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ROSANA PAULINO: AMEFRICANA

Del 22 de marzo al 10 de junio, el Malba presentó Rosana Paulino. Amefricana, la exposición más completa que se realiza fuera de Brasil de esta artista nacida en São Paulo en 1967, y la primera en la historia del Malba dedicada a una artista negra. Curada por Andrea Giunta e Igor Simões, la muestra reunió más de 80 obras realizadas entre 1994 y 2024 que examinan críticamente la historia de Brasil y la construcción étnica de la nación.


La práctica de Rosana Paulino, tanto artística como pedagógica y militante, se centra en los afectos y la resiliencia derivados de la esclavitud y sus consecuencias. En sus instalaciones y dibujos, la artista examina la representación del trauma, la historia de las plantaciones y la fotografía fenotípica, así como la segregación y el racismo en América.

Paulino no solo cuestiona las narrativas dominantes y las estructuras de poder, sino que también propone nuevas formas de entender la subjetividad y el empoderamiento mediante metáforas poéticas que sugieren espacios de emancipación. En particular, se enfoca en la existencia física y espiritual de las mujeres negras, buscando encontrarles un lugar político, social y artístico, explorando otras “vidas posibles” para ellas. Esto lo logra mediante un diálogo constante entre archivos personales, archivos históricos, reconceptualizaciones del arte brasileño y cuestionamientos a las matrices de la ciencia occidental: sus sistemas de clasificación, sus hipótesis y sus formas de ordenar el mundo.

La exposición se organizó en cuatro grandes núcleos: Memorias atlánticas, Las estructuras coloniales de la ciencia, Las narrativas del arte brasileño y Tejidos de la subjetividad, no como zonas separadas, sino como ejes de sentido que atraviesan casi todas las obras de Paulino.

Rosana Paulino, O amor pela ciencia, 2018. Impresión digital sobre tela, 29 x 58 cm. Colección Malba

El título Amefricana deriva del concepto de “amefricanidad”, acuñado por la filósofa, activista negra, feminista y socióloga brasileña Lélia Gonzales (1935-1994). Amefricanas son las identidades individuales estructuradas en la vivencia colectiva de quienes comparten lazos culturales que desafían el dominio colonial. El término resalta las particularidades de la figura de la mujer negra y su participación en la historia, en contraste con otras narrativas racistas y sexistas que disminuyen o suprimen su importancia.

En contraposición, encontramos el concepto de “democracia racial”, que ha presentado a Brasil como un país donde afrodescendientes, indígenas y blancos conviven en armonía. Esta ideología basada en intereses políticos y económicos ha truncado durante décadas un debate abierto sobre raza, arte y discriminación, lo que afecta tanto a afrodescendientes como a comunidades indígenas.

En este contexto, la historia del arte en Brasil hasta fines del siglo XX fue casi exclusivamente blanca, lo que hace que el trabajo de Paulino, que se viene desarrollando desde los años 90, sea particularmente visionario. Recién ahora estamos presenciando un cambio significativo en la manera en que se conceptualiza y se valora el arte negro en la región. Está teniendo lugar una reexaminación crítica de la diversidad, la identidad y el legado colonial en la historia del arte establecida, centrada predominantemente en perspectivas eurocéntricas y blancas.

Rosana Paulino, Geometría a la brasileña: Azul n° 3, 2023. Collage, monotipo y acrílico sobre tela,130 x 240 x 8 cm. Cortesía de la artista y Mendes Wood DM.

Al integrar las experiencias, visiones y aportaciones de las comunidades negras de Brasil, la relevancia del trabajo de Rosana Paulino no solo se confirma con esta exposición, sino que también abre el camino hacia una mayor inclusión y comprensión en el ámbito del arte contemporáneo. Las instituciones artísticas están comenzando a revisar sus exposiciones y colecciones para incorporar más obras de artistas negros e indígenas, en una danza cómplice con el mercado del arte.

En este sentido, la exposición de Paulino viene también a cuestionar la historia del arte argentino, revelando cómo, a pesar de la presencia histórica de población negra, su contribución ha sido sistemáticamente ignorada. En particular, pone en tela de juicio el enfoque mayoritariamente blanco en la colección del MALBA, donde el arte negro está subrepresentado, con artistas como Sonia Gomes, Wifredo Lam, Aline Motta y la propia Paulino como notables excepciones.

Para profundizar en este y otros aspectos de su obra, compartimos fragmentos de los ensayos de Igor Simões y Andrea Giunta publicados en el catálogo de la exposición Rosana Paulino. Amefricana.

Rosana Paulino, Pretugués, 2024. Instalación de sitio específico. Bandera y mástil, 350 x 550 cm. Colección particular. Fotos cortesía del Malba


ROSANA PAULINO: PRETUGUESA Y AMEFRICANA
Por Andrea Giunta

En la Argentina, donde las memorias de la esclavitud y de la presencia africana han sido persistentemente borradas, la presentación de la obra de Rosana Paulino enciende el pasado y también el presente. Las palabras de origen africano integran el vocabulario cotidiano en el español que se habla en el país. Términos como quilombo, tango, macana, bobo, chongo, milonga, bancar, mochila o ¡epa! forman parte de nuestra comunicación diaria. La exposición de Rosana Paulino en Malba introduce la presencia de una ausencia, una presencia negada. [1]

Se trata de un relato sensible y conceptual intenso. ¿Cómo comprender el proceso de la colonialidad en nuestro continente, al que llegaron millones de africanos capturados, vendidos y transportados en barcos donde, en condiciones inhumanas, cruzaron el Atlántico? “Atlántico negro”, lo denominó Paul Gilroy; “Atlântico vermelho” (rojo), lo denomina Rosana Paulino en una de las piezas centrales de la exposición [2]. Un océano impregnado por la violencia y la muerte, que involucró el traslado de vidas humanas, y las identidades cruzadas a las que dio lugar en América y en las islas del Caribe.

Rosana Paulino, Pared de la memoria, 1994-2015. Patuás en tela acrílica y tela cosida con hilo de algodón, fotocopia sobre papel y acuarela. Dimensiones variables. Colección Pinacoteca de São Paulo, Brasil. Foto: Malba
Rosana Paulino, Pared de la memoria, 1994-2015. Patuás en tela acrílica y tela cosida con hilo de algodón, fotocopia sobre papel y acuarela. Dimensiones variables. Colección Pinacoteca de São Paulo, Brasil. Foto: Malba

La pregunta por el origen, la interrogación del pasado adquiere en la obra de Paulino la presencia de un desmesurado álbum familiar (Parede da memoria [Pared de la memoria], 1994-2015) en el que la artista traslada a la tela las fotografías de sus antepasados. Se trata, en verdad, de pequeños sacos, denominados patuás, que contienen objetos o sustancias vinculados al axé o la fuerza mágica en las creencias umbanda, y que también están presentes en el catolicismo popular [3].

Estos pequeños objetos, más de mil, se extienden a la manera de un mural, produciendo una vibración cromática de sepias delicados cuyas representaciones solo podemos ver cuando nos acercamos. Son dos visiones, una sensible, cromática, que se extiende en una dilatada superficie; otra cercana, en la que Rosana repite y combina su álbum de familia. Esta tensión entre lo distante y lo cercano produce una mirada en abismo, un salto emocional, ya que la historia de su familia comenzó nuevamente en Brasil, después de la ruptura que produjo la diáspora del traslado violento desde otro continente: África. 

La interrogación es, también, sobre el lugar de las mujeres. El de ella, el de las de su familia, el de las mujeres negras en la sociedad brasileña en la que, por la racialización, por la pobreza, ocupan la base de la pirámide social. Las suturas (Rosana prefiere esta palabra antes que el término costura) cruzan los ojos, la boca, el cuello. Obliteran los sentidos, la palabra, el pensamiento, tal como lo hacían en las mujeres esclavizadas los castigos que se les imponían y de los que nos llegan imágenes del siglo XIX [4].

Rosana Paulino, Sin título, 2006. Lentes de microscopio, cabellos, letraset, fotografía y algodón, 112 x 297 cm. Cortesía de la artista y Mendes Wood DM. Foto: Malba.
Rosana Paulino, Sin título, 2006. Lentes de microscopio, cabellos, letraset, fotografía y algodón, 112 x 297 cm. Cortesía de la artista y Mendes Wood DM. Foto: Malba.
Rosana Paulino, Sin título. De la serie Bastidores, 1997. Bastidores, fotografía transferida sobre tela y costuras, ø 31,3 cm c/u. Colección Museu de Arte Moderna de São Paulo. Foto: Malba.

¿Podemos referirnos, en el caso de la obra de Rosana Paulino, a una obra feminista? En principio, ella siente que esta clasificación le resulta extraña, y sobre este aspecto explica: 

Una reivindicación del feminismo clásico, el derecho al trabajo nunca fue una cuestión para la mujer negra. Nosotras trabajamos desde siempre, es eso o morir de hambre. Mi madre fue empleada doméstica en Perdizes, en el barrio de la PUC [Pontifícia Universidade Católica de São Paulo], una de las cunas del feminismo en São Paulo. Muchas de esas mujeres podían ser feministas porque había alguien limpiando su casa, cuidando de sus hijos [5].

Las costuras, que yo prefiero llamar suturas en algunas piezas, traen la problemática de que el Brasil es un país que nunca se preocupó por las compensaciones a las comunidades que fueron marginalizadas, expropiadas. Es un país que quiere ‘unir’ a la fuerza las diferentes poblaciones que están aquí, y para eso ha recurrido a la violencia sistemática del Estado. Yo digo siempre que Brasil es, muchas veces, como un Frankenstein, en el que partes dispares, que no se unen, son cosidas a la fuerza para intentar hacer un cuerpo común. Obviamente eso no va a funcionar.

Rosana Paulino


¿Podía ser el derecho al trabajo parte de la agenda de las mujeres negras que toda su vida habían trabajado? Su hermana, asistente social, le describe el maltrato físico que sufren las mujeres en el contexto familiar contemporáneo, que presenció cuando trabajó como pasante en una comisaría. Tal conocimiento impulsa en Rosana la realización de sus conmovedores bastidores. El pasado y el presente se funden en estas imágenes.

Y el álbum familiar es, también, el que construye el archivo. Aquel que Rui Barbosa, entonces ministro de Economía del Brasil, ordena quemar después de la promulgación de la Ley Áurea que, en 1888, abolía la esclavitud (Brasil fue el último país de América Latina en hacerlo). Los documentos vinculados a la posesión de esclavos, libros de registros, documentos fiscales y aduaneros en los que se encontraba parte de la historia y de la identidad de las personas arrancadas de África para ser esclavizadas en América, fueron destruidos.

Este acto implicó el borramiento del pasado. La reconstrucción del álbum de familia y la investigación en archivos paralelos (eclesiásticos, periodísticos) revela que no pudieron eliminarse los vestigios ni las pruebas. [6] El retrato familiar es uno de los espacios afectivos y testimoniales desde los que el arte de Rosana y de otras y otros artistas brasileños reconstruye una historia de sojuzgamiento, borramientos y, a la vez, de afectos: la vida enraizada por lazos familiares y afectivos que construyeron en este continente.

En estas obras textiles se yuxtaponen fragmentos de fotografías del siglo XIX, de cerámica colonial, de las plantaciones, de los barcos que transportaban esclavos tal como lo representa el Diagrama de Brookes, en 1788. Colonialidad, esclavitud, explotación, naturaleza, coexisten y entran en fricción. Las imágenes son borrosas y al mismo tiempo poderosas. Portan en su coexistencia el trauma de la empresa colonial que durante cuatro siglos articuló el mundo, y para la que la vida humana era un insumo, el carbón humano del que se alimentó el concepto del desarrollo.

Rosana Paulino, Sin título. De la serie Musa paradisiaca, 2019. Impresión digital sobre tela, pintura acrílica, corte y costura, 65 x 99 cm. Colección particular. Cortesía de la artista y Mendes Wood DM

Rosana Paulino, Sin título. De la serie Musa paradisiaca, 2019. Impresión digital sobre tela, pintura acrílica, corte y costura, 65 x 99 cm. Colección particular. Cortesía de la artista y Mendes Wood DM


[1] Para esta exposición ha sido fundamental el excelente trabajo que realizaron en la Pinacoteca de São Paulo Valéria Piccoli y Pedro Nery, curadores de la exposición Rosana Paulino: a costura da memória, 2018-2019.

[2] Atlântico vermelho [Atlántico rojo] es una serie que Rosana Paulino realiza entre 2016 y 2017, con impresiones de imágenes sobre tela en las que reverberan las marcas de un pasado irresuelto del Brasil. El concepto de “Atlántico negro” fue propuesto por Paul Gilroy en Atlántico negro. Modernidad y doble conciencia, Madrid, Akal, 2014 (1ª ed. en inglés, 1993). El autor considera las tensiones e intercambios que atraviesan orígenes y nacionalidades en las comunidades negras de América, África occidental y El Caribe.

[3] Por ejemplo, en los relicarios de la Tierra Santa que custodian los franciscanos y sus creyentes. Umbanda es una religión multifocal y multicultural, de prácticas plurales, que introduce elementos de las religiones africanas, aborígenes (tupí) y católicas. Renato Ortiz, Du syncrétisme a la synthèse : Umbanda, une religion brésilienne, Archives de sciences sociales des religions, Lyon, nº 40, pp. 89-97, julio-diciembre de 1975, https://www.persee.fr/doc/assr_0335-5985_1975_num_40_1_1920 (consultado el 12 de febrero de 2024).

[4] Jacques Étienne Arago (1790-1855), Castigo de esclavos, 1839. Museu Afro Brasil y Richard Bridgens, Máscaras faciales y collares de castigo para esclavos, Trinidad, 1836.

[5] Rosana Paulino en Nelson Gobbi, Arte negra não é moda, não é onda. É o Brasil, O Globo, Rio de Janeiro, 29 de abril de 2019, (https://oglobo.globo.com/cultura/artes-visuais/rosana-paulino-arte-negra-nao-moda-nao-onda-o-brasil-23626464 (consultado el 12 de enero de 2024). Traducción de la autora.

[6] La artista Aline Motta recurrió a estos archivos para reconstruir su propia historia. Ver Aline Motta y Andrea Giunta, Aislamiento global / Intercambio personal, Centro Cultural Kirchner, 2021, https://www.youtube.com/watch?v=dn8vE9-z9ok&t=6s (consultado el 12 de enero de 2024).


Rosana Paulino, «O tempo das coisas», 2022, jarrón tulipán de porcelana, botellas, cinta blanca y especias. Dimensiones variables. Foto: Felipe Bozzani. Cortesía: Malba

LA LABOR ARTÍSTICA COMO FORMA DE RESIGNIFICAR UN CONTINENTE Y LA NOCIÓN DE ARTE AFRODIASPÓRICO

Por Igor Simões

Un atardecer, llego frente al taller de Rosana Paulino, en Pirituba. Allí, en un São Paulo que más parece un barrio del interior del Brasil, el sonido de un tren corta de tiempo en tiempo el paisaje; lo invade. En cambio, ante el lugar de trabajo diario de una de las artistas brasileñas más importantes de nuestra época, es una voz grave, sin vacilaciones, la que rasga la noche húmeda que cae.

Esa voz cantaba una samba que evocaba al “pueblo de la calle” [1], la legión de las divinidades afrobrasileñas del candomblé y la umbanda, responsables de los caminos y las rutas de la vida, del mundo. Esa es también la voz que, desde hace treinta años, está dando un tono inédito a lo que entendemos por ese territorio tan gigante como ignorante de sí que llamamos Brasil.

En este país, “gigante por naturaleza”, Rosana surge en una estirpe de grandes intérpretes de una historia que se ensambla mejor con la línea de sutura que atraviesa buena parte de su producción. Sutura, tomada como el procedimiento quirúrgico imperfecto que une partes que se aproximan por el conflicto.

Son muchos los apellidos de hombres blancos que surgen como intérpretes del Brasil. Sin embargo, Rosana los supera, puesto que su lectura poética habla no de un límite geográfico, sino de otro, que es del orden del movimiento, del flujo, del Atlántico. Rosana se torna singular pues, por medio de un intenso esmero artístico, lanza discursos que reescriben el Brasil y el Atlántico.

En esta instalación, Rosana Paulino traspasa a la tela la imagen de una mujer negra fotografiada de frente, de espaldas y de perfil, en tamaño natural. La figura, cortada, es cosida o suturada con sutiles desplazamientos. Rosana Paulino se pregunta sobre estas personas: “¿Cómo se rehicieron al llegar al país? Lo hacían o morían. Me pregunté por su resiliencia, por la reconstrucción psicológica. Las partes no encajan de manera correcta, parece que las cosas quedan siempre un poco fuera de lugar. Y ese es el trauma del Brasil en relación con la esclavitud, esa cuenta que no cierra, esas partes que no encajan. Fue el modo que encontré para mostrar el trauma del rehacerse de esos seres humanos que, en última instancia, no es solo el trauma de la población negra, es el trauma del país”.

Rosana Paulino, Asentamiento, 2013. Instalación. Impresión digital sobre tela, dibujo, linóleo, costura, bordado, madera, arcilla de papel y video. Dimensiones variables. Colección particular. Foto: Felipe Bozzani/Malba


Volviendo a mi llegada al taller, donde trabaja diariamente con un compromiso inquebrantable con la disciplina que marca sus tres décadas de labor, entro y me topo con una enorme mesa de trabajo. Sobre ella, varias hojas con los dibujos que se convertirán en su serie Nascituras [Nonatas], expuesta recientemente en São Paulo.

Rosana me dice: “Colocadas así, una al lado de otra, logro verlas como si tuviera un gran cuaderno delante de mí”.

En ese momento, se pone en pie una característica de gran parte de su obra: el dibujo, largamente desarrollado, que invade los cientos de cuadernos de diferentes épocas que forman parte del archivo de la artista. Lo que esas páginas –que van desde la década del 90 hasta, muy probablemente, el momento en que escribo este texto– preparan para quien se encuentra con sus obras recientes, es el proceso de construcción de un dibujo con idioma propio.

Rosana Paulino, Sin título, 2022. De la serie Señora de las plantas. Acrílico, acuarela y grafito sobre papel, 57 x 38,5 cm. Colección particular
Rosana Paulino, Sin título, 2022. De la serie Señora de las plantas. Acrílico, acuarela y grafito sobre papel, 57 x 38,5 cm. Colección particular
Rosana Paulino, dibujo de la serie Diário da doença, 1999. Cortesía: Malba
Rosana Paulino, dibujo de la serie Diário da doença, 1999. Cortesía: Malba

El movimiento del trazo, basado en una línea que se aproxima a la continuidad y que es, en sí misma, de carácter expresivo, es un camino para la experimentación de diferentes materias y soportes. Y, principalmente, en términos formales, el dibujo estructura toda la trayectoria de la artista, puesto que en él está el desarrollo de códigos formales y políticos que reaparecerán como grabados, objetos e instalaciones.

La artista produjo, en el comienzo de su carrera, una serie de extrema delicadeza, en la que ficcionaliza, a partir de su experiencia física personal, su Diário da doença [Diario de la enfermedad]. El ojo interesado en la biología descubre el mioma que creció sin control dentro del cuerpo. No un cuerpo cualquiera, sino el de una mujer negra y, como tal, más susceptible a ese tipo de enfermedad.

Allí se observa el surgimiento de un tipo de línea muy particular, que evoca pequeñas venas, ramificaciones, y que, de varias maneras, compone el trabajo de Rosana. Las formas presentes en las series posteriores figuran posibles organizaciones celulares, úteros que, a través del dibujo –lenguaje estructurante de la artista–, ocupan la superficie casi como criaturas alienígenas, provocando, entre la abstracción y la figuración, al ojo acostumbrado a intentar limitar determinadas producciones a una sola de esas complejas categorías.

Rosana Paulino, Tecelãs [Tejedoras], 2003. Instalación. Loza, terracota, algodón e hilo sintético. Dimensiones variables. Colección Instituto Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Foto: Santiago Ortí/Malba
Rosana Paulino, Tecelãs [Tejedoras], 2003. Instalación. Loza, terracota, algodón e hilo sintético. Dimensiones variables. Colección Instituto Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Foto: Santiago Ortí/Malba
Rosana Paulino, Tecelãs [Tejedoras], 2003. Instalación. Loza, terracota, algodón e hilo sintético. Dimensiones variables. Colección Instituto Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Foto: Malba

Rosana Paulino es atlántica. Y eso no es poco. Significa, desde el principio, afirmar que su trabajo excede la frontera geográfica y territorial. Es en el Atlántico donde debe ser entendida la producción de Paulino. Rosana se yergue con una poética que destaca también los rasgos de una América Latina negra, a pesar de su continuo y orquestado proceso de blanqueamiento.

La artista reúne en su trayectoria, simultáneamente, belleza y dominio del lenguaje asociado a la furia, la crítica, la creencia y la política. Ese movimiento está refundando la noción de existencia negra, trastocando los restos vivos de la empresa colonial y el falso espejismo de progreso que sirve de base a gran parte de la vida latinoamericana e informa sus archivos canónicos.

Por cierto, es en los archivos de esa profunda llaga colonial donde la producción de Paulino halla parte de su materialidad. En una perspectiva muy particular y sin paralelo en el arte brasileño, Rosana propone un encuentro bélico entre arte, pseudociencia, cuerpos de mujeres negras y una historia más allá de la oficial, en el asentamiento del destino principal de la diáspora africana en el mundo: Brasil.

Exactamente allí, se forma un coro de sus obras con la voz de Victoria Santa Cruz, con las imágenes de la cubana María Magdalena Campos Pons, algunas fotografías de la estadounidense Lorna Simpson y los grabados y universos de Belkis Ayón, y tantas otras. Pero va más lejos, y evoca las experiencias de argentinas, chilenas, peruanas, colombianas, uruguayas, paraguayas, caribeñas, venezolanas y norteamericanas. Todas amefricanas, como diría la insuperable intelectual negra brasileña Lélia Gonzalez (1935-1994), profesora que acuñó ese término para referirse particularmente a los vínculos oceánicos que reúnen a esas mujeres.

Rosana Paulino,¿História natural?, 2016, libro de artista. Cortesía: Malba

No por casualidad Rosana se apropia del cuerpo de un hombre y de una mujer negros, tomados por la lente del colonizador, y los cura. La mujer aprisionada en la fotografía del viajero Louis Agassiz [2] fue captada durante la expedición Thayer, cuyo propósito era comprobar, por medio de mediciones y otras estrategias seudocientíficas, la natural inferioridad de los negros, vistos como agentes de la decadencia y la degradación humanas. Rosana devuelve a esos cuerpos sus raíces, sus corazones, sus vientres, sus sexos, y asienta poéticamente el Brasil y la diáspora.

No se puede dejar de señalar aquí otro de esos vínculos que demuestran la experiencia compartida de artistas afrodiaspóricos: en 1984, en la serie La venus negra, el artista negro estadounidense Kerry James Marshall, a partir de la pintura, también entrega un corazón al cuerpo negro de su venus. El procedimiento tan próximo no habla de una especie de cita en el trabajo de Paulino; no se trata de eso, sino de comprender que los flujos atlánticos también produjeron iconografías recurrentes que, en conjunto, muestran el carácter transnacional del arte afrodiaspórico negro.

Si comprendemos los vínculos poéticos que reúnen la producción de tantas y tantos artistas oriundos de la experiencia del Atlántico, podremos entender fácilmente qué arte surge de ese tipo de abordaje, y tendremos que entender, de las formas más diversas, que el contexto afrodiaspórico es amplio y se extiende por un inmenso territorio en el que se diluyen las fronteras nacionales.

En muchas fotografías y pinturas del siglo XIX vemos a mujeres negras que cuidan de niños blancos. Ellas nos aproximan a un registro estremecedor de la historia. Rosana Paulino revisa el archivo de fotografías que registran a estas mujeres amamantando niños blancos y las imprime sobre textiles que se conectan entre sí mediante suturas/costuras. De los senos parten delicadas cintas blancas que se unen a las fotografías contenidas en botellas dispuestas en el suelo. Las imágenes se replican e inundan nuestro contacto visual con un archivo humano que desconocíamos.

Rosana Paulino, Ama de leite [Ama de leche], 2007. Monotipo sobre tela, cintas de raso, vidrio y fotografías digitales. Dimensiones variables. Colección particular. Foto: Malba.

Rosana Paulino, Ama de leite [Ama de leche], 2007. Monotipo sobre tela, cintas de raso, vidrio y fotografías digitales. Dimensiones variables. Colección particular. Foto: Malba.


[1] “Fala, Majeté! Sete Chaves de Exu”, samba enredo de la Escola de Samba Grande Rio, carnaval de 2022. Compuesto por Arlidinho Cruz, Gustavo Clarão, Claudio Mattos, Jr. Fraga, Igor Leal y Thiago Meiners.

[2] Louis Agassiz (1807-1873) fue un zoólogo de origen suizo, radicado en los Estados Unidos y profesor de la Harvard University, considerado en su época un innovador en el campo de las ciencias naturales. Sus teorías abogaban por la supremacía racial blanca y por la jerarquización de los sujetos. Entre 1865 y 1866, coordinó la expedición Thayer, que tuvo como destino el Brasil, con el fin de inventariar los tipos raciales brasileños.

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