxitos musicales del rey de la salsa romántica Eddie Santiago, como el fondo musical de una ciudad que desea, una ciudad deseante como Lima, que canta sus fervores en el microbús, en sus mercados, en sus paraderos y desde sus dormitorios. Lima, el escenario de todos estos episodios de candente búsqueda de diversas configuraciones del deseo.

 [2] Les escritores Wren Sanders relatan sus experiencias cuestionando las expectativas societales sobre configuraciones genitales desde sus propias exploraciones sexuales: “¿Acaso los penes son masculinos? Para algunos, tal vez, aunque el mío ciertamente no lo es. ¿Chuparlos es femenino? En general, ¿a quién le importa? Pero en ese momento, de una manera desordenada, no a prueba de teorías queer, chupar ese vibrador afirmó una parte femenina latente de mí. Me ayudó a entender que nada estaba arreglado, nada ordenado. Ni yo misme” (Sanders, 2020)

[3] La identidad de género es el concepto de une misme, cómo te llamas a ti misma y cómo te percibes. La identidad de género de una persona puede ser diferente o igual a aquel sexo asignado al nacer. Por otro lado, la expresión de género se refiere a la apariencia externa de la propia identidad de género, como el comportamiento, la voz, la vestimenta, y otras tecnologías que pueden ajustarse o no a las características socialmente construidas como femeninas o masculinas. Ambas son totalmente distintas a la orientación sexual, que se refiere a quién te atrae y a quienes te sientes atraída romántica, emocional y sexualmente. En esta exposición, como en la vida, es importante reconocer estas diferencias para apuntar al potencial que guardan diversas tecnologías como catalizadores de reinvención del deseo de construcción de género y orientación sexual.

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