REGINA JOSÉ GALINDO: DESCOLONICEMOS EL MUNDO

Por Semíramis González | Comisaria

El extenso trabajo de Regina José Galindo (Ciudad de Guatemala, 1974) ha sido examinado en diversas exposiciones, lo que ha permitido profundizar en su práctica artística a lo largo de varias décadas. Con un corpus de obra profundamente comprometido, en el que la corporalidad y su visceralidad son llevadas al límite, Galindo ha abordado conceptos vinculados a las violencias, utilizando la performance como el medio idóneo para denunciarlas.

El concepto de «facultad» que plantea Gloria Anzaldúa («la capacidad para distinguir en los fenómenos superficiales el significado de realidades más profundas») acompaña el trabajo de Galindo. Es ese «sentir instantáneo, una percepción rápida a la que se llega sin razonamiento consciente. Se trata de una conciencia aguda mediada por la parte de la psique que no habla, que se comunica mediante símbolos e imágenes que representan los rostros de los sentimientos, es decir, tras los cuales residen o se ocultan los sentimientos». Como afirmaba la poeta chicana, «quien posee esta sensibilidad se encuentra dolorosamente viva y abierta al mundo».

Esta sensibilidad atraviesa la exposición Descolonicemos el mundo en el Centre d’Art La Panera de Lleida, que traza un recorrido conceptual por la obra de Galindo desde una perspectiva decolonial, situada en un contexto marcado por la experiencia de la colonización. Con obras que abarcan desde principios de este siglo hasta una performance específicamente encargada para esta muestra, la exposición cuestiona cómo el relato oficial de Occidente —particularmente desde Europa y Estados Unidos— se ha construido sobre los cimientos de la explotación de los llamados «países del Sur Global».

Aquí, las imágenes son políticas y actúan como evidencia del colonialismo. Tal como señala la socióloga y activista boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, en la construcción colonial «las palabras no designan, sino que encubren […] Las palabras se han convertido en un registro ficcional, plagado de eufemismos que velan la realidad en lugar de designarla». Son, por tanto, las imágenes y los cuerpos los que develan los dobles sentidos discursivos: «Desde una perspectiva histórica, las imágenes me han permitido descubrir sentidos no censurados por la lengua oficial». Esta capacidad de revelar lo oculto es una constante en el trabajo de Regina José Galindo.

La exposición se estructura en tres grandes ejes discursivos —racismo, violencia contra las mujeres y extractivismo neoliberal— para presentar el trabajo de Galindo de manera conceptual, más que cronológica, para invitarnos a profundizar en su obra y pensar el lugar de enunciación de quien crea, pero también de quien mira.

FRUTA AMARGA

Como parte de la muestra Descolonicemos el mundo, La Panera encargó la performance Fruta Amarga, en la que Galindo denuncia la situación vulnerable de las personas temporeras que recogen fruta en Lleida, en su mayoría migrantes.

«Cada año, más de treinta mil temporeros de distintas regiones de África, en muchos casos migrantes indocumentados, llegan a Lleida para recoger la fruta dulce que España consumirá y exportará en los meses siguientes», escribe Semíramis González. «Este trabajo, duro y amargo, se agrava por jornadas extenuantes y pagos bajos, mientras los jornaleros enfrentan el racismo en los pueblos donde recogen la fruta».

Realizada el pasado 13 de junio en la Plaza Ramón Berenguer IV de Lleida, Fruta Amarga pone en evidencia el racismo y las difíciles condiciones que enfrentan estos trabajadores, que a menudo duermen en la calle, sin acceso a vivienda debido al colapso de los albergues y a la negativa de arrendadores a alquilarles.

«El derecho a la vivienda está contemplado en el convenio laboral agrario, por lo que es una obligación para la patronal facilitarlo», afirma Gemma Casal Fité, miembro de la Plataforma Fruita amb Justícia Social. «No podemos permitirnos deshumanizar a quienes nos alimentan. No podemos deshumanizarnos al perder la capacidad de reaccionar ante la injusticia que sufren quienes sostienen la economía leridana con su trabajo».

A través de una acción en la que la propia Galindo duerme en la calle sobre una cama de fruta recolectada por los mismos jornaleros, la artista pone el foco en la vulnerabilidad, desprotección y racismo que sufren estas personas. Las variables de clase, origen y discriminación racial son tres ejes que articulan esta performance, cuyo objetivo es llevar al debate público la problemática que afecta a los trabajadores temporeros migrantes.

La documentación de esta performance —la fruta sobre la que durmió la artista y fotografías de la acción— forma parte de la exposición, que estará abierta hasta el 29 de septiembre de 2024 en La Panera.