FRANCISCO PINTO: BAILA CON EL DIABLO QUE TÚ SABES
La exposición Baila con el Diablo que tú sabes de Francisco Pinto es una reflexión sobre el encuentro de las tres culturas que conforman las raíces venezolanas: los habitantes indígenas originarios, los colonizadores españoles y los africanos traídos como esclavos al continente americano. Utilizando diversos medios, el artista cimarrón reinterpreta este «espacio de correlación» desde una perspectiva crítica contemporánea.
De la mezcla de elementos culturales africanos, españoles e indígenas durante la colonización surgió la tradición religiosa y festiva de los Diablos Danzantes de Corpus Christi. Esta festividad sincrética, que fusiona creencias y prácticas de las tres culturas, ha perdurado en Venezuela hasta el presente.
La primera documentación de Corpus Christi en Venezuela data de 1582 en la ciudad de Coro. Sin embargo, la celebración estable y continuada de los Diablos Danzantes en su forma actual comenzó en 1963 en San Francisco de Yare, una de las cofradías más antiguas y organizadas de América Latina. Desde entonces, la festividad se celebra sesenta días después del Domingo de Resurrección y fue incluida en 2012 en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
En la Casa Disiente de la urbanización San Luis de El Cafetal, en Caracas, Francisco Pinto realiza una relectura expresamente sincrética de los Diablos Danzantes, situándolos en un contexto caribeño y su conexión diaspórica. En los objetos, instalaciones, ensamblajes textiles, pinturas, collages y videos expuestos, combina elementos simbólicos de la festividad con narrativas mestizas y de resistencia cultural urbana contemporáneas.
La vitalidad de los Diablos Danzantes se refleja en la activación de las piezas a lo largo de la exposición y en el sonido envolvente de los tambores característicos de la celebración de Yare. Además, Pinto invitó a estudiantes del Colegio Rondalera de Caracas a intervenir una serie de fotografías etnográficas del archivo de la Fundación Centro de la Diversidad Cultural (CDC), anteriormente conocida como Fundación de Etnomusicología y Folklore (FUNDEF), creada en 1990 en Venezuela.
El nombre de la muestra, Baila con el diablo que tú sabes, surgió de una colaboración durante el 2020 con el escritor, historiador y curador Jonathan Michael Square, profesor adjunto de Cultura Visual Negra en la Parsons School of Design de Nueva York. Square, junto con la psicóloga, investigadora y escritora Ítala Scotto Domínguez y JF Cantón, arquitecto, museólogo y curador de la exposición, contribuyen con textos de sala.
Pinto también contó con el aporte de Víctor Hugo Irazábal, docente y artista, quien en 2013 estuvo a cargo de la dirección de arte y concepto gráfico del libro El lenguaje de los diablos. Asimismo, recibió el apoyo de Eduardo Planchart Licea, curador y crítico de arte, que en 2005 dirigió el proyecto para la Colección FUNDEF Diablos de Yare: Reinserción de una colección.
Esta muestra también se inspira en la obra de dos destacados artistas populares: Víctor Millán y Feliciano Carvallo, ambos conocidos por sus representaciones de los diablitos danzantes en el arte venezolano. El trabajo de Pinto, que combina capas de imágenes cuidadosamente seleccionadas y objetos cargados de simbolismo, es en parte un homenaje a estos artistas.
Francisco Pinto, De lo mío, 2023. Instalación. Foto cortesía del artista
Sin educación artística formal, Pinto se considera un cimarrón del arte. El artista siente la necesidad de alzar su voz en un país como Venezuela, donde, pese a ser mestizo, los aspectos africanos de su cultura tienen poca presencia en la visualidad. Jonathan Square comparte esta perspectiva, señalando que “la presencia africana y afrodescendiente en Venezuela ha sido ignorada y poco estudiada durante mucho tiempo, ya que la élite venezolana ha tendido a idealizar el pasado del país, centrando su historia en el mestizaje, en lugar de explorar la confrontación violenta entre los habitantes indígenas originarios, colonizadores españoles y africanos esclavizados”.
En esta exposición, Pinto no solo explora las tradiciones fuera del contexto celebrativo tradicional, sino que las presenta como un género artístico en sí mismo, manteniendo su significado religioso y social. Las fiestas populares se muestran como un ente orgánico que sobrevive y se transforma a lo largo de generaciones, como lo reflejan las danzas ritualizadas organizadas por las once cofradías católicas.
De estas, tres llamaron poderosamente su atención: la cofradía de Yare, destacada por sus cultos y vestimentas rojas, así como la parafernalia de crucifijos, escapularios y estampas religiosas que adornan al promesero, y que el artista describe como ensamblajes en movimiento; la cofradía de Naiguatá, conocida por la originalidad y el vibrante diseño de sus máscaras y atuendos; y la cofradía de Ocumare de la Costa, cuyas capas de vivos tonos inspiraron sus obras textiles.
“En el pasado, he tenido una gran empatía hacia diversas creencias. He visitado iglesias cristianas evangélicas, grupos metafísicos, e incluso consideré convertirme en fraile carmelita descalzo. En 2002, viajé a la India, una experiencia que considero una de las mejores de mi vida y que espero poder repetir algún día. Tengo amigos Hare Krishna y, aunque actualmente no pertenezco a ninguna doctrina religiosa específica, me entrego por completo al arte, el cual considero mi única religión en la actualidad, ya que en él encuentro mi conexión con lo divino”, afirma el artista.
Francisco Pinto utiliza la señal de la cruz en sus obras como un símbolo de protección contra el mal, creando un tejido de metáforas para narrar historias de resistencia y rebelión de los esclavizados en América. Ítala Scotto Domínguez sitúa así su práctica artística en el contexto de los cimarrones, un término acuñado por Aimé Césaire para describir tanto la huida como la resistencia creativa de los esclavizados.
También hace alusión a la metamorfosis de las figuras africanas y sus símbolos bajo el régimen colonial, recordando que el nombre de la etnia Mandinga fue reemplazado por la denominación de “Maligno” y que imágenes como las de Eshu Yoruba se transformaron en representaciones demoníacas, como Satán, en un intento por demonizar y oprimir las creencias africanas.
Vista de la exposición Baila con el diablo que tú sabes, de Francisco Pinto. La Casa Disiente, Caracas, 2024. Foto cortesía del artista
Según Square, “Francisco tiene un abordaje respetuoso y a la vez irreverente de la historia afroindígena venezolana. Homenajea su herencia cultural a la vez que la interroga con un humor oscuro. La sonrisa con el diente de oro es una referencia a la iconografía racista, pero Francisco le cambia el significado convirtiéndola en la sonrisa pícara del cimarrón”. Se refiere a las caritas emoji negras, sonrientes con orgullo y hermandad, sin resentimiento, presentes en los collages de Pinto, donde el cómic y los archivos coloniales coexisten en un diálogo tanto lúdico como crítico.
La iconografía pop y el uso del humor y el sarcasmo para abordar temas complejos han estado presentes en la obra de Pinto, desde aquellos Mickeys groseros y provocadores hasta las frutas tropicales y palmeras que remiten al contexto caribeño y desafían los estereotipos raciales. En la muestra, un ensamblaje de patinetas hace referencia a los barcos negreros, evocando la historia de la trata de esclavos.
A través de la apropiación y reinterpretación actualizada de esta iconografía, Pinto no solo narra una historia compartida de resistencia y unidad, sino que también critica la manipulación y demonización cultural sufrida por los pueblos africanos durante la colonización. La incorporación de elementos de la cultura popular y el humor en su obra ofrece una perspectiva innovadora que desafía las narrativas hegemónicas, al tiempo que recontextualiza y resignifica la historia para el espectador contemporáneo.
Museografía: Jonathan Lara | Montaje: Jonathan Lara y Gabriel Coronado | Dirección general: Claudine Canard
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